1 de julio de 2014

Algo más que decir…

Muchas veces las relaciones humanas se ven afectadas por los ruidos que coexisten en la comunicación. Demasiados supuestos, interferencias, y ausencias convierten el puente de comunión de dos o más mundos en pantanos confusos donde cada quién se salva o se hunde según sus distinciones.
Y es que la expresión es la oportunidad que todos tenemos para manifestarnos, para hacernos entender, comprender, amar, y hasta incluso huir.
¿Por qué no sabemos comunicarnos? Porque muchas veces creemos que eso es dar explicaciones, y algunas personas se sienten demasiado adultas como para “explicar”, sin embargo comunicar es compartir, es invitar al otro a subirse a la mirada de que tenemos respecto de algo o alguien, es abrirnos o exponernos en los sentidos.

¿Para qué comunicar?  Para darnos a conocer, para no resentir, para no acumular, para evitar malos entendidos, para crecer, para ser libres y para SER CONSIDERADOS CON EL OTRO.
La consideración es la médula de la comunicación, somos seres reflexivos. Los único seres vivos con esa capacidad. Podemos reflexionar antes de la acción, durante la acción y después de la acción. Y esa alternativa provista por nuestro lenguaje implica repasar nuestras acciones y a partir de ella ser respetuosos y prudentes con los demás y uno mismo.
Habrá situaciones que querrás mantener en tu mundo privado y es legítimo, pero cuando las circunstancias que estés atravesando afectan a otros de alguna forma, es menester ser maduros y decir lo que nos está afectando.

26 de junio de 2014

Amor en la vista




No era rubio, ni de ojos celestes, ni de músculos prominentes, ni siquiera honesto pero llegó de repente como una estrella fugaz a mi vida y me provocó un hueco en el alma,  donde se esparcieron las semillas de la pasión, la fantasía, la ilusión y el deseo.
Sus ojos hundidos hablaban mudos de sus limitaciones por mi desconocidas, y la barba semi-crecida me inventaba en la memoria, historias de un rebelde compatriota. Sólo cinco minutos bastan para enamorarse; para caer en la banquina, descentrarse y quedar presos como de una inyección de procaína.
Y yo como Calamaro “Mataría por 5 minutos más”… por sentir ya no mariposas revolotear en el vientre… sino jurassic park rugir en las entrañas….
Con la voz casi asfixiada apenas murmuró mi nombre, y con el pulgar y el índice de su mano izquierda acarició mi oreja, mientras parpadeaba extasiado ante mi furia volcánica y mi sonrisa perversa.
Un beso, y otro más, un silencio y más besos, un apretón de cuerpos tensos, un mágico y satisfecho encuentro. Un sueño a destiempo, un fino arrepentimiento, y más besos prendidos… anhelos, ausencias, rumores…. y adiós.
Y así, cómo todo en esta vida…. terminó…
… como todo en esta vida… nada es real… despertó el sueño del sueño del único soñador…


24 de junio de 2014

Cambiar el pensamiento




La fuente de todos nuestros males, está en el pensamiento. Creemos que es el exterior lo que nos impacta, pero sin embargo, es el interior el que modifica lo externo. Es la singular manera de responder ante cada situación lo que nos llena de temores o de alegría.
Cambiar el pensamiento requiere tener la capacidad en principio de soltar todas las creencias, y entender que ellas son  una ilusión, una nubecita a la que nos prendemos creyendo que es un hecho, que no es refutable y siempre existirá.
El mejor método para hacerlo, es comenzar con las menos dolorosas, con esas que están ahí y a las que recurrimos pero no se nos va la identidad en ellas; para luego asumir la osadía de  soltar con las que más nos identificamos.
Lo creas o no, los pensamientos son energía que nos fortalecen o debilitan. Si constantemente estas pensando cosas negativas, tóxicas, tristes, tu estado de ánimo será coherente con esa forma de pensar.

18 de junio de 2014

¿Por qué nos suceden cosas malas?

Tenemos épocas en que nuestra cotidianidad se transforma en un escenario de hechos caóticos. Mala pata a cada paso que damos. No comprendemos porque el universo parece estar en contra nuestro, y le dejamos todo a la mala suerte. En esos momentos tan especiales, sería bueno tomar la decisión de detenernos a ver quienes estamos siendo en función de los otros y de nosotros mismos, y podremos descubrir porque situaciones de esa naturaleza caen sobre nuestras cabezas.


 Si aprendemos a observar la vida desde el contexto cuántico, sabremos y aceptaremos que el observador – nosotros- penetramos en el mundo y lo modificamos tan solo conla mirada,”es decir con la interpretación que hacemos de las cosas. Y por lo tanto descubriremos que todo lo que nos rodea no son más que nuestros “juicios” materializados.

El mundo -escribí una vez -es una extensión de nuestros pensamientos. Cuando tenemos rachas de “mala fortuna” seguramente en nuestro interior tenemos grandes tormentas emocionales que se manifiestan en el exterior. Lo que pensamos de nosotros, las limitaciones que nos ponemos, las creencias devastadoras hacia nuestra capacidad de merecer como sombras o como personajes se reflejan.

El mundo que creamos es una proyección de uno mismo, lo que vemos son nuestras creencias.  Si pensamos que no merecemos, tendremos conflictos para generar dinero, mantener relaciones estables, obtener aumentos en los ingresos. Si sostenemos que el amor no existe, nos toparemos con seres conflictivos, abusivos, o deshonestos que sólo confirmaran lo que creemos.
Todo lo que sucede, nos sucede desde nosotros mismos, desde una previa condenación.
Observa cuáles son los pensamientos que habitualmente tienes respecto de ti, del sexo opuesto, del trabajo, de tu jefe, y verás como en las áreas en las que fluyes con ideas poderosas, todo marcha viento en popa.

5 de mayo de 2014

Diez años en México



El tiempo pasa volando, parece que fue ayer cuando aterrice con la ilusión en los ojos pisando suelo mexicano, y hoy ya pasó una década. Un tiempo de tantas historias con finales, algunos tristes y otros más aún, y algunas pocas cosas que se han sostenido en el tiempo y seguro que algo tuve que ver también con ello. En 10 años cambie tanto que ya ni me acuerdo de quién era cuando llegué. Cambie de domicilio, de color de cabello, de cortes, de tener uñas mordidas a traerlas largas, de estar sola a tener un perro, de peso y hábitos alimenticios, de no saber qué cocinaba a enamorarme de la cocina, de gimnasio, y entrenador; de ideas, gustos, creencias, y conocimientos, de amores, de novios, de sentimientos, de sueños.
Fui perdiendo gente, momentos ingratos, y hermosos, y me construí un imperio que de las puertas para adentro de mi casa, ahora se llama hogar.
La ciudad me acogió con burlas y apapachos, con injusticias y sobre todo con bienaventuranza, me reconoció como propia y me parió miles de oportunidades, que nunca ni aún en los días más nublados dejo de verlas, me fui desprendiendo de lo conocido, y haciendo propio lo ajeno, y desaprendiendo modos y adoptando costumbres y manteniendo el acento como una huella digital.
Estos últimos 10 años estuve más lejos que cerca, inventando mi propia historia, y borrando otras, narrándole a los míos los logros obtenidos, escondiéndoles mis miedos, y frustraciones y ellos haciendo lo propio, pero siempre en un contacto eterno.
Cuánto más pasa el tiempo, el gusto del desarraigo me duele en los pies, porque siento como las raíces se van desprendiendo, y me vuelvo esa flor de panadero que viaja sin atarse a nada por los cielos, despeinándose con la voz del viento, y siempre yendo hacia adelante.
Los míos, algunos se fueron y llegué tarde para despedirme, otros llegaron sorpresivamente, y aún con todo, sé que esta elección no fue un error. Porque los míos se multiplicaron en muchísimos que me dejaron ser parte de ellos, que me admiraron, siguieron y reconocieron y transformaron mis números rojos en una cuenta a favor de la libertad personal.

26 de abril de 2014

No tengo marido ... y puedo igual


No es la primera vez que escribo sobre lo que me ocurre después de un temblor.  El 20 de marzo de 2012, lo hice. Pero el aprendizaje fue diferente. Este viernes santo, 19 de abril 2014, la tierra se sacudió como un perro lleno de energía previo a una actividad y tuve la sensación de que los que estamos en ella flotamos por unos segundos hasta quedar agarrados de algún hilo salvador. 
El suelo de la casa comenzó a chillar, a crujir como dolorido, las puertas a mecerse como autistas y  los porta-retratos se sentían agujas de reloj marcando un ritmo de izquierda a derecha. Todo desde lo incierto cobro vida, y el miedo se apodero de mis extremidades empujando al corazón  a desbocarse hasta entrecortarse la respiración.

14 de abril de 2014

La renovación del águila

  A los 40 años las águilas deben decidir entre morir o vivir. Si eligen lo segundo inician un proceso doloroso de renovación, en donde en la cumbre solitaria de una montaña golpean su pico hasta arrancarlo, se despojan de su plumaje y desagarran las uñas. A los 150 días aquella águila ya no es la misma, tiene un nuevo cuerpo con el que podrá vivir 30 años más.
Así creo que los seres humanos en algún momento de nuestras vidas iniciamos también la renovación de las águilas. Nuestro equipaje es demasiado pesado para seguir el  vuelo, y empezamos a entender que caímos en la trampa de la comodidad, y elegimos que el exterior elija por nosotros, y vivimos con estoica responsabilidad y ajenos a la alegría.
Son los momentos en que las uñas ya no nos sirven para rascar los obstáculos hasta acaparar nuestros sueños; se nos quiebran fácilmente las fuerzas, y la boca ya no saborea los ideales del pasado.
Abrumados, encorvados, volando al ras una realidad violenta, miserable, vacía, salimos y regresamos del nido, dejando en cada jornada un pedazo del alma.
Y cuando nos cansamos,  nos hastiamos, o  nos enfermamos decidimos renovarnos.  Cambiar el rumbo,  abandonarlo todo, despojarnos de la tristeza con olor a humedad, tirar a la basura los restos de amores mal paridos, la ira que se nos aloja en el costado izquierdo, la creencias que nos susurran al oído mentiras con sabor a verdades, romperle la cabeza a los lazos que nos estrangulan, y ser impiadosos con nosotros mismos hasta desangrarnos con la aceptación de que a veces y casi siempre, estamos solos y eso no nos hace especiales ni originales.
Y desnudos y del revés, con todo lo de adentro hacia afuera, con la libertad de sentir todo o nada, sin la pretensión  de ser buenos  o ser amados, sin deseo, sin tiempo, sin apegos, volver a ser.

1 de abril de 2014

Conectar…

Para Luz Magaly y Aydee Flawer

Hace unos días publiqué un mensaje de buenas noches en mi muro, en el que invitaba a la gente a relajar el cuerpo, la mente y conectar con el alma y fue cuando entonces recibí el comentario, o mejor dicho la sugerencia que inspira este artículo: ¿Cómo conectar con el alma? ¿Cómo conectar con uno mismo?
En principio pareciera que todos esperamos siempre respuestas simplistas, fáciles de usar y de efecto inmediato. Las condiciones de la sociedad en la que vivimos nos orilla a vivir a las prisas. Y es justamente en ese andar a los apurones, chocándonos con todos, pisando nuestros propios sueños y los demás, alocados por llegar sin saber a dónde, pero alocados al fin, vamos perdiendo la señal con quienes somos.

No hay remedio más eficaz para relajarnos que parar; detener la marcha, la vorágine en la que estamos inmersos, porque no debemos olvidar que la postura corporal con la que andamos nuestra vida se identifica con la postura emocional y psicológica.
Frenar la marcha, te has preguntado ¿ a que velocidad vas cada día? ¿ cuántas cosas del paisaje se te pierden o pasan como ráfagas de sueños? ¿Cuántos besos apenas dados, cuántos abrazos mancos?
Corremos como si tuviéramos que llegar a algún sitio importante porque no hemos olvidamos de quienes somos. Buscamos en el afuera eso que adentro como una hernia emocional nos trae mal sabor de boca todos los días.
El síntoma que es mudo, igual nos habla, nos dice que algo no funciona, y nosotros que vemos, igual somos ciegos y medicamos.
Aspirinas, alcohol, drogas, medicinas, trabajo, comida, amantes, deportes… excesos… estamos confundidos porque sentimos que algo nos falta y no sabemos que és ni donde buscarlo.
Y todo está al alcance de nuestras manos, pero se escurre como el agua entre los dedos.
La respuesta es FRENAR Y CONECTAR con uno mismo, que es lo mismo que decir conectar con la fuente o con el alma. Le damos más importancia a lo que no somos: el cuerpo. Sabemos de ese carro que nos transporta, lo arreglamos, lo educamos, lo satisfacemos…. y en relación a lo que somos: ALMA, nos extraviamos.