12 de agosto de 2014

Afinidades

 Alguna vez – hace poco tiempo – en medio de un proceso creativo, tuve una sensacional idea, que vino a resumir a mi historia, muchas de mis elecciones “Hay gente que te llega y gente que no te llega”. Lo que parece una obviedad, es una afirmación simple pero no por ello reduccionista de lo que muchas veces nos cuesta aceptar. Conocemos personas que tienen varios ítems del listado de requisitos de nuestras pretensiones, sin embargo no hacemos “clik” y como un chubasco otros seres – aparentemente lejanos- tocan a nuestra puerta y les abrimos con la sonrisa a flor de piel. La lengua popular le llama a estos encuentros “amor a primera vista”, y se extiende al plano de lo amoroso o de la amistad. Son en general individuos con los que en breve espacio de tiempo, sentimos una aproximación íntima; y una conexión profunda. Algunos autores y psicólogos, asocian este impacto con diferentes tipos de afinidades.

Afinidad natural: la que sentimos con los miembros del clan por el lazo sanguíneo

Afinidad afectiva: se establece entre dos miembros fuera de cualquier vínculo de parentesco

Afinidad freudiana: casos de identificaciones ligadas por los complejos de Edipo y Electra




Pero,  ¿Qué nos acerca o nos separa de la gente? En apariencia, nuestras creencias, formas de vestir, gustos y opiniones. Compararnos con el otro y encontrar “coincidencias” es un juego fascinante. Pero hay mucho más que ello. Si el 90% de nuestra intención es inconsciente, y sólo somos consciente de un 10%… ¿Cómo elegimos? ¿Desde dónde? A la hora de escoger una pareja ¿Qué es lo que nos llama la atención? ¿Físico? ¿Personalidad? ¿Hobbies? Sentimos que sabemos el tipo de “persona-pareja” que anhelamos y  a veces es un claro opuesto de nuestros deseos. ¿Por qué actuamos así?  Porque las elegimos desde el sub-consciente, para repetir o para reparar. Si elegimos parejas que se relacionan con miembros de nuestro clan, por ejemplo un tío, un abuelo, y con ellos nos sentíamos seguros y confiados; volvemos a elegirlos en la persona de otro ser para repetir esa sensación de bienestar; o por el contrario, si con ellos no tuvimos buena relación es probable que busquemos esta posibilidad para sanar lo que en el pasado no hicimos.  Son actos simbólicos inconscientes, que se vinculan con la memoria trans-generacional, con la necesidades del árbol familiar. Andamos sueltos, buscando, para encontrarnos exactamente con ese que pueda encajar de forma perfecta en la reparación. 


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