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1 de octubre de 2013

El apego: cuando te pones la soga al cuello



A mayor números rojos en nuestras cuentas personales, mayores apegos tendremos, es que el “apego” afectivo funciona como un bastón en el que nos apoyamos para alcanzar lo que nos falta.
¿Qué es el apego? Una vinculación mental emocional obsesiva originada en la creencia irracional de que ese vínculo ( sea con personas u objetos) proveerá de forma única y permanente placer, autorrealización y seguridad.
Por lo tanto el apego nos lleva a la “dependencia”, a la acción “de pender de otros”, de “estar colgados” – como diría una vedette argentina “ a vivir colgados de las tetas” de la otredad con la estúpida idea de que lo que no tenemos o lo que no logramos por nuestros medios o esfuerzos; ese otro lo proveerá. 













En el apego, nos paramos en una extensión de la guarda tutelar materna/paterna. Siempre encontramos otros que “nos protegerán” “ velarán por nuestro bien” “cuidarán de nuestra existencia” y lo único que tendremos que hacer es “recordarles cabalmente que ahí estamos a través de las demandas”.
Vivir apegados es vivir esclavos, pues nuestra razón de ser es la existencia de esa fuente de apego.  Podemos apegarnos a todo o a cualquier cosa. A todo aquello que sin su existir ponemos en tela de juicio nuestra existencia o porvenir.
El apego enferma, oscurece, martiriza. Nos resta energía, bienestar, y causa angustia y ansiedad. Porque cuando más nos interesa algo, mayor es el miedo a perderlo.
¿Cómo surge el apego? Surge culturalmente de la idea inculcada que sin este o esta o aquello no podremos vivir.
En esa fantasía de que sin algo exterior o externo a nosotros mismos, no podremos seguir adelante.
Esa falacia dependiente, ha servido para que muchas industrias se vuelvan millonarias, y nosotros, lo seres humanos miserables en nuestras vidas.
Para ser feliz la publicidad dice susurrándonos al oído que hay que ser delgados, jóvenes, bellos, con techo y auto propio, un buen empleo, ropa de marca, entre otros requisitos.
Y ahí vamos comprando esa mierda, y luchando por adquirir el paraíso, y cuando estamos cerca siempre surge algo más.
Creemos que sin celular no podríamos vivir ¿ y cómo hacíamos antes de que existieran? ¿Cuántas gentes se desesperan si no hay wifi/ internet  en el lugar en el que se encuentran? ¿Cuántas otras si no son aplaudidas, ovacionadas o reconocidas se desmoralizan?












La presunción de ser amados y aceptados por todos, nos ubica en el binomio fatal: TODO O NADA.
Sin embargo lo que piensas es pura basura, claro que puedes vivir y hasta ser feliz con o sin pareja, con o sin esos zapatos, con o sin el trabajo de tus sueños. Tu puedes ser feliz con tus necesidades primarias satisfechas, porque es lo único que necesitas. Lo otro es RELLENO, y claro… puedes preferir “llenarte de relleno” y ojalá que puedas y – mucho- pero a sabiendas de que si no está: NO PASA NADA.  Tu seguirás siendo tu.
La clave del desapego está en la libertad. En la posibilidad de ver que sin eso que prefieres, igual vives. Para que haya amor, tiene que haber necesariamente libertad.
Amor y libertad van de la mano. Pues la libertad es el ejercer tu poder de elección, de elegir lo que quieres o no quieres en tu vida.
El desapego no es la indiferencia, la frialdad, o el individualismo hermético, todo esto es otra cosa, pero no es desapego.
Desapego es independencia psicológica. Es encontrarle sentido a la nuestra vida con o sin. Cuando el tener o no tener no acaba con tu vida, aunque te duela.

Chuchi González
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12 de septiembre de 2013

“Los debería” de cada día

















Así como cuando cargamos durante todo el día con zapatos que nos hacen doler los pies, que sólo advertimos el dolor cuando nos los quitamos, así nos acostumbramos  a andar por la vida, acumulando cosas que no nos gustan, esquivándolas, u ocultándolas para no verlas y  hasta dejar por fin un día de recordarlas.
Sin embargo, todo esfuerzo por el tan largo olvido es vano; lo desagradable sigue ahí: latente y nutrido para confrontarnos.
Quitarnos la venda de los ojos, nos permite acceder a un mundo que desconocíamos, porque estuvimos ocupados tratando de lograr desde la terquedad de nuestro observador que las cosas sucedieran tal o cual lo pensamos o planeamos.
Nos hundimos en el famoso “deberías tú” “debería yo” “deberían ellos” del perfeccionismo exacerbado propio de la esclavitud emocional. Y Colmados de “debería/s” organizamos el mapa mental del mundo.
¿Cuántos “deberías” incumplidos cargas en tu espaldas? ¿Por cuántos “deberías” no satisfechos rompiste relaciones o perdiste oportunidades?
En la raíz propia de la palabra “debería” está el “deber de actuar de tal manera”, de una sola, es una mirada unilateral.















Es la obligación impuesta, la pauta mental rígida que nos indica que las cosas son- SOLO-  de ese modo.
“Los debería” nos impulsan desde la imposición y no desde la preferencia.
Si vives desde “ los deberías” pierdes flexibilidad, capacidad de adaptación pero sobre todo anidas en la creencia de que lo que vienes haciendo “está mal”.
Si crees que “deberías ponerte a dieta” es porque tu juez interno te dice “comes demasiado, no te cuidas, tu cuerpo se ve deformado” por ende debería ponerte a dieta.
Erradicar las exigencias por las preferencias te ayudará a crear el cambio que estás buscando en tu vida.
Cuando vives desde la preferencia pones énfasis en tu poder de elección, en tu capacidad de dictar tus propias normas, de discernir lo que es bueno o no para ti.
“Preferiría tal cosa, pero si no lo logro igual puedo seguir con mi vida en cambio cuando debería alcanzar tal meta, si no lo obtengo me castigo”



Chuchi González
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14 de mayo de 2013

Armando una maleta

Imagina que hoy te vas de viaje. Tu vida es la maleta. El destino es la vida misma, la vida que deseas construir, crear, encausar y generar. Cierra tus ojos. Y créala. Ahora observa que hay en tu equipaje. ¿Qué cosas sobran? ¿Qué cosas hay de más? ¿Qué falta? ¿Qué le agregarías?
Ahora bien, toma una pluma y apunta algunos tips que harán de tu viaje el más inolvidable de todos.
¿Estás dispuest0?
  • Libera tus emociones
  • Disfruta cada día
  • Siente la vida correr por tu vida
  • Sorpréndete de las pequeñas cosas
  • Muévete al ritmo de tu corazón
  • Escucha tu interior
  • Cultiva tu seguridad
  • Goza de tus actividades
  • Conéctate con tu niña/o interior
  • Habla con amor
  • Mira a tu alrededor con empatía
  • Descansa, pero no olvides de despertar tus sueños
  • Ama inmensamente
  • Amate de la misma forma en que te gustaría que te amen
  • Repasa los riesgos que tomas cada mañana
  • Redobla la apuesta
  • Reflexiona acerca de tus relaciones
  • Seduce al mundo con tu encanto interno
  • Cuida a tu cuerpo
  • Valora quién eres
Fuente
http://www.supermujer.com.mx/bienestar/crecimiento-interior/armando-una-maleta.html

By Chuchi González

19 de abril de 2012

La no correspondencia del amor

“Terminó aquella noche, con la savia anhelada de los besos que no llegaron. La vida es una mujer caprichosa y escurridiza. Su mirada no coincide con la mía, yo busco otra. Una nueva, una que me esquiva”. En el universo de la literatura y la vida misma, hay infinidades de amor nos correspondidos. A esta altura en cualquier farmacia debería existir un medicamento que borre el tormento de no ser objeto del amor, de ese que deseamos. Parece implacable soportar el desinterés de quién pretendemos para nuestra vida. Insinuamos creer que es el predilecto, el definitivo, que el aire sin su sutil presencia parece viciado. Y nos enredamos en esperas vanas…
 “El árbol seco no cobija, el grillo canta monocorde,  La estéril piedra no mana agua. Sólo hay sombra bajo esta roca roja.”
( T.S. ELIOT fragmento extraído del poema TIERRA BALDÍA)

Preguntas retóricas taladran nuestras mentes; pesadillas de soledades ambiguas, y el aliento del cálido encuentro que es la nada nos condena. ¿Por qué no somos correspondimos? ¿Importa acaso? ¿No sería mucho más producente atrevernos a indagar en nuestra historia personal la elección de los amores, las conductas de los sujetos pretendidos, nuestra relación con el amor y sus creencias? Cuando no hay correspondencia en el amor, el rechazo repercute directamente en el narcicismo de quién no “obtiene” a quién “desea”. Y esto desata una competencia más seductora que el amor mismo. Mujeres, hombres; que continuamente “se enamoran” de otros que ya están comprometidos, de imposibles, de errantes; en definitiva; sólo buscan: permanecer solos. Rehúyen al vínculo, a la reciprocidad. Su afán está en la competencia, en el reto, en conseguir la figurita difícil, a sabiendas que no es posible. En caso de serlo, todo carecerá de sentido. El que busca el amor imposible, busca la no consumación del deseo. A veces ese “virus” del desamor alimenta nuestras cárceles mentales, sostienen los paradigmas que ante las relaciones de pareja tenemos; como el hecho de creer que amar es sufrir. Muchas veces ese buscar para no encontrar, es la clave de la “no correspondencia”; queremos amar pero tenemos miedo a ser lastimado, olvidados y rechazados. Y elegimos desde el tener razón que nadie nos querrá o se jugará por nosotros.
Aunque es indefectible que muchas veces, elegimos desde el deseo de compartirnos con otros, y simplemente…  para la próxima más suerte… “ese otro no se interesa en nosotros”… pero eso no es motivo de suicidio legal. El amor es una experiencia transformadora.
“ Y deseo que tu piel se instale en la mía, juegue a las escondidas cerrando mis ojos… y que al amanecer me digas una y otra vez: SÍ!”
Chuchi González