11 de diciembre de 2014

¿Cómo perder el amor de tu vida en 5 minutos?




Perder es tan elemental, como respirar. Pero cuando de amor se habla, los seres humanos somos maestros en el arte de sabotearlo. Lo buscamos. Sudamos. Lo sufrimos. Y cuando lo tenemos, como tortitas calientes lo dejamos caer de nuestras manos. Pensamos que no seremos lo suficiente y actuamos en consecuencia. No entorpecemos. Embrutecemos. Y terminamos llorando sobre la leche derramada y echándole la culpa a la vaca. Las mujeres en especial, podríamos escribir un tratado acerca de perder el amor de nuestras vidas; porque trans-generacionalmente traemos programas de no merecimiento; culpa, y sometimiento. Generaciones y generaciones femeninas soportaron humillaciones, maltrato, y opresión masculina. Nacemos con la inocencia aparente de la libertad pura; pero cargamos desde antes de nacer con  los programas inconscientes de nuestra madre, abuelas, bisabuelas; y mujeres de todo nuestro clan. Aunque más avivadas – las mujeres de hoy en día- , tarde o temprano, y generalmente más temprano, caemos en algunos de esos baches heredados; en las trampas de ese dominio ancestral que ha pesado y pesa sobre el género femenino. Están las sumisas; las aguerridas, las indolentes, diferentes prototipos por hablar en líneas generales; pero al fin del cuento; en algún párrafo de nuestra historia amorosa; perdemos el amor de nuestras vidas por el eco de todas esas voces que no son nuestras pero nos influyen. Desquiciadamente nos enamoramos del que está frente a nosotras y nos comparamos con la ex, con la vecina, con la madre, y las eventuales amantes que podría tener. Desconfiamos, nos callamos, y hacemos caso omiso a nuestras necesidades emocionales. Intentamos validar cualquier acto no congruente con nuestro pensar; justificamos reacciones sorpresivas en pos de la democracia; nos engañamos con suposiciones, fingimos orgasmos; alegrías, y enojos; nos entregamos con las manos atadas.
Descuidamos nuestras relaciones, rompemos dietas, abandonamos hobbies; nos interesamos por cosas que no tienen importancia para nuestros sentidos; pretendemos estar en un estado de armonía total, y guardamos los reproches hasta que la olla a presión explote. Modificamos la estructura de nuestro pensamiento para sostener un vínculo, una pareja, sin tomar conciencia, de que eso es una relación de dominio; en dónde la mujer se auto-coloca en el escalón de abajo. ¿Y todo para qué? Para sentirnos queridas, tenidas en cuenta, importantes, sostenidas, amadas. Y en el afán de prolongar esa sensación de “cuidados intensivos” perdemos el amor de nuestra vida, que es el amor propio. Contrariamente a lo que se cree, si estás siendo alguien diferente a quién eres, difícilmente podrás amar en forma genuina, pues desde la cáscara de tu imagen te estarás relacionando.



Desconfiar de ti ; callarte para quedar bien, ocultar tus necesidades, no permitirte ser objetiva; negarte valor, son las conductas básicas para desestimar tu amor propio. Para perder tu identidad.

Cómo mujer tienes el mismo derecho que tu pareja a decir lo que quieres, a expresar tus ideas, a ir por tus intereses, a darte a respetar. Si estás en una relación en la que no puedes ser tu misma porque al otro no se le da la gana, se enoja, o no lo considera propio, vete… porque estás perdiendo lo único que tienes TU AMOR PERSONAL, la fuente de la que emana todo poder que tienes.



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