6 de abril de 2010

Volver a escribir…una historia de a dos


Tal vez muchas veces, te quedas con la pluma en la mano, un papel escrito a medias tinta, una historia de amor con un solo protagonista, o un cuento que termina demasiado pronto y sin perdices.

Quizás todas las veces en que cerraste ese libro, te prometiste tener más cuidado para la elección de tu próximo “protagónico” y sobre todo para el casting de tu “compañero de rodaje”.

De los papeles que hicieron de tu carrera del amor una rutina te cansaste. Basta de Víctima, Súper Mujer, Madre, e hija; ahora vas a actuar un nuevo personaje: Mujer. Tienes todos los requerimientos para no equivocarte nunca más, y sin embargo…

… alguien pasa frente a ti y te mira y le devuelves una empalagosa mirada; te presentan unos amigos a un soltero que…, conoces a un hombre por chat…, y todo absolutamente, TODO, vuelve a empezar, a rodar de un modo completamente distinto al “buscado por tu intelecto”.

Otra vez las mariposas de colores, -extras fundamentales- se instalan en tu estómago, las luces de la vida se encienden con más plenitud, las mañanas con sueño son tus preferidas, y la sonrisa en los labios sin motivo lejos de ser absurdas son presentes que evocan su ausencia.

La conversación se torna monotemática para afuera o para dentro; todo es lo mismo: ÉL.

Pero tu mente se observa con desconfianza, deja que el corazón se acelere, galope y sueñe. Pero ¿cuánto tiempo lo dejará ser? ¿Hasta dónde serán los miedos capaces de dejarte soñar?

Tu cerebro empieza a enviarte señales distractoras, y creencias limitantes, los miedos engrandecen sus sombras con las luces de tus ojos, y la duda se instala como una espina en tu cabeza.

¿Para qué arriesgar otra vez los sueños? ¿Para qué jugarme el todo por el todo? ¿ y si no acierto? ¿ Y si otra vez la nefasta realidad trae a mi costa tranquila restos de un naufragio, de una historia de amor que no nació más que en mis sueños?

Todo se torna incertidumbre en las noches vacías de sueño, y en la oscuridad pincelas escenas que ya sabes de memoria, nunca ocurrirán.

Piensas, ¿ que será aquello que me atrae de él?, es que hace que repetidamente lo evoque en mi rutina; ¿ por qué el aire sabe más pesado, ahora que lo conozco?, ¿ por qué nos cruzamos y con qué sentido?

Existen muchas teorías que podrían revelar algún misterio del encuentro, aún cuando ese encuentro sea no más que un tropiezo que no llega a dejar moretón.

Algunos lo llaman “necesidad de supervivencia”, elegimos a los que sentimos fuertes, estables, capaces de formar y proteger a una familia, no es mi caso.

Buscamos a personas que se asemejen a individuos importantes de nuestra infancia, con los que sentimos confianza, lejos de mí.

Al salir de la niñez con el registro del niño herido, intentamos encontrar a aquellos que puedan hacerse cargo de esas heridas, me resisto.

Y por último, lo más románticos aceptan el mito del alma gemela. La acepto; no porque la haya encontrado, simplemente porque me hace sentido su búsqueda. Cierro los ojos y escucho la voz de la leyenda diciendo:

Hace mucho, mucho tiempo, los hombres tenían cuatro piernas, cuatro brazos y dos cabezas. Convivían en el Olimpo junto a los dioses, hasta que un día, Zeus decidió matarlos a todos. Alguien le mostró que si lo hacía “se quedaría sin ofrendas y servicios”. Zeus conmovido en su vanidad, ordenó entonces que los partieran por la mitad, Apolo se encargó de sellar las heridas y eliminar cualquier rastro de la unidad. Desde entonces se dice, que los hombres y las mujeres andan por el mundo buscando su media mitad, como si tuvieran un pequeño recuerdo de lo que fueron en principio.

Y es ahí donde surge el alma gemela.

Me gusta la historia, aunque a veces creo que mi media mitad o se ha quedado sin energías para seguir buscándonos o la quebraron en mil pedazos y por eso a veces creo descubrirla en algunos ojos de distintos hombres.

Con el afán de alcanzar es unidad me lanzó a los renglones de la vida, a re-escribir una historia que casi siempre empieza con dos y termina con uno; ¿será como si en el bosquejo de algunas letras logramos ver la realidad de que nuestras partes no completan el rompecabezas?

¿Tendré más de un rompecabezas? O ¿mi pieza será usada arbitrariamente por otras manos?

¿Cuántas veces más buscaremos para no encontrar? Y aún así ¿Habremos perdido o ganado?

Justo cuando iba a empezar a escribir, alguien llama por teléfono y la punta del lápiz se quebró. Me quedaron palabras atragantadas, algunos garabatos a medio terminar, y el corazón arrugado como un trozo de papel.
                                                                                                                 Chuchi Gonzalez

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