26 de junio de 2014

Amor en la vista




No era rubio, ni de ojos celestes, ni de músculos prominentes, ni siquiera honesto pero llegó de repente como una estrella fugaz a mi vida y me provocó un hueco en el alma,  donde se esparcieron las semillas de la pasión, la fantasía, la ilusión y el deseo.
Sus ojos hundidos hablaban mudos de sus limitaciones por mi desconocidas, y la barba semi-crecida me inventaba en la memoria, historias de un rebelde compatriota. Sólo cinco minutos bastan para enamorarse; para caer en la banquina, descentrarse y quedar presos como de una inyección de procaína.
Y yo como Calamaro “Mataría por 5 minutos más”… por sentir ya no mariposas revolotear en el vientre… sino jurassic park rugir en las entrañas….
Con la voz casi asfixiada apenas murmuró mi nombre, y con el pulgar y el índice de su mano izquierda acarició mi oreja, mientras parpadeaba extasiado ante mi furia volcánica y mi sonrisa perversa.
Un beso, y otro más, un silencio y más besos, un apretón de cuerpos tensos, un mágico y satisfecho encuentro. Un sueño a destiempo, un fino arrepentimiento, y más besos prendidos… anhelos, ausencias, rumores…. y adiós.
Y así, cómo todo en esta vida…. terminó…
… como todo en esta vida… nada es real… despertó el sueño del sueño del único soñador…




Nada en la vida merece la pena, ni por un instante, porque todo es pasajero y temporal. Hagamos que lo merecido sea la gloria. Poder aprender a disfrutar cada instante como lo que es, nos llevará al crecimiento personal, y a la posibilidad de vivirnos en plenitud. Sanar la percepción es la tarea que debemos afrontar si la búsqueda de la felicidad es de nuestro interés. La vida es una obra de teatro, y cada uno de nosotros somos los actores. No se trata de cambiar de función, sino de la forma de mirar.







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