25 de febrero de 2011

Vacío existencial…

Desde que llegué, lo supe. Todo se había convertido en otra cosa. Sólo mis ojos pretendían ver lo mismo, lo de siempre; y entonces se remontaban en barriletes de recuerdos. Ayer era sólo mío.
Y hoy un escenario excéntrico en dónde cada quién jugaba su juego.
Al principio me inquiete y unas lágrimas se hicieron buche en mi garganta. Luego acepte, y sentí el vacío descender desde el centro de mi cabeza a la vuelta de los dedos de mis pies.
Ahora soy la taza vacía; la que tiene un sentido de ser. Soy vacío que volverá a llenarse con otras relaciones, otros sueños, otras experiencias, otras pérdidas, otras renuncias.
Soy vacío que se vacía para llenarse y vaciarse, una y otra vez.
Me he despertado a la conciencia de que todo es pérdida. Y qué en cada una de ellas, hay una ganancia. Porque existe una posibilidad de crecimiento.
Leí que “madurar” es soltar. Sé que duele soltar lo que es conocido, lo que resulta cómodo, práctico, y placentero. Inclusive duele dejar lo que nos estorba, incomoda o daña.
Soltar es madurar; y madurar es crecer… es estar dispuesto a dejar esos sueños, esos gustos, y darle lugar a otras cosas. Es dejar en el sendero del pasado lo perdido y aprender a vivir con la idea de que todo es una cadena de pérdidas y encuentros; por azar, naturaleza, elección o conspiración cósmica, todo llega para estar y luego marcharse.
Dejar lo conocido y pasar a lo que viene. Despedir las fantasías de lo que queríamos que iba a suceder y aceptar que no siempre sucede. Aprender que podría ser maravilloso si…. pero que también es maravilloso si no….inclusive es maravilloso así como está.
Madurar, de alguna u otra forma es ¿aceptar? ¿dejar de evadir? ¿renunciar a las onomatopéyicas resistencias?.
Madurar es ¿Fluir?.
Madurar es ¿Dejarse ir con lo que sucede?
Madurar es ¿Aceptar el cambio como condición indispensable de nuestra existencia?
Madurar es ¿Comprender que aquellos los de antes ya no somos los mismos?
Madurar es ¿dar un paso hacia adelante sin mirar para atrás?
Chuchi González

17 de febrero de 2011

Defensas emocionales


Yo lo quería de ese modo en que se quiere a las personas que empezamos a conocer.
Yo quería sus grandes ojos negros, opacos, dolorosos, impacientes.
Sus manos vestidas de largos y delgados dedos, que como arado dejaban surcos en mi tierra desparramada en el torbellino de las sábanas celestes.
Sus labios de carne jugosa y el tono de su perezosa voz que arrastraba las palabras como sacos pesados de granos.
Yo quería sus movimientos felinos, sus temblores al dormir, sus cabellos de madejas, su sonrisa adolescente.
Su mundo de ollas de aluminio, sus recetas inéditas, su lengua feroz, el aliento de su sudor.
Yo quería, las noches de telas arrugadas con lunas de manos exploradoras y de estrellas de ojos abiertos y cerrados.
Las mañanas de piernas a la deriva y la humedad arrasando la ciudad de los cuerpos, de los nuestros.
Yo quería sus pestañas acariciando las praderas de mi espalda; sus labios escalando las laderas de mi cuello.
Y la repetida sinopsis de hacer cumbre en el cerro del éxtasis y de un brinco estrellarnos en la quietud.
Yo lo quería. Y él también me quería.
Pero hoy a la distancia no recuerdo bien cuando deje de sentirlo, cuando la madreselva que se expandía por mis adentros sobre mis convicciones y prejuicios, dejó de florecer para devenirse en mustio perfume de nostalgia.
Quizás fue en la pubertad de un septiembre, en que el Amor me halló desvelada, en las sombras de una habitación tan ajena como él, que soñaba avaro, algún sueño que no quería compartir.
Por algún extraño motivo un abismo se había gestado entre nosotros. Siempre absorto en sus pensamientos me regalaba la más dulce de sus indiferencias, yo la más cauta de las paciencias.
Recuerdo la última noche, la ventana de nuestro dormitorio captaba la serenidad de una noche calurosa y tensa. Las ramas del limonero dispersas y expectantes, doblegadas por el peso esclavo de los frutos, parecían entrometerse en la fuga de mis pensamientos desalineados y sin cohesión.
Desnuda, descalza, de pie, con el rostro apoyado sobre el vidrio me dejaba ir, a la vez que giraba mi torso y depositaba sobre él mi mirada plagada de espinas y de incógnitas.
No hallaba la forma, el modo, el coraje de enfrentarlo. Él era difícil de descifrar y yo una simuladora de ocasión.
Su ronquido frágil, sereno, libre, me hería como un cuchillo oxidado y me enfundaba de un calor iracundo.
- Pablo, despiértate, tenemos que hablar! – ordené con un tono tembloroso de soldado novel. Pero el silencio solo se hizo cargo de mis palabras.
- Pablo, amor, vamos, por favor! – supliqué con la verba de un hereje reconvertido. Pero el silencio multiplicado por mi ansiedad, nuevamente se hizo cargo de mis palabras.
- PABLOOOO!.. terminemos esta farsa de una vez por todas – Grité con un timbre áspero y cortante, como el aullido de un animal herido. Pero el silencio, el mismo silencio, se hizo cargo de mis palabras.
Arrasada por la furia que su desdén me legaba me acerqué con la voracidad de una mujer herida y arrebaté las telas que lo cubrían y con la fuerza del descontrol lo sacudí para imputarle un puesto en la batalla.
Y un frío de estatua se impregnó en el líquido rojo de mis venas; las yemas de mis dedos se quemaron en frío seco de esa piel inmóvil; en la rigidez de sus músculos.
Y mis ojos absortos, abiertos de par en par por la sorpresa, se estacionaron en los bloques rectangulares de mármol y granito que encerraban el alma de Pablo.
Se había transformado en una pared. 
Ahora que lo recuerdo, con mucho tiempo de por medio; ya no sé si el muro fue levantado por él; o si yo, en mi afán y en mis tristezas, edifique mi muralla; mi defensa. ¿Para qué? Para que nadie supiera lo que sentía, para cuidar mi zona de confort, para mantener limpio mi jardín de creencias y certezas, para evitar que un extraño sembrase dudas en lo conocido.
Las mismas fronteras que establecemos con los otros, también a menudo las delineamos con nosotros mismos. Nos cuidamos de ser vistos tal cual somos, y pedimos perdón repetidas veces por no ser quienes deberíamos ser, y ahí comienza la batalla cotidiana de la auto-aceptación. Aparentamos una y otras veces más para ser amados, aceptados, aprobados. Y al igual que Pablo encerramos nuestra esencia en una cajita y levantamos entre ella y nosotros una pared.
El verdadero desafío de cada día es ¿a cuántos voy a engañar hoy? ¿Cuántos creerán lo que no soy?
Te propongo que derribes tu fortaleza; que arrojes lejos de ti, todo lo que te separa de tu verdadero interior.
Que aprendas a vivir con lo que a los demás les agrada y disgusta de ti.
Que aprendas a vivir con lo que los demás aprueban y rechazan de ti.
Que aprendas a vivir con lo que los demás aman y odian de ti.
Porque somos un todo, un manojo de miles de inquietudes y miradas; porque ni siendo perfectos lograremos el cariño universal de todos; porque el único amor universal que debemos aspirar es el personal.
Te propongo que tengas límites, pero que des de baja tus barreras; y dejes pasar simplemente el tren de la vida.
                                                              Chuchi González

14 de febrero de 2011

“Think out of the box” … pensar fuera de la caja.

“No alcanza con desear algo,
No basta con intentarlo, 
Hay que seguir una y otra vez
Hasta conseguirlo.”

Chuchi González

Los paradigmas, son construcciones personales y sociales resultado del proceso de desarrollo como seres humanos; en otras palabras, son creencias que adoptamos o generamos a partir de nuestros filtros perceptivos. Un paradigma es equivalente a un mapa mental, o un esquema de la realidad. Una representación de la realidad, una interpretación que hacemos de la realidad a partir de nuestros intereses; desde el particular observador que soy.
Sucede que a menudo los paradigmas, como creencias “de lo que es” pierden su naturaleza de temporalidad y adquieren el status de “certeza”; se arraigan a nuestras costumbres, conductas y hábitos; y dejamos de cuestionarnos o inquietarnos acerca de “cómo podríamos hacer las cosas diferentes”.
Cuando establecemos nexos de “seguridad o certidumbres” con nuestras formas de “mirar” la vida nos instalamos en lo que denominamos “zona de confort”, espacio conocido y desde ahí operamos.
El riesgo de vivir en nuestra zona de seguridad está dado por el hecho de “no innovar o crear nuevas formas de acción.”
Nacemos y crecemos creyendo que “las cosas son como son” y jamás nos planteamos su opuesto, la principal pregunto que surge es ¿Para qué? Y yo te podría contestar que para “descubrir nuevos horizontes”, “para activar la mente”, “para desarrollar la curiosidad”, “para volvernos flexibles”, “para adaptarnos al cambio”, “para aprender a convivir con el cambio” por ejemplo.
Lo cierto es que para mantener los paradigmas de vida nos basamos en dos criterios muy interesantes: LA EFECTIVIDAD / EL CONSENSO
El primer criterio genera una presunción de “poder”; la práctica como criterio de verdad y el segundo criterio crea una presunción de verdad. Sin embargo muestra que hay otros observadores que comportan la misma opinión.
En nuestra sociedad existen mucho “Paradigmas” que influyen, por supuesto, nuestro modo peculiar de observar. No debemos de olvidar que “respondemos al sistema social en el que vivimos”, y por lo tanto “Los Paradigmas” interfieren en nuestra forma de entender el mundo.
Los paradigmas son necesarios para administrar la vasta realidad percibida por nuestros sentidos; pero el problema de los paradigmas es creer que constituyen VERDADES. Si sólo nos hablan de un punto de vista.
Cuando tomamos plena conciencia de que sólo vemos una parte del todo; es cuando comenzamos a sentir un déficit, y surge la necesidad de cambio.
¿Qué te gustaría cambiar de tu vida? No insistas con cosas del pasado, porque ya no se pueden cambiar. Pero ¿Has hecho una lista con esas cosas que quisieras cambiar? Si la respuesta es NO, ¿Qué esperas? No puedes cambiar lo que no “Observas”, sólo se puede transformar aquello que es observado. Si la respuesta es SI, ¿Qué has hecho de diferente para lograr resultados extraordinarios? Si pretendes hacer lo mismo y tener otros beneficios, ya lo dijo Einstein “eso es sinónimo de locura”
Vivimos una vida plena de paradigmas; como dije anteriormente, son necesarios para una mejor y pronta administración de los datos de la realidad. Pero también es necesario, comprenderlos como “creencias” y no principios irrefutables, imposibles de cambiar.
Lo interesantes es ser consciente de ello, de aceptar desde donde nos movemos y actuamos.
Al romper paradigmas, crear otros, y así sucesivamente; esto te llevará a crear en ti una “estructura flexible, apta a los cambios que vivimos en la actualidad” en lugar de sostenes una estructura rígida que no da lugar nuevos pensamientos.
Un buen ejemplo de un cambio de paradigma es el caso del reloj digital; el origen de su invención es suizo, sin embargo la mayoría de las personas creen que es un invento Japonés. Pues el reloj sin manecillas ni engranajes rompía el paradigma de lo que era un reloj para el contexto suizo.
¿Cuáles son los paradigmas en los que estás operando? ¿Puedes identificarlos?
Otro exacto ejemplo es el Paradigma Competitivo; es el que establece un estilo de negociación social y relacional “ganar-perder”; es el resultado del paradigma deportivo; implica que para YO GANAR –TU TIENES QUE PERDER.
Bajo esta influencia nos relacionamos, pensando inconscientemente que siempre tiene que ser así, es el paradigma del famoso “sálvese quien pueda”.
Si vamos por la vida creyendo que para GANAR YO, tengo que vencerte, ¿Qué formas de relaciones crees que podemos crear?, si para ganar YO, tengo que destruirte, mostrar tus debilidades, golpearte en dónde más te duele ¿Qué clase de sociedad estamos creando?
Se confronta a este paradigma el ya conocido GANAR-GANAR, que lejos de establecer una competencia con el otro, sugiere cooperación y contribución. Dejamos de ver un pedacito mezquino para tener una visión MACRO.
El ganar-ganar incluso puede aplicarse en el contexto de máxima competitividad; imaginemos que si tú estás interesado en un proyecto y contigo existen 3 o 4 personas más que persiguen el mismo objetivo; GANAR-GANAR implicaría que no les dejes de hablar, o de pasar la información necesaria, que no busques sus fallas para resaltar tu brillo, que no boicotees sus planes. GANAR-GANAR sería dar de ti lo mejor a cada momento, buscando herramientas innovadoras, nuevas respuestas a las necesidades, salir de las estructuras.
                                                                                                              Chuchi Gonzalez

Texto de Chuchi Gonzalez para http://www.confesionesdesofia.com/

10 de febrero de 2011

Mirar y ser mirado


“Me da tristeza y me trago las palabras,
tengo nostalgia de lo que no sucedió,
y me enamoro si imagino tu mirada,
sutil, desafinada como el arte de tu amor.”
(Chuchi) 
Somos un mar de fueguitos – dijo el poeta colombiano Eduardo Galeano. Pero muchas veces hemos sentido que nuestra flama no calienta, no enceguece ni abriga. La vida nos aporta experiencias para sentirnos menos cálidos, brillantes, potentes. Y nos consumimos a la espera de que alguien nos vea y grite:  FUEGO!
¿Será que necesitamos que nos enciendan? ¿La mirada del otro es el cerillo que nos da vida? ¿Existimos en relación de los demás? Quiero decir, la existencia del otro ¿Da sentido a nuestra existencia?
En lingüística dicen que A tiene razón de ser porque existe B; y C hace lo propio. ¿Estaremos forjados a una cadena universal? ¿Qué implica que nos miren? ¿Qué es mirar más allá de lo biológico?
Mirar es sinónimo de que te eligen. A veces te eligen para no elegirte; de igual forma es un elección.
Quién nos mira nos hace importante. Nos detecta –a veces a tiempo, otras tarde-; nos distingue del resto, nos otorga un individualidad. Nos mira y al vernos, si es la mirada esperada como  el beso del príncipe que descanta- despertamos del letargo costumbrista; nos pone en acción, segregamos endorfinas, saliva, sudor, sueños.
Cuando sucede salimos del standby de la rutina.
Cuando miramos; detenemos nuestra mente alborotada y descubrimos a ese otro que antes parecía  invisible. Nos damos cuenta de que al igual que nosotros, tiene esperanzas y desilusión.
Mírame. Si clavamos los ojos en la nuca del elegido, se dará vuelta. Acaso '¿Sentirá nuestro desesperado deseo de ser visto? ¿Nuestra peculiar idea de ser reconocidos?
¡Ojo! – es una expresión que viene al caso; no hablo de mirar sin mirar, de mirar porque sí. Hablo de lo que ontológicamente sería:
                       “OBSERVAR”= Ver + interpretar.
De los filtros perceptivos que nos llevan a distinguir algo del todo, de los criterios de búsqueda de la vasta realidad que tenemos activados para diferenciar una parte de lo general.
Ese es el milagro.
Mírame. Date vuelta. Por favor y Mírame; descubrí que existo, que no tengo la esencia de un fantasma; que a veces soy más que un número, una dirección, una bonita y frustrada idea.
Mírame.  Mírate. Encontrémonos; de eso se trata. De establecer vínculos que como puentes se enlazan entre los universos que somos.
Descubrí que tú con tu fuego y yo con el mío podemos crear un presente mejor. Que podemos nutrirnos emocionalmente; arroparnos las heridas y manducar momentos especiales.
También podemos hacer chispas, cuando tu opinión y la mía sean encontradas. Chispazos importantes. Chispas rebeldes. O quizás fuegos artificiales cuando entendamos que las diferencias nos unen más que las cosas que tenemos en común.
Mírame.
¿Desde dónde miramos lo que miramos? ¿Y qué observamos cuando nos miramos? ¿Quienes somos nosotros frente al espejo? ¿Seremos una metáfora del reflejo cuando nos enamoramos?
Cuando miramos, nos detenemos; elegimos y hacemos que ocurra. Sea lo que sea que miramos, hacemos que ocurra. Que suene, que se mueva, que brille.
Nuestro peculiar modo de mirar crea mundos y también destruye. Nos aleja, nos separa, nos conecta, nos involucra. Y también nos permite “ser” y dejar de los otros “sean”.
Cuando miramos o nos miran, podemos percibir –acción de todos los sentidos – cual es la inquietud que motiva – del latín motivus: movimiento-  a actuar como actúa; y entonces nos habilita a “comprender” mejor a ese otro.
Y fíjate que como el lenguaje no es inocente usé “comprender” que en sus raíces latinas implica com/n (Unión) y prendhere (atrapar); algo así como comprender “es colgarnos de la misma telaraña”o “compartir el mismo viaje”
Captar la inquietud del decir y el hacer corre el velo de intrigas, juicios infundados, y creencias limitantes que muchas veces nos separan de los demás.
Mírame. Mírate.
                                                     Chuchi González

7 de febrero de 2011

El problema de ser bella y estar sola

Ser una mujer soltera puede suponer un enorme problema. La mujer que está sola, cuanto más tiempo pasa, más presión tiene de la sociedad para casarse y lo que llaman, “estabilizarse”. Si además se es claramente bella, todos tienden a pensar que “algo malo tiene”. Pero algunas mujeres están solas porque así es como han encontrado estabilidad, se han desarrollado, madurado y aprendido a valerse por si mismas sin necesidad de nadie. La soledad ha sido desde siempre musa inspiradora de artistas. Canciones, poemas, cuentos, artículos han sido escrito en honor la soledad. La mayoría de las personas le temen a la soledad; y el resto, viven acompañados por otros, pero igualmente siguen aterrados a este fantasma que lleva nombre de mujer. Y tal vez por su femineidad resulta ser una fragancia incómoda para muchas de nosotras, sobre todo a determinada edad, en la que el contexto social impone su antónimo.
Cuando hablamos de soledad, hablamos de un sentimiento de desamparo o de aislamiento social; un torrente de emociones que genera angustia, tristeza, y frustración a quien la padece. Pero también le llamamos soledad a la calidad de no estar acompañados, es decir de estar “solas”, y muy frecuentemente este “estoy sola” hace referencia a la falta de pareja.
Mujeres de treinta años en estado de “soledad” son proclives a los más intensos ataques de nervios por ganar la batalla contrarreloj. A los 30 años tendríamos que estar “bien” casadas y si no es con al menos un niños, al menos planificando la maternidad. Cuando no ocurre para muchas la vida se convierte en un juego de azar en el que “salvase quién pueda” significa “forzar la flecha de Cupido y llegar a la meta”. Tal vez no sea tu caso, pero ¿cuántas amigas has tenido en estas circunstancias? ¡Al menos una! ¿Verdad?
La desesperación se hace día a día más intensa, y las creencias sobre el futuro se convierten en oscuras predicciones. Si no sólo se está sola sino que además se dispone de un cuerpo bello, se es guapa, sensual, de buen físico, independiente y emprendedora; la desesperanza se vuelve aún más intensa. Pero en el exterior tiene repercusiones aun mayores. Un buen dicho popular dice “Cuando la limosna es grande, hasta el Santo desconfía”, el mundo piensa: “bonita, buena y sola, algo malo tiene que tener”, sacando conclusiones prejuiciosas acerca de su comportamiento, modo de ser, y carácter.
Y lo mismo le ocurre al caballero, las especulaciones son: “tiene ganas de divertirse”.
Parece ser que la soledad – siendo la misma – impacta diferente en el género.
Pero a la lengua popular se le escapa el hecho de que muchas treintañeras y de otras décadas; están solas por “elección y no por obligación azarosa”.
Infinidad de mujeres nos encontramos “solas” sin una relación de matrimonio, noviazgo, o galanes porque hemos considerado nuestro presente como una posibilidad para hacer cosas diferentes. Tal vez hemos apostado por nuestras profesiones, hobbies, o un retiro espiritual en dónde bucearemos en nuestra alma femenina para recomenzar el arte del amor desde una madurez emocional íntima y necesaria.
La soledad no debe ser vista ni sentido como un estigma; ni una posición vergonzosa, sea cuál sea tu circunstancia es tu elección. ¿Cómo? Sí, es tu elección. Si estás sola, es el resultado de tu elección. ¿Cómo? Sí, tu elección.
Sea que hoy quieras dedicarte a tu trabajo, a tus proyectos personales; o sea que quieres tener pareja pero aún no encuentras esa persona con la que coincidir, si estás sola es tu elección.
Si estás sola es tu elección: Si no lo fuera agarrarías a cualquier hombre con tal de tener compañía masculina, y si hasta ahora no lo has hecho, es porque estás más comprometida con tus valores que con “un compañero”. Otras tal vez se enamoren y formen familias sin sentirse realmente atraídas por sus hombres, y sacrifican su satisfacción personal por el precio de llegar a formar una familia.
Te vuelvo a repetir, si estás sola, no sientas vergüenza, es una etapa que tu corazón ha sabido elegir para cimentar las bases de un futuro abundante.
No es necesario que arriesgues tus sueños para compensar las demandas del medio. Tu vida es única. La tienes que vivir tú.
Hasta la próxima, besos en el alma.
Chuchi González.

El problema de ser bella y estar sola, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.


4 de febrero de 2011

Ambigüedades… 7 meses sin papá… 12 meses en línea

Hoy es un día especial en mi vida; tal vez el primer día más contradictorio que he vivido. Sin lugar a dudas lo es.
Hoy mi grito callado, mis lágrimas apretadas recuerdan el séptimo mes de ausencia; de vacío, de brazos inmóviles, de besos sin dar, 7 Meses sin papá. Y la primera imagen que me viene a la mente, es el lecho marrón de tierra con la plaquita que contiene su nombre, su inicio y su final.
También es el día de cumpleaños de mi blog, de mi idea, de mi pasión; un año de aprendizaje  de códigos HTML, de imágenes fijas, móviles, entradas, fondos; y lo que sabía hacer “palabras”.
Entonces comienzo a ver la vida como una moneda y a sus dos lados, una cara de felicidad, de logro personal, de auto-reconocimiento, y otra de tristeza, de preguntas retóricas, de silencios.
Entiendo mejor aún que la vida es todo lo que nos pasa y cómo la interpretamos, y es también esto que ahora escribo. Qué aún cuando nos detengamos a llorar estancados en la misma pena, la vida seguirá fluyendo indiferente sin dase siquiera vuelta para tendernos una mano. La vida no espera. No puede esperar. Su sino es continuar porque de lo contrario dejaría de ser lo que es para transformarse en muerte.
Cuando empecé el blog no imaginé que un año después, tendría esta doble y rara sensación en el alma. De todos modos es la misma que vivo desde hace 7 meses; cuando un ser amado muere, no sólo se transforma su vida, sino que también la de quienes lo rodeaban. Nosotros somos los que deberemos aprender a seguir sin ellos, fantaseando a menudo encontrarlos en alguna persona parecida, una paloma o un rayo de sol.
Son las necesidades del amor – tal vez – que hacen las veces de mensajeros de luz y vienen con simples coincidencias a acariciar nuestra alma herida.
Un año de entradas – y salidas – hemos transitado con mi querido blog; y pese al desaliento, el resentimiento, el dolor, y la frustración; no hemos perdido nunca la brújula.
Hemos sabido seguir en la danza incongruente de la vida, a veces a los pisotones, otras coordinados, y algunas sin ritmo; pero siempre presentes.
¿Por qué será necesario para los que existimos que existan las velas encendidas, las flores agazapadas a alguna foto o una misa o ritual religioso?  Un Intento – sólo eso- de traerlos de nuevo de lo no –retornable; ¿Un recordatorio de que todo es pasajero?
7 meses y 12 meses; todos los meses de una misma vida, de la mía.
Que todo lo que ya no podrás escuchar de mí, sirva para otros que quieran escuchar, que no sepan que decir, o que simplemente inmerso en la curiosidad alguna vez me lean.
Feliz Cumpleaños a ti
Te extraño papá!
                                Chuchi González
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1 de febrero de 2011

Disculpas…

“Me da vergüenza y no se si decírtelo
si se me nota no levanto la mirada
y me derrito si te tengo cara a cara
si te encuentro a solas
vuelvo a creer en Dios.”  (Babasónicos )
¡Te ofrezco una disculpa! escribió en un mensaje de texto, rompiendo mi corazón y nunca más supe de él. Y mis ojos se quedaron clavados en la pantalla del celular a la espera. ¿A la espera? A la espera de la disculpa. Una disculpa es algo. Al menos es más que decir “Te ofrezco una disculpa.” Y sobre todo implica una íntima relación con quién tiene para ofrecerla, y no a quién se le está ofertando.
¿Te ofrezco una disculpa? me repetí hasta el cansancio y proseguí ¿Para qué quiero  yo una disculpa? ¿Para qué la voy a utilizar? ¿Cómo se atreve a irse de mi vida intempestivamente y dejarme “un disculpa”? Es cómo mudarte de la casa de tu ex y dejar por meses una caja de fotos que le recuerde lo felices que fueron alguna vez.
Si al menos me hubiera ofrecido “una grande de mozzarella y jamón con rodajas de tomate y orégano,” el desengaño habría salido airoso.
Así comienza mi intricada forma de observar “las disculpas”. Aquella noche sentí que me había ganado un “comodín” para que en el próximo encuentro – 3 o 5 vidas por reencarnar – yo podría tirar los dados dos veces seguidos  y llegar al casillero de los premios antes que él. Para eso me servía su ridícula necesidad narcisista de esbozar un la no-disculpa
¡Una disculpa! a la una, a las dos, ¿Quién quiere una disculpa?
Según la  Real Academia Española – edición on line – la palabra disculpa es susceptible de tiene dos significados:
  • Razón que se da o causa que se alega para excusar o purgar una culpa. En este caso “se ofrece, se otorga, se da”
  • Pedido de Indulgencia. En este caso “se solicita, se pide”
Si él me había ofrecido algo que “YO” no quería recibir, es porque estaba seguro de contar con un discurso que justificara su ACCIÓN.
Pero aún así, ¿Si él hubo de romper un acuerdo, no estaba en mí el poder de reclamar? ¿Creería él que esto de las disculpas, era sólo decir “disculpas y todo lo malo por arte de su propia magia dejaría de existir?
¡Qué inocente! y ahí descubrí que hay muchos “inocentes arrasando el mundo tras la facilona palabra disculpa.” ¡Cuántas veces la gente dice por decir, sin comprender que el lenguaje no es inocente!
Fue cuando consideré que el libertinaje de uso debería ser penalizado. Para que las personas lograsen hacerse cargo real de sus elecciones, en lugar de excusarse superficialmente de las consecuencias de sus actitudes, y calmar la voz de sus conciencias.
Analizando un poco más, “DIS”-“CULPA” está compuesto del prefijo “DIS”  que implica negación/alejamiento y “CULPA del latín falta o imputación.
Por lo tanto “DISCULPA” refiere  al ofrecimiento de un discurso  - para elo pedidodel - alejamiento o negación de la falta.
Me quedé pensando:¡Cuánta liviandad léxica tenía ese hombre! ¿Por qué habría yo de querer tener amnesia de su agresión? Si hubiera sido consciente de sus palabras, ¿Se hubiera callado? ¡mmmm!
Te ofrezco una disculpa por haber jugado con tus sentimientos, te ofrezco una disculpa por haber traicionado tu confianza, te ofrezco una disculpa por haber roto confidencialidad, te ofrezco una disculpa por haberte mentido, te ofrezco una disculpa por venderte una imagen que no es real, te ofrezco una disculpa por no avisarte que no llegaría nunca más, te ofrezco una disculpa porque pasaron diez años desde la última vez que te dije voy a comprar cigarrillos y no regrese, te ofrezco una disculpa porque la otra noche te pegue más de la cuenta, te ofrezco una disculpa porque te robe tus ahorros, te ofrezco una disculpa porque te sometí a situaciones peligrosas, te ofrezco una disculpa porque no te cuide cuando dije que lo iba a hacer, te ofrezco un disculpa porque nunca te conté que dejé de fumar hace 15 años. ¿Irónico, no?
¡DIS-CULPA! ¡SIN-CULPA! ¡NO –CULPA! ¡Todo bien! ¿Todo?
Cuando alguien te dice ¡Todo bien! te está diciendo ¡Qué todo está mal, pero que no tiene valor para decirte lo que le sucede!
¡Una disculpa! – no sincera – es el maquillaje social que los irresponsables le ponen a sus actos y actitudes. Una bonita forma de “quedar bien.” ¿Frente a quienes? Frente a sí mismos, frente a su deber ser, a su yo ideal. Si uno comete una falta y pide disculpas es “bueno”.
Bondad, habría si tomamos conciencia de que nuestro andar desaventurado “genera consecuencias a nuestro alrededor.” Pero insistir con lo mismo, hacer siempre lo mismo y ofrecer o pedir disculpas es como gritar ¡TIEMPO! segundos antes de que te digan ¡PICA!.
Hay situaciones en la vida, en que uno puede elegir “exculpar” a alguien, pero en otras circunstancias, los actos son indisculpables.
¡Una disculpa, me ofreció! – que mezquino fue hasta el final.¡Me hubiera ofrecido un fin de semana en un hotel spa!
¡Una disculpa! ¿Para que quiero yo una disculpa? Después de tanto pensarlo. Para escribir esta entrada.
                                                            Chuchi González
(Nota de la autora) Cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia. El texto es independiente de quién lo escribe. 
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