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21 de septiembre de 2013

¿Qué nos frena a vivir completos?



















¿Te has dado cuenta que muchas veces tienes todos los elementos para fabricar la vida que quieres en tus manos y de la nada te saboteas?
¿Qué te encuentras tantas otras veces buscando la quinta pata al gato cuando ya sabes de antemano que solo tiene 4?
¿Por qué boicoteas constantemente tu éxito? ¿Por qué buscas desesperadamente caer en el fracaso?
A primera vista, podría decir que ningún ser humano desearía crear para si un “mal”, más sin embargo en los “papeles” muchos se viven día a día en malestar.
¿Qué es lo que nos lleva a lastimarnos a pensar y sostener de forma errada ese no merecimiento? Las creencias irracionales. ¿Qué son? Las productoras de tu malestar.
Creencias irracionales es un  término acuñado por Albert Ellis creador de la Terapia Racional Emotiva y se refiere al sistema de creencias falsas, inútiles y generadoras de una distorsión que opera en el pensamiento racional y en el funcionamiento a nivel social, familiar y laboral.















Son ideas que tenemos acerca de nosotros mismos o del mundo que provocan en nosotros una emoción negativa exagerada y catastrófica, proveniente de nuestra manera de evaluar lo que nos sucede.
Cuando vemos la vida en extremos, sin gama de posibilidades, las que cosas que acontecen son Terribles o Geniales. Y esta mirada nos resta oportunidades de disfrute.
Si esto que sucedió es TERRIBLE genero pensamientos que me dicen “ No lo puedo soportar” “Nunca podré ser feliz” “No tengo suerte” “ No debería haber sucedido”, conversaciones internas que acarrean angustia o ansiedad.
¿Qué creencias irracionales sostienes y las vives como verdades absolutas e irrefutables?
¿Sobre que terribilizas? ¿Sobre el pasado o lo que aún no acontece?
Muchas veces los seres humanos tendemos a comparar lo conocido con lo nuevo, para sentir certeza de lo que vivimos pero si lo conocido fue desgarrador o nefasto intentaremos evidencias de que tenemos razón para dudar y no entregarnos. Esa comparación es una premisa falsa, buscamos que se repita lo bueno o lo malo, en lugar de simplemente estar presentes en lo que está sucediendo.


Chuchi González
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12 de agosto de 2013

Préstamos Personales a bajo interés
















Todos lo sabemos, pero pocos o poquísimos, lo ponemos en práctica. La necedad humana de no hacer lo que sabemos es una constante. A veces parece una burla, un chascarrillo que queremos meterle al destino, pero sin dudas es una manifestación irrespetuosa de todos nuestros miedos.
Vivimos arraigados a todo lo que podemos para convencernos de la eternidad de lo que caduca. La sapiencia de la mortalidad está presente en todas las situaciones cotidianas, pero giramos la cabeza hacia otro lado para no ver.
Todo concluye.
Todo expira.
Todo muere.
y todo nos incluye.
Hace días le dije a mi madre “quiero tener algo mío” y ella con sabiduría dijo “ todo es un préstamo”
La ilusión de lo propio no enceguece y nos hace pagar altos precios emocionales.
Por creer que lo mío es mío nos codeamos con los celos, la paranoia, la necesidad de aprobación, la frustración, el miedo al rechazo, al fracaso, la humillación, la falta de auto- dignidad sólo por mencionar algunos.

A veces por determinadas vivencias o por los años que vamos sumando caemos en esa búsqueda imperiosa de tener, de crear “ propiedad” y sin darnos cuenta nos enlazamos la soga al cuello.
En palabras de Jorge Bucay en su libro “De la Ignorancia a la Sabiduría” extraigo… “ Cualquier cosa que posea, si me importa demasiado tenerla, terminará poseyéndome a mí, porque mi interés desarrollará el miedo a que pueda perderla.”
Nada de lo que tenemos nos pertenece. Nada.
¿Cómo escapar a esa fantasía de lo propio?
















Todo está de paso en nuestra vida.
Yo sé que lo sabemos. Pero lo vivimos desde otro espacio. Desde otra mirada.
Aparece lo “nuestro” o “ lo mío”
Dice un refrán: “Lo regalado no se devuelve”. Pero nuestra vida es un “préstamo” por eso siempre llega en cualquier momento el cobrador y nos la arrebata.
Si pudiéramos atrevernos al reto de entender, comprender y aceptar que todo es un préstamo, los intereses serían bajos.
Pues se trataría de vivir en el aquí y ahora ( frase trillada), lo que implicaría dejar de protegernos el alma, el cuerpo con parches defensivos elaborados con creencias obsoletas.
Y ¿ si no me dice tal cosa? y ¿ si sucede esta otra?  y ¿ si dentro de tres años no puedo…?
El deseo de no sufrir nos hace irremediablemente sufrir. Pues en lugar de disfrutar de lo que ahora tenemos, siendo este “ra” lo único que poseemos, creemos tener la posibilidad de ver una película que ni siquiera se ha filmado: el futuro, simplemente en base a lo que nos sucedió.

Soltar es el desafío…
Soltar creencias limitantes porque obstruyen el camino
Soltar creencias poderosas porque te seducen con una seguridad que no existe
Soltar la idea de un futuro porque sólo estamos parados en el presente
Soltar los sin sabores del pasado porque no se pueden modificar
Soltar la sonrisa espontanea y el llanto atragantado para que la vida se mete en cada rendija de tu ser y fluya
Soltar la repetición automática de los juicios
Soltar el prejuicio
Soltar el juicio y atreverse a la locura
Soltar el amor a bocanadas gigantesca, no te reserves nada, tal vez no tengas oportunidad de entregarlo luego

y paradójicamente cuando aprendemos a desapegarnos de las cosas las disfrutamos mucho más.
¿De qué cosas o creencias te cuesta desapegarte?


                                                                                                                                        Chuchi González
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17 de julio de 2013

Las mujeres tienen la culpa.

adan_y_eva_Fernando_Botero_thumb[2][1]¿Sabías que desde que Adán fue expulsado del paraíso, las mujeres tenemos la culpa de todo lo que ocurre en el mundo?




Quizás te suene un tanto ridículo pero es la explicación que podemos darle a la actitud de nuestros hombres cuando salen a la defensiva y no se hacen cargo de lo que les ocupa. Es que en aquel momento Adán al ser confrontado por Dios por haber comido del árbol prohibido, respondió: Fue la mujer que tu me diste.
Pero ¿Qué es y para que sirve la culpa? La culpa es una forma inventada de sacarnos de encima algo que nos corresponde pero de lo que no queremos tener propiedad utilizando métodos como: “la inocencia y su monólogo tranquilizador “yo no fui”, mirar para otro lado o la técnica de hacernos el perro pelotudo, o la gran puesta en escena de Boluda total cuya herramienta fundamental es la negación o el evitar .
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Cuál pelusa conflictiva buscamos arrancarla de nosotros y pasarla – como el juego de la popa- a un ser que tenemos cerca y del cuál estamos seguros de su amor.
Esto último es fundamental en el proceso de “la tengo y  te la paso” puesto que la seguridad de que no se perderá el vínculo, que equivale al famoso “no pasa nada” es vital para el traslado de la estafeta.
Pero… ¿qué hacemos las mujeres con el regalito? 
Nosotras también dijimos “pica” o “ piedra libre” o “yo no la tengo”… Eva sonrojada dijo: la serpiente me convenció! … y pregunto: ¿cuántas veces la serpiente te ha convencido ?
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Lo cierto es que si de nadie es la culpa, entonces es culpa de todos. La pelusita molesta, se empieza a convertir en una madeja de disculpas, daños, prejuicios, y crímenes por pagar.
Nos pasamos la pelota porque somos unos árbitros muy elocuentes a la hora de devaluar o juzgar en forma negativa a los otros. Y al final del camino si la culpa es de otro, uno se siente mejor.  Y ¿Si es nuestra? ¿Por qué nos duele tanto?
Para Kant la culpa no es nada más ni nada menos  que “ una transgresión involuntaria pero imputable” – un sin querer pero con precios a pagar.
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Y toda transgresión es una falta, moralmente estamos adiestrados a “ser perfectos” y molesta mucho darnos cuenta  de que esa seuda-perfección no es más que una exigencia impuesta por la sociedad. ¿Cuál es el remedio a este  juego? Vivirnos en la responsabilidad.
Concedernos el permiso de equivocarnos, de aceptarlo y resarcir.  Pero por sobre todo expandir el concepto a la idea de ser responsables de todas las elecciones que tomamos en nuestras vidas. Comprender que  cada camino  que elegimos genera una respuesta, una consecuencia, y que nuestra habilidad de “responder” habilita nuestro crecimiento personal.
Chuchi González
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30 de abril de 2013

¿Para qué trabajamos?

 

para-que-trabajamos
“Aquel que no realiza su trabajo
con amor y pasión,
es un desempleado”
La mayoría de los adultos que trabajan cada día salen de sus casas rumbo a sus compromisos laborales; los ejecutan, y regresan; tal vez sin preguntarse ¿Para qué trabajar? ¿Para qué lo hacemos? ¿Qué sentido tiene? Y aunque la respuesta a simple vista resulta obvia; todos trabajamos para algo. Pero ¿para qué?
Muchos para satisfacer sus necesidades de alimento y vestido; otros para mantenerse ocupados, activos, en movimiento; y habrá quienes lo hacen para “cumplir” con lo que se considera correcto por la sociedad; o para “no ser un vago”. Lo cierto es que todos tenemos una motivación.
Sin embargo, muchos de nosotros ignoramos cuál es el motor que nos impulsa a trabajar; caemos en la errónea creencia de que lo hacemos porque no podemos elegir otra cosa. De alguna u otra forma, creemos que trabajamos porque es una obligación; que no pudimos elegir la actividad, que tal vez de poder hacerlo no trabajaríamos.
Algunos estudiosos de las etimologías de las palabras sostienen que el origen del vocablo “trabajo” es confuso, y que se le suele asociar con el término latino “tripallium” que significa especie de yugo, hecho de tres palos en el que se amarraba a los esclavos.
Muy a pesar de ello, el vínculo entre tripallium y trabajo no es “pegar” sino “sufrir”.
En nuestros días quién tiene mucho trabajo “sufre”, quién trabaja lejos de la casa “sufre”, quién tiene el trabajo en la casa “sufre” y quién no tiene trabajo “sufre”.
El trabajo y el sufrimiento parecen ir de la mano. Pero ¿por qué asignamos al trabajo esta connotación negativa? ¿Por qué no lo relacionamos con dignidad o reconocimiento o productividad?
Desde su origen la palabra se fecunda en el tiempo en que la mayoría de quienes trabajaban lo hacían en el campo y esa labor implicaba dolor físico, cansancio muscular quedar exhaustos; de ahí deriva su perfil atormentado.
Pero si reflexionamos sobre la acción que llevamos delante cada día; y comenzamos a elegirla, es decir a tomar conciencia de que ella es el puente a nuestros sueños, proyectos y deseos; si la desdramatizamos; si nos ubicamos frente a ella desde un poder creador; su significado será re-diseñado y nos abrirá horizontes.
En la actualidad, hablar de calidad de vida es hablar de calidad de trabajo, buscar y aspirar la excelencia en el trabajo nos hace convertir en una mejor versión de nosotros mismos como personas; y por ende, nuestros resultados serán una mejor versión de los anteriores.
El trabajo crea una estructura de identidad personal y social; que nos habilita para el progreso individual pero también nos permite la identificación social.
Elegir a conciencia nuestro TRABAJO es impulsar un motor de contingencias positivas para nuestra vida y entorno.
Y tú ¿Qué ves cuando llegas a tu oficina?
Depende de la respuesta, tendrás un día hermoso o uno igual que siempre.
Fuente: http://www.supermujer.com.mx/Profesion/Trabajo/Para-que-trabajamos.html
Chuchi González

15 de enero de 2013

La orden del día…

El menú de cada día se nos hace rutinario… comemos las mismas emociones, repetimos incluso las que no nos agradan… cada noche eructamos los desacuerdos, los malestares y el arrepentimiento. Nos llenamos de gases que guardan rencor, resentimiento y la náusea de no saber ¿ el para qué de la vida? va y viene dejando angustia en el alma.
¿Entonces?… ¿ Te atreves a cambiar de dieta? … ¿ A hacer un sacrificio por esa vida que anhelas?…Es simple… no compliques las cosas… lo único que requiero de tí… es que des tu cien, tu extra, tu máximo, el cien por ciento de las veces. Porque la mezquindad en la que te has subsumido abarca todas las áreas de tu vida…Besa más, triplica el contacto físico… acércate a los que amas y diles – aunque ya lo sepan – que los quiere… nada más que un poco de saliva gastarás y a cambio, un cóctel sabroso de hormonas como la endorfina y la oxitocina te pintarán una sonrisa en el corazón.

Busca y encuentra tu forma de dar y darte lo mejor de lo mejor para ti y par tu entorno, no importa si hace frío o calor, si tu equipo perdió el campeonato o si la flojera ha invadido tu cuerpo; tu eres responsable siempre de elegir que emociones tragar… entonces elige bien… dar es una acción que neutraliza el egoísmo, y por ende… desinflamas tus limitaciones. Expresa tus emociones positivas… las negativas te las guardas en la parte posterior de tu camino… hasta que se transformen en materia para desechar… no acumules berrinches, ni odios… actualiza tu cerebro… formatea tu manera de mirar el mundo… cambia tu chip en tu forma de vincularte… nadie es responsable de lo que has sentido… sólo tú… por eso puedes cambiar tu programa y poner uno que te relaje y te haga sentir la vida… Piensa en tus muertos… en que ellos no pueden saborear más una tarde de sol… o un poco de lluvia en el rostro… y en homenaje a los perdidos DISFRUTA…AGRADECE…BAILA CON LA VIDA… aún cuando a veces andes rengo … aún tienes todo para estar de pie….Piensa en dios… con el rostro, nombre, o forma que lo sientas… y descubre la grandeza de su creación… podría haberte pasado por alto… y sin embargo… aquí estás… ERES IMPORTANTE PARA EL…Goza, ríe, y ama…no hay otra razón fundamental para transitar la vida… y coincide contigo porque tú eres, la única verdad para tu corazón.

Chuchi González
(Si quieres contactarme puedes escribirme a chuchigonzalez@dhcrearte.com)

29 de febrero de 2012

Paradojas humanas


… y me dijo “ a pesar de  todas las cagadas que me mande no quiero perderte” – y descubrí entonces la paradoja existencial de la vida; la extraña idea de sostener que nada cambia, que todo se mantiene igual, como si fuésemos estáticos pasajeros de un viaje sin sentido.
Y yo respondí “ no sé si me vas a perder o no  ( sabiendo que no); tal vez no porque ya no soy la misma ( paradoja ya me perdió o ya me perdí o ya nos perdimos) o lo que es mejor aún tal vez hasta ya nos hemos encontrado.
Todo cambia tan vertiginosamente que casi ni nos damos cuenta, pero no somos los mismos que reímos, ni lo que callamos, todo se transforma en lo cotidiano.
La palabra dicha o mal dicha; la caricia guardada o arrepentida, el pensamiento mudo, la mentira impiadosa, todo nos inunda, y asecha y descompone en otros que antes del decir o el callar no éramos.
Es una gran paradoja humana el actuar – sin pensar o a sabiendas – y aún así “pretender” que las cosas sean las mismas. Porque aún sin actuar las cosas no son las mismas, el cambio nos acontece con consciencia o sin ella.
Todo el tiempo evolucionamos – aún cuando creamos que algunos involucionan- emerger o hundirnos en el hoyo y taparnos la cabeza con la mierda; también es avanzar un casillero. En la vida, retroceder también es avanzar. Perder un turno por reactivos, cómodos o conformistas, también es avanzar.
Porque todo lo que hacemos y lo que no hacemos, nos lleva hacia un destino; la dicha o la inconformidad.
Perder o no perder, no es la cuestión. Aceptar que el cambio es la realidad mutante, es de adultos.
Chuchi González