18 de junio de 2014

¿Por qué nos suceden cosas malas?

Tenemos épocas en que nuestra cotidianidad se transforma en un escenario de hechos caóticos. Mala pata a cada paso que damos. No comprendemos porque el universo parece estar en contra nuestro, y le dejamos todo a la mala suerte. En esos momentos tan especiales, sería bueno tomar la decisión de detenernos a ver quienes estamos siendo en función de los otros y de nosotros mismos, y podremos descubrir porque situaciones de esa naturaleza caen sobre nuestras cabezas.


 Si aprendemos a observar la vida desde el contexto cuántico, sabremos y aceptaremos que el observador – nosotros- penetramos en el mundo y lo modificamos tan solo conla mirada,”es decir con la interpretación que hacemos de las cosas. Y por lo tanto descubriremos que todo lo que nos rodea no son más que nuestros “juicios” materializados.

El mundo -escribí una vez -es una extensión de nuestros pensamientos. Cuando tenemos rachas de “mala fortuna” seguramente en nuestro interior tenemos grandes tormentas emocionales que se manifiestan en el exterior. Lo que pensamos de nosotros, las limitaciones que nos ponemos, las creencias devastadoras hacia nuestra capacidad de merecer como sombras o como personajes se reflejan.

El mundo que creamos es una proyección de uno mismo, lo que vemos son nuestras creencias.  Si pensamos que no merecemos, tendremos conflictos para generar dinero, mantener relaciones estables, obtener aumentos en los ingresos. Si sostenemos que el amor no existe, nos toparemos con seres conflictivos, abusivos, o deshonestos que sólo confirmaran lo que creemos.
Todo lo que sucede, nos sucede desde nosotros mismos, desde una previa condenación.
Observa cuáles son los pensamientos que habitualmente tienes respecto de ti, del sexo opuesto, del trabajo, de tu jefe, y verás como en las áreas en las que fluyes con ideas poderosas, todo marcha viento en popa.

5 de mayo de 2014

Diez años en México



El tiempo pasa volando, parece que fue ayer cuando aterrice con la ilusión en los ojos pisando suelo mexicano, y hoy ya pasó una década. Un tiempo de tantas historias con finales, algunos tristes y otros más aún, y algunas pocas cosas que se han sostenido en el tiempo y seguro que algo tuve que ver también con ello. En 10 años cambie tanto que ya ni me acuerdo de quién era cuando llegué. Cambie de domicilio, de color de cabello, de cortes, de tener uñas mordidas a traerlas largas, de estar sola a tener un perro, de peso y hábitos alimenticios, de no saber qué cocinaba a enamorarme de la cocina, de gimnasio, y entrenador; de ideas, gustos, creencias, y conocimientos, de amores, de novios, de sentimientos, de sueños.
Fui perdiendo gente, momentos ingratos, y hermosos, y me construí un imperio que de las puertas para adentro de mi casa, ahora se llama hogar.
La ciudad me acogió con burlas y apapachos, con injusticias y sobre todo con bienaventuranza, me reconoció como propia y me parió miles de oportunidades, que nunca ni aún en los días más nublados dejo de verlas, me fui desprendiendo de lo conocido, y haciendo propio lo ajeno, y desaprendiendo modos y adoptando costumbres y manteniendo el acento como una huella digital.
Estos últimos 10 años estuve más lejos que cerca, inventando mi propia historia, y borrando otras, narrándole a los míos los logros obtenidos, escondiéndoles mis miedos, y frustraciones y ellos haciendo lo propio, pero siempre en un contacto eterno.
Cuánto más pasa el tiempo, el gusto del desarraigo me duele en los pies, porque siento como las raíces se van desprendiendo, y me vuelvo esa flor de panadero que viaja sin atarse a nada por los cielos, despeinándose con la voz del viento, y siempre yendo hacia adelante.
Los míos, algunos se fueron y llegué tarde para despedirme, otros llegaron sorpresivamente, y aún con todo, sé que esta elección no fue un error. Porque los míos se multiplicaron en muchísimos que me dejaron ser parte de ellos, que me admiraron, siguieron y reconocieron y transformaron mis números rojos en una cuenta a favor de la libertad personal.

26 de abril de 2014

No tengo marido ... y puedo igual


No es la primera vez que escribo sobre lo que me ocurre después de un temblor.  El 20 de marzo de 2012, lo hice. Pero el aprendizaje fue diferente. Este viernes santo, 19 de abril 2014, la tierra se sacudió como un perro lleno de energía previo a una actividad y tuve la sensación de que los que estamos en ella flotamos por unos segundos hasta quedar agarrados de algún hilo salvador. 
El suelo de la casa comenzó a chillar, a crujir como dolorido, las puertas a mecerse como autistas y  los porta-retratos se sentían agujas de reloj marcando un ritmo de izquierda a derecha. Todo desde lo incierto cobro vida, y el miedo se apodero de mis extremidades empujando al corazón  a desbocarse hasta entrecortarse la respiración.

14 de abril de 2014

La renovación del águila

  A los 40 años las águilas deben decidir entre morir o vivir. Si eligen lo segundo inician un proceso doloroso de renovación, en donde en la cumbre solitaria de una montaña golpean su pico hasta arrancarlo, se despojan de su plumaje y desagarran las uñas. A los 150 días aquella águila ya no es la misma, tiene un nuevo cuerpo con el que podrá vivir 30 años más.
Así creo que los seres humanos en algún momento de nuestras vidas iniciamos también la renovación de las águilas. Nuestro equipaje es demasiado pesado para seguir el  vuelo, y empezamos a entender que caímos en la trampa de la comodidad, y elegimos que el exterior elija por nosotros, y vivimos con estoica responsabilidad y ajenos a la alegría.
Son los momentos en que las uñas ya no nos sirven para rascar los obstáculos hasta acaparar nuestros sueños; se nos quiebran fácilmente las fuerzas, y la boca ya no saborea los ideales del pasado.
Abrumados, encorvados, volando al ras una realidad violenta, miserable, vacía, salimos y regresamos del nido, dejando en cada jornada un pedazo del alma.
Y cuando nos cansamos,  nos hastiamos, o  nos enfermamos decidimos renovarnos.  Cambiar el rumbo,  abandonarlo todo, despojarnos de la tristeza con olor a humedad, tirar a la basura los restos de amores mal paridos, la ira que se nos aloja en el costado izquierdo, la creencias que nos susurran al oído mentiras con sabor a verdades, romperle la cabeza a los lazos que nos estrangulan, y ser impiadosos con nosotros mismos hasta desangrarnos con la aceptación de que a veces y casi siempre, estamos solos y eso no nos hace especiales ni originales.
Y desnudos y del revés, con todo lo de adentro hacia afuera, con la libertad de sentir todo o nada, sin la pretensión  de ser buenos  o ser amados, sin deseo, sin tiempo, sin apegos, volver a ser.

1 de abril de 2014

Conectar…

Para Luz Magaly y Aydee Flawer

Hace unos días publiqué un mensaje de buenas noches en mi muro, en el que invitaba a la gente a relajar el cuerpo, la mente y conectar con el alma y fue cuando entonces recibí el comentario, o mejor dicho la sugerencia que inspira este artículo: ¿Cómo conectar con el alma? ¿Cómo conectar con uno mismo?
En principio pareciera que todos esperamos siempre respuestas simplistas, fáciles de usar y de efecto inmediato. Las condiciones de la sociedad en la que vivimos nos orilla a vivir a las prisas. Y es justamente en ese andar a los apurones, chocándonos con todos, pisando nuestros propios sueños y los demás, alocados por llegar sin saber a dónde, pero alocados al fin, vamos perdiendo la señal con quienes somos.

No hay remedio más eficaz para relajarnos que parar; detener la marcha, la vorágine en la que estamos inmersos, porque no debemos olvidar que la postura corporal con la que andamos nuestra vida se identifica con la postura emocional y psicológica.
Frenar la marcha, te has preguntado ¿ a que velocidad vas cada día? ¿ cuántas cosas del paisaje se te pierden o pasan como ráfagas de sueños? ¿Cuántos besos apenas dados, cuántos abrazos mancos?
Corremos como si tuviéramos que llegar a algún sitio importante porque no hemos olvidamos de quienes somos. Buscamos en el afuera eso que adentro como una hernia emocional nos trae mal sabor de boca todos los días.
El síntoma que es mudo, igual nos habla, nos dice que algo no funciona, y nosotros que vemos, igual somos ciegos y medicamos.
Aspirinas, alcohol, drogas, medicinas, trabajo, comida, amantes, deportes… excesos… estamos confundidos porque sentimos que algo nos falta y no sabemos que és ni donde buscarlo.
Y todo está al alcance de nuestras manos, pero se escurre como el agua entre los dedos.
La respuesta es FRENAR Y CONECTAR con uno mismo, que es lo mismo que decir conectar con la fuente o con el alma. Le damos más importancia a lo que no somos: el cuerpo. Sabemos de ese carro que nos transporta, lo arreglamos, lo educamos, lo satisfacemos…. y en relación a lo que somos: ALMA, nos extraviamos.

25 de marzo de 2014

El amor después del amor

Después de una gran historia de amor, o un pequeña, o de cualquiera a la que nosotros le damos categoría de importancia en nuestras vidas, los miedos se avecinan con cara de sorpresa, porque la pregunta que nadie sabe responder, es que será de nosotros en el futuro.  Ahora sin ese cuerpo al que nos abrazábamos como hiedra, sin esos labios en los que descargábamos nuestra ansiedad adolescente, ¿ que será de nosotros? ¿ que habrá después del amor?
Hay una canción de Fito Páez que se llama “El amor después del amor” y en unas de sus estrofas dice “Nadie puede ni nadie debe vivir, vivir sin amor”  la tomo porque es la esencia de lo que deseo plasmar en este artículo. Lo que hay después del amor, es más amor, si deseamos seguir mirando con la misma intención.

12 de marzo de 2014

REFLEXIONES PARA ADENTRO

Querido Papá;
Me han contado unos maestros, o unos discípulos, no se bien, que somos un punto de inteligencia suprema que ha elegido dividirse para experimentarse; que así creamos el ego y el cuerpo, la vida que conocemos; pero que todo no es más que un sueño. Escuche que todos estamos dormidos en los brazos de Dios; que la muerte, la enfermedad, la violencia y el rencor son ídolos del ego que siempre busca competencia y compararse; pero que todo esto no es más que un juego. Somos uno. Es verdad entonces eso de que vives en mí. Pero más real es el hecho de que vos y yo estamos en el mismo lugar, cada quién soñando su propio sueño, pero estamos juntos papá, nada nos ha separado.  Dónde estamos en verdad no hay tiempo ni espacios, y donde creemos estar existe el tiempo porque el ego siempre mira para atrás para enjuiciar, y adelante para protegerse, y por lo tanto vivimos muchos sueños a la vez. Quizás por eso, a veces te veo en el rostro de unos extraños, o siento que me llamas la atención.
Ahora podré dejar de sentir la tristeza de no haber estado en tu partida, porque no te fuiste a ningún lado; mira que eres gracioso, me creí el cuento papi. Aprieto los ojos fuertes y te veo de mi mano con el tapadito azul, o en el ultimo café, o acariciando tus brazos  aquella última vez…

6 de marzo de 2014

La importancia de nuestra propia mirada

bebe superman
¿Te has puesto ha pensar que la imagen que tienes respecto de ti misma influye en tus resultados? Esa particular forma de percibirte y de creer como eres percibida impacta radicalmente en las acciones de tu vida. La auto-imagen es el esquema que nuestro subconsciente tiene sobre nosotros mismos que afecta en forma directa sobre nuestra personalidad, conductas, reacciones, comportamientos. Fue forjada desde la infancia, a través de los comentarios recibidos por nuestros padres, maestros, cuidadores, familiares y amigos. Es la recolección de información de nuestras experiencias.  Es la fe que le pusimos a las palabras de otros.