¿Cuántas
veces has querido bajar de peso? ¿Cuántas dietas has probado? ¿Has dejado de
comer? ¿Hiciste sacrificios varios? ¿Proteínas? ¿Nada de sal? ¿Puro jugo verde?
¿Semillas? ¿Comer de parado? ¿No cenar? ¿Sólo té? ¿Comida macrobiótica?
¿Ejercicio? ¿Meditación? ¿Todo de todo y nada de nada ha funcionado? En este
artículo tengo la respuesta para tí.
Usualmente
queremos alcanzar una meta, nos proponemos hacia donde queremos llegar y muy
pocas veces lo logramos- (Optimistas
obtentologos de todo abstenerse, acá hablamos honestamente)
En el
mejor de los casos, los que están cerca de nosotros nos dan una palmada en la
espalda, una caricia de consuelo, y listo; queda en el recuerdo el fracaso;
pasa inadvertido para la mayoría, silencioso, apático, invisible.
Sin ser
concientes de nuestro lugar en el mundo, pertenecemos - con tarjeta
dorada exclusiva- a un contexto social que nos vende que el cambio
no es posible o dicho de otro modo cambiar es todo un imposible.
El
patético mantra de la humanidad, que repite automáticamente cada día, es
el típico ¿Qué a mi edad voy a cambiar yo? Pareciera que una mano
negra sobrevuela nuestras cabezas y entorpece todo afán genuino de trascender;
como dice el refrán "el que nace para pito no llega a ser corneta".
Lo intentamos, nos esforzamos, sudamos, lo prometemos; incluso hacemos cábalas,
no se lo contamos a nadie, hacemos cosas misteriosas pero a fin de cuenta
el Martín Fierro - Obra de José Hernández 1834/1886) resuena en el siglo
XXI como una profecía auto cumplida "Al que nace barrigón es a ñudo que lo fajen" o más simple
"aunque la mona se vista de seda... mona queda". Por citar sólo
algunos de estos saberes populares. Pero ¿De dónde surge esa necedad a las
posibilidades del campo cuántico?
La idea de que el SER es inmutable está presentado
en la sociedad en todos los discursos, formas y colores. Hicimos el pacto hace
más de 2000 años atrás cuando teníamos que elegir un candidato: Parménides o a
Heráclito. Ellos serían los que definirían la verdad de la milanesa para toda
la humanidad, establecerían como SON las cosas y el mundo se construiría a
partir de esas filosofías.
Parménides estableció que el ser es
inmutable, y eterno, que la verdad se conoce a través de él. Heráclito aseguró que el hombre no puede
bañarse dos veces en el mismo río, el ser es un continuo devenir. Y
GANO las elecciones PARNEMIDES. Con lo cual la idea de convertirnos o
transformarnos en el amado y sexy cisne siendo patitos feos es una locura
total. Por esto ninguna dieta resulta. Por este componente
filosófico que está grabado en algún brócoli neuronal. No nos olvidemos que las
creencias son nuestros espacios de certeza, y crean mundos, naciones, guerras,
religiones.
Si cuando nuestros ancestros votaron por Parménides
se equivocaron, tremendo problema nos legaron porque la información sigue
vigente en nosotros. Luego otros se dieron cuenta que tanta estabilidad del SER
no era factible, avisaron que hubo un error en los inicios de los inicios;
pero ¿Ahora olvidarnos de todo y empezar de nuevo? MÁS VALE
MALO CONOCIDO QUE BUENO POR CONOCER.