¿Cómo
saber si mi profesión es una reparación?
Las profesiones son de reparación cuando amamos lo que
hacemos, pero no tenemos prosperidad económica porque no cobramos o regalamos
el trabajo bajo el esquema “a la familia no se le cobra” (Los clientes son
simbólicamente la familia) o ganando una fortuna sentimos desconexión con lo
que hacemos porque no es nuestra pasión sino una imposición. A través de la actividad profesional o laboral
aliviamos la carga transgeneracional atrapada (las emociones atascadas del
pasado que no tuvieron resolución). Repetimos sus infortunios para que sepan
que ellos no estaban equivocados.
Ellos sabían que la vida era dura, el dinero
no crece en los árboles, que la gente siempre quiere ventaja, el esfuerzo
dignifica, el dinero no hace a la felicidad. Cuando la prohibición está en el
marco de la manifestación de la materia; se relaciona principalmente con la
frustración material de los padres, no hay que leerlo literal, porque los
padres biológicos pueden ser unos, y a los que reparamos otros diferentes
porque somos otros, si llevo el nombre de mi padre, quizás reparo por profesión
a mi abuelo paterno que era jardinero y le iba mal en su negocio, tengo una
verdulería y paso regalando mercancía a la gente.
Luego me quejo
del dinero, pero no cobro, regalo. ¿Quién repara a quién? ¿Yo reparo a mi
padre? O ¿Yo siendo mi padre reparo a mi abuelo? Cuando formamos parte de una familia y tenemos una
función de líderes, de encargados y las cosas no salen como deseamos, la culpa
es la piedra angular de todos los desequilibrios. Esos hombres y mujeres que en
el pasado no pudieron dar educación, salud, comida adecuada, siguieron la vida
en silencio con gesto austero, estoico, no pararon la marcha, ¿y en su interior
que sucedió? ¿cómo se sentían? ¿qué vergüenza personal los atormentaba? ¿qué
creencias limitantes sostuvieron sobre sí? Son esos los pensamientos que nos
llevan a reparar, no son los hechos en sí, sino los juicios que crearon sobre
sus insuficiencias, incapacidades que vivieron en soledad, en la acusación
rumiante y constante, en el fluir de la vida que se iba y no lograba
transformarse. Ese es el dolor que reparamos.
Queremos aliviarlos. Todos los
encargos familiares que están monitoreando nuestra vida reciben el nombre de LEALTADES
FAMILIAREAS INVISIBLES. Somos leales al árbol, vivimos huyendo de lo que
nos alcanza a la vuelta de la esquina, vivimos el presente queriendo hacer algo
distinto con nuestro futuro, pero el pasado siempre es el que se repite. No
comprendemos, porque estamos en automático. Dormidos. Y seducidos por la
incrédula norma del EGO de que sufrir es “ser buenos”. Queremos homenajear a
nuestra gente siendo como ellos, pareciéndonos, tomándolos como referentes
ÚNICOS e INSUPERABLES. Despertar es
abrirnos a la posibilidad de cambiar la historia familiar y personal,
derribando modelos vetustos, aceptando que los contextos cambian, que el
esfuerzo, la miseria, la carencia y el castigo no son modos amorosos de honrar
la vida que nos llegó a través de ellos.
Nuestra educación como ser “humano” comienza cuando
nos convertimos en “hijos”. La hijiedad del amor, de la alegría, de la
confianza, del narcisismo necesario en los primeros albores del niño, de la
flexibilidad, de la expresión o del castigo, de la perfección, de la
rigurosidad, del rechazo, de la separación, será el gatillo que desencadene los
eventos que viviremos en distintos momentos.
La primera infancia es el marco en
el que se cimientan las semillas de la personalidad y respondemos a ellas con
simpatía y adhesión conforme adquiere la capacidad de hablar, de pensar, y
luego, en la adolescencia, de reflexionar. Así va surgiendo la conciencia
egoica, el estado de la mente que responde a tus identificaciones. El entorno nos
alimentó con datos falsos y creemos que somos eso que ellos crearon.
Las
palabras que de pequeño resonaban como verdades sobre nuestro comportamiento se
manifestaron en resultados. Nuestro “YO” es la lista del supermercado de los
logros y fracasos bajo la mirada de los progenitores, maestros, amigos, pareja,
empleadores, compañeros de trabajo, hijos, nietos.
Te invito a participar de mi nuevo programa transgeneracional. 3 encuentros online de 2horas cada uno! Inicia 10 noviembre!! Grabamos las clases, recibes material en pdf. Divertido, profundo y revelador. Te espero.
Nuestro “YO” es un esquema de principios, sentencias,
recomendaciones, reglas, disposiciones. Abrazamos lo que está en sintonía a nosotros
y rechazamos lo que vibra diferente. Somos los “permitidores” de lo que ocurre
en todos los aspectos del mundo en el área amorosa, sexual, física, financiera,
familiar, profesional, lo que significa que si hay cosas importantes que aún no
alcanzamos, no las alcanzaremos, porque no nos lo permitimos y a menos que seamos
capaces de resolver el problema que nos aleja de eso, no obtendremos lo que deseamos
porque está fuera de la esfera de nuestras posibilidades.
Podemos gritar “si quiero tener una pareja” “si quiero
un ascenso” “si quiero comprar un auto” “si quiero adelgazar” “si quiero hacer
ese viaje” y debemos entender que no se trata del “DESEO “racional que tenemos
sino de los mensajes subconscientes que ignoramos y gobiernan todo lo que creemos
ser. “Soy bueno” “Soy introvertido” “Soy demasiado entregado” “soy fácil de
burlar” “soy malo” “soy terrible con los números” “soy muy confiado” “soy
pésimo en matemáticas” “soy fabuloso para apoyar a las personas” “soy muy
romántico para estos tiempos” “soy presa del enojo” “soy gordo” “soy delgado”
“soy de esforzarme mucho” “soy de perder lo que gano fácil” “soy de tener
complicaciones con mi familia” “soy de estar más solo que acompañado” “soy
callado” “soy enfermizo” “soy perezoso” “soy poco atrevido” “soy inestable”
“soy de no confiar en nadie” “soy de dejar las cosas a media” “soy patético”
“soy suave” “soy fuerte” “soy frágil” “soy de vengarme” “soy de no escuchar”
“soy ignorado” “soy alto” “soy pobre” “soy feliz con poco” “soy de no aceptar
halagos” “soy leal” “soy rico” “soy sumiso” “soy inteligente” “soy feo” “ soy
duro” “soy olvidable” “soy de no perdonar” “soy de
convencer” “soy fabulador” “soy pesimista” “soy nervioso” “soy …” etc.
Mantenemos el error de creer que somos lo que nos dijeron que éramos.
Vivimos imitando a nuestros padres y a la familia a la
que pertenecemos por repetición u oposición, esa es la acción. Y tomamos cartas
en los mismos asuntos porque ellos no lograron resolver las contrariedades,
tropiezos o percances que han vivido y lo que no se resuelve se traslada. No es
de extrañar que nuestros vínculos, logros, experiencias, sean tan diferentes en
algunos aspectos a lo que hemos soñado. Nuestro sueño personal es opuesto al
sistema que nos engendró y a la misión de existencia dispuesta para nosotros.
Sincronicidad transgeneracional significa que no existe TIEMPO (Sin cronos)
para el transgeneracional (para el traslado de información) porque todos los
tiempos son un constante presente pasado buscando repetirse para resolverse.