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12 de noviembre de 2022

RELACIONES SANTAS

 

  Te invito a que reflexiones por unos minutos!!!

¿Alguna vez has pensado por qué sufrimos tanto a lo largo de la vida? Quizás en este momento puedes sentir “No es tanto” porque tal vez ya pasó la fuente que activa tu padecimiento, pero cuando se activa otra vez, de nuevo saltas a la acción de la desesperanza, de la injusticia, del reproche.

Has pensado ¿Por qué a mí? Y has justificado “Yo he sido buena, honesta, trabajadora, solidaria” y así vives en un sinfín de preguntas y excusas para poder comprender porque las cosas salen mal.

Lo cierto es que todos los seres humanos sufrimos porque nuestro EGO nos ha enseñado a eso, a partir de su más impresionante creación: LA DEPENDENCIA.

Todos somos dependientes. En mayor o menor medida, pero lo somos. Dependes tal vez de una pareja, o de la necesidad de no tenerla para no meterte en problemas, de un trabajo, de un salario, o de una dieta, de un estilo de vida, de un consejo, del sexo, de tu familia de origen, de tus hijos, del título que tienes enmarcado, de tu imagen, de la opinión que los otros expresen hacia ti, de tus amantes, de la comida, de Netflix, del tabaco, del alcohol, de comprar por Amazon, no importa lo que sea, pero estamos “Pendiendo” colgados de algo.

Un algo que según nuestra cabeza nos hace mejor, nos pone felices, nos desestresa, nos da endorfinas, nos presta calma, nos entretiene, despeja, alimenta, balancea, enriquece, alivia, enorgullece, beneficia.

No importa lo que es, lo que es interesante es comprender que cuando le damos esa categoría a algo que está fuera de nosotros, es cuando perdimos el juego.

Aquello que nos provee “bienestar” algún día no estará más. Se rompe, se desgasta, se va, se asfixia.

La vida tiene eso de que todo lo que obtenemos, un día se pierde.

Es su ley. No puedes contra ello.

Y cuando la ley se cumple, aparece el sufrimiento.

Si aprendemos a soltar la magia que el exterior nos representa, si pudiéramos entender que nada depende de afuera, sino siempre todo es adentro; podemos tener preferencias, pero no dependencia.

Son dos cosas diferentes.

Puedes preferir tener una cena íntima con tu pareja, pero si tu pareja está con trabajo no te mortifica.


Puedes preferir ver una película en las noches, pero si se corta la luz no armas un escándalo.

Puedes preferir que tus hijos pongan la mesa, pero si no lo hacen no te enojas.

Puedes preferir pasar el tiempo con tus padres, pero si ellos quieren hacer otra cosa no te sientes rechazada.

Puedes preferir hacer una dieta saludable, pero si la rompes porque tienes un evento no te castigas.

Puedes preferir hacer ejercicio, pero si un día no lo haces no te obsesionas.

Se trata de aprender a disfrutar la vida sin buscar “quedar bien con la vida”

De saborearla en toda su expresión, en lugar de morderla a pedacitos miserables.

Sólo así podremos tener una vida con relaciones santas.

Relaciones Santas es un término acuñado de UCDM (Un curso de Milagros) y significa "Santo" completo. 

Es decir, RELACIONES COMPLETAS. 

¿Te atreves?



 

30 de junio de 2021

El estrés de cada día

 ¿Palpitaciones? ¿Desgano? ¿Dolor de cabeza? ¿Fatiga? ¿Falta de deseo sexual? ¿Dificultades para dormir? ¿Irritabilidad? ¿Sueles presentar estos síntomas? No dejes de escucharlos, tu cuerpo te está hablando y es hora de parar y elegir qué rumbo vas a tomar en tu vida; por el camino que estás andando en pocos kilómetros más te quedarás sin batería. Cada día miles de personas igual que tú o que yo enfrentan situaciones de riesgos, posibilidades y oportunidades; demandas externas e internas nos aturden la conciencia y nuestro maravilloso aliado (el organismo) busca adaptarse de la mejor forma a esos cambios. Enciende su alarma y se activa si la situación persiste intentando protegerse así mismo. 


Este usual comportamiento es lo que denominamos sistema del estrés; un cableado inscripto en nuestro cuerpo desde la era de la prehistoria, cuya finalidad era responder con una actividad física extraordinaria preparando al cuerpo para pelear o huir.

Para lograr semejante hazaña, nuestra biología inhibe una serie de sistemas que no son indispensables en esa situación como el sistema inmunológico, el circulatorio, el sexual y el digestivo, además cierra vasos sanguíneos y poros capilares evitando hemorragia en caso de una herida, eleva la presión arterial, algunos músculos aumentan de tamaño y se inyectan grandes cantidades de glucosa al torrente sanguíneo para generar más energía. El sistema de estrés prepara un cóctel de hormonas y neuropéptidos que se distribuyen por la sangre. El cuerpo así está listo para enfrentar su situación o factor estresor; el problema es que en la prehistoria esos episodios eran esporádicos y por lo tanto existía un tiempo prudencial para eliminar las toxinas. 


Pese a que el estrés es una respuesta sana y natural, se ha convertido hoy en nuestro más íntimo enemigo. Pues su alerta está encendiéndose con frecuencia. Y vivimos por ende intoxicados. Ahora bien, si nos estresamos para protegernos, cabe la pregunta  ¿Por qué en la actualidad nos sentimos más atacados que en la época de las cavernas?  ¿Qué pasa con nuestra evolución? Sin duda los agentes estresores son innumerables  y variados, y las personas no responde de igual forma frente a ellos; pero podemos hablar de ciertos patrones que despiertan en la mayoría de todos nosotros la misma sensación. Los estresores que son extraordinarios, los de mediana intensidad, y los de intensidad mantenida. Entre los primeros encontramos a los eventos propios de la vida que presentan un quiebre o cambio radical en nuestra forma de vida: la muerte de un ser querido, un divorcio y ahora podemos citar, la pandemia.

En el segundo podemos hablar de problemas en el trabajo, el tráfico, los habituales sucesos que nos desquician, y en el tercer orden una enfermedad crónica, relaciones tensas de pareja, discusiones frecuentes con compañeros de trabajo. Sea lo que sea que nos pase, en nosotros está la clave para superarlo. Nosotros podemos ver las demandas del medio como una oportunidad para el desarrollo o un peligro abrumador.

Debemos ser conscientes de los estragos que nuestras interpretaciones generan en nuestras vidas para paso a paso transformar nuestro estrés en un motivo para crecer y alcanzar una mejor calidad de vida.



25 de agosto de 2020

¿Qué generas en tu vida?


Lo único que generas en tu vida, es lo que puedes generar. No generas lo que quieres, sino lo que puedes.Generar se trata de un PODER. Pero, por favor, amarra a tu ego, no se trata de un PODER de acción, de esos que dicen "yo puedo todo lo que me propongo," WOW! FELICIDADES! Ahora, checa mejor, que pasa con lo que no te propones, porque "poder EN LO QUE NOS PROPONEMOS"cualquiera puede, dado que hay un intención y una información. Es decir, lo que te propones lo logras, no sólo porque lo declaras, sino porque tienes programas subconscientes destinados a pensar de esa manera, a activar filtros perceptivos de interés hacia esa dirección. Entonces, regresaré al inicio, ¿Que generas en tu vida? Lo que tienes. Lo que hay dentro de ti. Lo que tus padres y ancestros inocularon a la hora de concebirte.No puedes GENERAR lo que has venido generando, sino tienes ese combustible.Y esto es merecedor de entendimiento profundo, puesto que la gente a menudo se castiga y doblega porque piensa, si la vida se trata de mí, ¿como carajos cree esta mierda? Parecería absurdo que la realidad creada por los pensamientos y los sentimientos, la usemos para manifestar jodidas realidades. Pero, acaso somos ¿zombies?

Generas desde tu mente subconsciente. Es decir, desde un lago profundo y oscuro de información que no conoces, ni tienes acceso. Tu mente racional puede hacerte creer que CREAS desde tu elección LÓGICA pero CALMA, la mente social NO ELIGE, sólo administra la información que el monstruo de las aguas densas permite emerger. Por eso, a veces te encuentras repitiendo situaciones dolorosas, tu ego te castiga y recuerda: Te lo dije! Te avise! No me escuchaste!...pero no estás eligiendo MAL, NUNCA, estás escogiendo la vida que puedes CREAR con el material que te heredaron y compraste para ESO.

Para "GENERAR" otras experiencias, necesitas BORRAR la programación que traes, pero antes debes saber cuál es tu equipaje. 

Cuando por fin comprendes esto, dejas de odiarte y juzgarte como un enemigo. Dejas de tener esa bronca de "cómo puede ser que me genere esto en mi vida?" y ya no dirás como un loro barranquero "me generé" porque entenderás que más que generarte, estás viviendo en sintonía con lo que eres. 

No atraemos lo que queremos sino lo que somos, y somos es más que el instante de auto-conocimiento que tenemos. Saber que NO SABEMOS nada, es liberador. Dejas el control y permites vivir lo que haya en tu vida, desde un espacio de paz, que te lleva a la CREACIÓN.

Cuando te sumerges en el YO puedo con esto, con aquello y lo demás, sólo fabricas. Cuando te das cuenta que no tienes un puto control sobre nada; CREAS.

Fabricar viene del EGO, de ese hacedor patético que pretende DAR al mundo lo que no se puede dar así mimos.

CREAR viene del ALMA PURA, despabilándose, entrando en contacto consigo misma.


17 de febrero de 2014

¿Complaciente o cómplice?

40DC4ADF18634A3A8381FB05D0E879A5Uno de los aspectos más importantes en nuestras relaciones con la otredad, es observarnos y descubrir desde dónde estamos actuando nuestros pensamientos. Cuando digo “actuando”, me refiero a accionar una conducta.
Si pensamos en “complacer”, la etimología propia de la palabra refiere a hacer algo “con – placer” hacer que otros se sientan bien.
Sin embargo, muchas veces ese “placer” se ausenta, y lo que hacemos es “con – temor”, es decir complacer con temor a perder o a dejar de ganar. Y la acumulación de esos hechos, termina mermando la esencial de “satisfacer con agrado” y se convierte en complicidad.
complacer-a-los-demas2Ahora ya no soy complaciente por el gusto de ser contributiva o por amor, sino que por temor a que se desencadene un pleito, o no me aprueben o me rechacen accedo con temor y sintiendo enojos, o tristeza.
Piensa ¿Cuántas veces has sido cómplice del otro? ¿De ese trato que tanto te duele, del abuso de tu pareja, de las críticas de tus padres, de las quejas de tus amigos?

1 de febrero de 2014

Regodearnos en el Sufrimiento

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Una de las creencias más fatalistas que tenemos es la de regodearnos en el dolor. Hemos aprendido que sufrir es básico en la vida, que es necesario, es natural, y que cuánto más me duele algo más comprometido estuve con eso.
Incluso llegamos a evaluar el amor de alguien en virtud de su malestar.  Y hasta llegamos a sentirnos mal cuando no lloramos o padecemos lo suficiente, pues entra en cuestionamiento la idea de nuestro verdadero interés.
Sufrir no es sinónimo de que algo nos importe más que a otra persona. Es una – léase una y no la única – forma de vincularnos con lo que sucede, con la realidad, con los eventos.
Generalmente estamos condicionados a que si alguien muere, se va de nuestras vidas, perdemos un objeto; es decir toda vez en la que nos exponemos a “un vacío” debemos sufrir. Pero no existe una regla natural que lo imponga. Sufrir es una condición arbitraria, es decir, impuesta por lo social. Es una manera de manifestar nuestra inmadurez, nuestra falta de tolerancia hacia la frustración, nuestro pensamiento cerrado, nuestros berrinches porque algo sale mal.
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7 de enero de 2014

¿Se muere de amor?

En algún momento de nuestras vidas, – o tal vez  no – hemos sentido que podemos llegar a morir “de y por” amor pero en realidad nadie muere de amor; muchos si mueren, lo hacen por desamor. Es decir lo que mata no es el amor no correspondido, finiquitado o rechazo. Lo que aniquila es el desamor, pero no el del otro, sino el propio.
Día con día, caminamos rumbo a la muerte, porque estamos agonizando de desamor personal. La falta de amor propio es lo que nos enferma física, mental y emocionalmente.
Y hemos aprendido a no amarnos porque siempre estamos parados en la comparación. Siempre anhelando ser o tener lo que otros tienen. En menor o mayor medida: la falta de amor hacia uno mismo nos afecta.
Vivimos deseando ser una persona que no somos, ese ser ideal que los demás y hasta nosotros mismos amaríamos sin restricciones. Y con el ser que estamos siendo, somos indiferentes, apáticos, criticones.
Cada vez que nos hablamos mal, nos regañamos, quejamos, inculpamos, estamos rechazando categóricamente quienes somos y eso nos enferma. Pues ¿ cómo podemos ser plenos y felices si cotidianamente sentimos repulsión por quién somos?
Hubiera sido espectacular tener la cara de Demi Moore y las piernas de Marilyn Monroe, el cuerpo de Madonna, los ojos de Elizabeth Taylor,  el porte de Sofía Loren – por citar a algunas - pero no tenemos nada de eso porque eso le pertenece a esas mujeres.  Tenemos lo que tenemos y punto.
El des-conformismo con quienes somos nos lleva a extralimitarnos.  A perder la dimensión de las cosas. A resentirnos. A guardar odio, coraje. A permitir que otros nos subestimen, porque ellos tienen razón “no servimos para nada”; a permitir que de la vida las migajas, a no ir por nuestros sueños, a depender de las ideas de los demás, a no valorar nuestra palabra, a soportar injusticias, a creernos desdichados.
El desamor nos enferma y agota.  Podemos aprobarnos y amarnos tal como somos. No hay ninguna ley o principio natural que diga lo contrario. Es nuestro ego el que nos juega la mala pasada.
Nos desconectamos de la fuente – de nuestra energía creadora – y nos llenamos de falsas creencias de carencias o falencias. Si somos una porción del poder creador – Dios, Ser o voluntad superior, principio vital o como al eso te refieras – ¿ por qué seríamos imperfectos? 

Amate y Dios te ayudará.
"Ama hasta convertirte en lo amado, es más, hasta convertirte en el amor." - Facundo Cabral

31 de octubre de 2013

Dime de que estás enfermo y te diré a quién no perdonas.

 

En un Curso de Milagros que leí alguna vez, decía que toda enfermedad proviene de un estado de “ no perdonar”. La sentencia me pareció tan maravillosa como práctica. Y pensé a quién debía perdonar y a primera vista no encontré a nadie.
Las personas que me habían traicionado, las lenguas injuriosas, los fraudes morales, los libros y CD prestados; todo estaba en su lugar: en una estantería del pasado ,quietos,abrigados de polvo.
Sin embargo, reconocía fallas en mi salud. Y eso implicaba que el cuerpo me estaba diciendo algo a los gritos.
Me zambullí en la conciencia reflexiva, y descubrí que ese perdón del que hablaba mi libro, no era el típico perdón de “no volveré a hacerlo más”; sino que iba mucho más allá de eso. Era un perdón de soltar, liberar, romper cadenas, de lo que en su etimología significa la palabra: la posibilidad de regalar o condonar al deudor por parte del acreedor con eso que se debía.
Y en la vida, sin saberlo, somos acreedores-deudores; porque cuando perdonamos exoneramos a alguien de una situación incómoda pero a nosotros mismos nos libramos de cargar con el resentimiento o rencor.












Generalmente debemos perdonarnos a nosotros mismos, no por algo que hicimos o no hicimos, sino por todas las veces en que no nos aceptamos tal cual somos o no aceptamos la vida que creamos.
Casi siempre estamos en la desventaja de ser quienes somos vs la oportunidad fallida de quienes no fuimos. Y vivimos para pedir perdón por ello.
Y esa falta de empatía con nosotros mismos, es lo que nos enferma.
Debemos perdonar ….
Te perdono
  • por no pensar como yo
  • por no amar como amo yo
  • por no emocionarte ante la vida
  • por no tener la pasión que corre por mis venas
  • por no gustar de mis gustos
  • por creer en cosas en que yo no creo
  • por no sonreír aunque el mundo se venga abajo
  • por vivir según tus tiempos
  • en fin por NO SER COMO YO DESEO QUE SEAS!!!
y me perdono por pretender imposibles!
Chuchi González
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