24 de enero de 2011

Una nueva posibilidad... 2011

Comenzó el año, con nuevas ilusiones, nuevas expectativas, nuevas resoluciones y nuevas metas personales.
Puede ser un año especial, o sólo un año más que añadir a la lista. Puede ser un año de objetivos alcanzados o un año más de estancamiento personal. Hay cosas que pueden influir este año, pero al final todo depende de nosotras mismas.
El almanaque ya dejó caer otra de sus hojas, inaugurando un nuevo año. El 2011. Es bastante distinto a lo que soñamos de niñas; el 2000 con autos intergalácticos, robots mascotas y ropa de aluminio, aunque en algunos aspectos la tecnología ha logrado hacer realidad esas fantasías.
Cada año nuevo es iniciado con muchas expectativas y deseos de que sea mejor que el que acaba de partir. Una lista de promesas y objetivos solemos escribir o cargar en la mente. Empezaremos con mucho entusiasmo, pero al cabo de unos días, ¿qué pasa? Nada ha pasado de diferente. Sólo hemos sumado más pendientes a nuestra existencia. El bendito y venerado año nuevo, sigue siendo exactamente igual. Mi hermana menor suele quejarse de eso. No ha cambiado nada. Nada mágico ha sucedido. Los problemas del año pasado son iguales a los de hoy. ¿Qué hacer?
En principio reconocer y aceptar que “nada mágico” sucederá si no opera en nosotras mismas un cambio. Que un calendario gaste a diestra y siniestra sus fechas “no hará que nuestro problemas se resuelvan,” cada quién deberá atender su juego.
La renovación anual debe ser una oportunidad para brindarnos a nosotras mismas y a los demás; para repasar lo que hemos ido generando en el año y las lecciones aprendidas; y si algo no nos “gustó” cambiar el rumbo.
Debemos cambiar desde la conciencia y la responsabilidad; entender que los objetivos que nos hemos establecido son importantes para nuestras vidas; y que la mayoría de ellos si aun no se han cumplido es por simple falta de perseverancia.
Y atención, mira con cautela tu lista; pues habrá objetivos que no son probables de realización porque no depende de tu 100%. Me refiero que si te pones como objetivo “casarte con Brad Pitt”, bueno cariño, sabrás que no pasará nada.
Los objetivos que debemos trazarnos en la vida son metas hacia dónde vamos a dirigir nuestras fuerza, esfuerzo y ambición. Deben responder a la pregunta: ¿Qué quieres? Y de tu respuesta depende toda tu experiencia.
¿Te ha sucedido que a veces no sabes lo que quieres? Si no sabes lo que quieres, ¿cómo crees llegar? Mejor aún, ¿a dónde crees llegar? A cualquier lugar.
La elección de objetivos y la falta de ella, es igual que estar en un automóvil y conducir sin dirección alguna; llegaremos a un sitio, pero será cualquier sitio. Algunas se sentirán satisfechas de llegar a algún lugar, otras inquietas. Todo depende de nosotras.
A medida que nos trazamos objetivos, las fuerzas crecen o decaen; la mayoría de nosotros no llega a su cima personal porque en el camino se compromete con otras cosas.
Si tu misión el día de hoy es “hacer la dieta tal cual te fue planificada”, verás… en el desayuno haces lo indicado, y camino a la oficina, el tráfico, y una breve discusión con tu pareja; llegas diez minutos tarde –aunque hayas salido con suficiente antelación- te llaman la atención; llegas a tu escritorio con una sensación de injusticia: “tú no tienes la culpa del tráfico”, “tú no tiene la culpa de que tu pareja haya mal interpretado un comentario”, “tú no tendrías porqué haber sido objeto de ese reclamo por parte de tu jefa”. Sigues con tus actividades, pero esas conversaciones internas te recuerdan como en carteles de neón que “tú has sido en la mañana de hoy injustamente tratada” y ese juicio dispara otros, “recuerdas que tus parejas no te han valorado nunca”, “que la jefa se queja, pero siempre te quedas después de hora”, “que nunca cobras horas extras”, “que hace dos años no faltas y trabajas inclusive sábados y domingos”, “ que aquella noche cuando él llegó con aliento alcohólico no dijiste nada”- en eso suena un teléfono, te distraes, sientes frustración, pasa el “joven” de los pasteles y te encargas uno. ¿Por qué? ¡Estás a dieta! ¿Por qué no?
Todo el contexto exterior modifica tu interior; te has dejado tragar por el mundo; podrías soportar lo mismo, pensar incluso lo mismo, y aun así no perderte de tu meta: hacer la dieta como te fue diagnosticada.
Sin embargo a diario nos distraemos de los objetivos; queremos ir para A y terminamos en Z. ¿Por qué? Porque hacemos más importante a los factores “distractores”.
¿Cuáles son tus distracciones diarias?
Empieza a eliminar esas fuentes que te roban energía, la energía que requieres para llegar a dónde te propusiste. Aunque parezca ingenuo hay muchas distracciones. Tienes que concentrarte en llegar a tu meta.
Las conversaciones por teléfono con amigos, el enojo, la tristeza, las odiosas comparaciones, el internet, las redes sociales, la comida entre comidas; los juegos electrónicos, la televisión, la angustia, son algunos de los tantos factores que nos sacan de foco.
No podemos esperar a que ellos desaparezcan para arribar a dónde queremos. Debemos cultivar nuestro compromiso y voluntad.
Haciendo esto, al finalizar el año que ahora hemos comenzado, podremos sentirnos satisfechas con el recorrido. Este año que ahora comenzamos es una nueva oportunidad para seguir siendo plena y en libertad.
Año Nuevo… una nueva posibilidad, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.

24 de diciembre de 2010

Veo, veo, ¿que ves?

La palabra autoestima es una palabra casi de moda.
Si lees un libro de autoayuda, encuentras la palabra; si tienes problemas con tu pareja y lloras por él, alguien te va a decir que tienes que reforzar tu autoestima; si compras una revista fémina encontrarás una lista de consejos infalibles para desarrollarla; y para no ser menos, en esta columna, leerás acerca de la autoestima…
La autoestima.
Creo que por ser tan popular se ha convertido un poco en un mito; y ha perdido su origen y naturalidad. Autoestima últimamente se confunde con “amor propio” y quién tiene “autoestima saludable” es alguien perfecto, a los ojos de quién tiene baja auto-estima.

Primero analizaremos la palabra:“Auto” refiere a “uno mismo” y “Estima” implica cariño, afecto, amor; pero en sí misma encierra un carácter de valor, se “estima que tal cosa tiene tal valor”. Por lo tanto autoestima sería “el valor que nos damos”.
¿Qué valor te das a ti misma? ¿Qué valor te dan los demás? ¿Qué haces con ambas informaciones?
El valor que nos damos a nosotras mismas es una señal crucial para todos los proyectos que emprendamos. Pues si nuestro puntaje es alto, correremos riesgos, enfrentaremos situaciones, nos volveremos creativos, nos abriremos puertas. Si es bajo, esperaremos a que los demás actúen primero, nos acoplaremos a lo que dice la manada, cambiaremos de rumbo por “necesidad de aprobación”, pondremos en manos de los demás nuestro poder personal. Hay muchas definiciones de autoestima; tantas como observadores seamos. Y esa pluralidad de sentidos, nos habla de la importancia de “definir” algo, de delimitar aquello de lo que estamos hablando. Autoestima no es “creerse maravillosa”, autoestima es “saber quién somos” y desde este punto de partida deviene la confusión.
¿Y quienes saben quién son en realidad? Aquellos que pueden aceptar sin problemas sus luces y sus sombras.
Aquellos que tienen a disposición la auto-crítica y el auto-reconocimiento, que no andan por la vida vendiendo una “falsa humildad”, ni que le temen a la “vanidad”; los que pueden aceptar sin preámbulos sus limitaciones y capacidades.
De todas las formas de expresar baja autoestima, hay una que nos delata: la auto-exigencia.
Si eres de esas mujeres que siempre creen que lo podrían haber hecho mejor, que reconocen lo que hicieron “pero”, que nunca están satisfechas con lo logrado, ¡Cuidado!, tu auto-exigencia te está boicoteando los planes.Esforzarnos, ir siempre para adelante, ambicionar más no es el problema; el problema es todo lo que dejamos de hacer para hacer las cosas perfectas.
Cuando era estudiante de abogacía, recuerdo que si no sacaba un 10 en el examen era como rendir mal; salía de las aulas con una cara de terror que impactaba a los compañeros, y preguntaban ¿Cómo te fue? Y yo decía con desprecio: nueve.
¿Para qué torturarnos con escalas de valores alterados? ¿Qué es un diez en la vida? ¿Acaso no es simplemente una puntuación?
Con el tiempo, crecí emocionalmente y descubrí un mundo al que me había cerrado. A los 20 años me avergonzaba mi cuerpo, demasiadas curvas en la cadera; una guitarra latina, me escondía en camisas gigantes, pantalones sin gracia; y desde mi cueva sin luz veía pasar la vida.
A los 30 años, me convertí en la Eva del Sur, cuanto más pequeñas las prendas mejor, traje de baños de dos piezas (piececitas) y a disfrutar del calor, del mar, de la azotea, del viento, de los curiosos, de los que me ignoraban. A mis casi cuarenta, ya ni te cuento. ¿Qué pasó en mí? Maduré. Me encontré. Me acepté. Pude separar hechos de interpretaciones, y me di cuenta que no vale la pena andar por la vida “estimándose como un copia ilegal de uno mismo” sino vivirse como original.

Síntomas de Baja Autoestima:

Inseguridad.

Angustia.

Depresión.

Imagen distorsionada.

Aprobación desmedida.

Incapacidad para mostrar sentimientos.

Victimización.

¿Cómo reforzar la autoestima?

Rediseñando las creencias limitantes que tenemos sobre nosotras mismas.

Cambiando el lenguaje por uno “proactivo”.

Aceptando que somos un bagaje de virtudes y defectos.

Entendiendo que la perfección no existe.

Anulando al yo ideal.

Amando al yo real.

Dejando de pensar si yo hubiera sido…

De la noche a la mañana no lograrás un cambio, la vida es de paso a paso. Día a día. No lo olvides.
Chuchi González.

Veo, veo, ¿qué ves?, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.











10 de diciembre de 2010

Amores Imposibles

Quién no tenga en su haber amoroso, un amor imposible, no es digna de pertenecer a los cuentos de hadas que el Sr. Amor ha ofrecido durante tantas décadas.
Un imposible; busca en tu caja de recuerdos, ahí debe existir un nombre escrito en un papel cualquiera, una margarita deshojada, un deseo escondido en celofanes; o un momento; tal vez esté más cerca de lo que crees; y tu gran amor imposible es: TU PAREJA.
Un momento; pensemos: ¿Amor imposible?
La mayoría de nosotras nos remitimos a un amor no correspondido obstaculizado por situaciones como la edad, el estado civil de uno de los dos, credos religiosos o políticos, elecciones sexuales o la simple falta de magia.
Mas sin embargo, si repasamos otra vez la frase “AMOR IMPOSIBLE”, y observamos un poco más, nos daremos cuenta, que muchas de nosotras estamos embarcadas en el crucero de lo imposible con nuestras actuales parejas o lo estuvimos.
No es un juego de palabras; es una aproximación a comprender que llamamos “imposible” a circunstancias extremas y dramáticas como “él tiene 18 y yo 50” o “está casado” o “le gustan las mujeres” y frente a esos hechos nos quedamos paralizadas idolatrando lo que no será.
Pero cabe destacar que en muchas relaciones de parejas, aunque esos motivos no existan, como dice el español sensual Joaquín Sabina “sobran los motivos” para que entendamos que estamos en una relación “IMPOSIBLE”.
La indiferencia, la falta de respeto, la lucha de egos, las mentiras, los abandonos cotidianos, son indicios de que algo no es “posible” entre esos dos sujetos.
Pasar por alto estas señales que la vida nos ofrece es como pretender andar con lentes oscuros un día de lluvia torrencial.
Lo no posible se establece a partir de la comunicación entre los amantes; si son o no capaces de expresar lo que sienten, lo que les sucede, los temores, las inquietudes que tienen respecto del vínculo, las creencias familiares o tradiciones que los mueve a comportarse de tal o cual forma.
En este sentido, todas tenemos un amor imposible; en el rumbo de que muchas veces por no querer ceder o conectar con el otro; e insistir en querer tener la razón y “ganar” la batalla de las individualidades, nos vemos conferidos a alejarnos de ese ser que queremos. Y lo imposible se reconoce como la incapacidad de tomar conciencia de que somos diferentes, e internalizarlo. Lo sabemos de la boca para fuera. El desafío es internalizarlo.
Chuchi González.

Amores imposibles, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.

27 de noviembre de 2010

El maltrato a la mujer, una forma de ser cultural

Si leemos las noticias, independientemente del país en el que vivamos, la violencia de género es moneda corriente. Sin ir más lejos, todos los días muere una mujer en manos de un hombre que se supone que debe amarla y protegerla.La violencia contra la mujer debe acabar, no pronto, sino hoy, ahora mismo.
Los casos de violencia de género son tantos que apenas tienen prensa, nos aburriríamos de escuchar todos los días la misma noticia con diferentes protagonistas.
- Maltrato a la mujer -
Todos sabemos que existe, pero muy pocos entendemos porqué ocurre. ¿De dónde ha salido esta mafia contra lo femenino? ¿Quién ha enseñado a esos hombres paridos por mujeres a tratar con violencia física, sexual y psicológica a sus parejas? ¿Por qué descargan sobre la energía de la creación sus frustraciones? ¿Para qué se crean vínculos con lo mismo que se odia?
Haciendo un poco de investigación encontré datos históricos aberrantes; situaciones que traen a relucir que todo lo que vivimos es cultural. Quiero decir con esto, que todos los seres humanos vivimos dentro estructuras sociales que nos imponen mandatos, formas de ser compartidas y legitimadas, creencias que se viven como certezas, que no se cuestionan y muchas de ellas validan la violencia en contra de nosotras.
Hay un chiste misógino por excelencia que dice “No le pegues nunca a una mujer, igual no entiende”.
Pareciera ser que en el inconsciente colectivo se han instaurado determinadas imágenes arquetípicas de lo que es “ser mujer” para los hombres, y a través de los años, esos símbolos han ido tomando mayor fuerza, reivindicando las creencias limitantes respecto del “sexo débil”.
Las mujeres parecen ser situadas desde siempre a un costado de la vida, con mucho trabajo y compromiso hemos logrado asumir espacios que antes eran exclusivos de los hombres; sin embargo, permanece la idea de que “la mujer debe –como obligación natural- sostener una conducta determinada”. Muchas mujeres en sus hogares son reducidas a meros electrodomésticos, a los caprichos de los esposos, a las injurias de sus parejas, a la no aceptación de sus necesidades y deseos. Y aunque no imperen los golpes- Mujeres: eso es violencia.
El odio aberrante hacia las mujeres existe desde épocas inmemoriales, Jean Jacques Rousseau por ejemplo decía en su “EMILIO”, “una mujer sabia es un castigo para el esposo, sus hijos, sus criados, para todo el mundo. Desde la elevada estatura de su genio, desprecia todos los deberes femeninos, y está siempre intentando hacerse a sí misma un hombre.”
Nietzsche, llegó a la conclusión de que las mujeres son el juguete más peligroso, y esbozaba su célebre frase “Si vas con mujeres no olvides el látigo”.
Infinidades de personajes que hemos estudiado en algún momento de nuestra historia, se autodefinieron como misóginos. Arthur Schopenhauer sostenía: “Las mujeres, por ser más débiles, se ven obligadas a depender no de la fuerza, sino de la astucia; de ahí su hipocresía instintiva y su inmodificable tendencia a la mentira. Por eso el fingimiento es connatural a las mujeres y se encuentra tanto en las mujeres tontas como en las inteligentes”. Por su parte Voltaire expresó: “El primero que comparó a la mujer con una flor, fue un poeta; el segundo un imbécil”.
Por supuesto estos son sólo algunos de los que sostuvieron la herencia del maltrato y del odio hacia las mujeres. Como una infección las creencias detractoras y discriminatorias se fueron pasando de generación en generación. Los cuentos infantiles contribuyeron también a ornamentar al sexo femenino como “débil”. La cenicienta, una pobre muchacha esclavizada por sus hermanastra, con sueños y sin poder, que enamora al príncipe: adinerado, fuerte, valiente, y sagaz. Las mujeres siempre aparecimos en un segundo plano; y ubicadas en un contexto de escasez emocional y económico.
Las mujeres somos para “servir al varón, criar a los hijos, satisfacer a los demás, estar en el hogar, no pensar, actuar conforme digan los otros,” verdaderamente obsoleto e igualmente actual.
La sociedad espera siempre de nosotras la conducta correcta; y cuando nos equivocamos la sanción es tres veces peor que si lo hiciera un hombre. Los patrones de belleza impuestos son altísimos, las obligaciones son exorbitantes, y la valoración casi un milagro. Una mujer tiene que ser madre, esposa, ejecutiva, ama de casa, delgada, alegre, servicial, sexual, callada, y saber perdonar la naturaleza infiel de los hombres, para ser considerada una mujer completa. Y ¿Por qué deberíamos pretender ser completas? ¿Por qué nos obligamos a serlo? ¿Para qué?
Y así como los hombres han crecido comprando estas historias, nosotras –muchas de nosotras- también lo hemos hecho. Durante siglos hemos permitido que nos redujeran a objetos; y seguimos permitiéndolo cada vez que nos callamos lo que sentimos; que decimos SÍ cuando queremos decir NO, o que permitimos un ligero maltrato en nombre del estrés.
Si bien el maltrato es cultural, deviene desde los inicios de nuestra aparición en la tierra, no es imposible de desterrarlo; aunque tampoco es simple. Pero si todas empezáramos por trabajar colectivamente alcanzaríamos resultados en un lapso corto de tiempo.
El mismo maltrato que nos profiere nuestra pareja al hablarnos con insultos, burlas, o indiferencias; es la que repetimos cuando creemos que “él tiene razón para tratarme así”, que tiene argumentos válidos para ofendernos, para humillarnos. Muchas veces nos sentimos “tontas, gordas, tímidas” y justificamos nuestra baja autoestima en la violencia del otro. Tú puedes ser “tonta”, “tímida”, “triste”, “con llantitas en la cintura”, tú puedes ser como quieras, como puedas, es TU vida; si al otro no le parece, o no le agrada; tiene más de un camino para hacértelo saber, antes de usar la violencia. Puede hablar contigo acerca de lo que siente a partir de tus actitudes o acciones; o puede elegir no seguir contigo.
En tanto una misma permita que un hombre haga con su presente lo que le venga en ganas, la violencia será perseverante. Si tú crees que eres el sexo débil, ¿qué creerá el otro?
Desde la ontología del lenguaje profesamos que “Somos como actuamos, pero también actuamos por como somos, la acción genera ser,” esto implica que si hemos crecido en culturas patriarcales que confinan a la imagen de la mujer a un poco menos que nada; transformando nuestras acciones, nuestras elecciones, podemos empezar a generar otra forma de ser observadas. Se dice que actuamos según el sistema social al que pertenecemos, pero también las personas cambian con sus acciones diferentes esos sistemas.
Si permanecemos en silencio, todo permanecerá igual. Pero creo que la violencia de género es algo que debe curarse desde antes de surgir, con la comunicación efectiva entre los miembros de la pareja; amando con los ojos abiertos y los pies en el suelo; sabiendo que los cuentos de hadas son simplemente cuentos; que el amor es más serio que calzarse el zapato correcto y que vivir comiendo perdices produce indigestión.
Que eres una mujer valiosa, importante y bella; que más allá de todo TÚ eres lo único que tienes y que debes elegir “SIEMPRE”. Elígete a cada instante; entiende que antes del otro estás tú, y no lo percibas como egoísta, es la clave de una vida en armonía; si no te valoras, amas y respeta, ¿Por qué habría de hacerlo tu compañero?
Tú debes conocer tus derechos.
Tú tienes derecho a una relación sana.
Tú tienes derecho a expresar tus emociones.
Tú tienes derecho a decir No.
Tú tienes derecho a perseguir tus sueños.
Tú tienes derecho a tener ideas diferentes.
Tú tienes derecho a sentirte a gusto contigo misma.
Tú tienes derecho a reír, llorar, cantar, vivir feliz.
Tú tienes derecho a decir ¡Basta!
Tú tienes derecho a volver a empezar las veces que sean necesarias.
El maltrato a la mujer, una forma de ser cultural, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.

24 de noviembre de 2010

El peculiar modo de ser argentino


Nota de la autora: Esta entrada nada tiene que ver con el temario general del blog. Pero de todas formas la voy a integrar; porque buceando en mi mente, la escribió una mujer en libertad: YO.
Ser argentino es ser un observador particular, como lo sería ser mexicano, colombiano, francés. Cada uno es en relación a la estructura social en la que nació y desenvolvió, y a través de ella también acciona u omite – y omitir también es una forma de accionar-.
Cuando uno toma conciencia de quién es, y de que la nacionalidad influye en su facticidad; tal vez la piel se nos pone de “gallina”; pues el ser argentino fuera de casa; implica sostener el cartel de “sencillito y carismático”, a partir de esos dos adjetivos un mundo de posibilidades se abren: el universo de significado que representa para la otredad ser “sencillito y carismático” y el horizonte de sentido que nosotros le otorgamos.
Si desglosamos el tan enigmático cartel, podríamos decir que somos sencillos, pues somos frontales y directos, lo que para muchos significa “un ser ofensivo, e irrespetuoso”; y el carisma propia de nuestra mezcla de sangres europeas; es el famoso ego del que nos suicidamos cuando ya no damos más.
Ser argentino en tierras foráneas es una aventura para uno y para ellos; es descubrir la vida más allá de mate; y sin el ritmo triste del tango; y sin embargo, “chupar un amargo” a escondidas mientras nos quejamos de todo lo que pasa a nuestro alrededor.
Pero pienso que si “ser” uno mismo es el “desafío”; “ser argentino y no morir en el intento” es una gran aventura.
Dicen que el mejor negocio es “comprarnos por lo que valemos” y “vendernos por lo que decimos que valemos”; la “vanidad” es un pilar de nuestras vidas; bien entendida es una saludable forma de vincularnos con nosotros mismos; pero resulta casi un insulto para los que nos miran de afuera; cuando lo más común es que las personas digan de sí mismas “todo lo malo” y no sepan “presumir su todo bueno”.
Se dice que todo el año es carnaval en Brasil, y que nosotros por todo hacemos un drama y por lo importante hacemos chistes. Nos ocupamos de nuestro aspecto físico sin dejar de tomarnos la cerveza del sabor del encuentro, ni orillar los asados con achuras, ni los kilos de helados mirando televisión en la cama. Cada quién con su “cuartito y de vez en tanto le metemos la cucharita al vasito del otro sin que se dé cuenta”. Si alguien pregunta cómo nos va, lo más probable es que respondamos - ¿Queres que te cuente? Y si nuestro interlocutor no advirtió que la respuesta implicaba –“Mejor no te digo nada”- “agregamos con voz póstuma: ¡Para el culo! Es que a nosotros “nos gusta hablar a calzón quitado”
Desde el pensamiento simbólico y haciendo uso de las imágenes arquetípicas, los argentinos somos “guerreros”, nos entregamos a una causa, aunque muchas veces desde el inicio sabemos que es perdida, nos remite al valor de la austeridad, y quienes mejor que nosotros para entender eso, si todo lo atamos con alambre; somos los que siempre generan espacio para la acción; y nos corresponde el elemento fuego. Como éste quemamos, calentamos, abrigamos, iluminamos, enceguecemos, arrasamos, nutrimos. Somos persistentes más allá de los obstáculos, de los malos gobiernos, de las crisis, de las modas; tenemos el don de caernos y como diría Alejandro Lerner “Volver a empezar” porque “tropezón no es caída” ; pero tenemos la sombra del exceso del arquetipo y en varias oportunidades nos convertimos en mercenarios y deseamos que muchos “caguen fuego”.
Somos “visuales” al 100%, nunca falta un “viste” en el dialogo, o un “mirá lo que te digo” y toda la mar en coche.
Nuestro universo está compuesto de “cosas” “cosa” y “coso”; sin identificación previa a todo llamamos con el mismo nombre. “Alcanzame la cosa esa”, “¿Me pongo el coso?, “¡Te traje una cosa!, “¡Qué cosa!, ¿Dónde pongo las cosas?, ¡Che, el coso!; y sabemos que “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”, o que “una cosa es ser profundo y otra es estar hundido” y que “una cosa es ser un hombre grande y otra cosa es ser una gran hombre”.
Somos críticos profesionales, hablamos mal del país, del de al lado, de otros países y de nosotros mismos.
Afuera de casa nos aborrecen, nos hacen burlas y también cuando se dejan seducir, nos adoran. Discutimos y opinamos sobre cualquier tema, nacimos con la sabiduría de la razón. Somos extremistas, amamos u odiamos, no tenemos término medio.
Somos el país que más psicólogos y psiquiatras tiene, leemos autoayuda, nos gusta el tarot, escuchamos a Claudio María Domínguez, hacemos coletas; nos pasamos la ropa que nos quedó chica, compartimos la bombilla con quién se nos crucé, y le llamamos a Dios por su apodo “El barba, o barbeta”.
Encontré una carta de un filósofo español en internet que dice “los argentinos son italianos que hablan en español. Pretenden sueldos norteamericanos y vivir como ingleses. Dicen discursos franceses y votan como senegaleses. Piensan como zurdos y viven como burgueses. Alaban el emprendimiento canadiense y tienen una organización boliviana. Admiran el orden suizo y practican un desorden iraquí. Son un misterio!
Chuchi

20 de noviembre de 2010

Canción para el fin de semana






En tanto me pongo al día con los blog de mis queridos blogueros, les dejo esta canción que escribí para reflexionar el fin de semana...

Que error han cometido, los que nunca han vivido;

Inclinando la balanza para el lado del dolor,

Refugiados en historias que le borran la memoria,

Con sus diablos y fantasmas amando.


Corazones sin cordura, latiendo en la locura;

Resentido abecedario, de bocas que no han besado,

Presumidos terroristas, combatiendo idealistas,

Vengadores de una vida sin vivir.


Yo los miro, los escucho, sus calumnias, sus injurias,

Sus excusas preferidas, con el alma tan marchita,

Niegan todo lo que tienen, nunca nada agradecen,

Ellos son los que mueren en vida.


Egoístas en abrazos, buscadores de mentiras,

Envidiosos de la gente, odian toda la alegría,

Incansables obsesivos, necios, torpes, aburridos,

Justicieros por mano propia.

Ellos son los que mueren en vida.


Rompen todos los acuerdos, no se juegan por los sueños,

Viven la vida de otros, no se atreven a ser ellos,

Juzgan a los diferentes, eso los hace valientes,

Y se esconden porque no saben amar.

Ellos son los que mueren en vida.


Si le encuentras, y le amas, pierdes todas las batallas,

Si le entregas tus caricias, ellas son siempre ignoradas,

Si les hablas al oído, ellos no ven el sentido,

Porque no conjugan el verbo AMAR-



                                                          Chuchi
                                                          Besos pamperos!





14 de noviembre de 2010

Cuando un Hombre deja de amarte


A menudo las mujeres suelen soportar toda serie de abuso o maltrato de esos seres que dicen amar porque tienen la creencia de que sin ellos no podrán seguir viviendo. Gritos, menosprecio, frialdad, traiciones, mentiras, infidelidades, indiferencia, abuso sexual, psicológico, económico, son algunos de los precios que están dispuestas a pagar para que el hombre amado siga a su lado.Es fácil decir que no merece la pena sufrir así por ningún hombre, ¿pero qué se puede hacer cuando nos dejan de amar?
Duele el desamor
Es triste y doloroso aceptar que el hombre que amamos con el corazón, haya depositado todo su amor en otra mujer; o que simplemente ya no nos quiere. Que los días de caminar de la mano, sonreír por cualquier pequeño detalle forman parte de un álbum de recuerdos que ocupará un lugar en nuestro corazón y mente; pero que con él no volverán. Que como las golondrinas se han ido; que los besos y abrazos de veranos insolentes se mudaron al invierno de la indiferencia en donde los besos ya no nacen; y los gestos son minúsculos encuentros “cordiales”.
Cuando alguien nos dice “ya no te quiero” o “ya no te amo más” la sangre se nos congela y forma escarcha, el corazón arremete enloquecido y precipitado, las lágrimas se ahogan en la garganta; y los proyectos del futuro se hacen añicos.

Afrontando el desamor
En ocasiones nos hacemos las indiferentes, miramos para otro lado, negamos lo que ocurre, pensamos “ya pasará”, y creamos una tela de araña de confusiones y esperanzas fantaseadas…
Nos comprometemos a ser de otra forma, pues asumimos que “por ser demasiado obsesivas en la limpieza” o “por aceptar a los amigos” o “por enojarnos cuando no nos escucha” o “por estar celosa de la compañera de trabajo que le envía mensajes de texto a cada rato”, por todo ello estamos perdiendo el amor de nuestro compañero.
Prometemos no decir, hacer, o pensar tal o cual cosa que pueda molestarlo a cambio de una “reflexión”, de una posibilidad de retorno, de que se quede a nuestro lado, de que no nos abandone. A veces tenemos la suerte de nuestro lado y él dice: “bueno”, “está bien”, “me quedo”, “lo intentamos”. Algunas veces resulta. Con esfuerzo, trabajo, y dedicación de ambas partes, el amor reflorece, y las aguas se encauzan. Pero la mayoría de las veces no es así, sólo logramos extender la agonía, estirar la sensación de abandono hasta los huesos, hasta hacernos idea de que se irá, que nada queda por hacer; y eso generalmente lleva mucho tiempo.

El trasfondo: ser una buena mujer
La mayoría de nosotras hemos sido educadas con una mirada hacia el exterior; es decir, crecimos con la idea de que todo lo que tenemos deberá ser puesto en función de otros, que ellos siempre serán primero; así nos convertiremos en mujeres de bien, dignas, respetadas, amadas y valoradas. Pensamos que dejando para lo último nuestros propios deseos, lograremos un deseo mayor: convertirnos en Mujeres Buenas.
Quizás hasta ahora no lo entiendes, pero mucho de lo que vienes haciendo o diciendo está en relación a eso, a lo que piensan de ti. Hacia tu reputación.
No importa si quieres llorar, gritar o patalear, si sientes una inmensa cólera porque tu pareja no sabe escuchar tus necesidades sexuales, o si no coopera con la crianza de los niños o no te deja un espacio de libertad para tu hobbies; lo que verdaderamente nos importa es la reputación; que digan de ti que eres una MUJER BUENA o lo que suena mucho mejor aún, una BUENA MUJER.

Consecuencias
Por buscar ser reconocida como una buena mujer, has elegido soportar humillaciones y frustración; violencia y agresión, precios emocionales demasiados altos. Pero, ¿qué importa? Un hombre va a amar siempre a una buena mujer. Un hombre sabe que una buena mujer es para siempre.
Lo que sucede a menudo es que un hombre es un hombre, no es una máquina; puede amar y un día dejar de hacerlo. Puesto que puede comprometerse en una conducta de amor, pero no puede comprometerse a amar para siempre. ¿Entiendes la diferencia?, porque al comprometerme “para siempre”, su promesa no es responsable; no tiene esa capacidad de ser “eterno” pero en cambio sí puede comprometerse a “practicar una conducta de amor,” léase conducta de amor como “acto de amor,” como un proceder repleto de amor hacia ti.
Pero qué sucede entonces cuando nos dejan de amar; todo se vuelve confuso y caótico; desconfiamos de nosotras mismas para mitigar la pena, y buscamos en nuestro ser razones para justificar lo que sucede. Buscamos y buscamos.
Y aun cuando las encontremos, deberás saber que tu problema no es la causa sino el resultado, y el qué vas a hacer con eso.

Ya no te ama, ¿y ahora qué?
Creer que puesto que ya no nos ama el mundo se termina o nadie más nos amará o no podremos vivir sin él, son engaños de tu mente. De tu educación. Claro que podrás seguir adelante, al principio tal vez cojeando pero luego caminando con normalidad.
Tú eres valiosa; que alguien te ame es sólo un circunstancia, que tú te ames es una necesidad.
No pretendas que tu pareja “te quiera” si tú no lo haces primero, ni pongas en sus manos tu felicidad, pues no podrá complacerte, y se le hará muy pesado. Tu felicidad pasa por ti misma.
Él puede proporcionarte momentos de placer, alegría, ternura. Pero él es él, y tú eres tú. Cada quién es responsable de su vida y sus afectos. No puedes controlarnos ni manipularlos. Cuando alguien no nos ama más y no los dice; nos hace un inmenso regalo, pues valora quienes somos, y nuestro tiempo; y no nos resta la posibilidad de estar en un futuro con alguien que nos ame.
Si él no te ama más, no le fuerces a quedarse a tu lado. Sólo te lastimarás. Acepta y vuelve a la vida. Tú eres muy valiosa. No mendigues amor. El amor es para gozarse a pleno.
¡Tú lo vales!

Chuchi González.
Cuando un hombre deja de amarte, es un articulo de Toda Mujer es Bella, con autoria de: Chuchi Gonzalez.
Publicado con permiso.

11 de noviembre de 2010

Natalia - paisana argenta y sureña  me ha regalado un meme que debemos contestar con una palabra,. Una especie de asociación, incluyo ilícita, si se quiere. ¿Te prendes?

¿Dónde está tu móvil?: Escritorio -¿Tu cabello?: kilombo -¿Tu mamá?: lejos-¿Tu papá?: transformado
¿Tu comida favorita?: Pastas ¿Tu sueño de anoche?: Romántico ¿Tu bebida favorita?: Vino ¿Tu sueño/meta?: Muchos ¿En qué habitación estás ahora?: oficina ¿Tu hobby?: vivir ¿Tu miedo?: dolor
¿Qué quieres ser dentro de seis años?: millonaria ¿Dónde estabas anoche?: nubes ¿Algo que no eres?: hombre ¿Muffins?: dieta ¿Artículo en tu lista de deseos?: perfumes ¿Dónde creciste?: rosario ¿La última cosa que hiciste antes de contestar?: escribir ¿Qué traes puesto?: jeans ¿Tu tele?: fé internacional
¿Mascotas?: Tango ¿Tus amigos? Hermanos ¿Tu vida?: Intensa

Se lo paso a todos los que quieran compartir


Gracias a todos los que me leen, a todos los que me leen y comentan, a todos los que hacemos lo que hacemos y nos alimentamos cada día, porque ser bloguero es algo de sangre.
Besos pamperos!