17 de febrero de 2022

¿Por qué sufrimos siempre por lo mismo?

 


A veces la vida parece un círculo vicioso y odioso. Todo parece resumirse al hecho de que siempre que sufrimos, lo hacemos por lo mismo, aunque en apariencia no lo sea. 

La mente racional, como es lógica, busca que cada pieza del rompecabezas, sea claro y recíproco; pero ya sabemos que la vida es simbólica, misteriosa y maestra; y siempre que algo se repite, trae un mensaje.

El sufrimiento, probablemente sea uno de las lecciones de la humidad. ¿Qué es lo que nos hace sufrir? Más allá del conflicto puntual, malas elecciones, relaciones tóxicas, apego emocional, dependencia afectiva, creencia limitantes, conflictos de dinero, mala suerte en lo laboral, enfermedad física, y muchas otras etiquetas; la carta magna de todo está en la PROYECCIÓN.

¿Qué es lo que acostumbramos a proyectar cuando nos sentimos DESILUSIONADOS del afuera? Nuestra sombra dorada.

El equipaje subconsciente que huele delicioso, pero que en el pasado nos han dicho había que esconder, guardar, callar. 

No hemos sabido la causa de semejante pedido, y siendo niños, obedecimos, después de todo, la supervivencia estaba en juego. 

Ahí guardamos la alegría, el buen humor, el bienestar, la inteligencia, la capacidad de trasmutar emociones, la energía, el amor, la sabiduría y mucho más.

Para cuando somos adultos, siempre miramos la vida desde los balcones de nuestra información, la risueña y gritona y la silenciosa y callada, y podemos identificarnos en los otros, sólo y únicamente a partir de ella. 

Es decir, muchas veces, le pongo colores al otro, que no tiene, pero como viven en mi y yo le proyecto mis tesoros guardados, ignoro que son mi pinceladas, que dicho sea de paso, le quedan de maravilla, y al cabo de un tiempo, cae el telón. El otro nos ha estafado. No era cómo pensamos. Nada que ver con lo que nos mostró de inicio. Nos mintió. Nos engaño. Nos traiciono. Entonces, sufrimos. 

Ahora aprendemos que NUNCA más, vamos a confiar, pero inexorablemente, volvemos a poner ahí afuera lo que está acá dentro, pero no lo sabemos. 

Y vuelve el show a empezar.

Cada vez, que no respeto al otro, agregando mis colores, sufriré un desengaño. No por parte del otro. Sino por parte de mis expectativas y mis idealizaciones. 

La necesidad de idealizar, surge de la creencia que en mí NO ESTÁ ESO QUE VEO EN LA OTREDAD, de alguna manera, en la creencia más profunda de carencia, de falta de..., de insuficiencia. 

Llenamos a la pareja, a los hijos, padres, amigos, compañeros de eso que buscamos, ¿Cómo podemos llenar al otro de lo que no tenemos?  y luego, descubrimos NO LO TENÍAN!... Es real, porque era nuestro. 

La necesidad de idealizar, está enmarcada en la conciencia más profunda y dormida que busca ver la divinidad personal fuera de uno mismo, porque es de mal gusto, sentirnos divinos. 

El ego nos condena a creer que somos una insignificancia, incluso el error del universo; y de ahí en más, iremos decorando al mundo con nuestras bendiciones sin entender jamás que somos autores y cómplices necesarios de eso. 

¿Quieres dejar de sufrir?

Deja de ponerle alas a los mortales.

Deja de eternizar lo que es caduco.

Deja de poseer lo que es libre.

Deja de castigar lo que es sublime.

Deja de manipular el fuego.

Deja de acusar al que no existe.

Deja de mirar fuera.

Busca en tu interior. Encuentra las preguntas, y luego las respuestas. Escucha tu voz. Acepta. Vive el instante de encontrarte con tu supuesta debilidad, envidia, sufrimiento, malicia, vergüenza. Cómo nada es para siempre, eso tampoco. Pero no lo alimentes desde la desconsideración de alimentarlos con más creencias negativas. 

La paz que busca es una realidad que emerge cuando aquietas tu voz.