23 de septiembre de 2011

Palabras a mi padre; palabras que no escuchará.

Dos lágrimas, son las que rebasan mi vaso, el de mis ojos verdes aceitunas, verde marihuana, verdes como las náyades; como Minerva. Verdes como la esperanza que no existe de volver a verte. Verdes como la humedad que corroe mi alma.
Es que el mundo gira, enorme, redondo, egoísta sobre su propio eje, ególatra sobre la ruta de los demás; indiferente, frío, y amenazante.
La vida se asemeja a una gardenia bella y marchita, que a pesar de todo sigue teniendo un perfume especial; aunque poco a poco se pone amarilla, como los recuerdos que nos quedaron a vos y a mí. Cómo las páginas del libro que estoy leyendo, una biografía del Che Guevara; que ha comenzado con la casualidad de que ambos – él y yo nacimos el mismo día, en la misma ciudad-; cómo si el 14 de junio fuese una fecha privativa de mi ser. Más sin embargo celebro. No comprendo con exacta justicia emocional lo que celebro, pero celebro. En la fantasía intelectual coincidir con el guerrero ¿ me volverá guerrera? Tal vez, empiece con esto a encontrar más explicaciones a la montaña rusa de mi vida.
Tengo tantas preguntas sin respuestas, que me cuesta tragar saliva y dejar de aspirar los mocos de la tristeza.  Me siento inundada de una soledad absoluta e incompatible con cualquier felicidad mundana.
¡Es que te extraño!
Mientras el paso del tiempo no trae consuelo; y firme sigue su meta de transcurrir pese a todo; yo sigo de duelo.
… y me siento en un profundo silencio.
Chuchi González

22 de septiembre de 2011

Un cuento para inspirar al otoño…



Desde el ayer has venido

Recuerdo que el jardín que abrazaba nuestra casa, tenía unas guardas de margaritas, un limonero seco, y un rosal de encendido bermellón afelpado y peligrosas espinas que hacían frente a la tentación de los que pasan de madrugada entre arrumacos y promesas.
Pero las margaritas eran nuestras preferidas. Sencillas, evidentes, lactescentes y de pétalos alborotados, parecían pinceladas descuidadas de la naturaleza y detentaban el ensueño de ser el oráculo del amor.
Infinidades de veces deshojamos margaritas durante las tardecitas del verano. Cuando el sol oxidaba, hasta los verdes más membrudos, enmascarado de naranja sofocante, e imaginábamos que las semillas de las sandias eran escarabajos que invadirían nuestro mundo.
Un mundo de arroyos cristalinos y hojas secas navegantes, piedras grises que nos legaron ampollas, un viento que nos estremecía hasta las lágrimas, cuando nos divertía abrir los ojos hasta el máximo como si fuesen las puertas de la parroquia que pendía de la pobreza en la cumbre de la colina. Y no parpadeábamos para recibir la confesión de esas ráfagas, para hilvanar historias a los pies de un fogón.
Y en las crujientes ramas sacrificadas, vos cocinabas las más dulces de las mentiras. Mis sentidos absortos se dejaban embelesar por tus fantasías y coronabas la inocencia de mi ingenuidad con la algarabía de tus risotadas. Yo nunca lograba, y ahora pienso que no lo intenté, asombrarte con mis fábulas.
Tal vez se decidió, aquella mañana en que nos sinceramos, y creamos la alquimia que nos aprisionó a la gula de los besos, y al tacto de unas pieles oliváceas, asoleadas y barnizadas por la ardiente juventud que nos devoraba el alma.
Quizás, en ese preciso instante en que bebí de tu cáliz la miel de tu aliento pactamos el juego del enamoramiento.
De ahí en adelante, tú serías el mar, yo la playa; y tú vendrías siempre a mí con una actitud avasallante, como la marea al ritmo de los astros, dándome la sal de tu belleza y dejándome el recuerdo de tu paso en el oro caliente y fino de mi geografía. Y yo sin resistencia te recibía, como las tierras sedientas absorben con exasperación el sollozo contenido de las nubes.
Y así, te adentrabas en mi camino de corales a desahogar el ímpetu de la pasión y a descansar los sueños. Y aquella noche en la espesura del bosque, cuando las estrellas en el terciopelo negro del cielo nos espiaban, disfrazado de primavera me hiciste florecer desde lo más recóndito de mi vientre un fruto.
Aún puedo revivir el regocijo de tu rostro y la luz que destellaba tu mirar al percibir como se desdibujaba mi cintura adolescente.
Mis senos henchidos parecían granadas maduras y la comba de mi abdomen, la luna que gestaba el gemir de nuestro amor. Y sonreías.
Y el eco de tu desordenado risoteo se impregnó en el eco del silencio cuando te eclipsó un hechizo de muerte y te escondiste de mí.
Y te alejaste como los barriletes que remontábamos, que en un abrir indiscreto de las manos se nos escapaban y volaban a costa nuevas sin mirar hacia atrás.
Y te busqué en cada plegaria, en todos los amaneceres, en los fuegos mortecinos del horizonte. Y famélica de quimeras, de fuerzas para tejer la senda de mis pasos... Cuando me ganó la desesperanza y mi vida se transformó en una película muda…después de un tiempo, yo también me fui.
No sé decirte a dónde ni cómo. Un velo cubrió la conciencia de mi mente y de mi alma. Tal vez deambulé sin rumbo, intentando regresar a vos.
……………………………………………………………………………………………………………………….
- Carlos, ¿que hora tienes? …. deje mi reloj en la antesala del baño…Y basta por dios! ya no insistas, estoy bien. ¿Tan tarde se hizo?...
En sólo treinta minutos el encanto se quebrará y se turbará entre el jadeo del tabaco y el burbujeo del alcohol de esta noche fáustica. Me urge la necesidad de que desvíes tu mirada y te deslices por el túnel de mis ojos y me encuentres. La clepsidra está llorando sus últimas lágrimas.
- Una copa más…. Nada más… no quiero obnubilar mi mente; mañana debo ir al estudio a primera hora. NOOO!, no quiero irme… solo dije que era tarde nada mas, un pensamiento en voz alta. Es verdad Carlos, lo habíamos planeado desde hace semanas, pero hombre!!!… aquí estamos… ¿no?
En veinte minutos, será medianoche. Pero mírame al menos una vez, y descubrime antes de que sea demasiado tarde. Sé que la realidad es el abismo que nos une y nos conecta y me siento cual abeja que zumba en el jardín de un país de ensueño, no esperaba encontrarte en este lugar de máscaras ambiguas.
Creo que la distancia deja de ser un hidalgo de compromisos y misterios y trasmuta en molinos gigantes que bostezan el hálito furtivo de lo que podría haber ocurrido, pero recuerda el ahora.
Y en mi presente está este buen hombre, mi Carlos; pero devuelta tu imagen a mis retinas, también estás tú. Y la nostalgia de la reminiscencia me impregna de incertidumbres. Carlos y tú, comensales de un mismo ágape.
Quizás tú no lo recuerdes, pero yo... estoy... viéndonos en nuestro ayer y una grieta me rasga el corazón de lado a lado. Y Carlos, cree que la frialdad que me cubre los hombros es consecuencia de algún descuido doméstico; y yo no se como disimular el fuego que la memoria desató desde las cenizas.
¡ Aún puedo sentirte.!
La música de las gaviotas y el tatuaje de tu boca estampado en mi frente,... quizás si las tinieblas de la lontananza despejaran tu alma dormida, tal vez murmurarías mi nombre. El que entonces gritabas y la naturaleza rumoreaba; y me dirías: ¡ piedra libre para vos que estás deshojando margaritas, y yo estoy acá en tu frenético presente para cuidar las alegrías que te brotan desde la garganta sedienta de mí!... y yo sonreiría.
Y en mi antiguo nombre descubrirías la infinita travesura del destino; el encadenamiento de nombres y rostros, de pueblos y ciudades, meciéndose en la nebulosa del cosmos, trazando estelas de fuego para individualizar lo indistinguible.
Y comprenderías que el proyecto de nuestras existencias es más extenso que la anchura que luce con soberbia el océano.
Tan solo una pieza desordenada del rompecabezas de nuestras vidas altera la remembranza aletargada y la luz se enciende pura y etérea hasta cegarnos con la verdad. Y en mi caos, tu risa desbordante aceleró el influjo de imágenes que sucumbían en el adormilamiento de un pasado bucólico de una época extraviada tras el polvo de la tierra y el fin.
Y hoy,... estás de nuevo frente a mí, con muchos años menos que la última vez.
Y yo,... la misma alma encerrada en otra cárcel de carne y huesos, reviviendo el jadeo incansable de tu ansia y las caricias que con otras manos me dibujaste en el cuerpo.
Si tan solo, me mirases un instante... faltan pocos minutos para que todo que tras un manto de pérfido olvido. Tanto tiempo te estuve buscando a través de los años y de los siglos, para recomenzar lo que dejaste trunco aquella vez de sudestada y naufragio.
No viste nacer a tu hijo y la presencia de tu ausencia en nuestra casona marchito las margaritas de nuestro jardín y la noche nevó el dolor del cuchillo que se enredo entre mis venas. Desde la sangre y con la cadencia de los borbotones del líquido carmesí salpicando nuestra cama, y la desazón de quienes me hallaron sin respiración; comencé el peregrinaje hacia vos. Para reprocharte el abandono, para lamer las heridas que te causaron, para reivindicar los errores, para justificar los propios... para amarte otra vez...
... y ahora lo sé, todo fue en vano.. el día en que cerraste los ojos y el mundo dejo de girar para ti… ese era el último día del Amor, del nuestro.
No supe comprender la sorna del sino. Y ahora lo sé, todo fue en vano... no tuve la astucia de aceptar lo inexorable.
Faltan sólo dos minutos, si al menos me miraras, me consagrarías con la paz que en la lucha por retenerte mil veces abdique...
... Hoy todo es extrañeza. Nunca pensé encontrarte en un lugar tan confuso.
Te reconocí por tu forma tan peculiar de sonreír.
Nunca pensé encontrarte en un escenario, ostentando con la osadía de una dama reina, los párpados maquillados, una peluca rubia y unos tacones de la década de los ’70.
Dieron las doce.
Ya no me mires. No nos pertenecemos.
- Carlos, querido… vayamos a casa.
Chuchi González
(Cuento extraído de mi obra RETAZOS DE AMORES PERDIDOS; registrada en  el Instituto Nacional  del Derecho de Autor, Ciudad de México)

8 de septiembre de 2011

Reflexiones en voz alta

Con el paso del tiempo he descubierto que a lo que más le tememos, no ahoga ni asfixia. Que frecuentemente tenemos miedo de la soledad porque no observamos que en realidad estamos solos. Aunque estés a mi lado, aunque haya mucha gente alrededor, seguimos estando solos. Esta toma de conciencia fugaz y profunda me hace comprender que la vida es una experiencia maravillosa y única, pero única en el sentido de propia, íntima y personal.
En este momento mientras escribo estoy en un vuelo a San Diego, el avión va repleto, algunos acompañados y otros sin compañía, pero todos vamos solos. Solos.
La soledad es la evidencia de que somos unidades biológicas cerradas, que nadie puede acceder a mi alma, sino a una aproximación ella, y esa imposibilidad marcada desde la interpretación que cada uno hace al iniciar y constituir una relación, es el indicio claro y sereno de que somos mundos cohabitando con otros mundos.
A veces el mundo que soy coincide con el mundo que eres y compartimos tiempo, sueños, misterios, emociones, pero ninguno de los dos sale de su órbita y al finalizar el encuentro seguimos siendo dos mundos diferentes. Has conocido un poco de mí, desde lo que puede percatar con tu biología, pero solo eso. Imagina que mi perro accede a mí en blanco ni negro, y otros me ven llena de colores.
Esa es la verdadera soledad, el no poder mostrar tal cual eres porque no sabemos en realidad quienes somos. No compartir lo que sentimos porqué el otro no ha sentido desde nuestro ser sino desde el propio y por lo tanto no sabe lo que es sentir el amor desde tu esencia.
“La soledad es la funda en la que estamos inmersos y vivimos.”
Chuchi González

21 de agosto de 2011

Día del Niño

Hoy vamos a festejar a tu niña interior, a tu “piba” como diríamos en Argentina, o a esa “ Gorda interna” que  a veces es la excusa perfecta para romper la dieta y adentrarnos en el mundo de los chocolates, y dulces. Hoy es día de los pequeños que fuimos, de los que no podemos volver a ser, pero a la vez seguimos siendo.
Y la mejor manera de homenajearnos sería un ticket de permisos que desde tiempo están fuera de circulación.
¿Cuánto hace que no te das permisos? ¿Permisos? ¡Sí! PERMISOS… la posibilidad de dejar fluir en tus travesuras internas, de volarte a la luna en tus fantasías, de reírte a las carcajadas por un atrevido pensamiento, de soltar la cara de “adulto” y ser sólo tú en este tiempo y en este ahora.
¿Para qué? ¿ Y aún me lo preguntas? Para soñar, para atreverte, para emocionarte, para amar, para dormir, para descansar, para disfrutar, para andar con el corazón en la mano, para retornar a la inocencia, para dejarte sorprender por pequeñas y grandes cosas, para ser honesta emocionalmente, para ser congruente con tus frustraciones y éxitos; para auto-motivarte, para….JUGAR!!
Las mujeres por nuestra naturaleza, poco a poco, y en forma temprana dejamos el juego de lado, para tomar la vida “en serio”, entonces nos volvemos hiperproductivas para hacernos cargo de “todo”, creo que traemos algún gen de orquesta, y siempre intentamos –al menos- tocar todos los instrumentos.
Tanta adrenalina, tanta auto-presión nos aleja del contexto lúdico, de ese despertar de la imaginación espacio en el que no hay riesgos y todo puede suceder. Y nos volvemos “señoras serias” “ aprestadas”, llevando en la cabeza el letrero “ del deber ser”, “de lo correcto”, “de las apariencias”.
Por eso hoy quiero que te “despeines” y que rías hasta que el rímel se corra, que esa mancha de felicidad se grabe en tus ojos a veces tristes; que recuerdes la esperanza que tenías por ser grande y que ahora que lo eres, recuerdes la misma esperanza que tenías cuando niña, y que veas la vida hermosa y maravillosa aún con sus pérdidas. Porque tu vida está ocurriendo Ahora, en este momento mientras te escribo, y me escribo, mi vida está corriendo por mis venas, por mi respiración inhalo y exhalo y cada minuto tecleado en un pedacito más de ayer.
Juega, corre, salta, baila. Y si tienes hijos, aprovecha la circunstancia para transferir y entonces juega con ellos, también se vale. Pero juega como niña, no como madre intentando corregir las reglas de un juego ajeno; zambúllete en los rincones de la frescura para que mañana cuando te mires al espejo tu mirada esté más diáfana. 
Chuchi González

(*) Las fotos corresponden a mi infancia – Foto con mi hermana del medio – Foto Caracterizada como Médico de la Risa

11 de agosto de 2011

Los Pecados del Amor

Nota del autor: Amor, perdóname por hacerle creer a los lectores que tú eres proclive a los pecados. Nosotros, los humanos, somos los que caemos repetidamente en ellos. Pero sucede que a mi fin personal de publicar la entrada, tu nombre me gusto más que otros y el título me resulto más impactante. ¿Seré envidia o avaricia?
La palabra Pecado llega a nosotros del griego “Harmatia” fallo de la meta, no dar en el blanco; actitud errónea no consciente, pero con anterioridad en la historia el término “pecado” se vinculaba con el olvido, el descuido.
Y estas dos acepciones llegan a mi mente como anillo al dedo; pues en materia amorosa, los pecados cometidos por las parejas, más que capitales son universales; y siempre refieren a un error – entendido como creencias supuestas sobre como el otro debería actuar – o como olvido – el descuido de la relación una vez que existe la relación.
Pasamos gran parte de nuestro tiempo buscando al amor de nuestras vidas, y cuando lo encontramos ¿ qué hacemos?. La mayoría de las veces: lo descuidamos; cómo si el amor por si mismo se autogenera, se nutriera y tuviera la obligación de mantener la llama viva.
Somos grandes pecadores en materia amorosa; los errores son recurrentes; nos arriesgamos a la pérdida parcial, y no nos conformamos hasta agotarlo; y finalmente pérdida total. Cada quién se pasa los “datos del seguro” y ahí nos damos cuenta ¿No hay seguro para el amor? No hay resarcimiento, taller que lo arregle, ni compañía que pueda darnos uno nuevo.
El amor es como un plato de porcelana que al caer se parte en dos o en mil pedacitos, los juntamos mientras moqueamos, suspiramos, nos arrepentimos de no haber sido más diligentes, y lo pegamos con esa “gota mágica” que todo lo puedo. Y sí, quedó pegado: ¡qué alegría! pero ¡OJO! quedó una grieta; ese el mismo plato, pero de todas formas ya no es el mismo.
Así pasa con las relaciones humanas, está el pegamento del perdón, de la reconciliación, de la disculpa, del no lo vuelvo a hacer, de la oportunidad. Y aunque digamos una y otra vez ¡ qué alegría! esa relación no es la misma. Los miembros de esa pareja ya no son los mismos. Entonces ¿ para qué? ¿Para qué olvidarnos del otro y por ende de nosotros mismos? ¿ Para qué dañar lo que amamos?
Si entre dañar y cuidar, lo segundo es un acto que genera en mi hormonas de felicidad; sentimientos de creación, lazos y puentes en los que puedo zambullir mi alegría personal;  ¿por qué resulta tan difícil crear la cultura del nosotros y dejar la hegemonía del yo?
¿Será nuestra educación individualista y competitiva la que enceguece nuestros más íntimos deseos de intoxicarnos en el otro y a partir de ese encuentro dar rienda sueltas a un nosotros inclusivo? Un inclusivo que no excluye por qué hay mucho trabajo, y que tiene tiempo para una llamada telefónica para recordar el timbre de voz de la persona querida.
Un inclusivo que apuesta celebrar las diferencias de ideas, y a aceptarlas, a correrse de lugar para ceder espacios, que no coarta alas, y que siempre es una epifanía la hora del reencuentro.
Un inclusivo que construya y potencie lo mejor de cada YO; que vibre de pasión, ría a carcajadas sin motivos, y se regocije en sí mismo sin necesidad de un 14 de febrero.
Si la vida es tan simple, ¿ Por qué nos hemos doctorado en “complicarla?


Chuchi Gonzalez

21 de julio de 2011

Día del Amigo: 20 de julio

El 20 de julio se celebra en Argentina el día del Amigo, también lo hace Brasil, Uruguay; y España. La fecha tiene como antecedente el día en que “ Apolo XI alunizó”, se dice que “ en ese momento todo el mundo estuvo unido para compartir esa experiencia” y que de alguna forma esa unión resaltaba los valores de la amistad.Si importar si el hombre llegó o no a la luna; desde el 69 en Argentina la fecha significa un evento muy reconocido y festejado por todos. Grandes, pequeños, solteros, casados, todos tienen sus amigos a quien festejar. Y la emoción es están grande, que un grupo de peruanos que visitó el país llevaron la propuesta para su nación y desde 2009, en Perú también existe el día de reconocimiento a la Amistad.
Me puse a buscar un poquito,  y si bien sé que la palabra amigo de deriva de “amicus” palabra latina relacionado con el amor; me encontré una joyita pirata que busca analizar la palabra más desde su sentido semántico: “a” ( sin mi”) y “ego” yo, curiosidad que me fascino y dejé que me seduzca: un amigo significaría
“sin mi yo”
¡Sorprendente! ¿ verdad? Pues un amigo es eso justamente; un ser que revalida nuestra identidad; somos en relación a la mirada del otro, y un amigo es ese espejo en el que yo me reflejo y conozco.
En la vida actual, las grandes urbes han orillado a las personas a la pérdida de este auto-conocimiento, la amistad del café en el bar, la largas horas de charla, los whiskeys escuchando a Joaquín Sabina; las confesiones de amores impropios, nefastas, prohibidos, tormentos; las penas, las alegrías, los desaciertos y la fortuna; se han resignado hoy a los mensajes de texto, el chat de la BlackBerry, o la exposición muda y pasiva del muro de Facebook.
El tiempo, el tráfico, las distancias, las exigencias de la vida laboral actual, nos han ido restando tiempo para el contacto físico; los besos de ahora son de celular; los abrazos son íconos que no trasmiten el calor de dos cuerpos que se juntan, y los proyectos comunes pasan a la categoría de sueños.
Abundan los amigos virtuales, ¿ serán una versión mejorada de los amigos invisibles que tuvimos en la infancia?
Y lentamente, vamos habitando mundos propios, íntimos, personales, solitarios, que sólo cobran vida al conectarnos y al desconectarnos… puntocom… el silencio es huésped de nuestros sentidos.
Un amigo es un compañero de ruta, una especie de brújula que marca tu camino, y que te grita, y agarra con fuerza cuando te pierdes; es un cable a tierra a la esencia que somos, un despertar a la alegría interna, es el confidente que permite que le pongamos palabras a nuestro dolor, desarrolla nuestro ser gregario, y estimula el valor de la pertenencia; fomenta la comunicación interpersonal, y nos permite fortalecer nuestra escucha, y aceptación.
La amistad nos enriquece emocionalmente. ¿Cuánto hace que no te tomas unas cervezas, o vas al cine con tus amigos? ¿Cuánto tiempo tienes sin decirle a tu amigo lo importante que es para ti?
Aunque haya presiones, y pendientes; un amigo es lo suficientemente valioso como para detener tu rumbo y compartir con él.
“cultivo una rosa blanca, en junio como en enero, para el amigo sincero que me da su mano franca…”
Chuchi González

22 de junio de 2011

Encontrarse con Uno Mismo

¿Quién alguna vez no ha dicho “quiero encontrarme conmigo mismo”? Cómo si ese encuentro fuera algo imposible de acceder, o como si no estuviera sucediendo. Fantaseemos un rato; imaginemos que vamos a un cafetín a encontrarnos con nosotros mismos ¿Qué nos diríamos?
¿Qué ropa escogeríamos para ese momento? ¿Nos saludaríamos de beso? ¿Nos trataríamos de usted?
¿Por qué necesitamos encontrarnos con nosotros mismos, si vivimos con nosotros mismos todo el tiempo?
¿Será que no nos agradamos y creemos que somos otros diferentes?
Yo apuesto por esa idea. Quién se quiere conocer es porque se conoce, no seduce; en su mente tiene la ilusión de ser un ser diametralmente opuesto a quién; sin embargo eso, lejos de construir la imagen de uno mismo, la mutila.
La magia del encuentro está en abrir los ojos y vernos; observarnos como un todo, una unidad y dejar de escarbar en la basura emocional, inocentes e ignorantes; haciendo de cuenta que no nos pertenece.
Ya estamos con nosotros mismos; aunque vivamos para agradar a los demás, dejemos de lado nuestros proyectos, nos involucremos con los objetivos ajenos y nada de lo que hagamos parezca ser de nuestro poderío.
Todo eso que hacemos para pasar inadvertidos, como mártires, sumisos, abnegados; lo hacemos siendo nosotros mismos.
Sólo que estamos viendo desde un lugar de carencia y falta de empoderamiento; pero esa bondad en apariencia casi estoica es una forma de relacionarnos con el mundo.
Encontrarnos a nosotros mismos tal vez es la búsqueda del tesoro más difícil de alcanzar, pues implica correr el riesgo de botar fuera de nuestra caja de creencias, todas aquellas que nos han limitado de ser y crecer; y que en varias oportunidades, de no sostenerlas, iríamos en contra de nuestra familia, amigos, o círculo más cercano.
Pero si la vida es demasiado breve, por qué no apostar a ese encuentro soñado, a esa cita en la que nos aseguraremos de no llegar más tarde, de lo que estamos llegando al día de hoy.
                                                              Chuchi González

13 de junio de 2011

Mis cuarenta ….

 
¡Hoy es mi cumpleaños y quiero dedicarme esta entrada a mi misma, por ser una gran compañera de viaje!



                                                    Chuchi González