6 de septiembre de 2018
28 de julio de 2018
Crónicas de un descuido
Sono el despertador. Abrió los ojos con alegria; con esa emoción que a veces la vuelve vulnerable. Manoteo los anteojos y a lo lejos alcanzo a divisar que los habia olvidado del otro lado de la habitación. Su gato gris; a un lado de ellos; no mostraba intención de acercarlos. Sin hacer esfuerzo alguno abrió el cajón y metió la mano; revolvió haciendo el ruido desordenado de quién busca sin ver; y tomó una tirita de pastillas. Tomó una, con un sorbo abreviado de agua; y se dispuso a levantarse audaz para comenzar su ejercicio. Aquella pastilla traeria la luz perdida a su piel; vitaminas E y C, ideales para pieles que están albergando el otoño de la vida. Así; con un poco de farmacia interior; vida saludable; terapias alternativas, podria seguir sintiéndose dueña de una piel sedosa que tantos elogios recibia por parte de él.
Él que apenas la habia rozado.
Él que apenas se habia permitido deslizar las yemas tímidas de su mano izquierda.
Él que siendo un extraño conocido; ya la habia premiado con el hechizo de volver a un mundo conocido y fragmentado del que había renunciado tiempo atrás.
Comenzó la rutina con ánimo y disposición. Sin esfuerzo. Sin sudor. Sin lamentos. Y a medida de que el tiempo transcurría; el calor comenzaba a expresarse rasgando la epidermis y tiñiendóla de una rosa pálido. A la hora exacta solto las mancuernas y se dispuso a ir al bosque a trotar, pero un salpullido invasivo se hizo presente en sus antebrazos. Al poco rato que la planta de sus pies se ponían calientes y la garganta parecía cerrarse en forma intempestiva. No sabia lo que estaba sucediendo; pero sentía que era algo que salía del control de sus manos.
Optó por ir a la regadera y pensó que quizás una ducha sería lo suficientemente poderosa para destrabar cualquier ataque patógeno o psíquico...ilusiones breves que se evaporarían como las esperanzas de un ateo.
El agua caliente comenzó a golpear su cuero cabelludo con vehemencia; el vapor a enmascarar los azulejos y las líneas de moho imposibles de borrar; la respiración comenzó a tornarse sofocada, torpe, sin ritmo; los ojos a no ver proporciones exactas, todo parecía estrenarse ante sus sentidos exaltados; de golpe cierra los grifos; se apresura a tomar la bata y a ponersela a medias; el cuello sostenia una soga de metales pesados que apenas podía percibir. Se tiró al piso frío y blancuzco, recargando la espalda pobremente erguida sobre la pared.
Los gestos típicos de su rostro; se esfumaron.
El miedo constante paro la marcha.
Los sonidos enmudecieron.
Hubo huelga de emociones.
Sólo esfuerzo por supervivencia.
Los ojos empezaron a perder la vitalidad acostumbrada para transformarse en trozos de botellas vacías.
El cerebro apático comenzó a murmurar y a rumiar datos.
Hoy vamos a morir en este baño. Sólos. Sola. Sin herocia proeza. Sin poesía. Y él no sabrá más nada tí. Esperará la señal de conexión que será incierta y sospechará que cada palabra pronunciada; fueron mentiras.
Y la nada se hizo. Aparecieron diapositivas con su cara. Con esa mirada penetrante que tanto deseaba. Figuras de su barba desalineada como pinceladas inescrupulosas de un bohemio empedernido. Moriría y él nunca más sabría de ella. De su fin inesperado. De su coartada realista. Pensaría que era agua entre las manos; como supo denunciar alguna vez de las pocas veces que se acariciaron con palabras de amor y reclamo. ¿Cómo imaginaría que la muerte aburrida había llegado por ella?
Un impulso repentino la llevo de cabeza al excusado; para depurar su estómago. Luego un dolor abdominal punzante la hacia gemir de dolor. Gemidos finitos y delgados como el tiempo en que ellos habían reído juntos. ¿ Estaría celosa la parca del fortuito encuentro de ellos? ¿Querría arrebatarle el tiempo por temor a que la alegría ordenase el caos? ¿Vendría a poner orden? ¿Desorden?
Un sudor frío; apático empapa ahora su cuerpo por entero.
Se tumba boca abajo casi inconsciente.
Delante mío Rafael; invoca a los arcángeles; detrás mío ...no recuerda ...a la izquierda Uriel....a la derecha...casi no recuerda. .. frente a mí ...Rafael...detrás de mí.. no recuerda...habla con suspiros entrecortados....Carl Jung...aparece en escena.. el síntoma es el esfuerzo del cuerpo por sanar al hombre...
...y el hombre esperará la presencia angelical de su sonrisa desordenada que nunca llegará.. porque está muriendo ... de la nada...como mueren todas las cosas. .sin permiso previo...quizás cómo han muerto en él algunas que otras cosas...sueños... anhelos... proyectos...posibilidades.... o tal vez, cómo ahora agoniza su puerta de salida...su hueco de libertad...su cosquilla ...
...los gemidos entorpecen los pensamientos frágiles... va a morir y él no se va a enterar...pero una luz enciende la esperanza.. no importa el cómo y el cuando...dos partículas entrelazadas siempre quedan en contacto ...y cuando una cambia su información la otra tambien lo resiente...
.. si ella ahí fallece.. él lo sabrá... no hay mas preocupaciones ... todo se está por terminar.. la piel se torna azul...como de sangre real...
...real como supo ser y no fue entendida...y tal vez él con su locura existencial pudo captar..
...el vómito se plasma en el piso...y una reacción repentina altera la escena...
...del otro lado del mundo ....de la ciudad...una luz se apaga..
Él lo sabe..
Ella se enciende.
Chuchi Gonzalez
24 de julio de 2018
¿Agua o café? ¿Quién elige? Emociones atrapadas
20 de julio de 2018
Estamos conectados
Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, incluso enredarse, pero nunca romper. Proverbio Chino
Cada persona ( yo diría cada vida; incluye las mascotas y todo lo que nos rodea) que encontramos, nos encuentra. Andamos sin saber, buscándonos. Porque traemos infinitas misiones de aprendizaje. Nada se cruza en nuestra vida por azar. Inclusive el azar es sólo un mecanismo de algo que previamente nosotros le dimos un sentido, una finalidad.
Quienes están o estuvieron dejan información que a nivel de otros planos diferentes al físico hacen que la evolución del alma siga su curso.
No importa el tiempo en que ellos se queden. Algunos son breves estadios. Otros infiernos de estancias. Y muchos más, estallidos de alegrías. 5 horas, 5 años, 5 minutos, 5 segundos, 5 siglos. El tiempo es relativo, ya lo dijo Bigotes Einstein; lo que verdaderamente importa es el aprendizaje que ese encuentro siembra en nosotros.
El ego nos hace creer que nos enamoramos porque alguien es de tal o cual manera; que sentimos empatía con nuestros amigos porque ellos son de una forma determinada, que amamos a nuestras mascotas porque son lindas e inteligentes; pero en verdad, toda esa atracción es simplemente la carnada para acercarnos a esos que ya con antelación antes de ser concebidos pactamos encontrar.
Somos de alguna manera, proveedores de lecciones; con diferentes papeles, a veces pasivos, otros activos. De vez en cuando llevamos el rol de los malos de la película para enseñarle al otro a emprender su propio vuelo. Otras nos toca llorar a nosotros frente a un maestro duro que nos enseña la desvalorización o el apego que nos consume.
El maestro más duro, es el que nos rectifica el paso. Los maestros más amenos, son los que indican que vamos por el camino correcto.
Pero todos, absolutamente todos, nos conocemos. Por eso nos miramos y las conciencias se reconocen. Los vínculos humanos se pueden terminar, pero el amor es para siempre. Porque no es el amor de lo que las personas llamamos amor; es la gratitud espiritual de las almas cumpliendo los pactos que se hicieron en dimensiones elevadas.
Escuche una historia acerca de esto... en un ascensor celestial viajaban muchas luces de colores (almas) que venían a encarnarse al mundo, una luz delicada y cálida miró con entusiasmo a otra resplandeciente y brillosa ...
- Voy a la Tierra a aprender el desapego. -Dijo orgullosa y valiente
- Y yo seré quién te abandone repetidamente hasta que me sueltes - Sonrió la otra.
Ahora lo sabes... cada encuentro es un esfuerzo del universo para cumplir su misión.