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21 de febrero de 2015

Por qué amar no siempre nos hace felices?



Por qué amar no siempre nos hace felices?

Y cuando ya no sucede así, hacemos algo para que vuelva a suceder, y lo logramos. Pero regresa un poco y se retira nuevamente. Y un día advertimos en el espejo una mancha que ensucia la mejilla, una lágrima entorpece el maquillaje.  ¿Qué pasó? ¿Qué no sucedió? ¿Demasiado hechizo? ¿Falta de patas de ranas? Si el amor es para ser feliz, ¿por qué no lo somos? Por el amor no es para ser feliz.
El amor es. La felicidad es. Nosotros somos. ¿Qué somos? Somos robots repitiendo las historias de los demás. Nos dicen que el amor lo es todo, y ahí vamos. No objetamos. No preguntamos. Sólo vamos. Si alguien nos sonríe y habla bonito, movemos la cola como los perros, sentimos “me quieren”, sin cuestionar, sin pensar que tal vez el otro sea simplemente amable o tenga un tic nervioso. Imposible ser felices con amar. No se puede ser lo que no somos por un acto exterior. No es el afuera el que modifica el interior. Eso es una forma arcaica de mirar. Es pararnos en la creencia de que somos un producto y no productores de las situaciones de nuestra vida.
No seremos felices en el amor, si antes no somos capaces de despertar, encender nuestra luz personal, hacemos las paces con nosotras mismas, y dejamos de inculpar a los demás por nuestra desesperanza.
Sé feliz sola, para ser feliz en pareja
Cuando seamos capaces de tomar nuestra mochila y mirar adentro, y sacar los trapitos sucios que guardamos, y preguntarnos “¿para qué?”, será cuando podamos respondernos, tomar el valor de tirarlos y tomar control de nuestra propia felicidad, pues amaremos a la principal persona que tenemos: a nosotras mismas.
Entonces no buscaremos a nadie para ser felices, pues ya lo seremos. El amor no tendrá que llegar a nuestras vidas para complementarnos, sino para compartir. Dejaremos la búsqueda confusa a la que nos lleva el apego, porque podremos amar con libertad, sin necesidad de despersonalizar al otro, ampliando la independencia personal y afectiva, soltando el tener razón.
Seremos plenas de ir al cine y llorar a moco tendido, aun cuando nuestro compañero esté dando una sinfonía de ronquidos, pues dejaremos de querer que las cosas sean de una forma, podremos estar abiertas a entender que lo que es profundo, emotivo y bello para mí, puede no serlo para otro, y aun así con eso no hay motivo para la guerra. Las peleas dejarán de ser un campo para demostrar lo acertado que somos, no habrá necesidad de explicar ninguna emoción o idea.
Podremos volar a la par de la pareja, no habrá pretensión de opacar nuestras alas su vuelo, ni adelantarnos, ni quedarnos atrás. Seremos suficiente con lo que somos, porque seremos auténticas.
Llegar a este punto es un camino de complicadas tentaciones para quedarnos igual, más vale la pena que lo intentes, que te arriesgues. No será fácil ni hay autopistas para acelerar el tránsito, ten paciencia. Apuesta por ti. Suelta la cuerda que te ata. Suelta la cuerda.
© Autor: Chuchi González.
Para ser feliz en pareja
     Fuente:  http://www.todamujeresbella.com/15871/amar-no-te-hace-feliz/

28 de enero de 2015

El amor y las palomitas azules


En nuestro más infantilismo arcaico, los seres humanos siempre buscamos “echar”, “sacar”, “ extirpar”, “tirar hacia afuera”aquellas situaciones de las cuales no queremos hacernos cargo. Es decir elegimos vivirnos como víctimas para pode expiar eso de lo que no nos hacemos responsables. Así la causa de la infelicidad, el desamor, los crímenes, el enojo, la tristeza siempre tienen que ver con otro diferente a uno… algo o alguien lo genera, algo o alguien ajeno a “mí”… somos infelices por el país en el que nacimos, los gobernantes, los padres que nos criaron, los maestros que nos inculcaron determinados valores, los vicios que nos rodearon, las carencias que nos atraparon, los hijos que no parimos, las parejas, el clima y por supuesto, la puta que nos parió… Y en esa espectacular gama de infames traidores, en tiempos de tecnología, se suman las redes sociales… Hay hasta incontables noticias acerca de lo mal que el Facebook, el WhastApp, y la pan con queso generan entre los amados y amantes… 
Dicen que las famosas palomitas azules que avisan cuando el receptor leyó el mensaje es un regalo para las mujeres que exigían una prueba contundente de que el mensaje había sido leído. Así podemos escribir: “Amor, ya vi que leíste el mensaje, ¿ por qué no contestas?….
Amores que se terminan por que alguien no puso en el segundo treinta de su publicación un “like” y el ofendido como el César entonces pulgar para abajo y fin de la relación. Mujeres y hombres que viven pendientes de los “estados” de sus compañeros, amigos recientes, canciones dedicadas o el clásico “rastreo de lo que hizo el susodicho en las últimas horas”….
…. Dicen que por las redes, mueren ahogados muchos amoríos… que la tecnología tiene la culpa, y lo peor… es que lo creemos… asentimos la cabeza, apretamos el ceño, y gesticulamos los labios como diciendo “ Que locura, para que habrán inventado eso… Y la locura no es otra que comprarnos la historia de que los medios son los delatores de la inseguridad personal, de los miedos atroces, de las comparaciones odiosas….
Toda relación es en el fondo una relación de poder…. siempre está el que quiere y el que se deja querer… el que protege y el que se deja cuidar… el súper héroe y el desvalido… por lo tanto el dominante y el dominado…
Y ¿ Qué es el poder? ¿ Una capacidad o habilidad de hacer determinadas cosas? ¿Una facultada de Ser algo? ¿Astucia de influir en alguien o algo? ¿Autoridad?
El poder es todo eso y tal vez mucho más… En las relaciones de pareja aunque en apariencia uno detenta ese poder, generalmente son los dos mediante una cesión de derechos tácita.
A veces ese poder mal ejercido está minado de control victimario o sumiso, pero en ambas situaciones se controla. La posesividad a través de los medios de comunicación es una forma moderna de ejercer ese control “mediante mensajes” y la finalidad es que el otro responda a nuestra santa voluntad. Los otros día veía una película que se llama “El amor en tiempos de Selfie” – la recomiendo – y el actor principal decía “ ¡¡ me regalaste un celular!!.. no me regalaste un instrumento de control y tortura!!!
Todos los miedos con los que las personas llegan a una relación se ponen en manifiesto más descaradamente con las herramientas que tenemos para vincularnos. Pero no es mal de los tiempos modernos, sino locura personal. Tal vez miramos más el teléfono o la computadora que a un espejo… y nos olvidamos de quienes somos… creemos que somos ese perfil…. y nos deshumanizamos, nos separamos y perdemos el único y real poder que tenemos que es el personal, el de poder CREAR Y CREER en nosotros mismos.
Qué importa si tu chico no te puso LIKE, ¿ Esa será la vara con qué medir tu relación? Si la respuesta es SI piensa que chiquita es la relación especial que creaste para tu vida, ¿ De verdad crees que mereces tan poco?

26 de enero de 2015

Niveles de Conciencia

Existen tres niveles de conciencia. La conciencia del ego, la conciencia de grupo y la conciencia mística. Los dos primeros niveles se estructuran de forma similar; viviendo de acuerdo a parámetros externos. En la conciencia del ego, la idea de unicidad no está presente, hay separación con el otro, y las posibilidades, impera la “necesidad” de competir, comparar, ganar. La personalidad y el cuerpo son los guerreros de este escenario. La auto-perfección y la auto-exigencia son los pilares que pone a disposición el ego para no descansar, para no ser sorprendido o rebasado por otro. El temor a no llegar a tener, ser, o hacer lo suficiente más que otros, libera en este estadio las persistentes hormonas del estrés. Mientras que una cebra activa el sistema de huir o atacar frente a una situación en dónde su vida peligra, por ejemplo, cuando es perseguida por un león; los seres humanos tenemos la posibilidad de estresarnos sólo con pensar. Cuando el ego es el maestro que ejecuta la obra; los pensamientos de inferioridad son huracanes que azotan nuestra existencia. Confundimos símbolos con experiencia, y nos sentimos satisfechos con falsas ilusiones.
En relación a la conciencia de grupo, suele acontecer lo mismo que lo anterior, es el clan familiar, social, el que dirige los pensamientos, emociones y sentimientos de los individuos. Se odia por herencia a lo mismo, y se ama sin consultar por costumbre. Acaso ¿ no te has encontrado alguna que otra vez diciendo las mismas cosas respecto de alguien que tu familia?

Desde este lugar justificamos las atrocidades humanas en nombre del grupo, las excentricidades a favor de la etnia, y la violencia en pos de los géneros. Salimos a matar por el patriotismo, por amor a la bandera, por las creencias populares que viven en nuestro interior como verdades.
Por último, el máximo nivel es el de la conciencia mística, que es la conexión con Dios y con el todo, acá la unión es la mirada totalizadora, sabemos que lo que damos, regresa, que el don de existir es vernos a todos como hermanos como a uno mismo, y a partir de ahí actuar. La competencia queda postergada, la acción comprometida, la conciencia colectiva, la cooperación y contribución son los motores.Importa, más que el sitio, la disposición con que te acerca a él; de ahí que no debamos aficionar nuestra alma a ningún lugar. Hay que vivir con esta persuasión: “No he nacido para un solo rincón, mi patria es todo el mundo visible”
El odio se disuelve con el amor, y la tristeza con la alegría. No eres lo que tienes, o dicen de ti,  te conviertes en un ser agradecido y abundante de cosas buenas. Acá las palabras de Séneca recobran su grandeza: “

23 de enero de 2015

El deseo… 5 minutos más…

Chocolate, dulce de leche granizado, frutas del bosque, crema del cielo. Helado. Sabores. Sostengo con firmeza el cucurucho. Paso mi lengua de este a oeste, de norte a sur y le doy a la bocha un toque artesanal, una especie de esferita chupada a la medida. Cierro los ojos para incrementar el placer que el contacto con estos sabores me deleita. Muerdo apenas, para no derrumbar la mezcla exacta. Chocolate – pienso. Dulce de leche granizado – exquisito- agrego. Me siento plena con mi elección, hasta que pasa un señor con un estridente anaranjado en un cono. ¿Qué sabor será? ¿Será más rico que éstos? ¿Y si la próxima intento probar con otros? ¿y si después de éste me queda espacio para más? El pensamiento ahora es el típico mono, salta de rama en rama, ¿ para qué siempre el mismo? ¿ para qué no arriesgar? ¿ y si cambio y me arrepiento? ¿ y si no me arrepiento nada? Estoy satisfecha pero no puedo dejar de pensar. ¿Cuando volveré a la heladería? ¿Tendré tiempo? Treinta y pico o quizás cuarenta años de chocolate y dulce de leche granizado…. aunque antes era chocolate y frutilla con crema…. ¡Cómo pasa el tiempo!…uno (yo) se acostumbra a los mismos colores y sabores… ¿aún me gustarán? o ¿ sólo me dejo llevar por la costumbre?…¿Qué sentirá ese tipo? Se me hace agua en la boca. Pero no por mis gustos, sino por el suyo. Su sonrisa desfachatada me hace sentir que estoy equivocada en mi elección. La próxima vez, sin duda, pediré el anaranjado. Iré al mostrador a preguntar ¿cuál es el helado de este hombre? ¿Flan? ¿Naranja a la crema? ¿Crema rusa? ¿Por qué le gusta más a él que a mí? ¿ Me gusta el chocolate? ….Si, me gusta…. Me quedo con este! y sin embargo:

                                         

11 de diciembre de 2014

¿Cómo perder el amor de tu vida en 5 minutos?




Perder es tan elemental, como respirar. Pero cuando de amor se habla, los seres humanos somos maestros en el arte de sabotearlo. Lo buscamos. Sudamos. Lo sufrimos. Y cuando lo tenemos, como tortitas calientes lo dejamos caer de nuestras manos. Pensamos que no seremos lo suficiente y actuamos en consecuencia. No entorpecemos. Embrutecemos. Y terminamos llorando sobre la leche derramada y echándole la culpa a la vaca. Las mujeres en especial, podríamos escribir un tratado acerca de perder el amor de nuestras vidas; porque trans-generacionalmente traemos programas de no merecimiento; culpa, y sometimiento. Generaciones y generaciones femeninas soportaron humillaciones, maltrato, y opresión masculina. Nacemos con la inocencia aparente de la libertad pura; pero cargamos desde antes de nacer con  los programas inconscientes de nuestra madre, abuelas, bisabuelas; y mujeres de todo nuestro clan. Aunque más avivadas – las mujeres de hoy en día- , tarde o temprano, y generalmente más temprano, caemos en algunos de esos baches heredados; en las trampas de ese dominio ancestral que ha pesado y pesa sobre el género femenino. Están las sumisas; las aguerridas, las indolentes, diferentes prototipos por hablar en líneas generales; pero al fin del cuento; en algún párrafo de nuestra historia amorosa; perdemos el amor de nuestras vidas por el eco de todas esas voces que no son nuestras pero nos influyen. Desquiciadamente nos enamoramos del que está frente a nosotras y nos comparamos con la ex, con la vecina, con la madre, y las eventuales amantes que podría tener. Desconfiamos, nos callamos, y hacemos caso omiso a nuestras necesidades emocionales. Intentamos validar cualquier acto no congruente con nuestro pensar; justificamos reacciones sorpresivas en pos de la democracia; nos engañamos con suposiciones, fingimos orgasmos; alegrías, y enojos; nos entregamos con las manos atadas.

5 de noviembre de 2014

Ser infiel

Que te metan los cuernos, duele. El filo de las puntas se clava en la autoestima y a borbotones las expectativas caen al piso en coma. Y sin embargo, eso cuesta menos que ser infiel. Pues cuando estás engañando, todo el tiempo sientes un frío interno, un vacío, un temor a ser descubierto. Y eso es menos, que volvernos infieles a nuestra naturaleza, porque cuando obramos desde la deshonestidad interna, la incertidumbre se burla a cada latido y el miedo nos espanta la felicidad.
Es que no es lo mismo que te engañen, que engañes, que te engañes y engañes. En el primer caso, lo lastimado con el tiempo cicatriza, a veces deja marcas; pero casi siempre; un nuevo amor, las matiza. Cuando engañas y estás en modo inconsciente, te sientes un maestro del disimulo, y te burlas de tu entorno, pero cuando adviertes que ese otro es un espejo, la risa del guasón se desmaquilla, y entonces pasas a la tercera fase te engañas a ti mismo, y no siendo tú engañas al otro. Muestras una cara que no tienes, que apenas compraste con las monedas del cinismo. Sentimos miedo cuando no somos nosotros, y uno de ellos es al abandono y al desamor; porque vivimos lejos de nuestro hogar primero; la tierra es un modesto hostal.
¿Por qué somos infieles? Aunque resulte paradójico por fidelidad o dicho de otra forma por ser fieles “a”… al clan, a la familia, a la sociedad, a la cultura, a las palabras de papá, a los miedos de mamá. ¿ Cuántas veces no sentiste el mismo temor de ella? ¿Cuántas veces no repetiste su misma historia?
Somos infieles para ser aceptados, para ser aprobados, amados, para sentir que pertenecemos, que no estamos solos. Tanta soledad en los huesos del alma hace vacío y congela… entonces el remedio genérico es meternos las guampas – término quechua que significa cuerno- y decir lo contrario y hacer lo opuesto y sentir lo que no sentimos…


  • Somos infieles cuando decimos SI en lugar de decir NO
  • Somos infieles cuando decimos NO en lugar de decir  SI
  • Somos infieles cuando decimos “Está bien”en lugar de decir “Esto no me agrada”
  • Somos infieles cuando decimos “NO importa”en lugar de decir “Me duele”
  • Somos infieles cuando decimos “No pasa nada” en lugar de decir “Me siento triste”
  • Somos infieles cuando decimos “No estoy enojado/a” en lugar de decir “Estoy hasta el caracú”
  • Somos infieles cuando decimos “Lo comprendo” en lugar de decir “La verdad que no comprendo un carajo”
  • Somos infieles cuando decimos “Te llamaré” en lugar de decir “No quiero verte más”
  • Somos infieles cuando decimos “Perdón” en lugar de decir “Es mi sentir y no necesito pedir perdón por ello”
  • Somos infieles cuando nos entregamos al 100 a sabiendas de que el otro se entrega en números rojos y aún así elegimos ponerlo en el recuadro RELACIÓN DEL MES
  • Somos infieles cuando no nos damos tiempo para hacer lo que nos gusta porque no nos damos permiso de disfrutar
  • Somos infieles cuando creemos que los demás son más que nosotros mismos, más inteligentes, más valiosos, más guapos.
  • Somos infieles cuando vivimos en la creencia de que el que nos ama nos hace un favor

¿En que eres infiel? ¿A qué eres fiel? ¿Cuál es tu forma de traicionarte?
Si te interesa el tema, en febrero de 2015 lanzaré una conferencia profunda, íntima, vivencial que abordará el tema: “Las mujeres son más infieles que los hombres”



3 de noviembre de 2014

Las fuentes del sufrimiento humano ( 3era parte. Final)

         El tiempo
¿Qué es el tiempo? ¿Qué nos asusta de su presencia, de su transcurrir silencioso que deja grandes huellas? Es un remedio para el olvido, un digestivo para los dolores de cabeza del alma, un anestésico para los sinsabores, un recurso al que apelamos desafortunados, y temerosos. Vivimos en función de su paso, corremos detrás de él, y nos dormimos en la víspera de su pasado. Siempre en la mente lo que no hicimos, y lo que no podremos hacer. Nos transcurre, nos habita, nos desplaza y no le otorgamos la trascendencia que tiene; su único tiempo: el presente.
Nos gusta deleitarnos en los imposibles y recurrimos al ayer para aplastarnos en las heridas de un pasado mejor; un retoño sin frutos, unas malas decisiones que nos afectan.
Nos gusta vivirnos en noche de brujas, viajando a un futuro incierto, desconocido, impenetrable, que nos grita BUUUUU!!! en la cara de los sueños.
Y lo real, lo exacto, lo tangible, que es el presente, se discurre como el agua entre los dedos por no valorarnos.
Sufrimos porque no estamos dónde estamos. Otra vez nos separamos, el cuerpo está en la silla sentado y el alma o el corazón a destiempo.
Preocuparnos por lo que no sucederá, es una fantasía, pero si fuese tan simple de evitarla, ¿crees que no seríamos capaces de hacerlo? Nos han entrenado en el miedo constante de vivir con miedo.

Llamemos al miedo con todas las voces, incluso con algunas que distan del miedo; pero aún así es miedo.


Mirar atrás es un hobbie transgeneracional, heredado, que nos hace creer que estar atento a lo que aconteció evitara su repetición. Lo cierto es que ni una ni otra. Ayer puede contagiarse como un plaga. Mañana puede devenir de la forma menos pensada.   
Para salirnos del embrollo, necesitamos re educar nuestra mente, evitar los viajes, estar presentes en el presente.