24 de julio de 2012

Lo inevitable de la vida…la muerte

Me resulta inevitable no escribir otra vez más sobre la finitud a la que estamos sometidos los mortales, a la que resistimos creyéndonos dioses del olimpo, compradores de estrellas eternas, postergadores  inconscientes.
Hace días una amigo escribía en su muro de Facebook que se había sorprendido de la cercanía de la muerte, pues un tipo que conoció hacía 6 meses, se había enfermado hacía 2 y ese día había muerto. Mientras él se distraía pensando como sobrevivir, sin tomar conciencia de lo cerca que está la muerte.
Me sorprendió su comentario, no por ceguera cognitiva, sino porque me he acostumbrado a leer señales de la vida en todos los momentos. Me di cuenta que una vez más, siempre esperamos que se den las circunstancias oportunas para actuar, o que corran los tiempos de requisitos necesarios para decirle a alguien te amo o jugarnos por amor. Como si la parca tuviera compasión de nuestra inocencia.
En tanto pensaba esto, un ex alumno era violentado, y su corta vida arrancada; y apenas ayer otra alumna detuvo su andar para trascender. Inmersa en mis pensamientos y actividades cotidianas, leo entre la lista de mis amigos blogueros,  que dos de ellos escriben acerca de una pérdida reciente de seres queridos.
Y comienzo a sentir que la huesuda está cargada de trabajo; más de lo habitual, o tantos huecos cercanos hacen que esté más despabilada;  que no avisa pero no tampoco traiciona; porque desde el nacer tenemos la cuenta pendiente;  sólo que nos escabullimos, perdemos o escondemos creyendo que la flaquita nunca dirá “piedra libre para nosotros” y entonces  dejamos todo para mañana.
¿ y si mañana no llegase? ¿ Valdría la pena irnos sin haber besado lo suficiente? ¿ Sin habernos entregado completos por amor? ¿Sin haber despertado a los sueños? ¿Con los bolsillos llenos de carcajadas? ¿Con los ojos repletos de ternura caduca?
Y repaso una y otra vez sobre la misma reflexión, lo terrible de la vida no es la muerta, es lo que muere cada día con nosotros, cuando no vivimos plenamente.
Pero que es ¿ vivir plenamente? Es conectar con el amor, dejar de estar parados en el miedo. Reencontrarnos con nuestra naturaleza, dejar de buscar afuera, mirar adentro. Elegir las emociones que deseamos sentir, y desechar la posibilidad de reaccionar, como si otros eligieran nuestros pensamientos.
Párate en el amor… deja los miedos de lado… son pájaros que han hecho su nido en tu cabeza, y su trinar se hace insoportable…
Hermano, si hay algo que temer, que sea el no usar la vida para crecer, que la única manera de bien morir, es aprender a plenamente vivir. ( Chamalú)
Chuchi Gonzalez

5 de julio de 2012

Cuando no te la crees…

Cuando no te la crees, no la creas.  Me paro desde mi mundo gordo y trompico  y observo. Y veo a unos,  otros y a muchos más. Todos cada día resistiendo el hecho de poder ser felices. Conceptualizando sus ideales de felicidad como fórmulas matemáticas imposibles de resolver, avivando fantasmas dormidos y repletos de tierra del pasado, rumeando creencias limitantes acerca de sus posibilidades de ser o no ser.
Cuando tú no te la crees, no la creas. Es la recurrente frase del verbo CREER Y CREAR – Yo creo lo que creo – Repetitiva en mi blog, en mis charlas, en mis entrenamientos – pero como diría la Señora Mirtha Legrand “ El público se renueva” -
¿Qué importa lo que sucedió en el pasado? Es sólo recuerdo. No hay ley natural que establezca que en el presente tenga que repetirse.
Y si se repite… no es a causa de un embrujo diabólico… es consecuencia de tu forma de mirar, entregarte y creer.
Cuando vas por la vida arrastrando la idea de que nada mereces,te comportas de manera tal, que todos los que te rodean te huyen; se esconden, te evitan.
Tu creas tu realidad. Porque desde tu mente corazón digitas las moléculas blancas brillantes del mundo que creas con cada pensamiento.
Cuando vas por la vida desconfiando, inseguro, con la pretensión profética de que serás traicionado; tus defensas se comportarán de forma tal, al igual que una enfermedad autoinmune terminarás atacando lo bueno.
Por eso aprende entre tantas cosas solo algunas, y entre ellas esta: tu creas lo que crees. Si no te la crees no la creas.
Chamalú – Chamán, indio quechua de Bolivia – escribe:
“ No hermano, no te pongas triste, ¿no te das cuenta de que tus limitaciones son en realidad tus potencialidades esperando a ser liberadas?”
                                                                                                                              Chuchi González

5 de junio de 2012

Alguien

Las cosas pasan, cuando pasan. Es decir suceden todo el tiempo. Algunas ocurren por el hechizo del universo. Otras provocadas por nuestra voluntad. Muchas son inexplicables. Pocas entendibles. Pero todo el tiempo, todas las cosas llegan y se van, se instalan, reclaman derechos, protestan, agradecen, dan sacudidas de orejas, nos sacan la lengua, y nos hacen despertar o cerrar los ojos muy apretados para no darnos cuenta.
y un día…
 “Dos extraños son los que se miran, dos extraños son los que suspiran, somos tu y yo… en esta noche azul… y hay algo en tu mirar que me domina… y tu sonreír que me fascina…. es como sentir que siempre yo te ame…”
Una cosa emerge de la nada infinita, y nos sacude el tapete en el que estamos parados. Y no es más que la vida guiñándonos el ojo; mostrándonos su escote atrevido, seduciéndonos a fluir con facilidad en pensamientos serenos para sentirnos a salvo.
¿ A salvo de qué? De nosotros mimos. De nuestras implicancias. De nuestras creencias. De nuestras limitaciones.
  y un día…
“No me mires así, no me hables así, no me emborraches de ti, porque me muero… y no juegues con fuego porque te vas a quemar”
Todas las teóricas científicas acerca del amor son tomadas por la locura que en babydoll truena los dedos y sonríe mostrando todos los dientes.  Y nos agitamos; nos seduce la idea de soltarnos la peluca y andar descalzos por la vida sintiendo, gozando y a las carcajadas limpias.
Es cuando comprendemos que ya tuvimos demasiado tiempo para aprender de nosotros mismos.
Un incalculable tiempo libre para andar en camisón los domingos.
Un vasto tiempo de charlas al vacío.
Una gran cantidad de horas de sueño abrazando a la almohada.
Toneladas de películas vistas sin eco.
Derroche de agua en cada ducha solitaria.
Entonces ese día … ordenamos el clóset de nuestro corazón y hacemos espacio…
Porque ya tenemos lugar suficiente para que otro se hospede. Se quede a multiplicar el tiempo, la soledad y nosotros vinimos sumando.
y un día…
Alguien llega sin golpear a la puerta.
y solo podemos decir
“Más dame un poco más, quiero intoxicarme en vos…
Hoy, antes del final, quiero intoxicarme en vos,
Arranca corazones,
dame tu droga”

Es cuando dejamos ser presos de nuestra LIBERTAD.

Chuchi González

31 de mayo de 2012

Cuando todo es ausencia…



¿Hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo? Lo que es una estrofa romántica de un tierno bolero se ha convertido en una realidad en el círculo de las mujeres.Parece que hace falta refrendar nuestras intenciones amorosas. Lo tácito ya no es una herramienta de confianza. Salimos con un galán, una y otra vez, y aunque vislumbremos señales de una presunta conquista, terminamos solas en casa preguntándonos ¿Qué pasó? ¿Por qué dejó de escribirnos? ¿ Es gay?   Los hombres no suelen percatarse de nuestros deseos sublimes, o como dirían las lenguas coloquiales “Indio pintado quiere guerra” – ¿Para qué nos vestimos y maquillamos? Para seducirlos. Pero no siempre funciona. Algunos de ellos no advierten en nuestra mirada el revoloteo de las mariposas… y los jueguitos de seguridad, de observar para avanzar;  cada día se hacen más intensos… como diría Sandro…

En que ha de concluir
el drama singular
que existe entre los dos
tratando simular
tan solo una amistad
mientras en realidad
se agita la pasión
que muerde el corazón
y que obliga a callar

¿Obliga a callar? ¿Por qué? ¿Inseguridades? ¿Falta de riesgo? ¿Compromiso con el no compromiso? ¿ Poli-amor? ¿Dudas? ¿Falta de confianza? ¿Miedo al rechazo?

Los noviazgos de manitos sudadas, las salidas con tensión sexual que culminan en eso – tensión sexual - , y los encuentros fallidos, son nuevas – o viejas o recurrentes – formas de relacionarnos en materia del amor.
Nosotras queremos pisar el acelerador, ir a fondo… y ellos en varias oportunidades sólo una prueba de manejo. La mística frase entorno a la amistad… en boca de quién te gusta… Asfixia… “ Somos amigos”… ¿Amigos? ¿Amigos, para qué?… Al amigo, lo perdono…. pero a ti mmmm ( dónde mmmm son puras cosas lindas)
Claro que hay de todo y para todos. La mujeres tampoco nos quedamos atrás. Muchas en el afán de subirse a las nuevas modas, aceptan reglas de un  juego que ni siquiera saben ni desean jugar. Como la clásica “no somos nada”.Y en definitiva somos siempre algo. Y luego terminan llorando abrazadas al celular.
Comienzo mi entrada desde el particular observador que soy – MUJER-  haciendo una pregunta retórica al equipo de enfrente, pero también es para la interna.
El temor a ser lastimados nos aleja de los demás.  Interactuar desde la superficie, y mantener  el  interés hasta que se cae el sistema – situación frecuente con tantas tormentas solares- no conduce a relaciones exitosas ni sanas. Sólo genera un listado de nombre, un inventario sin sentido, un sin fin de  pérdidas de posibilidades de descubrir al otro, de verme en el otro, de conocerlo y conocerme.
Una de las grandes excusas de hoy para evitar el “encuentro” es el trabajo. Hombres y mujeres hacen citas, rediseñan citas, cancelan citas. El trabajo siempre aparta. Es la lectura. Pero en verdad, es el comodín para evadir. Parece  que  los seres humanos han des-erotizado el amor y erotizado las situaciones en las que  sienten seguros.  Y el afán es protegerse ¿ de algún peligro inminente? No. Defenderse de una posible pérdida del control.
Leí en algunos de los blogs que sigo, que el control es un aparato al que presionas fuerte cuando se ha quedado sin pilas. Cuando te quedas sin respuestas, sin la bendita razón: gritas, huyes, te espantas.
El amor no lastima. Es energía de creación. La malas experiencias no se relacionan con el amor, sino con otros que al igual que tú se inscriben en el arte de amar con máscaras, disfraces, historias irresueltas.
Si pretendes ser amado, y amar, deberás desnudarte en alma. Y acercarte sin temor a ser lastimado – puede suceder – ¿ y qué?
Hoy leí en un muro de Facebook “ Quiero amor”  y subí mi pulgar… YO TAMBIÉN… ¿Quién más da? ¿Quién más se atreve a declarar con exquisita sencillez lo que quiere?
¿Hay dadores?

Chuchi González

3 de mayo de 2012

Impotencia

















Es jueves. Mañana Viernes. Hoy es 3. Mañana 4. Simple matemáticas, pero para mí -ni tan simples-; 4 es la marca, el punto de su partida. Mañana 22 meses de ausencia.
Hace calor en la ciudad de México, tengo el cuello tenso,  duro, estresado,  la saliva juega a saltar obstáculos para deslizarse por la garganta.
Los truenos anuncian la furia de ¿Dios? o ¿de la naturaleza? o será ¿que mi “corazón eglógico y sencillo que se ha levantado grillo esta mañana”? – (Conrado Roxlo)… en medio de tanto descontrol interno, Discepolo susurra a mis espaldas:
Cuando la suerte, que es grela,
fallando y fallando te largue parao;
cuando estés bien en la vía,
sin rumbo, desesperao;
cuando no tengas ni fe,
ni yerba de ayer
secándose al sol;
cuando rajés los tamangos
buscando ese mango
que te haga morfar,
la indiferencia del mundo,
que es sordo y es mudo,
recién sentirás.


y se me pianta – más que -  un lagrimón… de impotencia.
Tiro hacia delante mi cabello, y lo halo como queriéndome arrancar alguna solución de la cabeza.
La incapacidad de poder tener respuestas a la injusticia hiere mucho más que mi narcisismo.
Aprovecho como una oportunista que hoy se celebra “La libertad de expresión” y me suelto en esta pequeña entrada desquiciada contra el egoísmo nostálgico de quienes no viven ni dejan vivir.
Ya sé que es una reverenda idiotez. Pero ¿qué más da? Me siento impotente. Me declaro impotente frente a un sistema burocrático y machista, nefasto y paternalista (?); que solo procede a su conveniencia,  y los derechos humanos y constitucionales se los guardan por allá atrás, al fondo – bien al fondo- y de derecha.
Mi querer – mi pretensión – me vuelve impotente… y yo solo quiero…

Quiero abrazar a mi sobrino, sin que medie entre nosotros un Señor que firme o no un permiso según sus conveniencias o caprichos.
Quiero mostrarle a mi niño el país que me ha adoptado, sin pelear en batallas judiciales, porque ambos tenemos derechos a continuar nuestro vínculo.
Quiero que mi hermana se cure y no sufra más las consecuencia del lobo interior  ( lupus)que le come la alegría.
Quiero que mi madre no sufra por los dolores de sus hijos.
Quiero que mi hermana menor entienda que la vida pasa rápido y es maravillosa.
Quiero que una de mis amigas recupere a su hijo que ve desde hace tiempo.
Quiero que todos los hijos de puta que me rodean se esfumen en un tronar de dedos y mi mundo quede limpio de ellos para siempre.
Quiero que la vejez sea un espacio de reencuentro con afectos.
Quiero que mis amigas solteras encuentren un amor que las valore y las quieran como yo las quiero – aunque ellos amen diferente, hoy se me antoja esto –
Quiero que todos los forros que nos forrean en nuestro esfuerzo, en nuestro entusiasmo, se vayan a la mierda.
Quiero esforzarme más cada día, y alcanzar las metas para seguir apoyándote y en lugar de que me des las gracias, hagas algo por otros.
Quiero que me leas y no comentes nada, a veces uno solo escribe para ser leído.
Quiero que el tiempo vuelva atrás; ver a mi papá vivo, abrazarlo, y decirle que no se imagina lo mucho que lo extraño.
Chuchi González

19 de abril de 2012

La no correspondencia del amor

“Terminó aquella noche, con la savia anhelada de los besos que no llegaron. La vida es una mujer caprichosa y escurridiza. Su mirada no coincide con la mía, yo busco otra. Una nueva, una que me esquiva”. En el universo de la literatura y la vida misma, hay infinidades de amor nos correspondidos. A esta altura en cualquier farmacia debería existir un medicamento que borre el tormento de no ser objeto del amor, de ese que deseamos. Parece implacable soportar el desinterés de quién pretendemos para nuestra vida. Insinuamos creer que es el predilecto, el definitivo, que el aire sin su sutil presencia parece viciado. Y nos enredamos en esperas vanas…
 “El árbol seco no cobija, el grillo canta monocorde,  La estéril piedra no mana agua. Sólo hay sombra bajo esta roca roja.”
( T.S. ELIOT fragmento extraído del poema TIERRA BALDÍA)

Preguntas retóricas taladran nuestras mentes; pesadillas de soledades ambiguas, y el aliento del cálido encuentro que es la nada nos condena. ¿Por qué no somos correspondimos? ¿Importa acaso? ¿No sería mucho más producente atrevernos a indagar en nuestra historia personal la elección de los amores, las conductas de los sujetos pretendidos, nuestra relación con el amor y sus creencias? Cuando no hay correspondencia en el amor, el rechazo repercute directamente en el narcicismo de quién no “obtiene” a quién “desea”. Y esto desata una competencia más seductora que el amor mismo. Mujeres, hombres; que continuamente “se enamoran” de otros que ya están comprometidos, de imposibles, de errantes; en definitiva; sólo buscan: permanecer solos. Rehúyen al vínculo, a la reciprocidad. Su afán está en la competencia, en el reto, en conseguir la figurita difícil, a sabiendas que no es posible. En caso de serlo, todo carecerá de sentido. El que busca el amor imposible, busca la no consumación del deseo. A veces ese “virus” del desamor alimenta nuestras cárceles mentales, sostienen los paradigmas que ante las relaciones de pareja tenemos; como el hecho de creer que amar es sufrir. Muchas veces ese buscar para no encontrar, es la clave de la “no correspondencia”; queremos amar pero tenemos miedo a ser lastimado, olvidados y rechazados. Y elegimos desde el tener razón que nadie nos querrá o se jugará por nosotros.
Aunque es indefectible que muchas veces, elegimos desde el deseo de compartirnos con otros, y simplemente…  para la próxima más suerte… “ese otro no se interesa en nosotros”… pero eso no es motivo de suicidio legal. El amor es una experiencia transformadora.
“ Y deseo que tu piel se instale en la mía, juegue a las escondidas cerrando mis ojos… y que al amanecer me digas una y otra vez: SÍ!”
Chuchi González




29 de marzo de 2012

Costumbres Cotidianas


Y nos acostumbramos. Aunque resisto la idea. Somos aparatos costumbristas. Me acostumbro, te acostumbras, nos acostumbramos. A lo bueno. A lo malo. A lógico. A lo ilógico. Con un halo de mustia tristeza envejeciendo el alma y desde ahí miramos con el río en los ojos contenido, silbando la canción de la resignación, que en el estribillo repite como el eco de la soledad: “ que se le va a hacer” “ que se le va a hacer”
Nos acostumbramos a la injusticia, y a las desgracias con suerte.
Nos acostumbramos a la injuria y a las buenas lenguas que no hacen nada.
Nos acostumbramos al robo, al hurto y a la buenas intenciones que sólo quedan en eso.
Nos acostumbramos al que jura lealtad con los dedos cruzados y por el espejo lo vemos.
Nos acostumbramos a las arrugas y a comprar cremas para no usarlas.
Nos acostumbramos al desamor y a la victoria de la soledad.
Nos acostumbramos a la corrupción y a urdir formas de fomentarla.
Nos acostumbramos a lo que pensamos que no nos acostumbraríamos y redoblamos la apuesta. 
Nos acostumbramos al bullicio de la nada y a no escuchar nuestro corazón.
Nos acostumbramos a no enfrentar lo que nos sucede y a mirar televisión para dar por terminados pleitos.
Nos acostumbramos al maltrato y a maltratar – nos -
Nos acostumbramos a que nuestros cuerpos cedan formas y excedan espacios.
Nos acostumbramos a la muerte de los seres queridos y a lo que muere en nosotros cada día.
Y cuando hablo de “acostumbrarnos” no me refiero a “ aceptarlo”, sino a esa forma de andar por la vida con la piedra en el zapato, sintiendo ese picazón en la espalda y no hacer nada para estirar los brazos; o creer que no podemos hacer nada, o saber que nuestros brazos son demasiados o el prurito está demasiado lejos.
Porque “acostumbrarnos” es algo así como un “ mmmm…puta” y seguir… y aceptar es  entender y comprender que sucede o que sucedió, que pertenece a nuestra historia, aún cuando no nos guste, pero no lo escondemos debajo de la alfombra, no lo rumeamos; sino que que lo observamos y nos dejamos fluir; porque resistirlo no tiene sentido. Pero siendo sinceros, ¿ cuántas cosas no tienen sentido?
Nos habituamos. Por ende nos familiarizamos con el entorno, con lo que se acontece, con lo que generamos.
Aceptar es  aprobación; pero no en la acepción de “bien” “de pulgar hacia arriba” o del corriente “ Me gusta” sino aprobación como asentimiento, tolerancia.
Grandes ventajas encontraríamos si día con día podríamos reubicar nuestros pensamientos. Si a esos que padecen la tierra y las polillas del acostumbramiento, los bajáramos a la aceptación; seguramente los podríamos reutilizar.
Chuchi González

20 de marzo de 2012

20 de marzo, 2012 una oportunidad para agradecer

Hoy en México hubo un sismo de 7.8 grados. No hubo víctimas fatales. Hubo pánico; nervios, angustia, miedo, tristeza; sorpresa. Parálisis, llanto, quietud, incomunicación, vacío. Réplicas.
y cuando todo paso… me quedé mirando a mi alrededor… y me sentí bendecida, cuidada, contenida, amada. ¿Por quién? Por la vida, Dios, el destino, los ángeles, porque sí, porque no, por mis muertos amados, por mis vivos ansiosos.
Hoy la tierra se sacudió el exceso de energía, se estiró, se desperezo, tronó, nos acuno, nos arrulló, nos movió el tape.
Pero detrás de tanta sorpresa, de tantos “ mira si hubiéramos”, “que suerte que no estábamos en” …creció y floreció la oportunidad de agradecer.
  • Agradecer que estamos vivos  y coleando.
  • Agradecer que estamos y somos.
  • Agradecer que todo y nada cambio.
  • Agradecer que hemos despertado para seguir agradeciendo.
Chuchi González