En los años 20 después de la primera guerra mundial y antes de la depresión económica del ¨29; surgió un movimiento social femenino, denominado “Las Flappers”; todos las conocemos por las películas de épocas, son esas hermosas jóvenes de cabellera platinada o negra brillantes, corta, lacia, que fumaban con elegancia en boquillas larguísimas, y se habían arriesgado a subirse el largo de la falda, poco más allá de lo pensado hasta ese momento.
Inmaduras, irreverentes, con detalles altamente femeninos y otros toscos, casi rayando en lo vulgar, ellas se levantaron contra el contexto de femineidad o el deber ser de la mujer en ese entonces.
Se atrevieron a bucear en mundos oscuros, y ajenos; aprendieron a salir de noche, ir a bailar a los clubes de jazz, a beber alcohol mano a mano con un hombre, conducir coches a alta velocidad, a maquillarse exageradamente y vestir con exquisito glamour.
Escogieron la melena garconne, lo que les daba una imagen masculina y pronunciados escotes, collares, sombreros, prendas holgadas, telas ondulantes, blondas volátiles, texturas suaves, delicadas, que insinuaban inocencia y frescura.
Horrorizaron a las mujeres más grandes que no se lanzaron a esta nueva moda, que más allá de un símbolo estético, implico un destape contra el machismo reinante.
El atrevimiento de las “flappers” iba desde la apertura para iniciar y comprometerse en juegos sexuales, hasta el simple hecho de maquillarse en público – situación que era vista con muy mal ojos – Un dato curioso y casi irrisorio, era que se maquillaban las rodillas para hacerlas resaltar, cuando en sus brincos seductores y sensuales en la pista del jazz, se hicieran notar casi premonitoriamente.

De que estas mujeres, antecesoras nuestras, fueron las que impulsaron con su esfuerzo, locura, alegría, represión, y valentía; un nuevo camino, un ir hacia otros no habían llegado, no cabe duda.
By Chuchi González