Escuche, que la frase “
eres demasiado bueno/a para ser verdad” es un halago.
Pero me quede pensando en
que un halago es algo que potencia; o resalta; es una muestra de afecto, o reconocimiento y observe que muchas frases que a diario decimos como “presuntos halagos” terminan siendo una
declaración negativa que se emite al universo.
Si alguien cree que eres demasiado
bueno/a para ser verdad, en principio no se cree merecedor de lo que está viviendo,
independientemente de que diga que sí, es como si frente a algo maravilloso o
positivo, se cuestionara si eso se corresponde con el esquema que en su mente
tiene de verdad.
¿Por que la verdad no puede tener cosas buenas?
Es la verdad de
una forma o ¿cada quién la observa desde los recursos que tiene dentro?
Si somos demasiados buenos
para ser verdad, de alguna manera “inocente” se niega nuestra existencia, si no soy
verdad porque soy demasiado bueno/a entonces no existo.
Si no existo para ese
otro entonces estoy siendo no reconocida/o; incluso desplazado a la categoría de fantasma: a algo que no existe en un plano que llamamos realidad, que no se ve, o que no abunda, y por ende; tal vez no sea percibido.
Y ¿Quién puede fiarse de algo que no
existe? ¿hasta dónde llega la fe en las personas de no existencia? ¿se puede existir sin pertenecer a la realidad? ¿hay más de una realidad?
Cuando decimos este tipo de
frases, decimos más de lo que pretendemos decir; decimos que vivimos con unas creencias inconscientes que nos hace creer que la vida es una constante lucha,
por lo tanto vivimos en resistencia, oponiéndonos a cosas que no podemos
cambiar, creyendo que el sudor y el cansancio de resistir “vale la pena” ¿la
pena?..encontramos entonces una justificación al sufrimiento; si las cosas que
hago tienen una explicación para sufrir, entonces es válido. Se vale sufrir.

Recién ahí, nos sentimos
merecedores.
Pero que pasa si nos atrevemos a pensar que, SI ES BUENO, NO SÓLO ES BAYER... TAMBIÉN ES VERDAD. Que lo que no es BUENO, NO ES VERDAD, si nos atrevemos a correr el
riesgo de cambiar el condicionante que nos habla de que la vida es un estado
de guerra permanente.
Y si fuera lo contrario, y si la vida es sólo equilibrio.
¿Si lo que aceptamos como “normal” es decir por norma o regla es una percepción
desorientada, o viciada?
Cuando nos basamos en “dichos” ignorando
el poder de la palabra, emitimos la vibración de cada una de ellas, tal vez
conscientemente sólo son palabras, pero ¿que resuena en el interior?
Esto es muy bueno ¿por qué a mí?
Las cosas que son maravillosas no
existen
Lo que llega fácil se va fácil
Eso no es para mí
Algunas frases cotidianas que enuncian
un descreimiento personal, enmascarado de halagos y buenos modales; halla su fuente en el inconsciente colectivo de la insuficiencia
personal.
Siempre creemos que podríamos ser
mejores de lo que somos, lo cual resta el ser que estamos siendo. Nos comparamos
con ideales inalcanzables y los números rojos nos desgarran el ego, que se pone
muy cachondo y cada vez se exige más y más, pero lo ideal pertenece a una
dimensión diferente, al mundo de las ideas.
Renunciar a los preceptos
concebidos como verdades absolutas, indagar en cada palabra que decimos
sabiendo que no es carente de propósito e impacto; nos acercará a la paz
interior.
Lo bueno, o lo demasiado bueno,
es verdad.
Como lo es lo malo y lo demasiado
malo.
Por que las cosas no son como son,
sino como se interpretan.
Si algo diferente y magnifico
llega a tu vida, no lo rechaces con creencias limitantes de uso diario. Abraza
la abundancia de lo mejor del universo porque
fue escrita para ti.
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