24 de diciembre de 2010

Veo, veo, ¿que ves?

La palabra autoestima es una palabra casi de moda.
Si lees un libro de autoayuda, encuentras la palabra; si tienes problemas con tu pareja y lloras por él, alguien te va a decir que tienes que reforzar tu autoestima; si compras una revista fémina encontrarás una lista de consejos infalibles para desarrollarla; y para no ser menos, en esta columna, leerás acerca de la autoestima…
La autoestima.
Creo que por ser tan popular se ha convertido un poco en un mito; y ha perdido su origen y naturalidad. Autoestima últimamente se confunde con “amor propio” y quién tiene “autoestima saludable” es alguien perfecto, a los ojos de quién tiene baja auto-estima.

Primero analizaremos la palabra:“Auto” refiere a “uno mismo” y “Estima” implica cariño, afecto, amor; pero en sí misma encierra un carácter de valor, se “estima que tal cosa tiene tal valor”. Por lo tanto autoestima sería “el valor que nos damos”.
¿Qué valor te das a ti misma? ¿Qué valor te dan los demás? ¿Qué haces con ambas informaciones?
El valor que nos damos a nosotras mismas es una señal crucial para todos los proyectos que emprendamos. Pues si nuestro puntaje es alto, correremos riesgos, enfrentaremos situaciones, nos volveremos creativos, nos abriremos puertas. Si es bajo, esperaremos a que los demás actúen primero, nos acoplaremos a lo que dice la manada, cambiaremos de rumbo por “necesidad de aprobación”, pondremos en manos de los demás nuestro poder personal. Hay muchas definiciones de autoestima; tantas como observadores seamos. Y esa pluralidad de sentidos, nos habla de la importancia de “definir” algo, de delimitar aquello de lo que estamos hablando. Autoestima no es “creerse maravillosa”, autoestima es “saber quién somos” y desde este punto de partida deviene la confusión.
¿Y quienes saben quién son en realidad? Aquellos que pueden aceptar sin problemas sus luces y sus sombras.
Aquellos que tienen a disposición la auto-crítica y el auto-reconocimiento, que no andan por la vida vendiendo una “falsa humildad”, ni que le temen a la “vanidad”; los que pueden aceptar sin preámbulos sus limitaciones y capacidades.
De todas las formas de expresar baja autoestima, hay una que nos delata: la auto-exigencia.
Si eres de esas mujeres que siempre creen que lo podrían haber hecho mejor, que reconocen lo que hicieron “pero”, que nunca están satisfechas con lo logrado, ¡Cuidado!, tu auto-exigencia te está boicoteando los planes.Esforzarnos, ir siempre para adelante, ambicionar más no es el problema; el problema es todo lo que dejamos de hacer para hacer las cosas perfectas.
Cuando era estudiante de abogacía, recuerdo que si no sacaba un 10 en el examen era como rendir mal; salía de las aulas con una cara de terror que impactaba a los compañeros, y preguntaban ¿Cómo te fue? Y yo decía con desprecio: nueve.
¿Para qué torturarnos con escalas de valores alterados? ¿Qué es un diez en la vida? ¿Acaso no es simplemente una puntuación?
Con el tiempo, crecí emocionalmente y descubrí un mundo al que me había cerrado. A los 20 años me avergonzaba mi cuerpo, demasiadas curvas en la cadera; una guitarra latina, me escondía en camisas gigantes, pantalones sin gracia; y desde mi cueva sin luz veía pasar la vida.
A los 30 años, me convertí en la Eva del Sur, cuanto más pequeñas las prendas mejor, traje de baños de dos piezas (piececitas) y a disfrutar del calor, del mar, de la azotea, del viento, de los curiosos, de los que me ignoraban. A mis casi cuarenta, ya ni te cuento. ¿Qué pasó en mí? Maduré. Me encontré. Me acepté. Pude separar hechos de interpretaciones, y me di cuenta que no vale la pena andar por la vida “estimándose como un copia ilegal de uno mismo” sino vivirse como original.

Síntomas de Baja Autoestima:

Inseguridad.

Angustia.

Depresión.

Imagen distorsionada.

Aprobación desmedida.

Incapacidad para mostrar sentimientos.

Victimización.

¿Cómo reforzar la autoestima?

Rediseñando las creencias limitantes que tenemos sobre nosotras mismas.

Cambiando el lenguaje por uno “proactivo”.

Aceptando que somos un bagaje de virtudes y defectos.

Entendiendo que la perfección no existe.

Anulando al yo ideal.

Amando al yo real.

Dejando de pensar si yo hubiera sido…

De la noche a la mañana no lograrás un cambio, la vida es de paso a paso. Día a día. No lo olvides.
Chuchi González.

Veo, veo, ¿qué ves?, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.











10 de diciembre de 2010

Amores Imposibles

Quién no tenga en su haber amoroso, un amor imposible, no es digna de pertenecer a los cuentos de hadas que el Sr. Amor ha ofrecido durante tantas décadas.
Un imposible; busca en tu caja de recuerdos, ahí debe existir un nombre escrito en un papel cualquiera, una margarita deshojada, un deseo escondido en celofanes; o un momento; tal vez esté más cerca de lo que crees; y tu gran amor imposible es: TU PAREJA.
Un momento; pensemos: ¿Amor imposible?
La mayoría de nosotras nos remitimos a un amor no correspondido obstaculizado por situaciones como la edad, el estado civil de uno de los dos, credos religiosos o políticos, elecciones sexuales o la simple falta de magia.
Mas sin embargo, si repasamos otra vez la frase “AMOR IMPOSIBLE”, y observamos un poco más, nos daremos cuenta, que muchas de nosotras estamos embarcadas en el crucero de lo imposible con nuestras actuales parejas o lo estuvimos.
No es un juego de palabras; es una aproximación a comprender que llamamos “imposible” a circunstancias extremas y dramáticas como “él tiene 18 y yo 50” o “está casado” o “le gustan las mujeres” y frente a esos hechos nos quedamos paralizadas idolatrando lo que no será.
Pero cabe destacar que en muchas relaciones de parejas, aunque esos motivos no existan, como dice el español sensual Joaquín Sabina “sobran los motivos” para que entendamos que estamos en una relación “IMPOSIBLE”.
La indiferencia, la falta de respeto, la lucha de egos, las mentiras, los abandonos cotidianos, son indicios de que algo no es “posible” entre esos dos sujetos.
Pasar por alto estas señales que la vida nos ofrece es como pretender andar con lentes oscuros un día de lluvia torrencial.
Lo no posible se establece a partir de la comunicación entre los amantes; si son o no capaces de expresar lo que sienten, lo que les sucede, los temores, las inquietudes que tienen respecto del vínculo, las creencias familiares o tradiciones que los mueve a comportarse de tal o cual forma.
En este sentido, todas tenemos un amor imposible; en el rumbo de que muchas veces por no querer ceder o conectar con el otro; e insistir en querer tener la razón y “ganar” la batalla de las individualidades, nos vemos conferidos a alejarnos de ese ser que queremos. Y lo imposible se reconoce como la incapacidad de tomar conciencia de que somos diferentes, e internalizarlo. Lo sabemos de la boca para fuera. El desafío es internalizarlo.
Chuchi González.

Amores imposibles, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.

27 de noviembre de 2010

El maltrato a la mujer, una forma de ser cultural

Si leemos las noticias, independientemente del país en el que vivamos, la violencia de género es moneda corriente. Sin ir más lejos, todos los días muere una mujer en manos de un hombre que se supone que debe amarla y protegerla.La violencia contra la mujer debe acabar, no pronto, sino hoy, ahora mismo.
Los casos de violencia de género son tantos que apenas tienen prensa, nos aburriríamos de escuchar todos los días la misma noticia con diferentes protagonistas.
- Maltrato a la mujer -
Todos sabemos que existe, pero muy pocos entendemos porqué ocurre. ¿De dónde ha salido esta mafia contra lo femenino? ¿Quién ha enseñado a esos hombres paridos por mujeres a tratar con violencia física, sexual y psicológica a sus parejas? ¿Por qué descargan sobre la energía de la creación sus frustraciones? ¿Para qué se crean vínculos con lo mismo que se odia?
Haciendo un poco de investigación encontré datos históricos aberrantes; situaciones que traen a relucir que todo lo que vivimos es cultural. Quiero decir con esto, que todos los seres humanos vivimos dentro estructuras sociales que nos imponen mandatos, formas de ser compartidas y legitimadas, creencias que se viven como certezas, que no se cuestionan y muchas de ellas validan la violencia en contra de nosotras.
Hay un chiste misógino por excelencia que dice “No le pegues nunca a una mujer, igual no entiende”.
Pareciera ser que en el inconsciente colectivo se han instaurado determinadas imágenes arquetípicas de lo que es “ser mujer” para los hombres, y a través de los años, esos símbolos han ido tomando mayor fuerza, reivindicando las creencias limitantes respecto del “sexo débil”.
Las mujeres parecen ser situadas desde siempre a un costado de la vida, con mucho trabajo y compromiso hemos logrado asumir espacios que antes eran exclusivos de los hombres; sin embargo, permanece la idea de que “la mujer debe –como obligación natural- sostener una conducta determinada”. Muchas mujeres en sus hogares son reducidas a meros electrodomésticos, a los caprichos de los esposos, a las injurias de sus parejas, a la no aceptación de sus necesidades y deseos. Y aunque no imperen los golpes- Mujeres: eso es violencia.
El odio aberrante hacia las mujeres existe desde épocas inmemoriales, Jean Jacques Rousseau por ejemplo decía en su “EMILIO”, “una mujer sabia es un castigo para el esposo, sus hijos, sus criados, para todo el mundo. Desde la elevada estatura de su genio, desprecia todos los deberes femeninos, y está siempre intentando hacerse a sí misma un hombre.”
Nietzsche, llegó a la conclusión de que las mujeres son el juguete más peligroso, y esbozaba su célebre frase “Si vas con mujeres no olvides el látigo”.
Infinidades de personajes que hemos estudiado en algún momento de nuestra historia, se autodefinieron como misóginos. Arthur Schopenhauer sostenía: “Las mujeres, por ser más débiles, se ven obligadas a depender no de la fuerza, sino de la astucia; de ahí su hipocresía instintiva y su inmodificable tendencia a la mentira. Por eso el fingimiento es connatural a las mujeres y se encuentra tanto en las mujeres tontas como en las inteligentes”. Por su parte Voltaire expresó: “El primero que comparó a la mujer con una flor, fue un poeta; el segundo un imbécil”.
Por supuesto estos son sólo algunos de los que sostuvieron la herencia del maltrato y del odio hacia las mujeres. Como una infección las creencias detractoras y discriminatorias se fueron pasando de generación en generación. Los cuentos infantiles contribuyeron también a ornamentar al sexo femenino como “débil”. La cenicienta, una pobre muchacha esclavizada por sus hermanastra, con sueños y sin poder, que enamora al príncipe: adinerado, fuerte, valiente, y sagaz. Las mujeres siempre aparecimos en un segundo plano; y ubicadas en un contexto de escasez emocional y económico.
Las mujeres somos para “servir al varón, criar a los hijos, satisfacer a los demás, estar en el hogar, no pensar, actuar conforme digan los otros,” verdaderamente obsoleto e igualmente actual.
La sociedad espera siempre de nosotras la conducta correcta; y cuando nos equivocamos la sanción es tres veces peor que si lo hiciera un hombre. Los patrones de belleza impuestos son altísimos, las obligaciones son exorbitantes, y la valoración casi un milagro. Una mujer tiene que ser madre, esposa, ejecutiva, ama de casa, delgada, alegre, servicial, sexual, callada, y saber perdonar la naturaleza infiel de los hombres, para ser considerada una mujer completa. Y ¿Por qué deberíamos pretender ser completas? ¿Por qué nos obligamos a serlo? ¿Para qué?
Y así como los hombres han crecido comprando estas historias, nosotras –muchas de nosotras- también lo hemos hecho. Durante siglos hemos permitido que nos redujeran a objetos; y seguimos permitiéndolo cada vez que nos callamos lo que sentimos; que decimos SÍ cuando queremos decir NO, o que permitimos un ligero maltrato en nombre del estrés.
Si bien el maltrato es cultural, deviene desde los inicios de nuestra aparición en la tierra, no es imposible de desterrarlo; aunque tampoco es simple. Pero si todas empezáramos por trabajar colectivamente alcanzaríamos resultados en un lapso corto de tiempo.
El mismo maltrato que nos profiere nuestra pareja al hablarnos con insultos, burlas, o indiferencias; es la que repetimos cuando creemos que “él tiene razón para tratarme así”, que tiene argumentos válidos para ofendernos, para humillarnos. Muchas veces nos sentimos “tontas, gordas, tímidas” y justificamos nuestra baja autoestima en la violencia del otro. Tú puedes ser “tonta”, “tímida”, “triste”, “con llantitas en la cintura”, tú puedes ser como quieras, como puedas, es TU vida; si al otro no le parece, o no le agrada; tiene más de un camino para hacértelo saber, antes de usar la violencia. Puede hablar contigo acerca de lo que siente a partir de tus actitudes o acciones; o puede elegir no seguir contigo.
En tanto una misma permita que un hombre haga con su presente lo que le venga en ganas, la violencia será perseverante. Si tú crees que eres el sexo débil, ¿qué creerá el otro?
Desde la ontología del lenguaje profesamos que “Somos como actuamos, pero también actuamos por como somos, la acción genera ser,” esto implica que si hemos crecido en culturas patriarcales que confinan a la imagen de la mujer a un poco menos que nada; transformando nuestras acciones, nuestras elecciones, podemos empezar a generar otra forma de ser observadas. Se dice que actuamos según el sistema social al que pertenecemos, pero también las personas cambian con sus acciones diferentes esos sistemas.
Si permanecemos en silencio, todo permanecerá igual. Pero creo que la violencia de género es algo que debe curarse desde antes de surgir, con la comunicación efectiva entre los miembros de la pareja; amando con los ojos abiertos y los pies en el suelo; sabiendo que los cuentos de hadas son simplemente cuentos; que el amor es más serio que calzarse el zapato correcto y que vivir comiendo perdices produce indigestión.
Que eres una mujer valiosa, importante y bella; que más allá de todo TÚ eres lo único que tienes y que debes elegir “SIEMPRE”. Elígete a cada instante; entiende que antes del otro estás tú, y no lo percibas como egoísta, es la clave de una vida en armonía; si no te valoras, amas y respeta, ¿Por qué habría de hacerlo tu compañero?
Tú debes conocer tus derechos.
Tú tienes derecho a una relación sana.
Tú tienes derecho a expresar tus emociones.
Tú tienes derecho a decir No.
Tú tienes derecho a perseguir tus sueños.
Tú tienes derecho a tener ideas diferentes.
Tú tienes derecho a sentirte a gusto contigo misma.
Tú tienes derecho a reír, llorar, cantar, vivir feliz.
Tú tienes derecho a decir ¡Basta!
Tú tienes derecho a volver a empezar las veces que sean necesarias.
El maltrato a la mujer, una forma de ser cultural, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.

24 de noviembre de 2010

El peculiar modo de ser argentino


Nota de la autora: Esta entrada nada tiene que ver con el temario general del blog. Pero de todas formas la voy a integrar; porque buceando en mi mente, la escribió una mujer en libertad: YO.
Ser argentino es ser un observador particular, como lo sería ser mexicano, colombiano, francés. Cada uno es en relación a la estructura social en la que nació y desenvolvió, y a través de ella también acciona u omite – y omitir también es una forma de accionar-.
Cuando uno toma conciencia de quién es, y de que la nacionalidad influye en su facticidad; tal vez la piel se nos pone de “gallina”; pues el ser argentino fuera de casa; implica sostener el cartel de “sencillito y carismático”, a partir de esos dos adjetivos un mundo de posibilidades se abren: el universo de significado que representa para la otredad ser “sencillito y carismático” y el horizonte de sentido que nosotros le otorgamos.
Si desglosamos el tan enigmático cartel, podríamos decir que somos sencillos, pues somos frontales y directos, lo que para muchos significa “un ser ofensivo, e irrespetuoso”; y el carisma propia de nuestra mezcla de sangres europeas; es el famoso ego del que nos suicidamos cuando ya no damos más.
Ser argentino en tierras foráneas es una aventura para uno y para ellos; es descubrir la vida más allá de mate; y sin el ritmo triste del tango; y sin embargo, “chupar un amargo” a escondidas mientras nos quejamos de todo lo que pasa a nuestro alrededor.
Pero pienso que si “ser” uno mismo es el “desafío”; “ser argentino y no morir en el intento” es una gran aventura.
Dicen que el mejor negocio es “comprarnos por lo que valemos” y “vendernos por lo que decimos que valemos”; la “vanidad” es un pilar de nuestras vidas; bien entendida es una saludable forma de vincularnos con nosotros mismos; pero resulta casi un insulto para los que nos miran de afuera; cuando lo más común es que las personas digan de sí mismas “todo lo malo” y no sepan “presumir su todo bueno”.
Se dice que todo el año es carnaval en Brasil, y que nosotros por todo hacemos un drama y por lo importante hacemos chistes. Nos ocupamos de nuestro aspecto físico sin dejar de tomarnos la cerveza del sabor del encuentro, ni orillar los asados con achuras, ni los kilos de helados mirando televisión en la cama. Cada quién con su “cuartito y de vez en tanto le metemos la cucharita al vasito del otro sin que se dé cuenta”. Si alguien pregunta cómo nos va, lo más probable es que respondamos - ¿Queres que te cuente? Y si nuestro interlocutor no advirtió que la respuesta implicaba –“Mejor no te digo nada”- “agregamos con voz póstuma: ¡Para el culo! Es que a nosotros “nos gusta hablar a calzón quitado”
Desde el pensamiento simbólico y haciendo uso de las imágenes arquetípicas, los argentinos somos “guerreros”, nos entregamos a una causa, aunque muchas veces desde el inicio sabemos que es perdida, nos remite al valor de la austeridad, y quienes mejor que nosotros para entender eso, si todo lo atamos con alambre; somos los que siempre generan espacio para la acción; y nos corresponde el elemento fuego. Como éste quemamos, calentamos, abrigamos, iluminamos, enceguecemos, arrasamos, nutrimos. Somos persistentes más allá de los obstáculos, de los malos gobiernos, de las crisis, de las modas; tenemos el don de caernos y como diría Alejandro Lerner “Volver a empezar” porque “tropezón no es caída” ; pero tenemos la sombra del exceso del arquetipo y en varias oportunidades nos convertimos en mercenarios y deseamos que muchos “caguen fuego”.
Somos “visuales” al 100%, nunca falta un “viste” en el dialogo, o un “mirá lo que te digo” y toda la mar en coche.
Nuestro universo está compuesto de “cosas” “cosa” y “coso”; sin identificación previa a todo llamamos con el mismo nombre. “Alcanzame la cosa esa”, “¿Me pongo el coso?, “¡Te traje una cosa!, “¡Qué cosa!, ¿Dónde pongo las cosas?, ¡Che, el coso!; y sabemos que “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”, o que “una cosa es ser profundo y otra es estar hundido” y que “una cosa es ser un hombre grande y otra cosa es ser una gran hombre”.
Somos críticos profesionales, hablamos mal del país, del de al lado, de otros países y de nosotros mismos.
Afuera de casa nos aborrecen, nos hacen burlas y también cuando se dejan seducir, nos adoran. Discutimos y opinamos sobre cualquier tema, nacimos con la sabiduría de la razón. Somos extremistas, amamos u odiamos, no tenemos término medio.
Somos el país que más psicólogos y psiquiatras tiene, leemos autoayuda, nos gusta el tarot, escuchamos a Claudio María Domínguez, hacemos coletas; nos pasamos la ropa que nos quedó chica, compartimos la bombilla con quién se nos crucé, y le llamamos a Dios por su apodo “El barba, o barbeta”.
Encontré una carta de un filósofo español en internet que dice “los argentinos son italianos que hablan en español. Pretenden sueldos norteamericanos y vivir como ingleses. Dicen discursos franceses y votan como senegaleses. Piensan como zurdos y viven como burgueses. Alaban el emprendimiento canadiense y tienen una organización boliviana. Admiran el orden suizo y practican un desorden iraquí. Son un misterio!
Chuchi

20 de noviembre de 2010

Canción para el fin de semana






En tanto me pongo al día con los blog de mis queridos blogueros, les dejo esta canción que escribí para reflexionar el fin de semana...

Que error han cometido, los que nunca han vivido;

Inclinando la balanza para el lado del dolor,

Refugiados en historias que le borran la memoria,

Con sus diablos y fantasmas amando.


Corazones sin cordura, latiendo en la locura;

Resentido abecedario, de bocas que no han besado,

Presumidos terroristas, combatiendo idealistas,

Vengadores de una vida sin vivir.


Yo los miro, los escucho, sus calumnias, sus injurias,

Sus excusas preferidas, con el alma tan marchita,

Niegan todo lo que tienen, nunca nada agradecen,

Ellos son los que mueren en vida.


Egoístas en abrazos, buscadores de mentiras,

Envidiosos de la gente, odian toda la alegría,

Incansables obsesivos, necios, torpes, aburridos,

Justicieros por mano propia.

Ellos son los que mueren en vida.


Rompen todos los acuerdos, no se juegan por los sueños,

Viven la vida de otros, no se atreven a ser ellos,

Juzgan a los diferentes, eso los hace valientes,

Y se esconden porque no saben amar.

Ellos son los que mueren en vida.


Si le encuentras, y le amas, pierdes todas las batallas,

Si le entregas tus caricias, ellas son siempre ignoradas,

Si les hablas al oído, ellos no ven el sentido,

Porque no conjugan el verbo AMAR-



                                                          Chuchi
                                                          Besos pamperos!





14 de noviembre de 2010

Cuando un Hombre deja de amarte


A menudo las mujeres suelen soportar toda serie de abuso o maltrato de esos seres que dicen amar porque tienen la creencia de que sin ellos no podrán seguir viviendo. Gritos, menosprecio, frialdad, traiciones, mentiras, infidelidades, indiferencia, abuso sexual, psicológico, económico, son algunos de los precios que están dispuestas a pagar para que el hombre amado siga a su lado.Es fácil decir que no merece la pena sufrir así por ningún hombre, ¿pero qué se puede hacer cuando nos dejan de amar?
Duele el desamor
Es triste y doloroso aceptar que el hombre que amamos con el corazón, haya depositado todo su amor en otra mujer; o que simplemente ya no nos quiere. Que los días de caminar de la mano, sonreír por cualquier pequeño detalle forman parte de un álbum de recuerdos que ocupará un lugar en nuestro corazón y mente; pero que con él no volverán. Que como las golondrinas se han ido; que los besos y abrazos de veranos insolentes se mudaron al invierno de la indiferencia en donde los besos ya no nacen; y los gestos son minúsculos encuentros “cordiales”.
Cuando alguien nos dice “ya no te quiero” o “ya no te amo más” la sangre se nos congela y forma escarcha, el corazón arremete enloquecido y precipitado, las lágrimas se ahogan en la garganta; y los proyectos del futuro se hacen añicos.

Afrontando el desamor
En ocasiones nos hacemos las indiferentes, miramos para otro lado, negamos lo que ocurre, pensamos “ya pasará”, y creamos una tela de araña de confusiones y esperanzas fantaseadas…
Nos comprometemos a ser de otra forma, pues asumimos que “por ser demasiado obsesivas en la limpieza” o “por aceptar a los amigos” o “por enojarnos cuando no nos escucha” o “por estar celosa de la compañera de trabajo que le envía mensajes de texto a cada rato”, por todo ello estamos perdiendo el amor de nuestro compañero.
Prometemos no decir, hacer, o pensar tal o cual cosa que pueda molestarlo a cambio de una “reflexión”, de una posibilidad de retorno, de que se quede a nuestro lado, de que no nos abandone. A veces tenemos la suerte de nuestro lado y él dice: “bueno”, “está bien”, “me quedo”, “lo intentamos”. Algunas veces resulta. Con esfuerzo, trabajo, y dedicación de ambas partes, el amor reflorece, y las aguas se encauzan. Pero la mayoría de las veces no es así, sólo logramos extender la agonía, estirar la sensación de abandono hasta los huesos, hasta hacernos idea de que se irá, que nada queda por hacer; y eso generalmente lleva mucho tiempo.

El trasfondo: ser una buena mujer
La mayoría de nosotras hemos sido educadas con una mirada hacia el exterior; es decir, crecimos con la idea de que todo lo que tenemos deberá ser puesto en función de otros, que ellos siempre serán primero; así nos convertiremos en mujeres de bien, dignas, respetadas, amadas y valoradas. Pensamos que dejando para lo último nuestros propios deseos, lograremos un deseo mayor: convertirnos en Mujeres Buenas.
Quizás hasta ahora no lo entiendes, pero mucho de lo que vienes haciendo o diciendo está en relación a eso, a lo que piensan de ti. Hacia tu reputación.
No importa si quieres llorar, gritar o patalear, si sientes una inmensa cólera porque tu pareja no sabe escuchar tus necesidades sexuales, o si no coopera con la crianza de los niños o no te deja un espacio de libertad para tu hobbies; lo que verdaderamente nos importa es la reputación; que digan de ti que eres una MUJER BUENA o lo que suena mucho mejor aún, una BUENA MUJER.

Consecuencias
Por buscar ser reconocida como una buena mujer, has elegido soportar humillaciones y frustración; violencia y agresión, precios emocionales demasiados altos. Pero, ¿qué importa? Un hombre va a amar siempre a una buena mujer. Un hombre sabe que una buena mujer es para siempre.
Lo que sucede a menudo es que un hombre es un hombre, no es una máquina; puede amar y un día dejar de hacerlo. Puesto que puede comprometerse en una conducta de amor, pero no puede comprometerse a amar para siempre. ¿Entiendes la diferencia?, porque al comprometerme “para siempre”, su promesa no es responsable; no tiene esa capacidad de ser “eterno” pero en cambio sí puede comprometerse a “practicar una conducta de amor,” léase conducta de amor como “acto de amor,” como un proceder repleto de amor hacia ti.
Pero qué sucede entonces cuando nos dejan de amar; todo se vuelve confuso y caótico; desconfiamos de nosotras mismas para mitigar la pena, y buscamos en nuestro ser razones para justificar lo que sucede. Buscamos y buscamos.
Y aun cuando las encontremos, deberás saber que tu problema no es la causa sino el resultado, y el qué vas a hacer con eso.

Ya no te ama, ¿y ahora qué?
Creer que puesto que ya no nos ama el mundo se termina o nadie más nos amará o no podremos vivir sin él, son engaños de tu mente. De tu educación. Claro que podrás seguir adelante, al principio tal vez cojeando pero luego caminando con normalidad.
Tú eres valiosa; que alguien te ame es sólo un circunstancia, que tú te ames es una necesidad.
No pretendas que tu pareja “te quiera” si tú no lo haces primero, ni pongas en sus manos tu felicidad, pues no podrá complacerte, y se le hará muy pesado. Tu felicidad pasa por ti misma.
Él puede proporcionarte momentos de placer, alegría, ternura. Pero él es él, y tú eres tú. Cada quién es responsable de su vida y sus afectos. No puedes controlarnos ni manipularlos. Cuando alguien no nos ama más y no los dice; nos hace un inmenso regalo, pues valora quienes somos, y nuestro tiempo; y no nos resta la posibilidad de estar en un futuro con alguien que nos ame.
Si él no te ama más, no le fuerces a quedarse a tu lado. Sólo te lastimarás. Acepta y vuelve a la vida. Tú eres muy valiosa. No mendigues amor. El amor es para gozarse a pleno.
¡Tú lo vales!

Chuchi González.
Cuando un hombre deja de amarte, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.

11 de noviembre de 2010

Natalia - paisana argenta y sureña  me ha regalado un meme que debemos contestar con una palabra,. Una especie de asociación, incluyo ilícita, si se quiere. ¿Te prendes?

¿Dónde está tu móvil?: Escritorio -¿Tu cabello?: kilombo -¿Tu mamá?: lejos-¿Tu papá?: transformado
¿Tu comida favorita?: Pastas ¿Tu sueño de anoche?: Romántico ¿Tu bebida favorita?: Vino ¿Tu sueño/meta?: Muchos ¿En qué habitación estás ahora?: oficina ¿Tu hobby?: vivir ¿Tu miedo?: dolor
¿Qué quieres ser dentro de seis años?: millonaria ¿Dónde estabas anoche?: nubes ¿Algo que no eres?: hombre ¿Muffins?: dieta ¿Artículo en tu lista de deseos?: perfumes ¿Dónde creciste?: rosario ¿La última cosa que hiciste antes de contestar?: escribir ¿Qué traes puesto?: jeans ¿Tu tele?: fé internacional
¿Mascotas?: Tango ¿Tus amigos? Hermanos ¿Tu vida?: Intensa

Se lo paso a todos los que quieran compartir


Gracias a todos los que me leen, a todos los que me leen y comentan, a todos los que hacemos lo que hacemos y nos alimentamos cada día, porque ser bloguero es algo de sangre.
Besos pamperos!

9 de noviembre de 2010

6 de noviembre de 2010

Mi amor, ¿cuál es tu clave?


Si tu esposo o novio te pide la clave de tu e-mail o cuenta de facebook, se lo das, ¿verdad que sí? Claro, porque ello es prueba de amor, confianza y fidelidad.
¡Falso! No te creas esas manipulaciones y haz valer tu privacidad. Tanto tú como tu pareja tenéis derecho a la privacidad y eso es algo que debe respetarse.
Todas las personas tenemos una vida íntima y personal, aunque estemos de novios, en pareja, casadas, o divorciadas. Cada quién tiene sus frases mentales, sus sueños diurnos, sus miedos, sus hobbies, sus cuentas de correo, amigos, facebook, u otras redes sociales. Violar el mundo privado del otro, no sólo habla de la falta de seguridad propia, sino también de una conducta autoritaria y de imposición. ¿Dónde quedan las libertades entonces?
Tal vez en la época de mi abuela este problema se evidenciaba a través de las escenas celosas o los permisos que daban o negaban los esposos. Cómo si la mujer fuera una mercancía, después de varias décadas de lucha, se han conquistado varios escenarios. Sin embargo aún sigue siendo frecuente en muchas parejas, esa atribución de poder personal a uno de sus integrantes. Es decir, siempre hay un alguien que “da permiso” a otro para hacer tal o cual cosa. ¿Perdón?
¿No estamos hablando de parejas? ¿De vínculos entre dos adultos? ¡SÍ! Sin embargo es frecuente que Fulanita no pueda ir de su amiga Menganita porque su marido no la deja o estudiar aritmética, puesto que su marido lo considera innecesario; o tomar clases pole dance porque el marido cree que es peligroso o inmoral; o simplemente no la deja “tener facebook” o si lo tiene reclama su clave.
Pero, ¿qué es todo esto? ¿Por qué tu pareja tiene que permitirte o prohibirte cosas? ¿Acaso eres menor de edad y él es tu padre? Sabes que no. ¿Entonces por qué lo permites? ¿Por amor, me contestarás? ¿Crees que eso tiene que ver con el amor?
Una cosa es pactar con la pareja, hacer acuerdos, y otra muy distinta, es colocarte en la postura “quiero hacer tal cosa pero mi esposo no me deja”, ¿Cómo que no te deja? ¿Cómo puedes si quiera decirlo?
Las parejas maduras y consolidadas en el amor; no requieren de utilizar el “síndrome del permiso” para hacer o dejar de hacer. Saben que lo que elijan lo pueden consultar o compartir con el otro; que el otro puede estar o no de acuerdo, pero que más allá de eso, no habrá conflictos. Porque a su vez entienden que lo que desean hacer “no es algo que va contra los principios de la pareja” por el contrario la mayoría de las veces, las acciones extras que queremos sumar a nuestras vidas, están vinculadas con un desarrollo personal que influirá positivamente sobre el vínculo.
Recuerdo que en alguna oportunidad una alumna mía había comenzado a salir con un joven, y en los primeros meses de la relación, él le solicitó la clave de su cuenta de mail, la respuesta fue obvia: “¿Para qué?” La contra-respuesta típica: “¿Tienes algo que esconder?”; el final fue inevitable.
La manipulación en nombre del amor o de la especulación de “traición” son las armas que se suelen utilizar para alcanzar el objetivo. “Si me amas, ¿por qué no me das tu clave?” o “si no tienes nada que ocultar ¿por qué no me das tu clave?”
El amor no entiende de “claves” pero sí de espacio personales; de intimidad, de privacidad. Vivir expuesto al otro, hasta lo más íntimo no es saludable y ahora que lo pienso, ni aun así posible. Puedes darle la llave de tu casa, los accesos de tus cuentas, pero la llave de tu mente es imposible.
Siempre habrá un espacio tuyo, único. Al que nadie podrá acezar. Y es muy necesario. Para que te desarrolles; como lo es también tus sueños, tus talentos, tus hobbies, tus amigos. Tu mundo.
No tener nada que esconder tampoco implica que tienes que mostrar para ser creíble; es un problema del otro que te crea o no.
La privacidad de ambos es un elemento primordial en la relación. Puesto que les permite cambiar de aires, renovarse, sentirse a sí mismos, escucharse y luego volver a caminar de a dos. Pero fíjate que cuando caminan de la mano, es uno al lado del otro. Eso es exquisito. No lo otro, dónde él vaya delante de ti.
Claro pero tú también deberás entender que para exigir debes dar. Nada de intentar ingresar a sus redes sociales o revisar su teléfono celular porque te sientes investigadora privada. Meter manos en chaquetas, sacos, o pantalones “para encontrar” pruebas de algo, no es recomendable. Lo sano es que si tienes sospechas de algo, hables.
Meterse en sucesos de violación de intimidad es bochornoso e infantil. Habla de tu baja autoestima y tu desesperación; de tu falta de confianza y valor para afrontar los problemas. Te pondrá en una situación ridícula y del ridículo no hay retorno.
Como pareja son un proyecto común, como individuos son únicos.
Chuchi González.

Mi amor, ¿cuál es tu clave?, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.

4 de noviembre de 2010

Canción para papá

Ahora que no existe tiempo ni espacio,
ahora que vives en mi corazón,
ahora,que perder es el prefacio
de la vida que despacio
me arrebata la ilusión.
Ahora que tus luces se apagaron
ahora que me graduó en lejanías
ahora; que te extraño y se empañaron
mis esperanzas, y asfixiaron
mis alocadas alegrías.
Ahora que el vacío está en el alma
Lunes, martes, domingos ni qué hablar
Ahora que me refugio en la calma
De enredarme en la trama
De creerme que vendrás.
Ahora que los silencios tejen auroras
Ahora que me duermo y sueño contigo
Ahora que te evoco a toda hora
Que me siento embajadora
De tus versos y tu abrigo
Ahora que tengo un nada
Que no tenía,
Ahora que acorazada
Pinto mis días
Ahora que todo es pasado
Que llueve mojado,
Que sangro vacía.
“a tu memoria, 4 meses sin escucharte”
nenufar



2 de noviembre de 2010

¿Los hombres son más felices que las mujeres?


Hace días fui al salón de belleza y mientras el peluquero hacía su trabajo, yo comencé a hojear una revista femenina. Un artículo me llamó la atención, hablaba de la liberación femenina y de la “infelicidad” que hoy sienten las mujeres a pesar de tenerlo “todo”.
La ciencia ha demostrado que en la actualidad los hombres son más felices que las mujeres, “el ser más felices” significa que los hombres lo están siendo, mientras que la mayoría de las mujeres no lo son.
Detuve el dedo pasador de páginas y me quedé reflexionando, mientras hacía morisquetas frente al espejo, ¿será que fuimos privadas del gen de la felicidad? ¿y sólo nos atribuyeron la celulitis? ¿Será que tenerlo todo hace mal? ¿Qué será tenerlo todo? ¿Qué significa ser más felices?
-¿Qué está haciendo?- Grité al estilista.
El joven sólo hacía su trabajo, y yo el mío (pensar, para luego escribir), sexos opuestos, actividades distintas, y niveles de felicidad dispares. ¿Qué es lo que nos pasa hoy? – pensé; acaso estaremos viviendo una especie de paradoja propia del amor cortés, habremos idealizado el deseo a tal punto que muere el interés cuando se consume; quiero decir, que nos aburre todo aquello que perseguimos una vez que lo conseguimos.
Ninguna de estas reflexiones tenía asidero en mi alma, me cerraban por un lado pero otro se colaban más y más dudas.
Primero, sabía que los juicios totalizadores nunca son válidos, que definir que “las mujeres somos menos felices que los hombres” abarcaba demasiado y ahí descubrí el “QUI” de la cuestión:
Un estudio del General Social Survey plantea que las mujeres de hace 40 años atrás eran más felices que las de hoy. Pensé en mi madre, mi abuela, mi bisabuela y sencillamente me solté a reír como una desquiciada.
No podía encontrar ni siquiera en mi imaginación un gesto de soberbia felicidad en ellas; recordé que mi abuela no pudo casarse con el hombre que amaba porque los padres no la dejaron, que a mi bisabuela el marido la consideraba de su propiedad y borracho la celaba con un joven del campo y para reafirmar su virilidad la golpeaba, y que mi madre sostuvo un matrimonio durante dos años con un misógino porque era mal visto divorciarse.
Volví a pensar en lo que había leído, mientras descubrí que mi cabello ya estaba a la altura de la nuca como un golpe del destino que venía a traerme algún despertar.
¿Serían más felices las de antes o más sumisas? O ¿a qué llama la ciencia “felicidad”?
Me miré otra vez al espejo y sonreí, como de costumbre me agradaba lo que veía, me llevé a la boca un sorbo de café, yo había decidido ser feliz desde hacía muchos años independientemente de los avatares de la vida; porque la felicidad para mí era eso: poder mirarse al espejo y sonreír, sentirse plena, satisfecha con una misma, en paz con la energía vital de nuestra conciencia.
Tal vez la infelicidad de hoy, es el silencio de ayer, hoy quizás expresamos lo que sucede, nos enojamos, gritamos, lloramos, y aún así seguimos haciendo las cosas. Y quizás nuestro grado de insatisfacción no esté relacionado con la carrera y la vida familiar, sino con la necesidad consumista de querer ser “perfectas” a todo momento; olvidar nuestras limitaciones y creernos diosas de un Olimpo en caos.
Me pasaron la pistola, el cepillo redondo, la planchita y uno poco de cera; sonreí, me sentía renovada, y un poco más feliz que antes de entrar.
Lo único que nos libera es el cambio.
Chuchi Gonzalez

¿Los hombres son más felices que las mujeres?, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.

31 de octubre de 2010

Sin Tiempo para nada

Hoy día vivimos en un contexto social de “velocidad y agresión”…
Velocidad en el sentido de que “todo tiene que ocurrir en el mínimo tiempo”, en que “escasea el tiempo”, buscamos “procesos simplificados: comidas rápidas, aprender inglés en tres meses, responder a mensajes de textos -Ok-Si-No-Tq-, adelgazar diez kilos en un mes, usar electrodos para tonificar músculos, tomar pastillas para dormir más rápido, etc.

Y agresión, entendido por la nube de estrés que viaja sobre nuestras cabezas, por el enojo que abunda en nosotros, por la indiferencia consecuencia de la prisa que llevamos.
Todo el tiempo, estamos ocupadas. Tenemos que ir de compras, responder mails, ir al dentista, asistir a reuniones, colegios, buscar a los niños, pasear a las mascotas, concurrir a la estética, pagar cuentas, actualizar las redes sociales, hacer ejercicio, compartir con los amigos, recordar los cumpleaños, lavar trastes, ropa, planchar, cocinar, aseo de la casa, encontrar personal, buscar trabajo, terminar tesis, devolver un libro, etc. Miles de cosas a diario que nos mantienen en la frecuencia que he llamado VA (Velocidad y Agresión) pagando altos precios emocionales y físicos, como hipertensión, ansiedad, cansancio crónico ,obesidad, angustia, insomnio, enojo, dolores de cabeza, tristeza, cáncer, depresión, ira, problemas cardíacos, etc. Y todo ello para no salirnos y pertenecer a éste mundo. Pero alguna vez nos hemos dado vuelta, mirar por dentro, y preguntarnos ¿Qué estamos haciendo? ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Qué está pasando?
Todas estamos siendo víctimas/responsables de uno de los pecados capitales más transcendentales del siglo: La “Pereza Activa”. Una especie de nebulosa que tenemos sobre nuestros ojos, que nos mantiene ocupadas en miles de actividades haciéndonos perder el rumbo de las acciones importantes para nosotras. ¿Cuáles son esas acciones? Las acciones que tienen que ver con nosotros mismas, con nuestro ser, nuestra luz interna, nuestras voces, nuestra sabiduría. Según el monje tibetano S. Rimpoché, hay diversas clases de pereza, la oriental y la occidental:
La pereza al estilo oriental se practica a la perfección en India. Consiste en pasarse el día holgazaneando al sol, sin hacer nada, evitando toda clase de trabajo o actividad útil, bebiendo mucho té, escuchando por la radio música de películas indias a todo volumen y charlando con los amigos.
La pereza al estilo occidental es muy distinta. Consiste en abarrotar nuestra vida de actividades compulsivas para no disponer de tiempo alguno para abordad todo aquello que importa realmente.
(Extracto de “El libro Tibetano de la Vida y de la Muerte” Sogyal Rimpoché Ediciones Urano 2006).
Si hacemos una lista a conciencia de las actividades que tenemos que desarrollar, observaremos que muchas de ellas, que llamamos “importantes para nuestra vida”, no son más que meros trámites que elegimos para cumplir con las demandas de los demás, para obtener aprobación, para sentirnos queridas. ¿Cuántas veces te conectas con tus sueños y te prometes que el lunes empezarás? Pero al llegar el lunes, la agenda otra vez gana la partida. Hay demasiadas cosas pendientes; y “tus anhelos se vuelven a guardar en un cajón”.
Parece ser que hemos elegido que el exterior elija por nosotras, en lugar de ser nosotras quienes elijamos a cada paso en nuestra vida. El doctor Deepak Chopra en su libro “Cuerpo sin edad, Mente sin tiempo”, hace referencia a esto invitándonos a no gastar cientos de dólares en maquillaje, ropa, pastillas, cirugías, y que invirtamos en una buena terapia, en una orientación emocional; porque un equilibrio interno nos hace más sexys y bellas que cualquier cosmético o traje de diseñador; más sin embargo las personas siguen buscando fuera de sí, lejos de su centro, la verdad de la vida.
Estamos inmersas en una distracción nociva y viciosa, siempre queremos más, y más. Siempre buscamos mejorar nuestra condición económica, olvidando la espiritual; creyendo que más bienes materiales y mejores condiciones laborales, nos asegurarán vínculos exitosos y saludables.
Sin embargo, contamos con muchísimos ejemplos que nos confrontan con esta fantasía. La belleza y el éxito dependen de nuestra peculiar forma de mirar, absorber y relacionarnos con el mundo.
Si pudiéramos reconectarnos a diario con nuestra voz interna, aprenderíamos que mucho de lo que perseguimos lo hacemos por costumbre, por tradiciones de otros, por no saber elegir desde el corazón.
El antídoto a éste pecado es hacernos conscientes de que la vida está en pleno cambio, que nadie puede bañarse dos veces en las aguas del mismo río (Heráclito), que todo fluye, y que estamos en constante rediseño. Que mientras todo esto acontece ante nuestras narices; nosotras estamos extraviadas.
Te invito a soltarte y dejarte SER.




Chuchi González.
Sin tiempo para nada, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.






28 de octubre de 2010

Hacia la inaccesibilidad del Objeto: Deseado

Tiene dos aceitunas negras por ojos; y cada vez que lo veo, yo deseo sacarle los carozos; el cabello pintado de lunas y nieves y la piel rosa como los cuentos que no me creo, ni leo, ni he comprado.
Cada mañana es una incógnita abierta; ¿Lo veré hoy? ¿Lo volveré a ver? Cada día es un pensamiento etéreo,  impuro, latente: ¿Quién será? ¡Quién sabe! ¿Quién sabe?
Como una alondra revoloteo en conversaciones internas; voy y vengo. Me detengo a escucharme. Y las carcajadas de la ironía me celebran una fiesta.
Pienso que ahora en la etapa del desconocimiento, todo es bonito, pero que en el momento en que sepa su identidad, el deseo enardecido como nido de abejas, caerá rendido sin sentido a la voz de la rutina.

Entonces una ráfaga de viento reflexivo me recuerda aquella temática tan enriquecedora que estudie en la Universidad de Letras: “El Amor cortés.”Filosofía del Amor, que nace en la Provenza del Siglo XI y suponía una idea mística y platónica del Amor entre los miembros de la nobleza.
A diferencia del Amor Ovidiano (según el Arte de Amar de Ovidio), esta nueva postura, no implica “la consumación del deseo”, sino que por el contrario, el amante “vive en un estado permanente de amor”
Pienso que en esa zona donde todo fluye desde nosotros, y a partir de esa información creamos nuestra realidad, por supuesto no hay riesgos. Uno ama “lo que quiere amar o exaltar de la interpretación que tiene del otro” sin jugarse en absoluto. Nada va a pasar. Es una peculiar forma de no comprometerse con una transformación.
El máximo desafío acontece cuando se quiebra la lozanía de la  imagen que nos proveemos.Y emergemos como Adán y Eva sin paraíso en dónde buscar una hoja para taparnos.
Ese instante en que no se nada de ti y todo me lo invento es el momento más mágico que existe; pero no creo que más intenso que el instante en que tus labios se apoyen sobre los míos.
                                     Chuchi González

21 de octubre de 2010

De heroínas y sacrificios

                                                                                          
      Para Fernanda del Villar
“Igual somos amigos, porque para enemigos, hay un montón de gente, corriente…” (Andrés Calamaro)
Cuando uno piensa en héroes, piensa en Batman, Superman, la Mujer Maravilla, el Hombre Araña; claro entiéndase cuando “uno”- el que piensa – tiene casi cuarenta años. Los héroes son arquetipos masculinos y femeninos que han definido y definen “un ser ideal” con el que muchas veces fantaseamos. A todos algunas vez nos sedujo la fantasía de tener poderes especiales, combatir con los villanos que nos hacen la vida “cuadrille,” y “hacer justicia”; repartir el poder entre los pobres y un poquito para nosotros, y “embrujar” a ese corazón rebelde.
Pero hoy sin embargo no quiero recordar a esos enmascarados, perfectos, acaudalados, y manifiestos héroes, que bajan de la nada a dar de golpes a los malos, o que rescatan mascotas extraviadas en las ramas de los árboles. Yo quiero hablar de los que no vuelan, no se estiran, no se hacen invisibles, no trepan por los edificios, no tienen lazos mágicos.
Esos héroes que son comunes; tan comunes que nadie evidencia que lo son. Y que lo mejor de todo, no usan doble personalidad: la heroica y la estúpida; se muestran tal cuál son; lo único que sucede con ellos es que “no todos acceden a su heroísmo” pues habrá que mirarlos con el corazón para ello.
Hoy es cumpleaños de mi Archi-amiga y heroína Fernanda. Me ha salvado y me salva de muchas complicaciones existenciales; me da fuerza para seguir, para sonreír, y construir nuevos sueños. Es la que aprueba mis ironías y mis aciertos; la que se nutre de lo que cocino y la que en silencio se hace cómplice de mi soledad.
Ella se sacrifica por amor; aunque para el Gordo Bucay, gran amigo imaginario nuestro; el amor no requiere de la consumación del sacrificio. Pero digamos que entonces ella es capaz de ser cuál Edipo, y arrancarse los ojos, con tal de que yo vea un mundo de posibilidades. Ella sabe querer sin publicidad ni patrocinadores; es simple como una taza de café sin azúcar y se alista a pelear en todas las que batallas en las que las brujas feas y viejas quieran doblegar mi espíritu valiente.
Ella sabe que para ser es necesario el “otro”; que cada uno “es” en función de los demás; y por eso su vida tiene sentido cuando la mía lo siente y lo vibra; cuando nos podemos mirar y reír –aunque no nos sobren los motivos-. Creo que un héroe hace eso; toma conciencia de quién es en relación a los demás y a partir de ahí crea un experiencia definitiva para los que tenemos la “fortuna” de caminar bajo su mismo.
Hoy en su cumpleaños quise hacer algo diferente, y elegí este espacio, mi espacio, mi santuario para gritarle a todos, que hace 27 años, –justo cuando ella nació- el mundo empezó a ser un “lugar mejor” ¿Qué coincidencia, verdad?
                                                             Chuchi
¡Feliz Cumpleaños!

17 de octubre de 2010

Amor Incondicional


Todas queremos ser amadas incondicionalmente, que por encima de cualquier error, fracaso o triste suceso se nos siga amando. Necesitamos amor y deseamos que el amor sea incondicional, como el que nosotras mismas decimos tener.Pero, ¿es posible realmente el amor incondicional o es un valor abstracto e inalcanzable? ¿Alguien ama sin condición alguna? ¿Sin esperar nada a cambio, ni siquiera algo de amor?
Recientemente la Asociación Estadounidense de Hospitales Veterinarios realizó una encuesta en base a la hipótesis de “¿A quién llevaría de compañía si tendría que vivir en una isla desierta?, los datos fueron altamente reveladores, dado que un 80% de personas declararon que su acompañante perfecto sería su mascota por el amor incondicional que le retribuyen.
Me quedé pensando un largo rato sobre lo que había leído, mientras veía a mi perro “Tango”, acostado en el sillón de la sala lamerse las patas delanteras. Susurré su nombre con un tono meloso y volteó con urgencia hacia mí.
El porqué de las respuestas ciertamente estaba relacionado con la necesidad que los seres humanos arrastramos desde que nuestros padres dejan de ser dioses y la incondicionalidad del amor se acaba. Cierto es sin embargo, que toda regla, tiene su excepción, hemos visto por noticias, experiencias cercanas o propias que esa “incondicionalidad del vínculo paternal (incluyo en la palabra madres y padres) es otra creencia absoluta que deberíamos comenzar a rediseñar. Sin embargo, para seguir en la línea de mi pensamiento, “la incondicionalidad” es otra veta tramposa que la sociedad le ha impuesto al amor.
Nos gusta gritar a viva voz que somos capaces de “cualquier cosa” por ese otro, que “amamos” en sin condiciones, y que por sobre todas las cosas, el verdadero amor es incondicional, como diría Luis Miguel: “Tú, la misma de ayer, la incondicional, la que no espera nada”.“Incondicional”
Una pregunta a realizarse es: ¿en la vida real este gran adjetivo es factible de actuar (ejercerse) o sólo es una linda máscara que nos hace “quedar bien hacia afuera y sentirnos buenos hacia dentro”?
Para poder responder a estas interrogantes, comencé por donde un sabio amante de las palabras comenzaría: el diccionario de la Real Academia Española. Mi desconfianza se coronó de sorpresa al revelarme que “incondicional” es un adjetivo que significa “ABSOLUTO, sin restricción ni requisito”.
Comencé a analizar el término desde su concepto a la aplicación coloquial concedida por los usos y costumbres. Si ser incondicional es no tener límite alguno, ni exigencia ¿por qué pretendemos en las relaciones que él otro me comprenda o me acepte tal cual soy? ¿Acaso esa no es una condición? Si el auténtico amor es el que no está condicionado ¿Por qué nos ofendemos cuando el otro actúa de forma diferente? Si ser INCONDICIONAL es no esperar nada a cambio, como la amiga de Luis Miguel, ¿Por qué nos sentimos amenazados cuando nuestra pareja decide destinos distintos a nosotros? Acaso nuestras relaciones ¿no están supeditadas a circunstancias?
Nuestro perro es el mejor amigo que tenemos siempre y cuando no orine o no se coma los muebles de la casa, porque cuando lo hace, lejos de “generar aceptación,” creamos ESTRÉS, pues el animalito no se comportó “cómo debía”. ¿Será tal vez, que anhelamos un vínculo incondicional del otro hacia nosotros, pero sujeto a restricciones de acá para allá? ¿Seguiremos atados a la fantasía infantil de la seguridad emocional profesada por nuestros progenitores?
Sea cuál sea el motor que nos lleva a esa búsqueda inexistente, me pregunto con infame ingenuidad ¿qué tiene de malo que el amor adulto sea condicional? ¿Acaso no nos hace más responsable de las relaciones que creamos?
Si somos conscientes de que el vínculo que estamos estableciendo tiene fronteras, fondos, demarcaciones; que vive porque ambos insuflamos oxígeno, nutrientes; que es la respuesta a la dedicación TUYA + MÍA (y no una secuela azarosa del destino), habremos aprendido que debemos “cuidarlo”, “observarlo”, “mimarlo”, “alimentarlo”, “protegerlo de las flaquezas, de la rutina, de las tentaciones”.
Qué depende de NOSOTROS (tú+yo+ más nuestros miedos) para que siga VIVO.
Entenderemos que el AMOR por sí sólo no es suficiente (o que lo es en un plano abstracto) que siempre necesita de NOSOTROS para fluir y no desvanecerse en el intento de SER.

Amor incondicional, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.


Más Premios

Una bloggera muy querida, Natalia de"Histerias de mi" me ha regalado este premio, que implica confesar 9 cosas que me gustan y a su vez pasarlo a 9 blogs más... Mil gracias Naty por pensar en mí y comentarme siempre, seguirme y leerme, uno escribe para ser leído y me resulta muy placentero saber que éstas ahí detrás de mis líneas. Me encanta esto del mundo bloggero porque es una suerte de "coincidir" con muchas personas que sin conocernos físicamente tenemos muchos intereses en común.
Mil gracias Naty -http://histeriasdemi.blogspot.com/

Mis 9 placeres son: Escribir-Cocinar-Leer-Hacer Ejercicio- Mi trabajo-Aprender- Andrés Calamaro- Susana Gimenez-Estar con mis amigos
Mis nominados son:
                                                            http://elescaparatederosa.blogspot.com/
                                                            http://rodaryvolar-carmen.blogspot.com/


                                   Muchas Gracias! Sigamos escribiendo para seguir compartiendo y extendiendo la luz de nuestros corazones. Cada uno de nosotros es una llama que flamea a su modo.
                                                                                                                                Chuchi
                                                          


Premios

He recibido de la pluma de la excelsa Lynette del Blog Rostro de Jano http://rostrodejano.blogspot.com/
dos hermosos premios que tendré el placer de repartir. Los premios según lo que entendí son: Blog Preferido y Rey/Reina Bloggera  ¿Acaso no es hermoso compartir?


Y mis nominados son:
Natalia -por sus fantásticas histerias que me hacen reír y pensar
Tannatos - por su palabras románticas y profundas que me hace enamorar de la vida
Elfa- por su excentrica capacidad de hacer esas maravillas punto cruz con sus manos y (mi envidia) de con las mía apenas atarme los cordones-agujetas de las zapatillas-tennis
Jael - por la belleza y fuerza de su alma femenina

Besos a todos! y Gracias - me encanta recibir regalitos!

10 de octubre de 2010

Demoliendo creencias

Una Creencias es “ una idea en la que creemos”, puede ser   religiosa, política, cultural, o personal. Aunque a menudo la vivamos como hechos, las creencias no forman parte de lo fático sino del lenguaje de los juicios, es decir de las interpretaciones u opiniones que tenemos respecto de algo. Cuando nuestras creencias son lo suficientemente conservadoras como para NO  ser “re-planteadas” podemos decir que se han convertido en “certezas” en algo que ineludiblemente “es” y punto. No admitimos discrepancias.Pero siguen siendo “miradas,” enfoques íntimos, personales, vinculados con nuestras experiencias; una peculiar forma de describir el mundo de los hechos, de lo que acontece, o de quienes somos o estamos siendo.
Las creencias como productoras de “significado” o sentido en nuestras vidas pueden abrir puertas o dejarnos la “ñata contra el vidrio,” se habla de generadoras de poder o limitantes; entre las primeras encontramos las que nos impulsan hacia adelante, son estimulantes;  y entre las segundas, estarían las que nos obstaculizan, nos frenan, nos paralizan. Pudieron surgir de nuestro entorno o de nosotros mismos.
Yo desde hace un tiempo tenía una creencia limitante que me decía “No sirvo para la repostería”, claro, las creencias se “fundan” en hechos para ser sostenidas; y yo la sostenía sobre la experiencia de una pasta flora, y un budín de pan que me habían quedado “espantosos” (juicio)
A partir de ahí, no había intentado nada “dulce” por mi frustrante idea de “no servir para eso”. Lo salado era mi exclusividad y mi riesgo. La cocina mi domicilio. Y la pastelería mi enemiga pública.
Sin embargo, hoy domingo, 10 del 10 del 2010, fecha cabalística que se repite cada cien años, a las ocho de la mañana comencé la travesía hacia lo diferente.
Dije voy a hacer SCONNES. Y los hice. Los primeros por seguir mis propias reglas y no dar autoridad a los sapientes me salieron duros y secos; los corte demasiado finitos. Pero imposible largar la toalla, y volví al segundo intento; ahora sí dispuesta a la ESCUCHA. Y me salieron “bien y sabrosos”. Me sentí tan orgullosa que les tomé foto.
¿Cómo se construye una creencia?
Se construye con hechos, si creemos en algo negativo y devastador acerca de nosotros mismos, nuestro cerebro se encargará de postearnos una lista inmensa de eventos en dónde hayamos fallado. De esa forma los hechos sostendrán la idea limitante.
Una creencia es como una mesa, la tabla es la idea, las patas que la detienen son los hechos que buscamos para tal fin.
En mi mesa, la pasta frola dura, y el budín de pan quemado; más los numerosos platillos salados que siempre me salieron bien en la primera oportunidad la construyeron.
Todo depende con qué quieres tener razón.
                                          
                                       Chuchi González

9 de octubre de 2010

Yo te manipulo, Tu te dejas

Es sábado. Por bendición de la Diosa Madre, anoche el insomnio no vino a revolcarse conmigo. Por ser viernes se habrá ido de juerga, tal vez. Yo a las once de la noche ya había emprendido el viaje onírico. Mi celular nuevo ha sonado con debilidad, aún no me tiene confianza, y su temor a verse estrellado contra el piso, rompió mi pensada rutina sabatina. Abrí los ojos como Blanca Nieves a las nueve de la mañana. Ya era demasiado tarde para mí; todo lo que tenía planificado cayó en el pozo de las imposibilidades. Yo soy así: extremista y sofocante conmigo misma. Y más cuando atravieso situaciones emocionales difíciles. Desde la muerte de papá; me he convertido en lo que denomino “mujer desastre”; una especie femenina que rompe los acuerdos que tiene consigo misma por consecuencias de fuerza mayor: ESTRÉS E INSOMNIO. Aunque a rigor de verdad sigo siendo la misma excéntrica que hace “todo lo que tiene que hacer,” mi finita y auto-exigente mirada tiñe todo de gris.
Me preparé el desayuno –café con leche y dos tostadas integrales con queso cotage light y mermelada reducida en azúcar – y me senté frente a la computadora a buscar “estadísticas para el último proyecto que estamos encarando con mis socias”. Todo iba en marcha,  en gozo absoluto, al rato iría al gimnasio, luego pintaría un poco ese cuadro pendiente, más tarde entre mates y pensamientos: lectura y a escribir artículos – que ya me iré de vacaciones a Argentina y tengo que dejar preparadas las entregas. De repente todo cambio.
Una sombra negra se detuvo en la puerta de mi oficina. Y pude sentir como ese energía impactaba directamente en mi concentración, no quería voltear, me resistía. No quería ver que era eso que me estaba mirando con reclamante ostentación. Pero no pude, reconozco mis limitaciones, me ganó. Volteé. Y ahí estaba. Clavándome sus oscuras noches en mis ojos, en actitud desafiante,hablándome telepáticamente.
Ahí estaba TANGO, mi perro, mi compañero, mi buen amigo. Haciendo ejercer su paseo de sábado, con sus lagañas que se asemejan a lágrimas, y su carita de “no te olvides de mí”. Sus mofletes caídos y las orejas cabizbajas, sin perder contacto vital, “recordándome que él dependía exclusivamente de mí” y que lo haría feliz un buen paseo.
Cada vez que Tango me mira así, me compra. Sale siempre, pero se olvida. Sin embargo, lo que me viene a enseñar es este afán que tenemos los seres humanos por tener miles de cosas y luego, las dejamos a la deriva. A Tango no le sucede porque tiene “una madre humana obsesiva y culposa” que es capaz de “dejar de ir al gimnasio” para no dejarlo solo; o levantarse de la computadora para llevarlo hasta el bosque de Chapultepec; dónde él se siente en la gloria, en una campiña inglesa, rodeados de flores rojas y mariposas “tecnicolor”.
Me manipula. Sabe usar sus herramientas al pie de la letra. Cuando dormir de costado, panza arriba, o quedarse fijo como gato de porcelana hasta que me levante y le ponga la correa.
Yo me dejo. Sé que soy un buen amo. Pero el amor que me da es tan inmenso y tan incondicional, que me dejo atrapar por sus artimañas en agradecimiento de lo que yo no puedo darle.
        Chuchi González
(Foto Chuchi González y Tango)

7 de octubre de 2010

Un poema a la ciudad que me contiene


Acá donde se cruzan los destinos,
Donde los acentos parecen coincidir,
Donde se esconden los peregrinos
Donde todo tiene un picante elixir.
Donde la vida reprime emociones,
Soy vulnerable sin temor a decir que sí,
Y me enamoro de todos sus rincones,
Nunca he estado, en lo que es París.
Las mujeres quieren ser Guadalupe,
Milagrosas y compasivas en el amor,
Los hombres, a la gomina y al chupe,
Al tequila, y a los toros, le han perdido el pudor.
El bolero es psiquiatra de la calle,
Gente como hormigas caminan sin mirar
A los ojos del que pide un detalle,
“Una limosnita”, para Dios a alabar.
El hambre no apaga la risa,
De los presuntuosos de espaldas cuidadas,
Los niños no juegan en las esquinas,
Se fueron de vacaciones las hadas.
Los jacarandás maquillan las colonias
De violetas y púrpuras las aceras,
El abuso alcanza la castimonia
De las flores que se abren en primavera.
Mi ciudad no tiene persianas,
Sólo guardias que cuidan los carros,
Epilepsia, polución bacteriana,
Y estrellas, luz de un cigarro.
Es extensa como un abrazo,
Y profunda como una herida,
Un ángel que nos recibe en su regazo,
Una cazadora bella y pervertida.
Mi ciudad es tu ciudad, y la de otros,
De Rivera, de Guevara, de inmigrantes
La posibilidad de seguir, para nosotros,
Los que en el propio terruño, sólo fuimos errantes.
Chuchi González