11 de agosto de 2016

De cal y de arena


A veces creemos que la vida es algo tan distinto a sí misma, que cuando nos sorprende con aquellas situaciones que no nos agradan o son verdaderamente inesperadas, sufrimos, y lo hacemos en exceso, porque nos paramos en la resistencia o en la pregunta que remite a esa falta de aceptación y nos aleja de la paz y el equilibrio. ¿Por qué? ¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? ¿Por qué así? No hay peor incógnita que el ¿POR QUÉ? Porque remite a un encuentro y desencuentro imposibles de conectar, siempre en espiral hacia un vacío absurdo. Siempre hay una respuesta para el ¿Por qué? Pero no es única, es un entramado de explicaciones, justificaciones, que tranquilizan de alguna manera la mente que busca sosiego pero en definitiva, nunca la calma.
Habrá miles de respuesta a esa pregunta, pero en verdad ¿Nos interesa? ¿Nos sirve? ¿Detiene el malestar? Cuando en verdad nos preguntamos ¿Por qué? Estamos queriendo decir otra cosa, otras palabras, otras dudas emergen en nuestra cabeza. Hacemos una valoración moral de quienes somos, de cómo actuamos, de cómo amamos, y los números muchas veces dan rojos; no somos lo suficientemente malvados cómo para recibir esas situaciones; estos imprevistos, esos infortunios. Si al menos hubiésemos hecho aquello que no nos atrevimos, o lo otro que parecía simple pero entre el dicho y el hecho siempre aparece un trecho mezquino que nos obliga a actuar según nuestra estructura.
Si omitiéramos el ¿por qué? Quizás la vida sería más simple. ¡Podríamos decir directamente LA PUTA QUE LOS RE MIL PARIÓ! ¡ME CAGO EN LA INJUSTICIA! Y nos levantaríamos del jaque mate y otra vez en marcha aceleraríamos hacia adelante.

Para hacerlo deberíamos desterrar de la materia gris la creencia infantil de que la vida es color de rosa; y si acaso cambia de color; no somos lo suficientemente buenos.
Y tal vez nada que ver, a lo mejor somos geniales, maravillosos, poderosos y la vida elige vestirse de negro; fanfarronearse de luto por el suicidio de nuestros sueños, violentarnos en el rojo de un amor que partió a las orillas del recuerdo; o ser gris como las nieves que se inscriben en la calvicie de la juventud pasada de moda.
Que sé yo.. quién lo sabe… pero a las pruebas me remito; y todo bicho que camina va a parar al asador… y hacia la muerte vamos andando desde que el ovulo y el espermatozoide decidieron dejar de ser uno y convertirse en nosotros.  Entonces ¿Cómo pretender escapar de la caducidad? ¿Cómo borrarle la fecha del punto final a las relaciones, trabajos, inquietudes, anhelos? ¿Cómo pretender brillar y solo brillar en un contexto de luces y sombras?
La vida es de cal y de arena… la luz te recuerda tu propia oscuridad…. La oscuridad te dice no te rindas porque para que yo exista irremediablemente tiene existencia tu parte lumínica.
Claro que puedes… tu puedes… yo puedo… Nosotros podemos….

Un campeón también cae. Y atropellado en el molido piso no queda otra alternativa que ponernos de pie.



3 de agosto de 2016

¿Quién eres?


Si nos preguntan ¿ quienes somos? respondemos con una lista de juicios que explican o hacen referencia a nuestros resultados. En Ontología del Lenguaje se parafrasea que somos un conjunto de principios explicativos; de alguna manera equivale a decir que somos en relación a nuestros resultados, o mejor dicho aún nos identificamos con ellos y por ende nos construimos a partir de ellos.  Podemos decir Yo soy puntual porque tengo un historial que avala esa declaración, yo soy fiel porque mis actos se condicen, yo soy valiente porque tengo una memoria que me dice que he atravesado riesgos y sin embargo pocos decimos YO SOY BIOLÓGICO cuando tenemos un cuerpo que lo consta a cada momento. 
YO SOY BIOLÓGICO cabe enunciar que soy INSTINTO... 
YO SOY LENGUAJE  cabe enunciar que soy CULTURA
Humanidad y animalidad se mezclan en el YO SOY... por yo soy esto y aquello; un ser lingüístico y un ser de la naturaleza. Soy un todo de dualidades que en última instancia se entrelazan, compaginan, vinculan, tropiezan, sabotean, y me conforman.
YO SOY NATURALEZA/ YO SOY CULTURA
Yo soy conflictos biológicos que activan mis programas cerebrales de adaptación o sobre vivencia y mis conflictos psicológicos que activan mis programas de socialización.
Y esta hermosa dicotomía de la que formamos parte en muchas ocasiones es olvidada; y sobreexageramos solo una parte, la social; y es cuando emergen los síntomas.
Pensamos que todo pasa por la cabeza, pero todo nos sucede desde el cuerpo; este carruaje especial que porta nuestra esencia vital, es el comunicador de los desequilibrios que a diario sobrellevamos bajo el síndrome "está todo bien".
Frente a una situación inesperada, dolorosa, tendemos a negarla, y a conservarla en el silencio de nuestra conciencia personal, mejor que nadie se entere de lo que estamos padeciendo o sufriendo. Llevamos rumiando el conflicto hasta la almohada y mágicamente esa noche no podemos dormir. Creemos que el problema está ahí... en la incapacidad de concebir el sueño, sin observar que ese es el mensaje ¿Para qué no estoy pudiendo dormir? ¿Por qué no me permito bajar las defensas? ¿Será que me siento en tal situación de indefensión que me urge mantenerme alerta?
El dolor se manifiesta en aquellos espacios dónde no había conciencia para dejarnos un mensaje. ¿Cuáles son los mensajes que recibes a diario? ¿Te dedicas tiempo para conocerte? ¿Es el autoconocimiento una herramienta para el éxito en las relaciones?
Si quieres conocer más acerca del apasionante mundo de SER HUMANO te invito a participar en nuestro taller VOLVER A NACER Y CURAR HERIDAS EMOCIONALES DE LA INFANCIA que tendra lugar el 20 y 21 de agosto. 
Más informes chuchigonzalez@dhcrearte.com
                      Whatsapp 5534551888 ( de 12 a 18)