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13 de febrero de 2024

Cartas y fotos rotas… el desamor


Lo mismo que nos enamora y seduce; es lo que al final del camino nos separa. Si me enamoré de él por su carisma y elocuencia; al tiempo me molestará su don de venderse todo el tiempo; si su bondad me atrapo, luego lo veré como un hombre de poco riesgo, permisivo y pasivo. Pasa en todas las relaciones; es casi inevitable. La belleza de esa mujer que genera envidia, se transformará en una pose superficial, en una Barbie insoportable. Somos esclavos de lo  que conquistamos.

 Y al cabo de unos meses o años, el temible huésped se asienta en la pareja. El desamor con su aire de indiferencia, frialdad y sarcasmo se acuesta en la cama como un tercero o tercera en discordia. El vínculo se torna fastidioso, un campo de batalla, en dónde los miembros sólo buscan motivos para afianzar su poder y ganar o al menos no permitirle ganar al otro. En este escenario el contexto diario es el perder –perder; “yo no soy feliz contigo, pero tú tampoco”. Y con el sabor mediocre de un victoria inexistente cada quién intenta seguir con la vida bajo el lema “acá no ha pasado y ni pasará nada”.

Muchos neófitos del amor, creen que es lo “cotidiano, lo necesario y riguroso en las relaciones de pareja”, la destrucción como fuerza para la reconciliación, y el acercamiento; pero nada más dista de la realidad.

No podemos construir sobre los otros. El desamor es la falta de “aquello a lo que nos comprometimos, o la presencia del temor, del miedo”. Así como el prefijo “des” – ( amor)  denota negación o inversión del significado; podemos sostener que la no presencia del amor nos para en el miedo.

Cuando existe desamor existe miedo. Es decir, comenzamos a vibrar pensamientos limitantes acerca de nosotros, o del otro; creemos que nuestra pareja no es lo suficiente o nosotros no lo somos; dejamos de creer en lo que nos une,  y por lo tanto creamos eso en nuestra casa.


Ese des-amor que algunos piensan que “es natural” de una convivencia de dos mundos; es la confluencia de dos mundos, -sí – que muchas veces en lugar de coincidir se evaden; es producto de la supremacía del Ego, la intención de marcar pautas acerca de cómo “son las cosas”; es la falta de calidad en la comunicación íntima; se sume en la no escucha; en el imperio de la individualidad y autosuficiencia, en el orgullo mal parido, en la pretensión egocéntrica de querer que los demás sean como nosotros queremos.

Hay mucho del estrés universal en el que estamos inmersos cada día, pero mucho más en la negación  humana de soltar la razón y ceder.




¿Cómo superarlo? Yo preguntaría ¿Cómo no caer en él? Porque desde el vamos podemos actuar en forma coherente a lo que deseamos con ese otro para que nuestro sueño sea una realidad palpable.

Y la clave es el respeto. Pero el respeto entendido en su  génesis, y no como un cliché comercial. Respeto, del latín “respectus” compuesta por el prefijo “re-” – “de nuevo, nuevamente” y “spectus” proveniente del verbo “specio” – “ver, mirar a”; “respeto como nuevamente ver ¿qué cosa? Mis acciones, mis conductas, mirarme a mí mismo; “respeto como de nuevo mirar a ¿quién? A ese otro que es diferente, legítimo y autónomo, y permitirle ser como es. Cuando en nuestros vínculos generemos aceptación, el desamor dejará de ser un huésped vitalicio. 





20 de febrero de 2023

¿Qué hice para merecer esto?


 Creo con toda mi alma que formamos la realidad en el sentido de la "interpretación que le damos a la vida." Hay cosas del decorado que las colocan otros con los que interactuamos o quizás tenemos contratos de alma. Es decir, sostengo que la vida es la sucesión de decisiones que implican acciones, omisiones, silencios, castraciones, repeticiones, culpa, juicios y otras yerbas que forman parte de la burbuja de influencia; luego, otros "extras" que vienen y van, que escapan de nosotros o nuestra conciencia, y que podemos "operar en milagros" reinterpretando la señal que nos envían. Tal vez, es un concepto más flexible de la responsabilidad, me adapto y se me hace justo. 

Cuando experimentamos cosas "malas" según nuestro tenor, pensamos ¿qué hice para merecer esto? Sentimos que toda la furia de un dios castigador ( inexistente) se hace un festín con nuestra pendeja vida; hasta que vemos, otras vidas, mucho más duras, mucho más tristes, y he pensado ¿que hice yo para no merecer eso?.

Cuando empecé a tener la capacidad de pensar en ambos sentidos, dejé de sentir la condenación de dios, y aceptar ( no significa agradable) lo que presenta credenciales frente a mí como parte de la experiencia de estar vivo.

A veces, refunfuño, gruño, otras me trago la lágrimas, pero la mayoría de las veces, suspiro como arremangándome el día y digo " let's do it" ( manos a la obra).

No tengo puta idea de cuál es el sentido de la existencia, a veces creo en el más allá y a veces deseo que no exista porque me da mucha insatisfacción pensar que "va de nuevo todo". Nacer, crecer, morir. Sólo pensarlo en algunos momentos me da mucho malestar. Otros me ilusiona.

Me doy cuenta que somos cíclicos. Vamos y venimos todo el tiempo.

Pero cuánto menos me aferro a la planificación del deber ser, mejor me resulta todo. 

No imagines un "resulta todo" del mundo, es un resulta todo del yo interior. 

Entonces ahora mismo, mientras se dejan oír la violencia del vendedor de tortas golpeando la carne para ablandarla debajo de mi departamento, una señora que compra "algo de fierro viejo que venda," la sesión de yoga de mi hermana, la notificación de WhatsApp Web, los ronquidos de mi perro, y la maravillosa música que elegí para escribir; me doy cuenta que todo se da en el mismo instante, y yo puede escoger "la furia de la contaminación auditiva" o" la emoción de tomar conciencia" que algún día no voy a escuchar nada de esto, de que nunca sé cuando será la última vez, de que además puedo escuchar mi voz dictando lo que tipeo, que mi corazón late fuerte, que gime el piso de madera, que tocan a la ventana las hojas de la jardinera, que se ríe mi silla en roce con el escritorio, y que en toda esta combinación extraña: YO PUEDO SENTIR PAZ. 

La paz es conmigo.

La paz nace en mí.

No es la paz del mundo.

No es la paz del ego.

Es la paz del yo. Del yo soy. De lo indivisible. De lo invisible. De la unidad.

Recapitulo.

Entonces, en este instante, estoy creando mi realidad. Mi personal ¿Cómo me quiero sentir con todo esto? ¿Cómo me quiero sentir con todo lo que no es? No es montaña de la vaca de Milka, no es el trinar de pájaros, no es una mansión, no es Hawái, no es la juventud, no es mirar sin lentes, no es tengo todo resuelto, no es mis sueños cumplidos, no es alegría desbordante ni circundante; es más una tristeza con sabor a miel, unos paños fríos, un corazón entre bradicardia y taquicardia, unos sueños en stand by, un camión de coca cola estacionando y paz.

Paz de ser.

Paz de ser.

Paz de ser.

Y escribo esto para vos, que tal vez no la estés pasando del todo bien. Para que sepas que incluso con eso, podes sentir la paz del ser. Cerrá los ojos y escucha el silencio del susurro de las estrellas de madrugada. 






12 de noviembre de 2022

RELACIONES SANTAS

 

  Te invito a que reflexiones por unos minutos!!!

¿Alguna vez has pensado por qué sufrimos tanto a lo largo de la vida? Quizás en este momento puedes sentir “No es tanto” porque tal vez ya pasó la fuente que activa tu padecimiento, pero cuando se activa otra vez, de nuevo saltas a la acción de la desesperanza, de la injusticia, del reproche.

Has pensado ¿Por qué a mí? Y has justificado “Yo he sido buena, honesta, trabajadora, solidaria” y así vives en un sinfín de preguntas y excusas para poder comprender porque las cosas salen mal.

Lo cierto es que todos los seres humanos sufrimos porque nuestro EGO nos ha enseñado a eso, a partir de su más impresionante creación: LA DEPENDENCIA.

Todos somos dependientes. En mayor o menor medida, pero lo somos. Dependes tal vez de una pareja, o de la necesidad de no tenerla para no meterte en problemas, de un trabajo, de un salario, o de una dieta, de un estilo de vida, de un consejo, del sexo, de tu familia de origen, de tus hijos, del título que tienes enmarcado, de tu imagen, de la opinión que los otros expresen hacia ti, de tus amantes, de la comida, de Netflix, del tabaco, del alcohol, de comprar por Amazon, no importa lo que sea, pero estamos “Pendiendo” colgados de algo.

Un algo que según nuestra cabeza nos hace mejor, nos pone felices, nos desestresa, nos da endorfinas, nos presta calma, nos entretiene, despeja, alimenta, balancea, enriquece, alivia, enorgullece, beneficia.

No importa lo que es, lo que es interesante es comprender que cuando le damos esa categoría a algo que está fuera de nosotros, es cuando perdimos el juego.

Aquello que nos provee “bienestar” algún día no estará más. Se rompe, se desgasta, se va, se asfixia.

La vida tiene eso de que todo lo que obtenemos, un día se pierde.

Es su ley. No puedes contra ello.

Y cuando la ley se cumple, aparece el sufrimiento.

Si aprendemos a soltar la magia que el exterior nos representa, si pudiéramos entender que nada depende de afuera, sino siempre todo es adentro; podemos tener preferencias, pero no dependencia.

Son dos cosas diferentes.

Puedes preferir tener una cena íntima con tu pareja, pero si tu pareja está con trabajo no te mortifica.


Puedes preferir ver una película en las noches, pero si se corta la luz no armas un escándalo.

Puedes preferir que tus hijos pongan la mesa, pero si no lo hacen no te enojas.

Puedes preferir pasar el tiempo con tus padres, pero si ellos quieren hacer otra cosa no te sientes rechazada.

Puedes preferir hacer una dieta saludable, pero si la rompes porque tienes un evento no te castigas.

Puedes preferir hacer ejercicio, pero si un día no lo haces no te obsesionas.

Se trata de aprender a disfrutar la vida sin buscar “quedar bien con la vida”

De saborearla en toda su expresión, en lugar de morderla a pedacitos miserables.

Sólo así podremos tener una vida con relaciones santas.

Relaciones Santas es un término acuñado de UCDM (Un curso de Milagros) y significa "Santo" completo. 

Es decir, RELACIONES COMPLETAS. 

¿Te atreves?



 

29 de junio de 2022

¿Cómo superar la falta de motivación?


Para poder trascender la falta de motivación tenemos que ubicarnos en el contexto real de lo que es la motivación. La gente a veces confunde ideas y se mal piensa que la motivación es el entusiasmo, las ganas irrefutables, la energía carnavalesca, la pasión sin límites. Y en realidad todo ello es un conjunto de expresiones y sensaciones que solemos manifestar cuando estamos a gustos con la vida, con nosotros mismos y con el entorno. 

La motivación, en cambio es otra cosa. Motivación viene del latín “moveré” y significa “movernos de…” de lugar físico, de lugar mental, de lugar emocional, de relaciones, de costumbre…. Todo aquello que nos “mueve” que nos agita el “tapete” es una fuera de la motivación. 

Por eso no necesitamos “superar o trascender la falta de movimiento” porque si hoy en tu vida “no hay ritmo” es porque no existe la “necesidad” de hacerlo, incluso cuando opines lo contrario. 

La motivación es la voz interna que susurra “algo hay que hacer”, cuando falta es porque nada hay que hacer o nada falta. Podrías pensar “a mi me falta motivación para adelgazar” y la respuesta es ¿Lo crees realmente? ¿Crees que te falta un murmullo interno que te diga has la dieta para estar saludable? O en todo caso lo que te falta es el “motivo” detrás de la dieta. Es decir, ¿Qué encontrarás detrás de la pérdida de esos kilos? Y si bien, puedes decir “que te sentirás ligera, que te verás más guapa, que tu colesterol bajará, que tendrás más ligue” esos argumentos no son lo suficientemente fuertes para moverte a la acción. 

No falta motivación, te falta un sentido. Una orientación. Un compromiso. Y sobre mucha queja, demanda hacia la vida que no te ha concedido tus sueños.

La aparente falta de motivación es a menudo un reclamo infantil, un tirar la toalla, un no quiero jugar más con estas cartas, y es perfecto, pero ¿Qué quieres? 

Todo el tiempo, todo tu hacer es motivación, tu desdén, tu apatía, tu pereza, son expresiones de tu motor. Eso es la motivación el impulso que te lleva a no hacer tu ejercicio pero si a mirar todo el día una serie con cara de amargura. La motivación es desde la ontología del lenguaje la inquietud que nos permite movernos hacia adelante, hacia el curso de la vida, el caudal de la supervivencia.

¿Cómo superar tu motivación negativa? 

Eres un bicho de costumbre, cuánto más abraces el desamor hacia el todo, más lo vivirás. Entonces manos a la obra:

¿SIENTES BAJÓN? 

SAL A CAMINAR, sin celular, sin música, sal a caminar por la calle y observa la naturaleza, el cielo, las hojas de los árboles, hasta llegar al punto de perderte en ese escenario y no tener conciencia de ti porque te has fundido con lo vasto e inmenso. 

PRACTICA DEPORTES DE DESPLAZAMIENTO, corre, trota, nada, camina a velocidad, ahora no es paseo.

LLEVA UNA RUTINA DE EJERCICIO, el ejercicio nos permite conectar con nuestro chakra 1 que es el raíz, nos da seguridad, y permite que nuestra energía se armonice a través del movimiento.

¿Quieres saber más? Conoce a Natalia y su historia de vida!!! Te va a movitar!

TRABAJA LA TIERRA, cultiva, cambia brotes de tus plantas de maceta o simplemente has un hoyo en la tierra mojada y húmeda y siento eso entre tus manos.

ELIMINA EL AZÚCAR PROCESADO de tu dieta, reduce el consumo de harinas con gluten, y el exceso de frutas, prefiere frutos rojos como las fresas, las zarzamoras, las frambuesas, son las frutas que activan el borrado de memorias heredadas

MEDITA al menos 5 minutos al día, cierra los ojos y escucha tu interior, tu silencio y la paz oceánica que eres pero que a menudo olvidas.

Si quieres saber más, contacta mi web VISITA MI WEB


7 de junio de 2022

¿Cómo sanamos el árbol?


Los genes que nos heredan traen las historias del linaje entero y eterno. Hombres y mujeres cabalgan por nuestro ADN con sus historias fallidas y triunfantes. Sueños, fracasos, temores, riesgos, traumas, rebeldías son la materia prima de la esencia humana. En esa escritura molecular se narra la biografía de cada fruto del árbol. Cuentos fantásticos, dramas, novelas policiales, comedias románticas nos constituyen. ¿Quiénes somos? Todos ellos. Sin importar la contemporaneidad, todo está escrito en la mente fusionada de la genealogía. Escribimos el libro ahora mismo, sentados en una silla que es el presente y colocamos personajes nuevos, con paisajes diferentes, pero el guion es el mismo. ¿Y para qué se repiten los guiones? Para expandir el sentimiento de pertenencia, para contar con recursos que nos permitan sobrevivir, para liberar conflictos, para reparar, para compensar el dolor, para equilibrar energías y para sanar el árbol. ¿Cómo se sana el árbol?  Perdonando. 

¿Te gustaría comenzar una nueva vida? ¿Alivianar tus maletas? ¿Soltar el equipaje? ¿Volver a escribir una historia sin dolor ni sufrimiento? Más información

Perdonar implica aceptar la información que tenemos en nuestro interior. Dejar de emitir juicios, de pensar que se equivocaron, que no debieron. Es comprender que no pudieron hacerlo diferente. Que el nivel de entendimiento del árbol en ese momento sólo los habilitaba a ejecutar por acto u omisión lo que hicieron. No es “justificar,” no es “aceptar a regañadientes,” es abrir el corazón y comprender desde el amor real. Ponernos en el lugar de ellos y decir “yo en tu lugar hubiera hecho lo mismo.” Cuando nos ponemos honestamente en el lugar de los otros vemos el mundo desde sus ojos. Nadie en su sano juicio elige para sí el DOLOR.  Pero ¿Quién tiene sano el juicio, si la mayoría de ellos son de otros? Nuestra mente subconsciente evalúa la vida a través del dolor (relativo a lo biológico) y el placer. Hará lo necesario para mantenernos lejos del dolor, incluso cuando eso te aleje del placer genere sufrimiento (dolor emocional). Siempre actuamos como podemos. No es una relativización. Es un hecho. Siempre escogemos lo mejor pese a que a primera impresión parezca contradictorio. El perdón que conocemos es el perdón ególatra de la persona buena. Perdonamos porque somos mejores. Estamos en jerarquía. Este perdón no perdona, no libera, no sana. Sólo incrementa la brecha entre el damnificado y el opresor. Es una postura de falsa bondad que nos re-victimiza y permite saborear el sabor de la venganza. No perdonamos, porque no sabemos que es el perdón. Creemos que es una forma de exonerarlos de la ejecución del acto o un indulto que nos pone en desventaja. Sufrimos una vez por sus actos y ahora sufriremos por el perdón. Sin embargo, eso no es perdón. Eso es un pase de factura, una revancha, un modo de control que el herido tiene sobre el agresor. Es un juego macabro entre la víctima y el victimario, la justicia por manos propia y el arrepentimiento. Pero el perdón real en sí es un alivio para quién lo otorga. Cuando perdonamos desde el ego, decimos “Cómo soy más bueno que tú, te perdono, te libero de ese tremendo mal que me hiciste, y por si acaso, lo recordaré, para que no tengas ganas de volver a hacerlo”. Uno es bueno y otro es malo, es la historia de nuestras vidas. 

Siempre en algún momento estuvimos en ambos papeles. En el mundo de la forma, el sistema de pensamiento es dual y genera en la mayoría de las veces situaciones de culpabilidad que nos lleva a etiquetar a las personas como MÁRTIRES O VICTIMARIOS. Esta separación es la que nos aleja de la fuente del autoconocimiento, de nuestra esencia espiritual y energética. El perdón cuántico, es el perdón en el que entendemos las reglas del INCONSCIENTE que dice EL OTRO no existe. Por lo tanto, ¿A quién perdono? ¿Quién me ha hecho mal? Es el perdón del AMOR real y de la abundancia. Procede cuando entendemos que no hay nada que perdonar porque todos estamos haciendo lo que nos corresponde en relación a la mente que vibramos. Y si me siento traicionada por alguien, entonces perdono la situación, perdono “mi autocastigo” a través del otro. Puedo aprender a ver a ese ser como un espejo que me permitió descubrir lo que había en mí e ignoraba. Esto de ninguna manera implica que los delitos prescriptos en los códigos de cada Nación se pasen por alto. El perdón opera en tu interior, es un estado de conciencia, no es un acto en el mundo físico. Perdonamos en lo profundo de la mente, es una experiencia de conciencia, una expansión. 

Dejamos de identificarnos con el dolor y la víctima para responsabilizamos por lo que vemos. El perdón rechaza la idea de “me lo hizo a mí” porque “y la larga lista de explicaciones que nos auto-limitan”. No me hizo, lo hizo porque pudo, porque tenía esa conciencia, porque poseía esa información. Siempre hay otro al que le proyectamos lo que no queremos; el concepto de justo o injusto que esto pueda detonar en ti es irrelevante. ¿Quieres saber más sobre el estudio del transgeneracional? 

Tenemos una tendencia a encajar todo en nuestras etiquetas. Lo cierto es que la vida es lo que sucede, incluso sin nuestro permiso. Desde el ego, juzgamos que los ancestros carecen de valor por su falta de cercanía con nuestra historia personal. Ellos fallecieron antes de que naciéramos o sin dejar rastro o nadie los recuerda o se sabe poco. Y esa sucesión de infortunios, de dolor callado, de voces sesgadas son las que llevan al inconsciente biológico familiar a gestar la fertilidad para que surjan miembros capaces de llevar a cabo las odiseas que los olvidados no pudieron. Todo árbol lleva consigo un Ulises queriendo volver a Ítaca. En su regreso será confundido, atrapado, seducido por conflictos y trampas genealógicas. Liberarse de ellos será la victoria personal que conquistará la vida de las generaciones futuras. No estamos solos, coexistimos vivos y muertos, rodeados de espectros, fantasmas, seres invisibles que forman parte del árbol. Y nosotros, somos el árbol. Somos las anécdotas, las historias, los traumas, los síntomas, los tabúes reeditados.







10 de noviembre de 2021

Cuando el olvido... no llega

 


A menudo solemos cargar situaciones del pasado sobre las espaldas de nuestro presente, momentos dolorosos, o tal vez recuerdos gratos pero que al evocarlos nos deja un amargo sabor en la boca.

Vivimos día tras días pensando en lo que “hubiera” sucedido “si tal o cual”, soñando “cómo sería nuestras vidas si” y repasar sobre lo que no se puede volver a reescribir sólo nos cubre de tristeza, impotencia o mal humor.

Intentamos a ciegas volver a empezar, pero todo es fallido. Él o ella se han ido de nuestro presente, sea por la razón que sea, pero en su partida se han llevado un trozo de nosotros. ¿Por qué no podemos olvidar? ¿Por qué seguir insistiendo en lo que no fue? ¿Por qué pensar en los ausentes amores todo el día? ¿Por qué soñar con ellos, anhelarlos, pretenderlos? ¿Por qué amargar el alma con el vacío impetuoso de un amor frustrado? ¿Por qué no olvidamos para seguir el camino? ¿Por qué?

Porque en la mayoría de los casos nuestro EGO ha salido demasiado herido, y esa herida narcisista no deja de sangrar frente al espejo.

Porque hemos construido nuestra relación en base a expectativas y cuando la ecuación da lugar, siempre el resultado es la desdicha.

Porque hemos eternizado la relación, ignorando a sabiendas, que nada es eterno.

Porque nos martirizamos recordando sólo una parte de la historia, las mejores escenas, para seguir alimentando nuestra dolencia.

Porque en el fondo, cuando no podemos arribar al OLVIDO, no podemos ACEPTAR que el otro se haya olvidado de nosotros. No logramos entender ¿cómo ese “otro” se atrevió a olvidarse de nosotros?  

Porque aun siendo lo que seamos, el otro tiene el derecho a hacer con “su sentimiento” lo que quiera. Puede apostar todo su amor al nuestro, y a mitad del juego retirarlo; con o sin explicación, con postergación o de un día para el otro.

¿Y para qué repasamos en el álbum de la memoria las promesas que nos hicimos en aquél amanecer? ¿Los besos de principio que tenían un sabor peculiar? ¿La calidez de los abrazos?

¿Para qué comparamos a ese gran amor trunco con los “nuevos” que quieren florecer”? ¿Para qué sostener su nombre en los labios? ¿Para qué negarnos al paso del tiempo? ¿Para qué aferrarnos al pasado?

Para seguir igual, contemplando lo destruido, lo que no funcionó parados desde la queja.

Para no hacernos cargos de las rondas que nos tocan.

Para defendernos de las futuras relaciones, y proteger el corazón a raga dientes, para creer que todo tiempo por pasado fue mejor y desde una mirada infantil desconfiar de lo que nos puede deparar la vida.

Para manipular la situación y hasta a veces obtener recompensas ocultas: “conmiseración, apapachos, atención, etc.”.

Para evitar lo que está sucediendo y no cerrar el ciclo.

Cuando el olvido no llega, simplemente es porque nos hemos empeñado en que resistir los cambios de nuestras vidas; decidimos que nada deberá cambiar aun cuando todo sea distinto, procuramos ser indiferentes a la realidad que se nos plantea y vivir como “si nada hubiera pasado”.


Cuando estamos enamorados creemos que este amor es el único y el definitivo y frente a la desilusión o la ruptura, seguimos idealizando esa relación; pero sólo es eso, IDEALIZACIÓN.

Idealizar puede hacer más sublime o romántico al vínculo de pareja, pero no lo vivencia como lo que es, algo real; algo que existe más allá de mí y de ti, algo que tiene vida propia, alimentado de mis temores y de los tuyos, de los sueños de ambos, de los complejos de los dos.

El amor es vida, es ahora, es presente; lejos está de ser una “bonita idea”; una estampa con dos amantes sonrientes para toda la vida y repitiendo día con día, el mismo menú: las perdices.

El olvido no es un borrador o una anestesia que nos apacigua; es un viento renovador de esperanzas, un soplo de bienaventuranza sobre las laceradas heridas, un pasaje a un seguir próximo destino, una oportunidad de aprender de lo vivido.



31 de diciembre de 2020

Chau, 2020

 Querido 2020, hemos llegado juntos hasta aquí. Hoy mueres para convertirte en recuerdo y dar nacimiento a un nuevo año, que para nosotros se llama "posibilidad y esperanza." No fuiste muy diferente de otros años, en lo personal( siempre he vivido en el disturbio y en el conflicto, bendito árbol bélico), con excepción del cubrebocas, el no contacto, la virtualidad y todos los protocolos impuestos por el virus que amenaza. En verdad, todos andábamos bastantes desconectados del prójimo atendiendo celulares, mirando para abajo, evitando el contacto para defendernos de posibles lastimaduras en el alma, y muchos con la boca cerrada por temor a expresar sus emociones. Las pérdidas incontables, este año dolieron más porque se contabilizaron y se hicieron presentes; pero ya ves, no fuiste muy original. Los que somos originales somos los seres humanos, anhelamos los abrazos cuando teniendo tiempo para darlos no lo hacemos; añoramos convivir con la familia cuando en el pasado por pequeñeces nos peleamos, ansiamos vivir, disfrutar y gozar cuando siempre fuimos unos neuróticos del trabajo. Ya sabes, 2020, y terminamos haciendo lo mismo, pensando que fuiste un año de mierda, cuando la mierda la creamos a partir de nuestras arrogantes decisiones y limitantes creencias. ¿Qué hemos aprendido de ti en general? Me quedo con la duda. Por un lado, están los que en primera línea ponen el cuerpo y el alma para salvar la especie, y por el otro, los que les chupa huevo porque a ellos no les toca nada. La grieta de siempre que se llama "sálvese quién puede."

En lo personal, me quedas claro 2020. He trabajo de la mano, intensamente con mi SER INTERIOR, domando al mamerto del EGO, que en su afán de protegerme, en varias oportunidades me ha hundido. Lo sé, si, sé lo que dirá, "hizo lo mejor que pudo con la información que tiene," lo comprendo; pero "ay, cuando recuerdo el vaivén", Uff!! Si ha sido fuerte.

Para mí, has sido un gran año, lleno de cortisol, siempre bien arriba, con nudos marineros en la garganta... con el instinto asesino asomando por el cajón de la cocina, ese que tiene los cuchillos que no se usan...me he sentido en remolinos constantemente, como cuando vas a la playa y las olas te chupan y en la desesperación, la cristalina mar se vuelve un empanizado mordaz. Me has dolido tanto en la rigidez que mi cuello se volvió amante del ibuprofeno, hasta el día en que me rendí, y apareció la claridad. ¿Cuánto que resistimos al cambio, verdad?, resulta a veces tan dificultoso observar que SI LO QUE ESTAMOS HACIENDO sería bueno para nosotros TENDRIAMOS resultados buenos, pero si estamos del CARAJO, ¿Por qué temer a cambiar? Qué fantasía la del control, que huevada esa la de creer que si más conmiseración tengo hacia mis quejas soy mejor... que pelotudez tan grande el abrazar el esfuerzo como un ídolo al que admirar... ahora a la distancia de los meses más revolucionarios, sonrío. Y sí, ya los pasé, y digo con amor... he nacido... los primeros meses de tu existencia han sido como un laborioso trabajo de parto... pero acá estoy... me pariste... 

Y hoy... hoy entiendo con mayor intensidad las cosas... has sido un año de estar en la caverna... pero no perdiendo el tiempo sino ganando la experiencia y la sabiduría de empezar a vibrar en armonía con la llama incorruptible... digo "empezar" porque es obvio, 2020, me conoces, soy humana, y argentina!!.. en la sangre llevo el tango... no obstante, ahora que trasmutes a 2021....te prometo... que seré más espiritual & universal...más diosa y menos mujer... más hembra...naturaleza y energía...más intuición... menos razón...más instinto...tengo ganas de volverme más esencia... y tu maestría me ha permitido subir algunas materias...

...de repente me doy cuenta que me digo cosas de … y me sale la mente recta como una madre amorosa y están gratificante volver a sentir la música del silencio... 

Gracias 2020 por venir a poner en orden lo que no ponía, por quitarme de encima lo que me lastimaba, por conectarme con lo que amaba, por recordarme mi don, por permitirme compartirme con el mundo, por mostrarme los infinitos caminos de la felicidad, por restregarme en la cara la ley del suministro abundante.

Eternamente agradecida.