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29 de junio de 2022

¿Cómo superar la falta de motivación?


Para poder trascender la falta de motivación tenemos que ubicarnos en el contexto real de lo que es la motivación. La gente a veces confunde ideas y se mal piensa que la motivación es el entusiasmo, las ganas irrefutables, la energía carnavalesca, la pasión sin límites. Y en realidad todo ello es un conjunto de expresiones y sensaciones que solemos manifestar cuando estamos a gustos con la vida, con nosotros mismos y con el entorno. 

La motivación, en cambio es otra cosa. Motivación viene del latín “moveré” y significa “movernos de…” de lugar físico, de lugar mental, de lugar emocional, de relaciones, de costumbre…. Todo aquello que nos “mueve” que nos agita el “tapete” es una fuera de la motivación. 

Por eso no necesitamos “superar o trascender la falta de movimiento” porque si hoy en tu vida “no hay ritmo” es porque no existe la “necesidad” de hacerlo, incluso cuando opines lo contrario. 

La motivación es la voz interna que susurra “algo hay que hacer”, cuando falta es porque nada hay que hacer o nada falta. Podrías pensar “a mi me falta motivación para adelgazar” y la respuesta es ¿Lo crees realmente? ¿Crees que te falta un murmullo interno que te diga has la dieta para estar saludable? O en todo caso lo que te falta es el “motivo” detrás de la dieta. Es decir, ¿Qué encontrarás detrás de la pérdida de esos kilos? Y si bien, puedes decir “que te sentirás ligera, que te verás más guapa, que tu colesterol bajará, que tendrás más ligue” esos argumentos no son lo suficientemente fuertes para moverte a la acción. 

No falta motivación, te falta un sentido. Una orientación. Un compromiso. Y sobre mucha queja, demanda hacia la vida que no te ha concedido tus sueños.

La aparente falta de motivación es a menudo un reclamo infantil, un tirar la toalla, un no quiero jugar más con estas cartas, y es perfecto, pero ¿Qué quieres? 

Todo el tiempo, todo tu hacer es motivación, tu desdén, tu apatía, tu pereza, son expresiones de tu motor. Eso es la motivación el impulso que te lleva a no hacer tu ejercicio pero si a mirar todo el día una serie con cara de amargura. La motivación es desde la ontología del lenguaje la inquietud que nos permite movernos hacia adelante, hacia el curso de la vida, el caudal de la supervivencia.

¿Cómo superar tu motivación negativa? 

Eres un bicho de costumbre, cuánto más abraces el desamor hacia el todo, más lo vivirás. Entonces manos a la obra:

¿SIENTES BAJÓN? 

SAL A CAMINAR, sin celular, sin música, sal a caminar por la calle y observa la naturaleza, el cielo, las hojas de los árboles, hasta llegar al punto de perderte en ese escenario y no tener conciencia de ti porque te has fundido con lo vasto e inmenso. 

PRACTICA DEPORTES DE DESPLAZAMIENTO, corre, trota, nada, camina a velocidad, ahora no es paseo.

LLEVA UNA RUTINA DE EJERCICIO, el ejercicio nos permite conectar con nuestro chakra 1 que es el raíz, nos da seguridad, y permite que nuestra energía se armonice a través del movimiento.

¿Quieres saber más? Conoce a Natalia y su historia de vida!!! Te va a movitar!

TRABAJA LA TIERRA, cultiva, cambia brotes de tus plantas de maceta o simplemente has un hoyo en la tierra mojada y húmeda y siento eso entre tus manos.

ELIMINA EL AZÚCAR PROCESADO de tu dieta, reduce el consumo de harinas con gluten, y el exceso de frutas, prefiere frutos rojos como las fresas, las zarzamoras, las frambuesas, son las frutas que activan el borrado de memorias heredadas

MEDITA al menos 5 minutos al día, cierra los ojos y escucha tu interior, tu silencio y la paz oceánica que eres pero que a menudo olvidas.

Si quieres saber más, contacta mi web VISITA MI WEB


9 de junio de 2022

¿Qué es la culpa?


Te regalaré mi concepto de culpa  que dice "culpa es la capacidad única de limitar el potencial de forma  arbitraria." Es decir, a través de la culpa vamos cortando el potencial que tenemos en esencia y que  por sobre todo desconocemos. Lo hacemos de manera "arbitraria" porque hace referencia a mi subjetividad. Limito aquello que juzgo no es como debería ser. La culpa es un programa  por lo tanto de DESVALORIZACIÓN que surge de la PERCEPCIÓN, es decir de la forma de relacionarnos con la vida desde la mente y los sentidos. Cuando nos sentimos "culpables"no des-valorizamos, nos restamos valor, consideramos que "hay algo malo" en nosotros, algo por exceso o por defecto, pero la culpa indica que "somos diferentes" y eso "no arrebata valía."

 Así cómo observamos la vida, ahí afuera, así es la vida aquí adentro. Es decir, eso que te acongoja está dentro tuyo, y cómo duele, lo proyectas, lo expulsas al exterior, es como barrer la basura de la casa, sacarla a la puerta y pretender que no es tuya. Esa forma de barrer se llama PROYECCIÓN. SENTIR CULPA es sentir que hemos PECADO y pecado en su etimología significa "error."La culpa nos lleva a CARGAR CON ALGO…con un error que hemos cometido por pensamiento, sentimiento, palabra, acción u omisión. 

La culpa es un PROGRAMA O UNA PROGRAMACIÓN ARCAICA, ancestral que tiene fines de supervivencia. Culpar es culparse. Entonces PROYECTAMOS Y PERCIBIMOS, tiramos la basura fuera (proyección) y nos quejamos de la mugre que hay (PERCIBIMOS, es decir JUZGAMOS).Y en esa percepción errónea comienzan los pensamientos de castigo, porque la culpa siempre BUSCA CASTIGO. 

TODOS tenemos CULPA, hombres y mujeres, toda la especie humana, es una CULPA subconsciente, secreta, silenciosa,ancestral, histórica,  que ni siquiera sabemos que tenemos. Si ahora te pregunto ¿De qué te sientes culpable? Quizás tu respuesta sea de NADA. Sin embargo, si nos tomamos un tiempo de reflexión empezarían a salir las situaciones en las que la CULPA es ama y señora de tu vida. 

La culpa es la piedra fundamental del EGO, y ¿qué eres tu? Tu eres EGO. El ego es susceptible de muchas acepciones, y siguiendo la línea de pensamiento de este post y la filosofía de UCDM (Un curso de Milagros), el EGO es la personalidad, la suma de tus pensamientos conscientes y subconscientes y tus sentimientos. 

Ese EGO nos hace creer que existe algo denominado SEPARATIVIDAD, y desde este contexto toda la vida se vuelve un campo de fútbol, con bandos, con lados en los que estar, con posturas, puntos cardinales, direcciones, buenos y malos. 

En la separación, surge la culpa. En la simple pregunta ¿A quién quieres más? ¿A mamá o a papá?  Surge la culpa. La culpa como la creencia de que lo que sentimos, pensamos, actuamos, y somos tiene algo "maligno".... 

¿Cuál es tu culpa principal? ¿Qué te hace sentir culpa? ¿En situaciones la sientes? ¿Cómo te castigas? 

Si quieres conocer más acerca de mi trabajo te invito a www.talleresadistancia.com 




1 de febrero de 2014

Regodearnos en el Sufrimiento

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Una de las creencias más fatalistas que tenemos es la de regodearnos en el dolor. Hemos aprendido que sufrir es básico en la vida, que es necesario, es natural, y que cuánto más me duele algo más comprometido estuve con eso.
Incluso llegamos a evaluar el amor de alguien en virtud de su malestar.  Y hasta llegamos a sentirnos mal cuando no lloramos o padecemos lo suficiente, pues entra en cuestionamiento la idea de nuestro verdadero interés.
Sufrir no es sinónimo de que algo nos importe más que a otra persona. Es una – léase una y no la única – forma de vincularnos con lo que sucede, con la realidad, con los eventos.
Generalmente estamos condicionados a que si alguien muere, se va de nuestras vidas, perdemos un objeto; es decir toda vez en la que nos exponemos a “un vacío” debemos sufrir. Pero no existe una regla natural que lo imponga. Sufrir es una condición arbitraria, es decir, impuesta por lo social. Es una manera de manifestar nuestra inmadurez, nuestra falta de tolerancia hacia la frustración, nuestro pensamiento cerrado, nuestros berrinches porque algo sale mal.
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7 de enero de 2014

¿Se muere de amor?

En algún momento de nuestras vidas, – o tal vez  no – hemos sentido que podemos llegar a morir “de y por” amor pero en realidad nadie muere de amor; muchos si mueren, lo hacen por desamor. Es decir lo que mata no es el amor no correspondido, finiquitado o rechazo. Lo que aniquila es el desamor, pero no el del otro, sino el propio.
Día con día, caminamos rumbo a la muerte, porque estamos agonizando de desamor personal. La falta de amor propio es lo que nos enferma física, mental y emocionalmente.
Y hemos aprendido a no amarnos porque siempre estamos parados en la comparación. Siempre anhelando ser o tener lo que otros tienen. En menor o mayor medida: la falta de amor hacia uno mismo nos afecta.
Vivimos deseando ser una persona que no somos, ese ser ideal que los demás y hasta nosotros mismos amaríamos sin restricciones. Y con el ser que estamos siendo, somos indiferentes, apáticos, criticones.
Cada vez que nos hablamos mal, nos regañamos, quejamos, inculpamos, estamos rechazando categóricamente quienes somos y eso nos enferma. Pues ¿ cómo podemos ser plenos y felices si cotidianamente sentimos repulsión por quién somos?
Hubiera sido espectacular tener la cara de Demi Moore y las piernas de Marilyn Monroe, el cuerpo de Madonna, los ojos de Elizabeth Taylor,  el porte de Sofía Loren – por citar a algunas - pero no tenemos nada de eso porque eso le pertenece a esas mujeres.  Tenemos lo que tenemos y punto.
El des-conformismo con quienes somos nos lleva a extralimitarnos.  A perder la dimensión de las cosas. A resentirnos. A guardar odio, coraje. A permitir que otros nos subestimen, porque ellos tienen razón “no servimos para nada”; a permitir que de la vida las migajas, a no ir por nuestros sueños, a depender de las ideas de los demás, a no valorar nuestra palabra, a soportar injusticias, a creernos desdichados.
El desamor nos enferma y agota.  Podemos aprobarnos y amarnos tal como somos. No hay ninguna ley o principio natural que diga lo contrario. Es nuestro ego el que nos juega la mala pasada.
Nos desconectamos de la fuente – de nuestra energía creadora – y nos llenamos de falsas creencias de carencias o falencias. Si somos una porción del poder creador – Dios, Ser o voluntad superior, principio vital o como al eso te refieras – ¿ por qué seríamos imperfectos? 

Amate y Dios te ayudará.
"Ama hasta convertirte en lo amado, es más, hasta convertirte en el amor." - Facundo Cabral

31 de octubre de 2013

Dime de que estás enfermo y te diré a quién no perdonas.

 

En un Curso de Milagros que leí alguna vez, decía que toda enfermedad proviene de un estado de “ no perdonar”. La sentencia me pareció tan maravillosa como práctica. Y pensé a quién debía perdonar y a primera vista no encontré a nadie.
Las personas que me habían traicionado, las lenguas injuriosas, los fraudes morales, los libros y CD prestados; todo estaba en su lugar: en una estantería del pasado ,quietos,abrigados de polvo.
Sin embargo, reconocía fallas en mi salud. Y eso implicaba que el cuerpo me estaba diciendo algo a los gritos.
Me zambullí en la conciencia reflexiva, y descubrí que ese perdón del que hablaba mi libro, no era el típico perdón de “no volveré a hacerlo más”; sino que iba mucho más allá de eso. Era un perdón de soltar, liberar, romper cadenas, de lo que en su etimología significa la palabra: la posibilidad de regalar o condonar al deudor por parte del acreedor con eso que se debía.
Y en la vida, sin saberlo, somos acreedores-deudores; porque cuando perdonamos exoneramos a alguien de una situación incómoda pero a nosotros mismos nos libramos de cargar con el resentimiento o rencor.












Generalmente debemos perdonarnos a nosotros mismos, no por algo que hicimos o no hicimos, sino por todas las veces en que no nos aceptamos tal cual somos o no aceptamos la vida que creamos.
Casi siempre estamos en la desventaja de ser quienes somos vs la oportunidad fallida de quienes no fuimos. Y vivimos para pedir perdón por ello.
Y esa falta de empatía con nosotros mismos, es lo que nos enferma.
Debemos perdonar ….
Te perdono
  • por no pensar como yo
  • por no amar como amo yo
  • por no emocionarte ante la vida
  • por no tener la pasión que corre por mis venas
  • por no gustar de mis gustos
  • por creer en cosas en que yo no creo
  • por no sonreír aunque el mundo se venga abajo
  • por vivir según tus tiempos
  • en fin por NO SER COMO YO DESEO QUE SEAS!!!
y me perdono por pretender imposibles!
Chuchi González
Deja tu señal!

16 de octubre de 2013

Facebook Depresión




Las redes sociales nos han atrapado. Somos “pescado”s por el encanto de estar en contacto con el mundo entero desde nuestros escritorios, cama, transportes públicos, etc. En todo momento y a toda hora, estar online es estar al tanto de lo que sucede a tu alrededor. La urgencia de estar informados, se ha transformado en una “necesidad” primaria. Pero ¿Para qué? ¿Qué necesidad tienen los jóvenes y no tan jóvenes de estar “informados”
Según recientes estudios médicos, cuando las personas pasan muchas horas conectadas al Facebook, corren riesgo de padecer de depresión; la población más afectada son los niños y los adolescentes.  ¿Por qué sucede esto?



Porque Facebook vende una imagen distorsionada de la vida. Se usa esta red social para contar ¿ lo que sucede o lo que querríamos que sucediera? Generalmente los status aluden a experiencias positivas y abundantes. Las fotos son vacacionales o referidas a un éxito alcanzado; estos elementos observados por personas que aún no han adquirido madurez y seguridad emocional, despierta envidia, enojo, y genera una baja en la propia mirada (autoestima). Muchos usuarios por lo tanto navegan parados en la comparación, a veces sustentar que sus propias vidas son mejores que la de otros. Para algunos autores esto provoca “competitividad social”
Si la realidad que maneja esta red social fuese un hecho, el mundo no estaría como está. En Facebook  toda la gente es feliz, linda, saludable y con dinero.
Ítems que generan malestar emocional entre los jóvenes que consumen Facebook:
Fotos vacacionales
Cantidad de amigos
Like recibidos
Status sentimental
Popularidad
Comentarios de reconocimiento
Número de veces etiquetado
Cantidad de mensajes en el muro
Lo que  a grandes rasgos puede parecer un “chiste” mirándolo de cerca, nos permite observar con claridad esa búsqueda del ser humano por ser aceptado.  Lo recomendable es empezar a aceptar nuestra propia realidad y entender que nuestro valor no se mide por la estadística de una red social.
Pero sobre todo entender, que no todo lo que brilla es oro.

Compite siempre y solo contigo mismo”

Chuchi González
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10 de octubre de 2013

Víctimas del Cuerpo

Otras de las formas de apegarnos hasta sangran el alma, es la vinculación obsesiva con nuestra propio cuerpo, o la mirada que sobre el echamos. Mujeres u hombres que nos miramos todo el tiempo al espejo para encontrar “el new defecto” y azotarnos con violentas creencias por la perfección no heredada, terminamos siendo “Víctimas del Cuerpo” víctimas de las expectativas que le ponemos a un cuerpo mortal, y por ende finito, que tiene a envejecer, y falible.
¿De dónde nace el deseo de ser físicamente lo que no somos? De las tendencias de belleza y moda de la sociedad en la que vivimos.  ¿Estás pensando que ellos tienen la culpa de que tu chaparreras te avergüencen? Si! tienes razón. Ahora es respuesta ¿ Te alivia el sufrimiento? ¿ Te sientes mejor contigo misma? ¿Te miras y amas? No.
Y ¿ Sabes por qué? Porque es tu mirada la responsable de tus emociones, es lo que te dices cuando te miras y el espejo o la tersura de la piel no te devuelve la experiencia anhelada.
Si bien es cierto que los cánones de belleza –y sobre todo femenina- son altos, es nuestra propia, íntima y particular forma de juzgarnos la que nos hunde o salva.
Mucho de lo que vemos en las revistas, sabemos que no existe, pero ¿ cuantas veces te encontraste buscando métodos para alcanzar lo imposible?
¿Por qué será que los seres humanos siempre queremos apostar a lo imposible?
A veces creo que nos sirve para aliviarnos de nuestros propios logros. Si perseguimos lo que nunca podremos acceder, entonces nos relajamos en la queja, y no luchamos por más.

Respecto de nuestro ocurre lo mismo, piel de porcelana, tetas henchidas y duras, glúteos de patos… pero ¿a precio de que?
¿Cirugías? ¿Más cirugías? ¿Búsqueda empedernida de saciar nuestras creencias rigurosas que nos hablan de lo que nunca jamás tendremos: la perfección? ¿Perfección?  ¿ Y que sucede cuando no la alcanzamos?
Nos hundimos más. Más números rojos, más déficit.
La vida es un asco entonces… así nadie me quiere ( y nos encerramos)… así  no nos podemos relacionar ( y peleamos con quienes decimos amar) … así no se puede vivir ( y nos castigamos)

Irracionalidad suprema.

Pongamos los pies en la tierra. No somos dioses. Somos humanos haciendo lo que podemos. Entonces reflexionemos: ¿ para qué tanto autocastigo? para dar con lo que ya sabemos. Somos FALIBLES.
Disfrutemos de nuestro cuerpo. Así como somos podemos ser felices. No es requisito tetas paradas y culo grande para ser feliz… podría ser una preferencia pero ¿ y si no llegas a ella?
Igual puedes ser feliz.
Ya tienes todo para serlo. No esperes a ser un muñeca de plástico con el corazón marchito; aún con hoyuelos la luna se muestra esbelta y arrogante… y nosotras ¿ por qué no?
                                                                                                                                     Chuchi González

8 de octubre de 2013

Solo por hoy…MADUREZ









 Psicológicamente hablando la madurez emocional consiste en la capacidad de aceptar la  vida como es, como se nos presenta.
 Con la fluidez del agua que se hace espacio para seguir su camino, ser maduro implica dejar  de resistir que las cosas o las personas no sean como nos gustarían que fueran. 
 Empezar a comprender que más allá de nuestros conceptos existen otros más, inclusos  muchos de ellos, tienen su realidad propia aunque nosotros no estemos de acuerdo con ellos;  es renunciar a la idea de que las cosas que pensamos son “así” por el sólo hecho de coincidir  con unos tantos que piensan igual que nosotros mismos.
 Es  empezarnos hacernos cargo de la “yuxtaposición” que incluye y no del “pero” que invalida.  Es aprender a reconocer que aun cuando nuestra ideas sean maravillosas, existen otras;  múltiples miradas; y pensamientos que tiene valor por el mero hecho de existir.


Algunas formas de conectar con la madurez
  • Soltar la creencia de que los valores son universales, entender que para cada persona una misma palabra implica desde sus propias experiencias diferentes interpretaciones.
  • Aceptar la relatividad de las cosas, lo contrario también existe.
  • Alejarnos de la frustración cuando las personas o las cosas no responden o suceden del modo deseado.
  • Liberarnos de la queja, cada quién tiene el derecho de actuar como lo desee, y si eso no te gusta, tú tienes el derecho de cambiar de rumbo.
  • Busca la pro-actividad, subordina el impulso a los valores, la mayoría del tiempo estamos en el pasado, por lo tanto lo que te duele ahora, no es del presente, es el recuerdo de lo que sucedió. Capta que tu realidad es subjetiva, y responde creando desde el presente.
  • Reconoce la posibilidad de que hay personas que no tienen tus mismas habilidades ni deseos de progresar, ni siquiera inquietud de hacer algo por sus vidas, y deja de pelearte con ello.
  • Equivócate las veces que sean necesarias para bendecir el poder de reconocer tus fracasos.
  • Toma conciencia que no estás en la tierra para ser aprobado o reconocidos por todos.
  • Ámate a ti mismo, nadie hará ese trabajo por ti porque no le compete.
  • Integra todo tu ser, lo que te agrada y desagrada, y aún así con ello observa que igual puedes hacer cosas positivas por los demás y por ti.
                                                                                                                                     Chuchi González



1 de octubre de 2013

El apego: cuando te pones la soga al cuello



A mayor números rojos en nuestras cuentas personales, mayores apegos tendremos, es que el “apego” afectivo funciona como un bastón en el que nos apoyamos para alcanzar lo que nos falta.
¿Qué es el apego? Una vinculación mental emocional obsesiva originada en la creencia irracional de que ese vínculo ( sea con personas u objetos) proveerá de forma única y permanente placer, autorrealización y seguridad.
Por lo tanto el apego nos lleva a la “dependencia”, a la acción “de pender de otros”, de “estar colgados” – como diría una vedette argentina “ a vivir colgados de las tetas” de la otredad con la estúpida idea de que lo que no tenemos o lo que no logramos por nuestros medios o esfuerzos; ese otro lo proveerá. 













En el apego, nos paramos en una extensión de la guarda tutelar materna/paterna. Siempre encontramos otros que “nos protegerán” “ velarán por nuestro bien” “cuidarán de nuestra existencia” y lo único que tendremos que hacer es “recordarles cabalmente que ahí estamos a través de las demandas”.
Vivir apegados es vivir esclavos, pues nuestra razón de ser es la existencia de esa fuente de apego.  Podemos apegarnos a todo o a cualquier cosa. A todo aquello que sin su existir ponemos en tela de juicio nuestra existencia o porvenir.
El apego enferma, oscurece, martiriza. Nos resta energía, bienestar, y causa angustia y ansiedad. Porque cuando más nos interesa algo, mayor es el miedo a perderlo.
¿Cómo surge el apego? Surge culturalmente de la idea inculcada que sin este o esta o aquello no podremos vivir.
En esa fantasía de que sin algo exterior o externo a nosotros mismos, no podremos seguir adelante.
Esa falacia dependiente, ha servido para que muchas industrias se vuelvan millonarias, y nosotros, lo seres humanos miserables en nuestras vidas.
Para ser feliz la publicidad dice susurrándonos al oído que hay que ser delgados, jóvenes, bellos, con techo y auto propio, un buen empleo, ropa de marca, entre otros requisitos.
Y ahí vamos comprando esa mierda, y luchando por adquirir el paraíso, y cuando estamos cerca siempre surge algo más.
Creemos que sin celular no podríamos vivir ¿ y cómo hacíamos antes de que existieran? ¿Cuántas gentes se desesperan si no hay wifi/ internet  en el lugar en el que se encuentran? ¿Cuántas otras si no son aplaudidas, ovacionadas o reconocidas se desmoralizan?












La presunción de ser amados y aceptados por todos, nos ubica en el binomio fatal: TODO O NADA.
Sin embargo lo que piensas es pura basura, claro que puedes vivir y hasta ser feliz con o sin pareja, con o sin esos zapatos, con o sin el trabajo de tus sueños. Tu puedes ser feliz con tus necesidades primarias satisfechas, porque es lo único que necesitas. Lo otro es RELLENO, y claro… puedes preferir “llenarte de relleno” y ojalá que puedas y – mucho- pero a sabiendas de que si no está: NO PASA NADA.  Tu seguirás siendo tu.
La clave del desapego está en la libertad. En la posibilidad de ver que sin eso que prefieres, igual vives. Para que haya amor, tiene que haber necesariamente libertad.
Amor y libertad van de la mano. Pues la libertad es el ejercer tu poder de elección, de elegir lo que quieres o no quieres en tu vida.
El desapego no es la indiferencia, la frialdad, o el individualismo hermético, todo esto es otra cosa, pero no es desapego.
Desapego es independencia psicológica. Es encontrarle sentido a la nuestra vida con o sin. Cuando el tener o no tener no acaba con tu vida, aunque te duela.

Chuchi González
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21 de septiembre de 2013

¿Qué nos frena a vivir completos?



















¿Te has dado cuenta que muchas veces tienes todos los elementos para fabricar la vida que quieres en tus manos y de la nada te saboteas?
¿Qué te encuentras tantas otras veces buscando la quinta pata al gato cuando ya sabes de antemano que solo tiene 4?
¿Por qué boicoteas constantemente tu éxito? ¿Por qué buscas desesperadamente caer en el fracaso?
A primera vista, podría decir que ningún ser humano desearía crear para si un “mal”, más sin embargo en los “papeles” muchos se viven día a día en malestar.
¿Qué es lo que nos lleva a lastimarnos a pensar y sostener de forma errada ese no merecimiento? Las creencias irracionales. ¿Qué son? Las productoras de tu malestar.
Creencias irracionales es un  término acuñado por Albert Ellis creador de la Terapia Racional Emotiva y se refiere al sistema de creencias falsas, inútiles y generadoras de una distorsión que opera en el pensamiento racional y en el funcionamiento a nivel social, familiar y laboral.















Son ideas que tenemos acerca de nosotros mismos o del mundo que provocan en nosotros una emoción negativa exagerada y catastrófica, proveniente de nuestra manera de evaluar lo que nos sucede.
Cuando vemos la vida en extremos, sin gama de posibilidades, las que cosas que acontecen son Terribles o Geniales. Y esta mirada nos resta oportunidades de disfrute.
Si esto que sucedió es TERRIBLE genero pensamientos que me dicen “ No lo puedo soportar” “Nunca podré ser feliz” “No tengo suerte” “ No debería haber sucedido”, conversaciones internas que acarrean angustia o ansiedad.
¿Qué creencias irracionales sostienes y las vives como verdades absolutas e irrefutables?
¿Sobre que terribilizas? ¿Sobre el pasado o lo que aún no acontece?
Muchas veces los seres humanos tendemos a comparar lo conocido con lo nuevo, para sentir certeza de lo que vivimos pero si lo conocido fue desgarrador o nefasto intentaremos evidencias de que tenemos razón para dudar y no entregarnos. Esa comparación es una premisa falsa, buscamos que se repita lo bueno o lo malo, en lugar de simplemente estar presentes en lo que está sucediendo.


Chuchi González
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3 de junio de 2013

Agradar a Dios



Ayer fui a misa y el cura hablo acerca de la posibilidad que tenemos los seres humanos de agradar a Dios o a los hombres. Indagó acerca de la elección de los presentes – que tal vez avergonzados- murmuraban pretendiendo darle la razón al eclesiástico en relación de que la mayoría de la gente busca agradar a los hombres para ser aceptados y queridos.  Me quedé pensando y observe como este tópico esta relacionado con la pro-actividad un valor casi desnutrido en nuestro tiempo.
Agradar a Dios, desde una óptica laica o de desarrollo personal es equivalente a agradarse a “uno mismo” vs “ aprobación pública”.

Esta última intención no siempre logra “agradar a los otros” pero en la urgencia de pertenecer a la masa muchas veces las personas actúan, dicen, se muestran, expresan, y visten conforme a lo que lo otros dicen que es lo CORRECTO.
Aún cuando no estén a gusto o feliz con esas elecciones vagan por la vida creyendo que ese camino es el más óptimo para ser admirados, respetados y por que no “amados”.
Pensaba mientras estaba en la iglesia ¿ Cuántos de estos rezan con fe encendida en el ojal del corazón? ¿ Cuántos otros solo están acá para decir “fuimos a misa”?



Vivir para agradarnos es vivir parados en un contexto de amor propio que nos permite conocernos y reconocer nuestras limitaciones y capacidades; propone la invitación a desarrollar la gratitud en virtud de lo abundante que somos – más allá de lo que nos falte – aún así podemos ser: FELICES. Es sabernos portadores de una herramienta maravillosa: la capacidad de elegir y a sabiendas – parafraseando a Borges – de tener la maldad de la espadas y la belleza de la sonrisa; elegir sonreír. Responder con actitud positiva, crear ambientes positivos, diseñar creencias poderosas.


¿Y tu a quién agradas?

Chuchi González

29 de marzo de 2012

Costumbres Cotidianas


Y nos acostumbramos. Aunque resisto la idea. Somos aparatos costumbristas. Me acostumbro, te acostumbras, nos acostumbramos. A lo bueno. A lo malo. A lógico. A lo ilógico. Con un halo de mustia tristeza envejeciendo el alma y desde ahí miramos con el río en los ojos contenido, silbando la canción de la resignación, que en el estribillo repite como el eco de la soledad: “ que se le va a hacer” “ que se le va a hacer”
Nos acostumbramos a la injusticia, y a las desgracias con suerte.
Nos acostumbramos a la injuria y a las buenas lenguas que no hacen nada.
Nos acostumbramos al robo, al hurto y a la buenas intenciones que sólo quedan en eso.
Nos acostumbramos al que jura lealtad con los dedos cruzados y por el espejo lo vemos.
Nos acostumbramos a las arrugas y a comprar cremas para no usarlas.
Nos acostumbramos al desamor y a la victoria de la soledad.
Nos acostumbramos a la corrupción y a urdir formas de fomentarla.
Nos acostumbramos a lo que pensamos que no nos acostumbraríamos y redoblamos la apuesta. 
Nos acostumbramos al bullicio de la nada y a no escuchar nuestro corazón.
Nos acostumbramos a no enfrentar lo que nos sucede y a mirar televisión para dar por terminados pleitos.
Nos acostumbramos al maltrato y a maltratar – nos -
Nos acostumbramos a que nuestros cuerpos cedan formas y excedan espacios.
Nos acostumbramos a la muerte de los seres queridos y a lo que muere en nosotros cada día.
Y cuando hablo de “acostumbrarnos” no me refiero a “ aceptarlo”, sino a esa forma de andar por la vida con la piedra en el zapato, sintiendo ese picazón en la espalda y no hacer nada para estirar los brazos; o creer que no podemos hacer nada, o saber que nuestros brazos son demasiados o el prurito está demasiado lejos.
Porque “acostumbrarnos” es algo así como un “ mmmm…puta” y seguir… y aceptar es  entender y comprender que sucede o que sucedió, que pertenece a nuestra historia, aún cuando no nos guste, pero no lo escondemos debajo de la alfombra, no lo rumeamos; sino que que lo observamos y nos dejamos fluir; porque resistirlo no tiene sentido. Pero siendo sinceros, ¿ cuántas cosas no tienen sentido?
Nos habituamos. Por ende nos familiarizamos con el entorno, con lo que se acontece, con lo que generamos.
Aceptar es  aprobación; pero no en la acepción de “bien” “de pulgar hacia arriba” o del corriente “ Me gusta” sino aprobación como asentimiento, tolerancia.
Grandes ventajas encontraríamos si día con día podríamos reubicar nuestros pensamientos. Si a esos que padecen la tierra y las polillas del acostumbramiento, los bajáramos a la aceptación; seguramente los podríamos reutilizar.
Chuchi González

22 de marzo de 2011

Co-dependencia y el arte de pender de algo o alguien

La codependencia emocional es una enfermedad que se caracteriza por la pérdida de la identidad. El co-dependiente se encuentra alejado de sus propios deseos, sentimientos y pensamientos. Y encuentra satisfacción fuera de sí mismo, en la experiencia con el exterior. Según el autor John Bradshaw – en su libro- “Volver a la niñez”; un adulto co-dependiente es un adulto que de pequeño no fue satisfecho en sus necesidades; y por lo tanto no sabe quién es. Es un ser que está pendiente y pendiendo de un otro, de una situación o un objeto.
Siguiendo la línea de pensamiento del auto citado; si de “niño” mis reales necesidades no fueron resueltas; es cuenta pendiente se arrastra a la adultez con conductas que en muchas ocasiones sabotea nuestro presente.
La co-dependencia surge en ambientes familiares violentos, agresivos, en dónde imperan las situaciones tensas, estresantes, violaciones a los códigos morales, abusos de diferentes índole, maltratos.
El niño que ha crecido en un ambiente familiar enfermo, lejos de poder crear una vida interior plena, debe atender las necesidades de este entorno, y olvidarse de resolver lo propio.
De esta forma el adulto co-dependiente no sabe “ocupar su lugar” ni “ocuparse de sí mismo” atiende las urgencias y carencias de los demás; pero si se mira al espejo, nada ve reflejado. No tiene conciencia de quién es. Sin la satisfacción de sus primarias necesidades no ha logrado formar un YO SOY.
Si pensamos en adicciones, y comprendemos que en la adicción hay una relación patológica con algo que altera nuestro humor; nos daremos cuenta, que ser co-dependiente es ser adicto también. Y qué se puede ser adicto a cualquier cosa, incluso al amor.
A veces resulta de un romanticismo exquisito ser adicto al amor; sin embargo, lejos está de ser una situación sana. Ver, mirar, respirar a través del otro,¡ qué demencia!, eso de no poder vivir sin el otro ¡qué locura!; se nos ha enseñando tanto a “depender” de los vínculos amorosos, que cuando no los tenemos nos sentimos ajenos a nosotros mismos; sin el otro, no sabemos quienes somos.
Las personas que padecen algún tipo de co-dependencia suelen tener el síndrome de la víctima. Bajo este panorama el co-dependiente es alguien que está paralizado, que es reactivo, que no crea, que es repetitivo, que no genera. Su postura es la inocencia, su conversación tranquilizantes es “yo no fui”, pero pagan precios muy altos por su impotencia. Creen que en todo lo que ocurren nada tienen que ver, no son protagonistas, sino mero espectadores; no forman parte ni del problema ni de la solución, no son fuente ni causa; sólo esperan, arrebatan, toman todo aquello que creen en su interior no pueden crear.
Pender, oscilar, estar colgado, ser clavel del aire, volar en los cielos del otro, subirme a su lomo, andar y no tener sombra, creer que contigo soy y sin ti no existo.
Chuchi González