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9 de noviembre de 2021

Solucionar conflictos de pareja


 Cuando nos enamoramos, nos enamoramos. Mariposas en el estómago, nubes en el piso, sonrisas profundas, ánimo distendido y alegre. Una hermosa etapa. Con el tiempo el envenenamiento del flechazo pasa y… el dramaturgo español Jardiel Poncela diría “Los matrimonios entran en conflicto no cuando se pelean sino cuando bostezan”, pues la pregunta retórica por excelencia es: ¿Qué nos ha pasado? ¿Dónde están todos los proyectos que teníamos? ¿Dónde están esas risitas que me dedicaba? ¿Los poemas que me escribía? ¿Las escapadas que nos concedíamos? ¿Dónde? Y la respuesta más sincera y dolorosa es en el OLVIDO. Un país que queda en el continente de los recuerdos, en el hemisferio del pasado. Ahí quedaron anidados las horas de miradas ininterrumpidas, las promesas, los pactos del alma, los besos sabor a miel, las caricias cálidas. Todo ha pasado, y ha quedo atrás de nosotros mismos, tan atrás que, si nos volteamos a ver, no llegamos a distinguirlo. Pero de todo eso, ahora queda “esto”; un perfume añejado de un amor que fue extraordinario y ahora sólo es común. Unas palabras indiferentes, y un saludo cordial, una conversación sin vuelo, dos cuerpos cansados que cohabitan en la misma cama.

Des-ilusión; gime en cada quién como el llanto de un niño con hambre. Él no hizo lo que esperaba que hiciera. Ella no dijo lo que esperaba que dijera. Ninguno de los dos sostuvimos en el tiempo los sueños anhelados. Nos rendimos a la fragilidad de lo conocido, a la costumbre de saber que nadie se irá para siempre, que más allá de las peleas y los desentendidos siempre volveremos.  El sentido de “pertenencia” – ese otro es mío- es tan poderoso que no es necesario hacer nada para “cuidarlo”, siempre será mío.

Des-ilusión; se murieron las ilusiones, las expectativas que habíamos hecho de nuestro futuro, no corrimos el riesgo suficiente para volverlas realidad y ahora vemos que no hemos hecho nada con nuestras vidas.

Resentimiento; Tú no me has hecho feliz, siempre creí que me harías feliz, y no lo has logrado ¿Para qué perdí tanto tiempo contigo? Ahora tú haces todo mal, no te preocupas por mí, ni por nosotros.

En esta etapa de la relación, los cónyuges viven en un gran contexto de escasez, se focalizan en los aspectos negativos del otro, y siempre se sienten insatisfechos; no importa que cosa haga cada uno, siempre estará mal hecho.

Las mismas actitudes que antes admiraban, ahora son las criticadas. Su cabello, su forma de comer, sus gustos, sus palabras; todo es un lugar usual, vacío, carente de sorpresa.

¿Por qué llegamos a esta instancia en la vida amorosa? Porque nos gobernamos con dualidades, todo o nada, bueno o malo, blanco o negro; en lugar de observar nuestra vida de pareja como una totalidad, y sentirnos parte del problema para encontrar una solución.

Cuando las circunstancias no son las deseadas, en lugar de generar empatía, creamos reclamos; evitamos comprender desde dónde el otro actúa y causamos nuestra desesperanza hacia la queja.

Si tú y yo nos paramos en la queja, la relación que tenemos se detiene, se encapsula en sus recuerdos, y poco a poco se marchita.



Para dirigir nuestros deseos hacia otras aguas deberemos aprender a entender que nosotros los de antes no somos los mismos – las experiencias nos han transformado-, la esencia es la misma, y sí alguna vez juntos sonreímos, aún nos sobran los motivos para volver a hacerlo.

 Sólo falta guardar el falso orgullo, y reconquistar el lenguaje de un NOSOTROS.


 

6 de noviembre de 2021

El momento presente

 




Dicen que el hombre sólo tiene aquello que puede llevarse a un naufragio.

“Un hombre se acercó a un anciano sabio y le dijo:

“Si eres tan sabio como cuentan, dime algo que haces que te lleva a serlo.

El anciano contesto: como cuando como, duermo cuando duermo, y hablo contigo cuando hablo contigo.

Pero eso también puedo hacerlo yo – replicó el hombre

Y el anciano respondió: ¡No lo creo! Cuando duermes estás pensando en los problemas que tuviste durante el día, y cuando comes en lo que vas a hacer luego y cuando hablas conmigo en lo que voy a responderte. El secreto de la sabiduría es estar consciente de lo que hacemos en el momento presente y así disfrutar cada minuto del milagro de la vida”.

(Anthony de Melo)


Todos de alguna forma sabemos esto, sin embargo, nos perdemos en miles de otras formas, buscando incansables la felicidad, el amor, la paz. Golpeamos las puertas del cielo y esperamos a que nos abran a que nos den la oportunidad de acceder a nuestros más íntimos deseos.

Pero olvidamos que abajo, como dijo Lennon: La vida es lo que ocurre mientras nosotros hacemos otros planes.

Nos damos el “gusto” de desaprovechar días, horas, meses, oportunidades; porque actuamos conforme “nos sentimos”; si hoy amanecimos enojados, entonces ¿Para qué voy al gimnasio? o si discutimos con alguien y estamos tristes ¡Voy a romper la dieta total de qué sirve!

Vivimos justificando nuestros no resultados en relación a los estados de ánimo que transitamos, con la fresca inocencia perdida, como si a la vida o al destino le importara como nos sentimos. ¿Crees que para el mundo de girar porque hoy estás frustrado? ¿Crees que la tierra hará más lentos sus movimientos de traslación o rotación porque alguien te lastimo, humilló o mintió?

Por supuesto que no, dirás; pero entonces ¿Por qué te comportas como si así fuese?

Los seremos humanos tenemos muchas capacidades, pero una de las más perjudiciales que hemos sabido cultivar es la de “hacer múltiples cosas a la vez” y por ende vivir en automático.

Comemos sin observar el plato, sus colores, degustar los sabores, introducimos el tenedor en la boca al tiempo que estamos escribiendo un mensaje de en el celular y atendemos otro teléfono que suena. Y todo pasa en un instante; en un momento que no volverá jamás. Y ¿Qué nos llevamos de eso? ¿El vientre inflamado por tragar en lugar de masticar? ¿El estrés de comer y resolver asuntos pendientes?

La vida tiene momentos mágicos a cada minuto, sólo que estamos muy ocupados buscando “el momento,” el más espectacular, el inolvidable, el magno. Y ¿si no lo hubiera? ¿Si acaso lo que buscamos es lo que tenemos pero no nos dimos cuenta?


También es real que está de moda el “vivir aquí y ahora” y muchos suelen confundir sus implicancias. Estar en el presente no importa no tener planes futuros o no tener ambiciones; metas o proyectos. El presente remite a enfocar nuestra energía en lo que ahora mismo está sucediendo, no en lo que sucedió o podría suceder.

Permanecer conscientes del momento presente puede tener muchos beneficios, como por ejemplo:

·        Desarrollo de la observación

·        Desarrollo de la creatividad

·        Crecimiento de la auto-estima

·        Favorece el rendimiento

·        Mejora la capacidad de concentración

Cuando uno mira lo que está mirando, escucha lo que está escuchando, toca lo que está tocando, siente lo que está sintiendo logra captar la energía de ese único momento que tiene para sí.



16 de junio de 2021

Camino del perdón

 


De todos los caminos de la vida, el del perdón, es el más significativo que tenemos para trascender. Erróneamente se cree desde lo coloquial que cuando perdonamos exoneramos a los demás de las faltas que cometieron. Si alguien nos falla y nosotros perdonamos, ¿estamos justificando?

Algunas personas creen que sí y por lo tanto invitan a ese otro a   que cometa una y otra vez el mismo error, por eso guardan el no perdón como un tesoro invaluable sin entender que lo que hacen es llenarse de resentimiento.

Sin embargo, perdonar no es un acto de liberación para quién se ha equivocado con nosotros. 

Este pensamiento es propio del sistema dual del ego que cree en víctimas y victimarios, en buenos y malos, en ofensas, ofensores y ofendidos.

Pero esta clase de perdón es obsoleto. Justifica conductas de resentimiento, castigo, lecciones de moral y de vida.

El verdadero camino del perdón, es el que todos los seres humanos estamos invitados a iniciar desde el momento en que nacemos por cuanto no implica lo que hicimos o hacemos; sino que resulta de la información con la que estamos formados y desde dónde vivimos y observamos la vida. A través de ella, estamos condenados a pensamientos de auto castigo en forma constante y repetitiva que nos acercan a experimentar situaciones incómodas que validan lo que pensamos de nosotros mismos.  Traiciones, mala suerte, injusticias, infidelidades, abandonos, malos entendidos, decepciones, rechazos, pérdidas; son las caretas con las que el universo se presenta para mostrarnos nuestros pensamientos; y nosotros los tomamos para hacerlos encajar en el puzle de la víctima expulsada del paraíso que somos. Cuando olvidamos quienes somos, el escenario se llena de bandidos. 

Cuando creemos que somos insuficientes, la vida siempre nos da muestra de esa cualidad.

El perdón consiste sólo en perdonarnos; no es un acto que lleve ritual ni un proceso de tiempo; es declararnos libres de las expectativas; es sólo decir me perdono porque no supe hacerlo mejor. Lo cual nos lleva a entender que mi conciencia es proporcional a mis resultados. Si tuviera una conciencia de amor, las consecuencias serian otras. 

Por ejemplo, cuando elegimos los patrones repetitivos del abandono a través de parejas, amigos, trabajo, hijos, no es que no sabemos “elegir”, es que actuamos por como somos. Si somos dependientes actuaremos desde la dependencia y por lo tanto las personas del entorno tendrán poder en nuestras vidas.

Si advertimos que es la forma de mirarnos la que determina lo que escogemos, podremos transformar las cosas.

Perdonarnos es soltar, es abrazar el error, es entender que eso que hicimos o no hicimos fue creado a partir de las herramientas que tenemos. Crees que, si tuvieras otras habilidades para vivir más plena y feliz, ¿No las usarías? Claro que sí. Despertar a la conciencia de quienes somos se llega a través del perdón.

De una fórmula simple, y fácil, tan sencilla como ejecutar los problemas que nos generamos. Sólo consiste en advertir que NO LO HICIMOS MEJOR PORQUE NO PUDIMOS. Que de tener “más poder” para hacerlo diferente LO HUBIESEMOS HECHO. Perdonarte es la base del amor, ¿Qué haces cuando un niño está aprendiendo a andar? ¿lo castigas por que se cae? NO. LO apoyas. 

La misma fórmula aplica para ti.


6 de noviembre de 2020

Todo sobre mi padre


A menudo todo lo que creemos, es mentira. Es la ilusión de nuestra mente racional. Son la explicaciones de que a la mano tiene la mente analítica. Si nos duele la panza es porque comimos algo en mal estado, o nos dimos un atracón, o el "estrés". Si nos duele la cabeza es la contaminación auditiva, el cabello atado, o las benditas flexiones de brazo. Siempre sabemos lo que nos pasa, nos acontece, nos sucede, nos agobia pero "casual" seguimos iguales. Si analizas tus repetidos patrones, tienes que sospechar. Algo no es como crees, algo debe funcionar por lo menos diferente. Y la vida que se brinda a tus pies es la que opera distinto. Nada, absolutamente NADA sabemos de nosotros sino nos permitimos al menos, sospechar de nuestras verdades. Tu mente racional, ignora completamente, el caudal de información que la mente subconsciente maneja. Se distrae con cosas externas, mientras la gran operadora de tus acontecimientos más importantes hace de las suyas. Nunca actúa en nuestra contra, incluso cuando así lo sentimos. Ella no juzga, no interpreta, no siente; sólo se maneja en términos de supervivencia en relación directa con los recursos que tiene.
A menudo creemos que la vida de adulto está marcada por situaciones con nuestros padres, y la mujeres muchas veces, señalan a la madre. Viven en sus cabezas ese conflicto y lo trasladan a sus vidas amorosas, a sus relaciones interpersonales y a su relación íntima y personal consigo mismas. Huyen de ser la madre que tuvieron. Corren lejos. Hacen lo contrario. Desaparecen cualquier parecido. Y terminan haciendo lo mismo. Por que ellas son sus madres.
Pero otra veces, te sientes identificada con tu madre, y dices "soy una calco", vivo sus mismas experiencias, y hasta observo la vida con sus mismos cristales; y crees que algunas experiencias tienen que ver con un modo de reparar sus dolores, y un día sin más, wow! despiertas y dices TODO ERA SOBRE MI PADRE.
Así me ocurrió.
Yo creí mucho tiempo que había tenido una historia "de amor" ( es verdad de desamor) tóxica porque estaba reparando y/o repitiendo situaciones de sumisión y toxicidad de mi árbol vividas por el linaje materno/ femenino.  
Sin embargo, un buen día me vi al espejo, vi el rostro de mi padre, y me llene de asombro al darme cuenta que yo soy mi papá. 
Mi vida es la de mi papá. Por información transgeneracional y fechas exactas soy doble de mi madre por fecha de concepción, y por error administrativo soy doble a 9 meses de mi padre. La primera afinidad es mucho más profunda que la segunda; pero es la que influencia mi vida. YO SOY MI PADRE. 
En aquellos momentos de trastorno emocional, me vincule con un abusivo totalitario no como parte del honrar a los ancestros abusados, sino como castigo. 
Me sentí culpable de no poder salvar a mi papá en su cáncer de células plasmáticas, yo no era médico, ni dios, pero igual como hija quería salvar a mi papá, que de alguna forma era salvarme a mí porque yo no quería perderlo, no quería afrontar la orfandad prevista. 
Me castigué a través de una relación de mierda, porque subconscientemente NO PUEDE rescatar a mi papá del dolor. Ni siquiera las medicinas que solicite desde México a la India para que lleguen a Argentina, supieron darle un alivio porque la aduana las detuvo y cuando las liberaron, papá ya se había liberado solo del flagelo que sentía. Todo era demasiado tarde.
Y empezó el castigo. Pareja de mierda. Robos. Asaltos. Estrés. Estuve a punto de colapsar y generar una enfermedad autoinmune. Pude salir de ahí porque a mi favor no tenía el virus del amor romántico. Porque tenía lapsos de tiempo en los que me decía ¿Qué hago acá? y por mi afinidad a las terapias decidí tomar terapia y en 3 sesiones, terminó el martirio que escogí vivir por un 18 meses. 
Así opera tu subconsciente. Crees que eres uno pero eres otro. Crees que haces esto por esto y es por aquello. 
¿Para qué te cuento esto? Para que tomes conciencia de que es necesario "cuestionarnos" las creencias, los pensamientos, incluso "sospechar" de su aparente verdad. Nada de lo que pensamos es VERDAD, porque todo está sometido a los filtros de la biología que determinan "lo que es verdad de lo que no lo es" pero es un mirada absolutamente corrompida por el sistema orgánico que tenemos. 
Saber que todo es sobre mi padre, me permitió perdonarme y regresar a mi eje. Me permitió comprender el dolor de la pérdida, la resistencia al cambio,  la soledad a la que nos enfrentamos en la adultez y la intricadas complicaciones mentales que nos hacemos porque creer que la vida debe ser como decimos o como soñamos. Dejé de castigarme por mi impotencia al cabo de muchos años, porque de pareja, pase a otros modos más sofisticados como abuso laboral, permiso para que me chinguen por miedo, incumplimientos de contrato, suspensión intempestiva de honorarios, pagos en destiempo, deudas. 
Ahora lo puedo observar con lejanía y paz. Ni odio al ex, ni a los que me persiguieron  o los que se quedaron con mi dinero. Lo que no significa que volvería a tener un vínculo con ellos. Puesto que el depredador será siempre depredador para la mente arcaica aunque tenga dentadura de plástico. 
Puedo observar como una amor desesperado me llevo a vivir un calvario, y la creencia profunda detrás de que "si mi papá me dió la vida, yo tengo que darle la vida".
Los papás en general siempre buscan evitarnos el dolor. Prefieren joderse, callarse, simular, interpretar personajes que no son para que no suframos. Y bueno, al rato, siendo adultos hacemos lo mismo y cuando no lo logramos, castigo.
Así funcionan las mentes erradas. Desconectadas de la verdad absoluta del amor que somos. Sintiendo miedo y procurándonos castigos.
Muchas veces tus emociones no tienen la causa que crees. Indaga. Reflexiona. Háblate. Y escucha el mensaje de lo divino que siempre está susurrando el camino bello, sereno y justo; al cuál la mayoría de las veces nos negamos a andar.




22 de noviembre de 2017

Curación vs Sanación


Infinidades de veces utilizamos términos como sinónimos sin plantearnos lo que estamos diciendo, sin detenernos a pensar que cada palabra usada tiene un propósito en sí misma y que además nuestra elección inconsciente de las mismas habla con un susurro silente algo que resuena en nuestro interior. 
Frente a las dolencias físicas recurrimos a algo que cura... ¿Qué puede curar esto? ¿Cómo se cura?... y lo que hacemos es sólo buscar algún método para aliviar los síntomas y regresar al estado anterior. Sin embargo, con el tiempo los persistentes síntomas se anuncian con mayor fuerza , porque quieren hacerse escuchar, traen un mensaje de que hay un conflicto emocional al que le urge ser mirado para ser resuelto; pero muchas veces insistimos con la misma mecánica: curar. 
¿Qué es curar? Es aplicar un procedimiento de "cuidados" a uno o más síntomas. El error está en creer en que ellos son los enemigos y se los combate. Buscamos bajar la temperatura, cortar el escurrimiento nasal, o el dolor estomacal. Pensamos que ellos son consecuencia de una acción exterior que impacta en nuestro cuerpo... Pero ellos solo nos hablan de un desbalance interno e íntimo. No todos los inviernos enfermas de gripe, ni todas las veces que comes fuera sufres gastritis, por ejemplo ¿Cuál es la variante? Tu estado emocional. 
La presencia de un síntoma, ya sea físico, psíquico o relacional, anuncia que estamos fuera de nuestro camino del medio, como le llaman los budistas. Es decir, fuera de eje. Anuncia la incoherencia emocional en la que estamos inmersos. En el juego social de pensar, sentir y actuar diferente, "porque no vaya a ser que si digo lo que pienso y siento y actúo en la misma dirección el otro se enoje o se ofenda." y entonces se enoja y ofende tu ser y reacciona. 
Y claro que no se trata de andar maltratando, ni actuando con desidia, eso no es ser UNO MISMO, o AUTÉNTICO, eso es ser caprichoso y arrogante, pero si empezar a entender que la vida es de cada uno, y que soy responsable de lo que pienso y actúo, pero no de lo que el otro siente con lo que yo siento. Y cuando no hay afán de joder a nadie, en última instancia nada se jode. 
Recapitulando... si queremos curarnos sólo tendremos oportunidad de eso, de aliviarnos del mensajero. Pero si queremos sanarnos, es otra cosa.
Sanar es profundo, Curar es para los médicos, la ciencia, los remedios, las farmacias, los procedimientos, la acupuntura, los reikistas, las terapias todas. 
Pero sanar, sanar es algo nuestro. Es sólo nuestro y personal. Es un camino de autodescubrimiento, de aceptación de los monstruos que llevamos en el interior, de buscar domesticarlos, de entender con el corazón que están ahí porque ahí los hemos puesto nosotros en algún momento, sin conciencia, pero que no arribaron del espacio exterior y nos habitan porque sí... Están ahí porque nos revelan nuestras carencias o huecos, y podes mirarlos con amor, nos acerca a la sanación, a un estado de gracia con el ser que somos detrás de tanta carne y huesos. 
Sanar es tomar conciencia, apropiarnos de ella, es mirar un poco más allá de lo que ven los ojos. Es mirar para adentro.
Por eso si quieres curarte tendrás muchos caminos, pero si quieres sanarte, sólo uno: tomar conciencia.


2 de octubre de 2014

10 de septiembre de 2014

Rasgos que enamoran


 ¿Cuál será el secreto para seducir? ¿Tacones? ¿Faldas? ¿Maquillaje? ¿Vestidos? ¿Perfumes? Claro, todo depende de a quién desees atraer… Pues generalmente lo exterior atrae a personas con escasa vida interna, con autoestimas que están en el mercado valorándose, con adultos que están aún en el arquetipo del Atleta… Pero si la ocasión es abrirnos al arte de cautivar a seres maduros…. lo externo es puro adorno si no lo sostenemos con una fuerte estructura interior…
Las mujeres nos “sometemos” en forma cotidiana y habitual a un sistema que reprime nuestra femineidad; aceptamos desde siglos con sumisión inconsciente las creencias limitantes que nos han definido en la historia, y en la actualidad corremos detrás de una imagen que nos venden y promete ser la herramienta para alcanzar el amor pleno en una pareja.
En algún momento, todas creemos en esa solución mágica. En pastillas que nos harán desinflar las michelin, en zapatos altísimos que nos acercarán a los sueños, y cremas pastosas que borrarán la tristeza del alma reflejada en el rostro… Después de unos intentos – o muchos- desistimos… nos sentimos un desastre, incapacitadas o no merecedoras… y nos acoplamos a lo imposible; nos volvemos amantes de la auto-crítica; cenicientas de las pretensiones ajenas, geishas del absolutismo y capricho masculino… ¿ para qué? Para no sentirnos solas… la falacia del alma gemela se nos metió en el cerebro como un gen auto-invalidante… sin príncipe no hay princesa….
Sin embargo, como mujeres que somos, cargamos un potencial divino heredado al que no sabemos como acceder, olvidamos el método natural por estar más dispuesta al afuera, que a nuestra propia voz…
Y el secreto está a nuestro alcance:  ser una misma… con todo lo que ello implique… con la consideración de nuestras luces y sombras… con la aceptación de que somos perfectamente imperfectas….y que en nosotras habitan las respuestas a todas las preguntas….
¿Qué atrae a un hombre?  (Ojo dije hombre no aplica ni en niños ni en machos…)