14 de noviembre de 2010

Cuando un Hombre deja de amarte


A menudo las mujeres suelen soportar toda serie de abuso o maltrato de esos seres que dicen amar porque tienen la creencia de que sin ellos no podrán seguir viviendo. Gritos, menosprecio, frialdad, traiciones, mentiras, infidelidades, indiferencia, abuso sexual, psicológico, económico, son algunos de los precios que están dispuestas a pagar para que el hombre amado siga a su lado.Es fácil decir que no merece la pena sufrir así por ningún hombre, ¿pero qué se puede hacer cuando nos dejan de amar?
Duele el desamor
Es triste y doloroso aceptar que el hombre que amamos con el corazón, haya depositado todo su amor en otra mujer; o que simplemente ya no nos quiere. Que los días de caminar de la mano, sonreír por cualquier pequeño detalle forman parte de un álbum de recuerdos que ocupará un lugar en nuestro corazón y mente; pero que con él no volverán. Que como las golondrinas se han ido; que los besos y abrazos de veranos insolentes se mudaron al invierno de la indiferencia en donde los besos ya no nacen; y los gestos son minúsculos encuentros “cordiales”.
Cuando alguien nos dice “ya no te quiero” o “ya no te amo más” la sangre se nos congela y forma escarcha, el corazón arremete enloquecido y precipitado, las lágrimas se ahogan en la garganta; y los proyectos del futuro se hacen añicos.

Afrontando el desamor
En ocasiones nos hacemos las indiferentes, miramos para otro lado, negamos lo que ocurre, pensamos “ya pasará”, y creamos una tela de araña de confusiones y esperanzas fantaseadas…
Nos comprometemos a ser de otra forma, pues asumimos que “por ser demasiado obsesivas en la limpieza” o “por aceptar a los amigos” o “por enojarnos cuando no nos escucha” o “por estar celosa de la compañera de trabajo que le envía mensajes de texto a cada rato”, por todo ello estamos perdiendo el amor de nuestro compañero.
Prometemos no decir, hacer, o pensar tal o cual cosa que pueda molestarlo a cambio de una “reflexión”, de una posibilidad de retorno, de que se quede a nuestro lado, de que no nos abandone. A veces tenemos la suerte de nuestro lado y él dice: “bueno”, “está bien”, “me quedo”, “lo intentamos”. Algunas veces resulta. Con esfuerzo, trabajo, y dedicación de ambas partes, el amor reflorece, y las aguas se encauzan. Pero la mayoría de las veces no es así, sólo logramos extender la agonía, estirar la sensación de abandono hasta los huesos, hasta hacernos idea de que se irá, que nada queda por hacer; y eso generalmente lleva mucho tiempo.

El trasfondo: ser una buena mujer
La mayoría de nosotras hemos sido educadas con una mirada hacia el exterior; es decir, crecimos con la idea de que todo lo que tenemos deberá ser puesto en función de otros, que ellos siempre serán primero; así nos convertiremos en mujeres de bien, dignas, respetadas, amadas y valoradas. Pensamos que dejando para lo último nuestros propios deseos, lograremos un deseo mayor: convertirnos en Mujeres Buenas.
Quizás hasta ahora no lo entiendes, pero mucho de lo que vienes haciendo o diciendo está en relación a eso, a lo que piensan de ti. Hacia tu reputación.
No importa si quieres llorar, gritar o patalear, si sientes una inmensa cólera porque tu pareja no sabe escuchar tus necesidades sexuales, o si no coopera con la crianza de los niños o no te deja un espacio de libertad para tu hobbies; lo que verdaderamente nos importa es la reputación; que digan de ti que eres una MUJER BUENA o lo que suena mucho mejor aún, una BUENA MUJER.

Consecuencias
Por buscar ser reconocida como una buena mujer, has elegido soportar humillaciones y frustración; violencia y agresión, precios emocionales demasiados altos. Pero, ¿qué importa? Un hombre va a amar siempre a una buena mujer. Un hombre sabe que una buena mujer es para siempre.
Lo que sucede a menudo es que un hombre es un hombre, no es una máquina; puede amar y un día dejar de hacerlo. Puesto que puede comprometerse en una conducta de amor, pero no puede comprometerse a amar para siempre. ¿Entiendes la diferencia?, porque al comprometerme “para siempre”, su promesa no es responsable; no tiene esa capacidad de ser “eterno” pero en cambio sí puede comprometerse a “practicar una conducta de amor,” léase conducta de amor como “acto de amor,” como un proceder repleto de amor hacia ti.
Pero qué sucede entonces cuando nos dejan de amar; todo se vuelve confuso y caótico; desconfiamos de nosotras mismas para mitigar la pena, y buscamos en nuestro ser razones para justificar lo que sucede. Buscamos y buscamos.
Y aun cuando las encontremos, deberás saber que tu problema no es la causa sino el resultado, y el qué vas a hacer con eso.

Ya no te ama, ¿y ahora qué?
Creer que puesto que ya no nos ama el mundo se termina o nadie más nos amará o no podremos vivir sin él, son engaños de tu mente. De tu educación. Claro que podrás seguir adelante, al principio tal vez cojeando pero luego caminando con normalidad.
Tú eres valiosa; que alguien te ame es sólo un circunstancia, que tú te ames es una necesidad.
No pretendas que tu pareja “te quiera” si tú no lo haces primero, ni pongas en sus manos tu felicidad, pues no podrá complacerte, y se le hará muy pesado. Tu felicidad pasa por ti misma.
Él puede proporcionarte momentos de placer, alegría, ternura. Pero él es él, y tú eres tú. Cada quién es responsable de su vida y sus afectos. No puedes controlarnos ni manipularlos. Cuando alguien no nos ama más y no los dice; nos hace un inmenso regalo, pues valora quienes somos, y nuestro tiempo; y no nos resta la posibilidad de estar en un futuro con alguien que nos ame.
Si él no te ama más, no le fuerces a quedarse a tu lado. Sólo te lastimarás. Acepta y vuelve a la vida. Tú eres muy valiosa. No mendigues amor. El amor es para gozarse a pleno.
¡Tú lo vales!

Chuchi González.
Cuando un hombre deja de amarte, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.

11 de noviembre de 2010

Natalia - paisana argenta y sureña  me ha regalado un meme que debemos contestar con una palabra,. Una especie de asociación, incluyo ilícita, si se quiere. ¿Te prendes?

¿Dónde está tu móvil?: Escritorio -¿Tu cabello?: kilombo -¿Tu mamá?: lejos-¿Tu papá?: transformado
¿Tu comida favorita?: Pastas ¿Tu sueño de anoche?: Romántico ¿Tu bebida favorita?: Vino ¿Tu sueño/meta?: Muchos ¿En qué habitación estás ahora?: oficina ¿Tu hobby?: vivir ¿Tu miedo?: dolor
¿Qué quieres ser dentro de seis años?: millonaria ¿Dónde estabas anoche?: nubes ¿Algo que no eres?: hombre ¿Muffins?: dieta ¿Artículo en tu lista de deseos?: perfumes ¿Dónde creciste?: rosario ¿La última cosa que hiciste antes de contestar?: escribir ¿Qué traes puesto?: jeans ¿Tu tele?: fé internacional
¿Mascotas?: Tango ¿Tus amigos? Hermanos ¿Tu vida?: Intensa

Se lo paso a todos los que quieran compartir


Gracias a todos los que me leen, a todos los que me leen y comentan, a todos los que hacemos lo que hacemos y nos alimentamos cada día, porque ser bloguero es algo de sangre.
Besos pamperos!

9 de noviembre de 2010

6 de noviembre de 2010

Mi amor, ¿cuál es tu clave?


Si tu esposo o novio te pide la clave de tu e-mail o cuenta de facebook, se lo das, ¿verdad que sí? Claro, porque ello es prueba de amor, confianza y fidelidad.
¡Falso! No te creas esas manipulaciones y haz valer tu privacidad. Tanto tú como tu pareja tenéis derecho a la privacidad y eso es algo que debe respetarse.
Todas las personas tenemos una vida íntima y personal, aunque estemos de novios, en pareja, casadas, o divorciadas. Cada quién tiene sus frases mentales, sus sueños diurnos, sus miedos, sus hobbies, sus cuentas de correo, amigos, facebook, u otras redes sociales. Violar el mundo privado del otro, no sólo habla de la falta de seguridad propia, sino también de una conducta autoritaria y de imposición. ¿Dónde quedan las libertades entonces?
Tal vez en la época de mi abuela este problema se evidenciaba a través de las escenas celosas o los permisos que daban o negaban los esposos. Cómo si la mujer fuera una mercancía, después de varias décadas de lucha, se han conquistado varios escenarios. Sin embargo aún sigue siendo frecuente en muchas parejas, esa atribución de poder personal a uno de sus integrantes. Es decir, siempre hay un alguien que “da permiso” a otro para hacer tal o cual cosa. ¿Perdón?
¿No estamos hablando de parejas? ¿De vínculos entre dos adultos? ¡SÍ! Sin embargo es frecuente que Fulanita no pueda ir de su amiga Menganita porque su marido no la deja o estudiar aritmética, puesto que su marido lo considera innecesario; o tomar clases pole dance porque el marido cree que es peligroso o inmoral; o simplemente no la deja “tener facebook” o si lo tiene reclama su clave.
Pero, ¿qué es todo esto? ¿Por qué tu pareja tiene que permitirte o prohibirte cosas? ¿Acaso eres menor de edad y él es tu padre? Sabes que no. ¿Entonces por qué lo permites? ¿Por amor, me contestarás? ¿Crees que eso tiene que ver con el amor?
Una cosa es pactar con la pareja, hacer acuerdos, y otra muy distinta, es colocarte en la postura “quiero hacer tal cosa pero mi esposo no me deja”, ¿Cómo que no te deja? ¿Cómo puedes si quiera decirlo?
Las parejas maduras y consolidadas en el amor; no requieren de utilizar el “síndrome del permiso” para hacer o dejar de hacer. Saben que lo que elijan lo pueden consultar o compartir con el otro; que el otro puede estar o no de acuerdo, pero que más allá de eso, no habrá conflictos. Porque a su vez entienden que lo que desean hacer “no es algo que va contra los principios de la pareja” por el contrario la mayoría de las veces, las acciones extras que queremos sumar a nuestras vidas, están vinculadas con un desarrollo personal que influirá positivamente sobre el vínculo.
Recuerdo que en alguna oportunidad una alumna mía había comenzado a salir con un joven, y en los primeros meses de la relación, él le solicitó la clave de su cuenta de mail, la respuesta fue obvia: “¿Para qué?” La contra-respuesta típica: “¿Tienes algo que esconder?”; el final fue inevitable.
La manipulación en nombre del amor o de la especulación de “traición” son las armas que se suelen utilizar para alcanzar el objetivo. “Si me amas, ¿por qué no me das tu clave?” o “si no tienes nada que ocultar ¿por qué no me das tu clave?”
El amor no entiende de “claves” pero sí de espacio personales; de intimidad, de privacidad. Vivir expuesto al otro, hasta lo más íntimo no es saludable y ahora que lo pienso, ni aun así posible. Puedes darle la llave de tu casa, los accesos de tus cuentas, pero la llave de tu mente es imposible.
Siempre habrá un espacio tuyo, único. Al que nadie podrá acezar. Y es muy necesario. Para que te desarrolles; como lo es también tus sueños, tus talentos, tus hobbies, tus amigos. Tu mundo.
No tener nada que esconder tampoco implica que tienes que mostrar para ser creíble; es un problema del otro que te crea o no.
La privacidad de ambos es un elemento primordial en la relación. Puesto que les permite cambiar de aires, renovarse, sentirse a sí mismos, escucharse y luego volver a caminar de a dos. Pero fíjate que cuando caminan de la mano, es uno al lado del otro. Eso es exquisito. No lo otro, dónde él vaya delante de ti.
Claro pero tú también deberás entender que para exigir debes dar. Nada de intentar ingresar a sus redes sociales o revisar su teléfono celular porque te sientes investigadora privada. Meter manos en chaquetas, sacos, o pantalones “para encontrar” pruebas de algo, no es recomendable. Lo sano es que si tienes sospechas de algo, hables.
Meterse en sucesos de violación de intimidad es bochornoso e infantil. Habla de tu baja autoestima y tu desesperación; de tu falta de confianza y valor para afrontar los problemas. Te pondrá en una situación ridícula y del ridículo no hay retorno.
Como pareja son un proyecto común, como individuos son únicos.
Chuchi González.

Mi amor, ¿cuál es tu clave?, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.

4 de noviembre de 2010

Canción para papá

Ahora que no existe tiempo ni espacio,
ahora que vives en mi corazón,
ahora,que perder es el prefacio
de la vida que despacio
me arrebata la ilusión.
Ahora que tus luces se apagaron
ahora que me graduó en lejanías
ahora; que te extraño y se empañaron
mis esperanzas, y asfixiaron
mis alocadas alegrías.
Ahora que el vacío está en el alma
Lunes, martes, domingos ni qué hablar
Ahora que me refugio en la calma
De enredarme en la trama
De creerme que vendrás.
Ahora que los silencios tejen auroras
Ahora que me duermo y sueño contigo
Ahora que te evoco a toda hora
Que me siento embajadora
De tus versos y tu abrigo
Ahora que tengo un nada
Que no tenía,
Ahora que acorazada
Pinto mis días
Ahora que todo es pasado
Que llueve mojado,
Que sangro vacía.
“a tu memoria, 4 meses sin escucharte”
nenufar



2 de noviembre de 2010

¿Los hombres son más felices que las mujeres?


Hace días fui al salón de belleza y mientras el peluquero hacía su trabajo, yo comencé a hojear una revista femenina. Un artículo me llamó la atención, hablaba de la liberación femenina y de la “infelicidad” que hoy sienten las mujeres a pesar de tenerlo “todo”.
La ciencia ha demostrado que en la actualidad los hombres son más felices que las mujeres, “el ser más felices” significa que los hombres lo están siendo, mientras que la mayoría de las mujeres no lo son.
Detuve el dedo pasador de páginas y me quedé reflexionando, mientras hacía morisquetas frente al espejo, ¿será que fuimos privadas del gen de la felicidad? ¿y sólo nos atribuyeron la celulitis? ¿Será que tenerlo todo hace mal? ¿Qué será tenerlo todo? ¿Qué significa ser más felices?
-¿Qué está haciendo?- Grité al estilista.
El joven sólo hacía su trabajo, y yo el mío (pensar, para luego escribir), sexos opuestos, actividades distintas, y niveles de felicidad dispares. ¿Qué es lo que nos pasa hoy? – pensé; acaso estaremos viviendo una especie de paradoja propia del amor cortés, habremos idealizado el deseo a tal punto que muere el interés cuando se consume; quiero decir, que nos aburre todo aquello que perseguimos una vez que lo conseguimos.
Ninguna de estas reflexiones tenía asidero en mi alma, me cerraban por un lado pero otro se colaban más y más dudas.
Primero, sabía que los juicios totalizadores nunca son válidos, que definir que “las mujeres somos menos felices que los hombres” abarcaba demasiado y ahí descubrí el “QUI” de la cuestión:
Un estudio del General Social Survey plantea que las mujeres de hace 40 años atrás eran más felices que las de hoy. Pensé en mi madre, mi abuela, mi bisabuela y sencillamente me solté a reír como una desquiciada.
No podía encontrar ni siquiera en mi imaginación un gesto de soberbia felicidad en ellas; recordé que mi abuela no pudo casarse con el hombre que amaba porque los padres no la dejaron, que a mi bisabuela el marido la consideraba de su propiedad y borracho la celaba con un joven del campo y para reafirmar su virilidad la golpeaba, y que mi madre sostuvo un matrimonio durante dos años con un misógino porque era mal visto divorciarse.
Volví a pensar en lo que había leído, mientras descubrí que mi cabello ya estaba a la altura de la nuca como un golpe del destino que venía a traerme algún despertar.
¿Serían más felices las de antes o más sumisas? O ¿a qué llama la ciencia “felicidad”?
Me miré otra vez al espejo y sonreí, como de costumbre me agradaba lo que veía, me llevé a la boca un sorbo de café, yo había decidido ser feliz desde hacía muchos años independientemente de los avatares de la vida; porque la felicidad para mí era eso: poder mirarse al espejo y sonreír, sentirse plena, satisfecha con una misma, en paz con la energía vital de nuestra conciencia.
Tal vez la infelicidad de hoy, es el silencio de ayer, hoy quizás expresamos lo que sucede, nos enojamos, gritamos, lloramos, y aún así seguimos haciendo las cosas. Y quizás nuestro grado de insatisfacción no esté relacionado con la carrera y la vida familiar, sino con la necesidad consumista de querer ser “perfectas” a todo momento; olvidar nuestras limitaciones y creernos diosas de un Olimpo en caos.
Me pasaron la pistola, el cepillo redondo, la planchita y uno poco de cera; sonreí, me sentía renovada, y un poco más feliz que antes de entrar.
Lo único que nos libera es el cambio.
Chuchi Gonzalez

¿Los hombres son más felices que las mujeres?, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.

31 de octubre de 2010

Sin Tiempo para nada

Hoy día vivimos en un contexto social de “velocidad y agresión”…
Velocidad en el sentido de que “todo tiene que ocurrir en el mínimo tiempo”, en que “escasea el tiempo”, buscamos “procesos simplificados: comidas rápidas, aprender inglés en tres meses, responder a mensajes de textos -Ok-Si-No-Tq-, adelgazar diez kilos en un mes, usar electrodos para tonificar músculos, tomar pastillas para dormir más rápido, etc.

Y agresión, entendido por la nube de estrés que viaja sobre nuestras cabezas, por el enojo que abunda en nosotros, por la indiferencia consecuencia de la prisa que llevamos.
Todo el tiempo, estamos ocupadas. Tenemos que ir de compras, responder mails, ir al dentista, asistir a reuniones, colegios, buscar a los niños, pasear a las mascotas, concurrir a la estética, pagar cuentas, actualizar las redes sociales, hacer ejercicio, compartir con los amigos, recordar los cumpleaños, lavar trastes, ropa, planchar, cocinar, aseo de la casa, encontrar personal, buscar trabajo, terminar tesis, devolver un libro, etc. Miles de cosas a diario que nos mantienen en la frecuencia que he llamado VA (Velocidad y Agresión) pagando altos precios emocionales y físicos, como hipertensión, ansiedad, cansancio crónico ,obesidad, angustia, insomnio, enojo, dolores de cabeza, tristeza, cáncer, depresión, ira, problemas cardíacos, etc. Y todo ello para no salirnos y pertenecer a éste mundo. Pero alguna vez nos hemos dado vuelta, mirar por dentro, y preguntarnos ¿Qué estamos haciendo? ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Qué está pasando?
Todas estamos siendo víctimas/responsables de uno de los pecados capitales más transcendentales del siglo: La “Pereza Activa”. Una especie de nebulosa que tenemos sobre nuestros ojos, que nos mantiene ocupadas en miles de actividades haciéndonos perder el rumbo de las acciones importantes para nosotras. ¿Cuáles son esas acciones? Las acciones que tienen que ver con nosotros mismas, con nuestro ser, nuestra luz interna, nuestras voces, nuestra sabiduría. Según el monje tibetano S. Rimpoché, hay diversas clases de pereza, la oriental y la occidental:
La pereza al estilo oriental se practica a la perfección en India. Consiste en pasarse el día holgazaneando al sol, sin hacer nada, evitando toda clase de trabajo o actividad útil, bebiendo mucho té, escuchando por la radio música de películas indias a todo volumen y charlando con los amigos.
La pereza al estilo occidental es muy distinta. Consiste en abarrotar nuestra vida de actividades compulsivas para no disponer de tiempo alguno para abordad todo aquello que importa realmente.
(Extracto de “El libro Tibetano de la Vida y de la Muerte” Sogyal Rimpoché Ediciones Urano 2006).
Si hacemos una lista a conciencia de las actividades que tenemos que desarrollar, observaremos que muchas de ellas, que llamamos “importantes para nuestra vida”, no son más que meros trámites que elegimos para cumplir con las demandas de los demás, para obtener aprobación, para sentirnos queridas. ¿Cuántas veces te conectas con tus sueños y te prometes que el lunes empezarás? Pero al llegar el lunes, la agenda otra vez gana la partida. Hay demasiadas cosas pendientes; y “tus anhelos se vuelven a guardar en un cajón”.
Parece ser que hemos elegido que el exterior elija por nosotras, en lugar de ser nosotras quienes elijamos a cada paso en nuestra vida. El doctor Deepak Chopra en su libro “Cuerpo sin edad, Mente sin tiempo”, hace referencia a esto invitándonos a no gastar cientos de dólares en maquillaje, ropa, pastillas, cirugías, y que invirtamos en una buena terapia, en una orientación emocional; porque un equilibrio interno nos hace más sexys y bellas que cualquier cosmético o traje de diseñador; más sin embargo las personas siguen buscando fuera de sí, lejos de su centro, la verdad de la vida.
Estamos inmersas en una distracción nociva y viciosa, siempre queremos más, y más. Siempre buscamos mejorar nuestra condición económica, olvidando la espiritual; creyendo que más bienes materiales y mejores condiciones laborales, nos asegurarán vínculos exitosos y saludables.
Sin embargo, contamos con muchísimos ejemplos que nos confrontan con esta fantasía. La belleza y el éxito dependen de nuestra peculiar forma de mirar, absorber y relacionarnos con el mundo.
Si pudiéramos reconectarnos a diario con nuestra voz interna, aprenderíamos que mucho de lo que perseguimos lo hacemos por costumbre, por tradiciones de otros, por no saber elegir desde el corazón.
El antídoto a éste pecado es hacernos conscientes de que la vida está en pleno cambio, que nadie puede bañarse dos veces en las aguas del mismo río (Heráclito), que todo fluye, y que estamos en constante rediseño. Que mientras todo esto acontece ante nuestras narices; nosotras estamos extraviadas.
Te invito a soltarte y dejarte SER.




Chuchi González.
Sin tiempo para nada, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.






28 de octubre de 2010

Hacia la inaccesibilidad del Objeto: Deseado

Tiene dos aceitunas negras por ojos; y cada vez que lo veo, yo deseo sacarle los carozos; el cabello pintado de lunas y nieves y la piel rosa como los cuentos que no me creo, ni leo, ni he comprado.
Cada mañana es una incógnita abierta; ¿Lo veré hoy? ¿Lo volveré a ver? Cada día es un pensamiento etéreo,  impuro, latente: ¿Quién será? ¡Quién sabe! ¿Quién sabe?
Como una alondra revoloteo en conversaciones internas; voy y vengo. Me detengo a escucharme. Y las carcajadas de la ironía me celebran una fiesta.
Pienso que ahora en la etapa del desconocimiento, todo es bonito, pero que en el momento en que sepa su identidad, el deseo enardecido como nido de abejas, caerá rendido sin sentido a la voz de la rutina.

Entonces una ráfaga de viento reflexivo me recuerda aquella temática tan enriquecedora que estudie en la Universidad de Letras: “El Amor cortés.”Filosofía del Amor, que nace en la Provenza del Siglo XI y suponía una idea mística y platónica del Amor entre los miembros de la nobleza.
A diferencia del Amor Ovidiano (según el Arte de Amar de Ovidio), esta nueva postura, no implica “la consumación del deseo”, sino que por el contrario, el amante “vive en un estado permanente de amor”
Pienso que en esa zona donde todo fluye desde nosotros, y a partir de esa información creamos nuestra realidad, por supuesto no hay riesgos. Uno ama “lo que quiere amar o exaltar de la interpretación que tiene del otro” sin jugarse en absoluto. Nada va a pasar. Es una peculiar forma de no comprometerse con una transformación.
El máximo desafío acontece cuando se quiebra la lozanía de la  imagen que nos proveemos.Y emergemos como Adán y Eva sin paraíso en dónde buscar una hoja para taparnos.
Ese instante en que no se nada de ti y todo me lo invento es el momento más mágico que existe; pero no creo que más intenso que el instante en que tus labios se apoyen sobre los míos.
                                     Chuchi González