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5 de julio de 2012

Cuando no te la crees…

Cuando no te la crees, no la creas.  Me paro desde mi mundo gordo y trompico  y observo. Y veo a unos,  otros y a muchos más. Todos cada día resistiendo el hecho de poder ser felices. Conceptualizando sus ideales de felicidad como fórmulas matemáticas imposibles de resolver, avivando fantasmas dormidos y repletos de tierra del pasado, rumeando creencias limitantes acerca de sus posibilidades de ser o no ser.
Cuando tú no te la crees, no la creas. Es la recurrente frase del verbo CREER Y CREAR – Yo creo lo que creo – Repetitiva en mi blog, en mis charlas, en mis entrenamientos – pero como diría la Señora Mirtha Legrand “ El público se renueva” -
¿Qué importa lo que sucedió en el pasado? Es sólo recuerdo. No hay ley natural que establezca que en el presente tenga que repetirse.
Y si se repite… no es a causa de un embrujo diabólico… es consecuencia de tu forma de mirar, entregarte y creer.
Cuando vas por la vida arrastrando la idea de que nada mereces,te comportas de manera tal, que todos los que te rodean te huyen; se esconden, te evitan.
Tu creas tu realidad. Porque desde tu mente corazón digitas las moléculas blancas brillantes del mundo que creas con cada pensamiento.
Cuando vas por la vida desconfiando, inseguro, con la pretensión profética de que serás traicionado; tus defensas se comportarán de forma tal, al igual que una enfermedad autoinmune terminarás atacando lo bueno.
Por eso aprende entre tantas cosas solo algunas, y entre ellas esta: tu creas lo que crees. Si no te la crees no la creas.
Chamalú – Chamán, indio quechua de Bolivia – escribe:
“ No hermano, no te pongas triste, ¿no te das cuenta de que tus limitaciones son en realidad tus potencialidades esperando a ser liberadas?”
                                                                                                                              Chuchi González

19 de abril de 2012

La no correspondencia del amor

“Terminó aquella noche, con la savia anhelada de los besos que no llegaron. La vida es una mujer caprichosa y escurridiza. Su mirada no coincide con la mía, yo busco otra. Una nueva, una que me esquiva”. En el universo de la literatura y la vida misma, hay infinidades de amor nos correspondidos. A esta altura en cualquier farmacia debería existir un medicamento que borre el tormento de no ser objeto del amor, de ese que deseamos. Parece implacable soportar el desinterés de quién pretendemos para nuestra vida. Insinuamos creer que es el predilecto, el definitivo, que el aire sin su sutil presencia parece viciado. Y nos enredamos en esperas vanas…
 “El árbol seco no cobija, el grillo canta monocorde,  La estéril piedra no mana agua. Sólo hay sombra bajo esta roca roja.”
( T.S. ELIOT fragmento extraído del poema TIERRA BALDÍA)

Preguntas retóricas taladran nuestras mentes; pesadillas de soledades ambiguas, y el aliento del cálido encuentro que es la nada nos condena. ¿Por qué no somos correspondimos? ¿Importa acaso? ¿No sería mucho más producente atrevernos a indagar en nuestra historia personal la elección de los amores, las conductas de los sujetos pretendidos, nuestra relación con el amor y sus creencias? Cuando no hay correspondencia en el amor, el rechazo repercute directamente en el narcicismo de quién no “obtiene” a quién “desea”. Y esto desata una competencia más seductora que el amor mismo. Mujeres, hombres; que continuamente “se enamoran” de otros que ya están comprometidos, de imposibles, de errantes; en definitiva; sólo buscan: permanecer solos. Rehúyen al vínculo, a la reciprocidad. Su afán está en la competencia, en el reto, en conseguir la figurita difícil, a sabiendas que no es posible. En caso de serlo, todo carecerá de sentido. El que busca el amor imposible, busca la no consumación del deseo. A veces ese “virus” del desamor alimenta nuestras cárceles mentales, sostienen los paradigmas que ante las relaciones de pareja tenemos; como el hecho de creer que amar es sufrir. Muchas veces ese buscar para no encontrar, es la clave de la “no correspondencia”; queremos amar pero tenemos miedo a ser lastimado, olvidados y rechazados. Y elegimos desde el tener razón que nadie nos querrá o se jugará por nosotros.
Aunque es indefectible que muchas veces, elegimos desde el deseo de compartirnos con otros, y simplemente…  para la próxima más suerte… “ese otro no se interesa en nosotros”… pero eso no es motivo de suicidio legal. El amor es una experiencia transformadora.
“ Y deseo que tu piel se instale en la mía, juegue a las escondidas cerrando mis ojos… y que al amanecer me digas una y otra vez: SÍ!”
Chuchi González




29 de marzo de 2012

Costumbres Cotidianas


Y nos acostumbramos. Aunque resisto la idea. Somos aparatos costumbristas. Me acostumbro, te acostumbras, nos acostumbramos. A lo bueno. A lo malo. A lógico. A lo ilógico. Con un halo de mustia tristeza envejeciendo el alma y desde ahí miramos con el río en los ojos contenido, silbando la canción de la resignación, que en el estribillo repite como el eco de la soledad: “ que se le va a hacer” “ que se le va a hacer”
Nos acostumbramos a la injusticia, y a las desgracias con suerte.
Nos acostumbramos a la injuria y a las buenas lenguas que no hacen nada.
Nos acostumbramos al robo, al hurto y a la buenas intenciones que sólo quedan en eso.
Nos acostumbramos al que jura lealtad con los dedos cruzados y por el espejo lo vemos.
Nos acostumbramos a las arrugas y a comprar cremas para no usarlas.
Nos acostumbramos al desamor y a la victoria de la soledad.
Nos acostumbramos a la corrupción y a urdir formas de fomentarla.
Nos acostumbramos a lo que pensamos que no nos acostumbraríamos y redoblamos la apuesta. 
Nos acostumbramos al bullicio de la nada y a no escuchar nuestro corazón.
Nos acostumbramos a no enfrentar lo que nos sucede y a mirar televisión para dar por terminados pleitos.
Nos acostumbramos al maltrato y a maltratar – nos -
Nos acostumbramos a que nuestros cuerpos cedan formas y excedan espacios.
Nos acostumbramos a la muerte de los seres queridos y a lo que muere en nosotros cada día.
Y cuando hablo de “acostumbrarnos” no me refiero a “ aceptarlo”, sino a esa forma de andar por la vida con la piedra en el zapato, sintiendo ese picazón en la espalda y no hacer nada para estirar los brazos; o creer que no podemos hacer nada, o saber que nuestros brazos son demasiados o el prurito está demasiado lejos.
Porque “acostumbrarnos” es algo así como un “ mmmm…puta” y seguir… y aceptar es  entender y comprender que sucede o que sucedió, que pertenece a nuestra historia, aún cuando no nos guste, pero no lo escondemos debajo de la alfombra, no lo rumeamos; sino que que lo observamos y nos dejamos fluir; porque resistirlo no tiene sentido. Pero siendo sinceros, ¿ cuántas cosas no tienen sentido?
Nos habituamos. Por ende nos familiarizamos con el entorno, con lo que se acontece, con lo que generamos.
Aceptar es  aprobación; pero no en la acepción de “bien” “de pulgar hacia arriba” o del corriente “ Me gusta” sino aprobación como asentimiento, tolerancia.
Grandes ventajas encontraríamos si día con día podríamos reubicar nuestros pensamientos. Si a esos que padecen la tierra y las polillas del acostumbramiento, los bajáramos a la aceptación; seguramente los podríamos reutilizar.
Chuchi González

2 de marzo de 2012

Soltar… cortar… fluir… perder… .ganar…

¿Qué cosa?… desprender… volar… seguir… olvidar… ¿ A quién?
Amar… a uno mismo… al otro… a todos… a ¿ninguno?.. Presente… pasado… futuro… pasado ¿ pisado?…¿ cimiento?… ¿bases?….
…enganchados… tironeados…sobrepuestos… arrimados…apoyados… ¿injertos?
Rompimiento… quiebres…devoluciones… venganza… miedos…
Respira profundamente, retén el aire… y exhala… la vida que pasa por los orificios de tu nariz; FELICIDADES: Es tu vida!… Enhorabuena que te has hecho partícipe de una vida… tanto enviar “ reclamos al 404” + send … que el universo te ha escuchado y te ha liberado de la condena.
Ahora tienes espacios para ir, deshacer, armar, y seguir creando. Pero ¿ te asusta? … ¿Acaso no querías una vida?…¿Acaso no refunfuñabas en las noches que ese cuerpo dormido era el fabricante de tu infelicidad? … 'pero ahora que te miro – reflexiono – ¿ a qué cuerpo dormido te referías? … ¿Al de tu pareja distraída en su submundo rosa? … o ¿ al tuyo, cómodo y conformista?…
…Te lo dije más de una vez…CRECER DUELE… y sino pregúntale a mis rodillas… y comienza a aprender la lección de los verbos infinitivos…Soltar… cortar… fluir… perder… .ganar…
Soltar tus premisas limitantes, estrechas, mustias, sobre tú mismo y sobre el mundo… arranca de cuajo la venda elástica que oprime el valor de tu mente corazón y mira… más allá de lo que ves hay un horizonte que seduce a seguir…
Cortar con tus mambos dramáticos, lo que sucedió o no sucedió en tu vida o en la del astronauta vecino de tu casa…a veces – o casi siempre – la vida se encapricha en hacer lo que quiere… es su privilegio… y el tuyo es adaptarte… acomodarte, rediseñarte…amoldarte… y gozar…
Fluir por los días, por las semanas, por los meses, por los años, por las estaciones del tiempo…por los brazos de un amigo… por la charla interna, íntima y necesaria… por el juego de “TO BE OR NOT TO BE”… y aceptar SER…
Perder el mío al abandono…a no estar listo o preparado… a no saber cómo ni cuando… a no ser querido ni odiado…a no ser necesitado… a no ser reconocido… a no ser lo necesario… a no ser…porque sin darte cuenta “ ya eres”… eres lo que eres y eso es suficiente cuando despiertas y te das cuenta que nadie te abandona… que todos estamos de paso… que nuestro andar vagabundo tiene un medida exacta, que caduca… aún antes de lo preciado…
Ganar las ansias locas y entusiastas de vivir en plenitud y satisfacción con lo que tienes…- aún cuando creas o sientas que te falta –; la sonrisa inmaculada de asombrarte y arremangarte el corazón con las cosas más simples de la simpleza; el amor de la pureza de todo lo que te rodea y ni siquiera te nombra…la bendición de saberte amado por uno, dos o tres… y entender que TRES es multitud… porque el amor aunque abunda en este mundo se ha vuelto escaso…
Cuando era niña quería ser polen… es una buena forma de  …Soltar… cortar… fluir… perder… .ganar…
… navegar en la nada absoluta del tiempo… vivir de ausencias…no saber con claridad dónde estar en cada momento… fecundar por ahí… germinar por allá… comprender sin más que la vida… es INCERTIDUMBRE – y paradójicamente – esa es su CERTEZA.

Chuchi González