24 de marzo de 2010

Ser y No Ser

Te has dado cuenta de cuántas cosas naturales nos asustan? ¿Cuántos artificios culturales aceptamos como innatos? ¿ Cuánta parálisis, cuántos planteos, cuántos troncos cruzados en el camino nos dejan estancados y somos como agua que se pudre en silencio y lágrimas que se pierden entre risas de cartón? Vamos dejando de fluir a medida que crecemos, como si la locomotora de los días, poco a poco perdiera su fuerza, y con temores que se anuncian con bombos y platillos asistimos a la estación de la rutina, pendientes de que alguién descubra "quienes no somos", y nos avise de ello. Ninguno quiere dar el acuse de recibo. Muchos corren sin rumbo a cualquier sitio lejos de sus emociones. Otros prefieren el carnaval todo el año, para cubrirse de máscaras y desde ahí observar la vida que se marcha en su carroza de posibilidades.
¿En que nos convertimos cuando dejamos de ser nosotros mismos? ¿En las manos de qué loco titiritero dejamos los hilos de nuestra existencia? ¿Quién eres cuando no eres tú? ¿Quién soy yo cuando te miro, y tú eres otro? ¿Cuántas ausencias han colmado nuestros corazones para instalarse como huéspedes vitalicios y alejar así, eventuales visitantes?
Lo que nos da miedo, no tendría que dar alivio. Fuerza. Ilusión.
Las emociones son energía que nacen para expandirse.¿Para qué pasamos media vida intentando reprimirlas?. Ayer alguién me dijo que vió a un ser querido "rodar por el dolor, morderse los labios hasta estallar en gritos, inflarse los ojos como bombas de lluvia, retorcerse como relámpagos en el campo inundado de furia", y que frente a ese escenario  de humanidad vulnerable, levantó una muralla para caminar y guardar detras de ella, lo mismo que juzgaba, pero sin testigos. ¿Qué necedad absurda jugar a ser extraño a los sentimientos?,vivir negando, evadiendo, evitando. Meter la basura debajo de la alfombra y mirar de reojos con aires presuntuosos y decir "Buen díiiiiiiiiia".
El sufrimiento cuando más resiste, más se defiende. Más persiste en llevarse tus sueños. Si entra a tu cama, abrazalo fuerte, y tal vez en la mañana se marche sin desayunar.
Que no te espante tu naturaleza, dile ¡Basta! a todos lo que intentan que dejes de llorar.
Libera tu equipaje emocional para que en el próximo vuelo, tus alas se estiren esplendorosas,  y roces el sol aun a sabienda de puedes quemarte.
                                                                                                            Chuchi Gonzalez




18 de marzo de 2010

El mito de los Celos

Dicen que todos los que hemos tenido alguna relación amorosa, alguna vez pasó por el túnel de los celos. Se sumergió en sus aguas, se enveneno con sus intrigas, se mareó con sus contradicciones, y hasta tal vez jugo al detective, buscando datos reveladores que confirmen pero a la vez nieguen lo que pensamos.
Hay quienes afirman que los celos "no son tan malos" cuando no son excesivos, que de alguna u otra forma sirven para "condimentar a la pareja", pero si se vuelven "excesivos" pueden ser peligrosos.
Algunas mujeres desean ser celadas, sin esa "adrenalina" no se sienten amadas, y los hombres por su parte se "re-conectan" cuando el cosquilleo de los celos se cruza por su mente. La gente dice "es normal tener celos, cuando uno ama a alguien"
__________________Va de nuevo______ No hay creencia más limitante que la que confina al Amor a los celos. Los celos en toda escala son una expresión emocional del miedo a la pérdida o al abandono. Si bien puede ser cierto que "muchos alguna vez los hemos padecido", lo cierto es " que no tiene que ver con el AMOR" sino con "nuestra autoestima", con la seguridad y confianza en nosotros mismos.
He escuchado mujeres decir "Un poco de celos es seductor, te hace sentir amada o deseada"; y yo hoy pregunto ¿ Qué pasa con nuestra propia imagen, con la relación y el amor propio, que nos sentimos amadas cuando el otro "se asusta"?; ¿ Qué sucede con nuestro amor hacia ese otro, que nos gusta que sufra "esos celos inocentes"?, acaso ¿ no te resulta demasiado infantil?, " Si sufre nos ama", por Dios, si "sufre" es porque tiene una forma particular de procesar la vida que le dice" puedes perder a tu pareja, y sin ella no eres nadie". Muchas veces sucede que estamos en una relación y cuando se estabiliza "creemos que ya está todo resuelto", que el Amor solito se mantendrá libre de pecados, pero cuando advertimos que "a él o a ella" le han echado el ojo, "REACCIÓN" ¿Qué está pasando?, lo conquistado requiere de cuidado, de contención, de procurar.
Los Celos lejos de ser un combustible para el amor, son una trampa mortal, el que siente celos, pierde su eje, su centro, sus conversaciones internas se tornan temerosas, sus imágenes mentales son de amenaza, y aún cuando no haya una amenaza cierta, la sensación es real y consciente o inconscientemente los juicios negativos se trasladan a la relación. Y con el tiempo, la relación se trunca.
El miedo es uno de los enemigos vitales del Amor. El amor no prospera porque la gente tiene miedo a comprometerse ¿qué significa eso? Miedo a ser lastimado. Siempre digo que es mejor un Corazón con parches que uno sin estrenar.
Si los celos son el reflejo de mi bajo amor propio, ¿no es válido sentirlos cuando nos engañan? Cuando nos engañan no sentimos celos, sentimos el dolor de la traición, el sufrimiento de no ser más "lo más importante" para esa persona, de no ser más "elegibles" para nuestra pareja.
Lo que llamamos celos en esos momentos es resentimiento, ese otro no actúo como esperábamos que actuase. Resistimos un hecho que no podemos cambiar, y al enfocar nuestra energía en ello, generamos resentimiento.
Los celos son los fantasmas que nos acompañan desde la infancia, en algún sitio de nuestra historia un adulto rompió un acuerdo con nosotros y salimos al mundo de los adultos con ese registro de impotencia.
Lo interesante de sentir celos, es preguntarnos ¿Qué está pasando en nuestro interior?, de esta manera podremos resolverlos. Si la mirada está puesta hacia dentro, de seguro encontraremos una salida. Si evitamos nuestra responsabilidad, pensando que ella/él tienen actitudes que propensa la coquetería y confunden a los demás, estaremos en un callejón sin salida.


                                                                                          Chuchi Gonzalez

7 de marzo de 2010

Feliz Día de la Mujer Celulitica

Queridas Mujeres, feliz día! Acabo de leer un reportaje que se le hiciera a la Directora de la Fundación Dove para la Autoestima con datos ver-da-de-ra-men-te ALARMANTES; según investigaciones, sólo 2 de cada diez mujeres están satisfechas con su apariencia física, 9 de cada 10 desearían cambiar algún aspecto, las 2/3 parte de las mujeres en el mundo evitan actividades básicas (ir a la playa, tener sexo, vida nocturna, concurrir a un spa, etc.) porque se sienten mal con su aspecto y por último, el 17% de las mujeres a nivel global cambiaria el 25% de su inteligencia por ser el 25% más hermosas"

Es cierto que a todas nos embriaga un poco de vanidad ( tal vez a algunas más, y me incluyo) pero cuando observamos estas cifras acaso ¿no te detienes a pensar en el sufrimiento que representa para las mujeres en general "sentirse bellas" o "estar bellas" en relación a los estereotipos que lanzan como misiles los medios de comunicación?

Si bien el canon de belleza impuesto en la actualidad es una verdadera estupidez - Barbie Superstar- lo paradójico es que de "estupideces están llenas nuestras creencias y desde ahí conformamos nuestras expectativas". Parafraseando al Dr. Jorge Bucay "La desdicha surge cuando nuestras expectativas son mayores a la realidad"; y la belleza de nuestra modernidad está distorsionada, no por los ojos que la miran, sino por las manos de quienes la muestran.

Por eso en el Día Internacional de la Mujer, te invito a que te rebeles contra los que "instituyen fantasías en detrimento de nuestra Autoestima", poniendo de moda lo que no se usa en ninguna Revista - La belleza Real- la que sabe de vientre inflamado por la menstruación, manchas en el rostro por la hormonas alocadas, tetas flácidas por alimentar a la vida, pieles irritadas por la depilación, estrías por la debilidad elasticidad de nuestros tejidos, y grumos abultados por la bendita Celulitis, lugar común de las quejas.
La belleza se revela por lo que sucede en nuestro interior.
                                                                                                   Chuchi Gonzalez
Video de Dove

6 de marzo de 2010

Felicidad vs Felicidad

Cuando escucho hablar de felicidad, escucho hablar de una vasta cantidad de cosas distintas, la felicidad para los seres humanos son múltiples cosas a la vez. Es el dinero, la pareja, la salud de los niños, el equilibrio familiar, ganar el boleto del melate (me traiciono el inconsciente), tener una casa bonita, el auto que corre más que un avión, un cuerpo perfecto, que no existan los problemas, que gane mi país en el mundial, el status, la ropa, aprobar un examen, etc.

La gran mayoría sostiene que la felicidad es algo que consideran atractivo para sus vidas, pero que dura lo que dura: un suspiro. Que son momentos, sucesos, pero que no se puede estar en las aguas de la felicidad de una forma eterna. Algunos, los estoicos, se contentan con pensar que luego de mucho sufrimiento, la felicidad dejará mostrar sus rayos, aunque sea una breve siesta. Lo escépticos, la niegan a muerte, aunque cuando algo les sale bien, dicen entre dientes -¡Me siento feliz! y los optimistas en exceso, siguen al pie de la letra, “lo de poner la otra mejilla” y si la vida se les ríe a las carcajadas, ellos les devuelven una dulce sonrisa; que otros más neutrales la tildarían de estúpida.

Aunque muchos la nieguen, pocos la tengan y a otros se les escape, la felicidad: ¿Qué es la felicidad? ¿Será en sí misma algo más que una propuesta inalcanzable? Lo cierto es, que quienes la han visto pasar por sus vidas, o han recibido muestras gratis de ella, la persiguen a lo largo del camino.

Desde la proposición más difundida, la felicidad sólo es una meta condicionada a factores que las personas por lo general asocian con lo externo. Así es que uno puede decir ¡Me siento feliz con el nuevo trabajo! ¡Estoy feliz de que me haya invitado a salir! ¡Hoy tuve un día feliz!

Y cuando los acontecimientos no se dan como uno esperaba, aparece la frustración, el enojo, y la queja.

Si la felicidad es uno de los bienes más preciados y deseados por los hombres desde siempre, ¿por qué dejarla en manos del azar? ¿Por qué creer que uno puede convivir con ella sólo si se dan determinados agentes? ¿Por qué no creer en SER felices en lugar de estar?

Mientras que “estar” representa un estado pasivo en el que espero que algo suceda fuera de mí, “ser” emerge como una condición que yo elijo para mi vida, independientemente de las circunstancias. “Ser Feliz” nos conecta con nuestra voz interna, nuestro sentido de comunión con el mundo y agradecimiento con la vida, con la facultad de aprender de los momentos difíciles, y gozar a pleno los momentos de dicha.

Ser feliz, desde mi punto de vista es una mirada frente al espejo que nos devuelve aceptación, que hace sentirnos más humanos, y por ende, a equivocarnos sin ponernos colorados, decir “no sé” sin sentir que nos crecen orejas de burro, llorar cuando el corazón se apachurra de dolor sin vergüenza a que los demás nos vean vulnerables, a gritar “tengo miedo” mientras lo estamos haciendo, a dejarnos llevar por el impulso y luego tener el valor de reconocer nuestra falta; a ser compasivos con el otro, porque conocemos nuestras debilidades, a dar rienda suelta a nuestra imaginación, sin creer que estar tarde para soñar.
Ser feliz es vivir en autenticidad.
Según sea tu postura frente a la felicidad, serán tus resultados. La búsqueda es innata, y personal, sólo que a veces sería bueno empezar a replantearse las creencias con las que miramos la vida.
Tal vez, muchos de los que la añoran, son felices; pero aún no lo saben.

                                                                                                               Chuchi Gonzalez

28 de febrero de 2010

Reflexiones de domingo

Es domingo, fin de mes, fin de semana y estoy sola. Me acompaña mi mascota. Estoy sentada escribiendo en la sala de mi casa frente a  la ventana que da a un hermoso árbol, frondoso, fuerte y verde, las cortinas están apenas abiertas, y a través del hueco del lienzo entra la naturaleza a mi casa. Yo estaba sin hacer nada, en un estado contemplativo, intentando apagar las voces de mi cabeza y encontrar una musa inspiradora para escribir. De repente, ahí estaba haciendo lo suyo. Y ahora está de nuevo saltanto de acá para allá. Abrí los ojos más de lo habitual y me acerqué con cautela, primero sentí temor (técnicamente susto) hasta que la vista me devolvió una imagen más alentadora: era una ardilla. ¡Una ardilla a pocos metros de mi ventana en una ciudad tan cosmopolita como México! Si bien es cierto que abundan, cualquiera que se asome a su  ventana tendrá otro paisaje como devolución , ¿ pero una ardilla?. Me sentí afortunada de encontrar la aguja en el pajar. Y comencé a reflexionar que tal vez hay muchas "ardillas" todos los días delante de nuestros ojos, pero que no alcanzamos a ver por estar inmersas en nuestra cotidianidad y nuestro esquema de costumbres y posiblidades. Imagine a las ardillas entonces como una metáfora de las oportunidades, y pensé  ¿Cuántas ardillas me habré perdido de contemplar? Ahora ya sé quién se ha robado mi queso alguna vez, seguro fue una ardilla que yo no ví llegar.
                                                                                                                          Chuchi Gonzalez

La urgencia de ser Feliz

He observado que en los últimos tiempos un incremento en los seres humanos hacia la búsqueda de la felicidad como meta a alcanzar. Sin importar el sexo, la nacionalidad, la religión, la edad o el status social, el mundo persigue la misma presa y si bien es cierto, que “ser feliz” es una de las condiciones emocionales que todos hemos perseguido desde siempre como fin o como sueño (a veces inalcanzable) como la mariposa que se posa en nuestro hombro cuando menos la esperamos; no es menos cierto que en la actualidad este valor ha sido objeto de mayor deseo, ansiedad, y urgencia. La pregunta es inevitable: ¿Por qué se da este fenómeno? Sobre seguro por la insatisfacción en la que se vive, el estrés, la vorágine diaria, la contaminación visual, auditiva y emocional, las enfermedades, la violencia, los miedos, la incapacidad de amar, la falta de riesgo, la carencia afectiva, la escasez espiritual, entre otro virus; y frente a ellos la “doncella felicidad” es una fórmula mágica que se vende en los kioscos de revistas, librerías, perfumerías, y otros medios de comunicación, como una posibilidad de hacer borrón y cuenta nueva; olvidar lo que no nos gusta de nuestras vidas o de nosotros mismos y sonreír para siempre. La felicidad así definida es la absurda pretensión de estar contento y sin problemas los 365 días del año, las 24hs del día. O también, la ilusión de control absoluto de poseer todo lo que apetecemos. Algunos compran estas historias, y disfrutan del efecto pasajero de la felicidad, para concluir con la certeza de que “la felicidad absoluta no existe, que sólo son momentos” y esa futilidad los seduce a pensar que “luego de las tormentas siempre sale el sol”. Otros desilusionados, abogan por predicar la “inexistencia de tal mentada felicidad” y se resignan a seguir viviendo “como se pueda”. Parafraseando a uno de los grandes exponentes de la Ontología del Leguaje, Rafael Echeverría: “el hombre habita en el lenguaje y desde el lenguaje crea su mundo”; por lo tanto si desde nuestros mundos interpretativos asimilamos a la felicidad como un bienestar absoluto y permanente al que pretendemos llegar condicionándolo a factores externos, estamos creando “la infelicidad para nuestras vidas” o “la no felicidad” o “cualquier otro estado inverso al deseado”. Desde este punto de vista la felicidad nunca sería alcanzable, su existencia se reduce a un estado abstracto.


Recordemos que el verbo CREAR y CREER conjugado en la primera persona del singular, se conjuga de la misma manera: YO CREO, es decir, “que creamos para nuestra vida lo que creemos”. Se dice que el gran sufrimiento humano no depende de los acontecimientos que marcan sus vidas, sino de la forma de procesar (interpretar) esos hechos.

Si seguimos la línea de pensamiento de Echeverría, tal vez muchos de los que pretenden ser felices, ya lo son si transforman su forma de observar la felicidad.

¿Qué sucedería con esos que esperan a casarse, tener dinero, estar en pareja, vivir en una casa grande, ser aprobados por todo el mundo si hoy eligieran entender a la felicidad como “un estado interior de plenitud y aceptación?

Desde este ángulo, la felicidad podría relacionarse con el equilibrio interno, con la paz del espíritu, con una sensación interna de serenidad, goce y amor que fluye por mí ser, desembocando en una conducta de gratitud hacia la vida en general.

Así, la felicidad tendría una chanche de ser un estado permanente, íntimo y personal.

Si todo depende del cristal con el que miramos, la felicidad podría estar al alcance de todos. Redefinirla sería la oportunidad “SER FELIZ”, y de elegir cada día seguir “siendo” feliz pese a los avatares, los cambios de humor, y el calentamiento global.

La felicidad podría ser nuestro para qué en la vida, nuestro propósito, nuestra brújula para saber si estamos en el lugar correcto, y cuando digo correcto, me refiero al lugar que de corazón queremos estar, sea un sitio específico, una relación, o un empleo.

Será nuestra guía recóndita que nos acercará paso a paso a ser quienes de verdad somos debajo de todas las máscaras sociales que usamos a diario.


                                                                                                                          Chuchi Gonzalez


19 de febrero de 2010

¿Y por casa como andamos?


Cuántas veces recuerdas que tu madre te haya dicho “ámate a ti misma” en lugar de “no hagas eso, porque no te van a querer”, “una niña no habla así”, “si te comportas así nadie querrá estar contigo”. Tal vez muchas veces más las advertencias que el consejo, y ojo, para nada quiero “desmoralizar” el trabajo de nuestra madres. Ellas nos han dado lo mejor que han tenido, y creo que sinceramente, nos han dado mucho menos de lo que hoy podemos dar, porque no han tenido tantas opciones o herramientas para educarnos y menos aún las que recibieron de nuestras abuelas.

Lo cierto es que crecimos,- como pudimos-, después de todo, la vida, si no nos olvidamos de respirar, lo hace por nosotras, y acá estamos enfrentando el tema una y otra vez, cuando sentimos destrozar nuestro corazón por “él/ella” que se fue dejando un mensaje en el espejo del baño o un privado en el facebook, o en el chat: “Lo siento” “ he decido terminar contigo”,“ Eres una buena mujer, cualquiera quisiera estar contigo, pero…” ¡Qué dolor!

¡Qué mezcla de odio sin dirección! Algunas puntas apuntan hacia afuera, pero otras tantas hacia dentro. Preguntas sin respuestas se suceden como una cadena de oraciones,

¿Si soy una buena mujer porque entonces no quiere estar conmigo? ¿Qué cualquiera quisiera estar conmigo es positivo o negativo? ¿Qué es lo que siente? ¿Porqué termina conmigo, porque me aniquila, me extingue?

Y unas a los excesos de “MUCHO” y otras a los de “NADA”, dejamos correr nuestros días como agua podrida sin eje. Comenzamos a ser condescendientes con nuestros deseos de “no hacer nada más que culparnos” y “justificar la conducta del otro”, y sobre todas las cosas; enumeramos los errores que tuvimos.

Si no me quiere más es porque… “engordé durante el invierno, unos 5 kilos…”” ¡oh, por dios! Aún no sé cocinar como su madre!”, “ me estoy poniendo vieja!”, “sabía que la celulitis sería nuestro fin”, “ estoy tan cansada que he perdido el deseo sexual”, “no le dije que lo quería más que a mi vida”, “siempre estoy pensando en los niños”, “Nunca me vestí sensual como quería”, bla, bla, bla.

Y por qué no pensar, no me quiere más porque no me quiere más y punto. ¿Acaso encontrar una razón por la que “no nos quieren más” aliviana el dolor de la pérdida?

¡Y qué grande parece el mundo cuando nos dejan de querer! Hay tantos vacíos por sellar, tantos espacios sin nombre, tantos días sin nada para hacer.

Nos ilusionamos con la llegada de “alguien” que nos quiera pronto, y con la posible pérdida de ese futuro amor.

¿Será natural tener que sufrir si no nos quieren? O ¿sufrimos porque no aprendimos a querernos a nosotras mismas, y la retirada de ese otro deja un cráter en nuestro cuerpo emocional?

Cuando esos señores de barba, bigote, anteojos y puro dicen (metáfora de un psicólogo) – Primero estás Tú, luego Tú y siempre Tú; la mayoría lo interpreta como “apología del egoísmo”. Pero si lo observaras sin la carga social que te señala “Tú debes ser buena y siempre decir sí”, “Tú debes mirar siempre por los demás”, “Tú debes amar a todos”, “Tú debes perdonar”, “Tú…”,”Tú…”

¿Y qué hay de mirar hacia dentro? ¿Qué de tus necesidades?

El buen amor empieza por casa, tal vez suene trillado, sin embargo está muy poco de moda, de lo contrario no hubiera tenido necesidad de escribir todo lo que precede. Creemos desde niños que lo de afuera es “más” importantes que nosotros mismos, sin advertir que lo único que tenemos es “a nosotros mismos”.

Si no soy feliz con este ser que estoy siendo, ¿cuál crees que es el mensaje que le das a tus hijos o a tu pareja o a tus padres?

Si no amas a ese que se encuentra contigo en el espejo, ¿qué clase de amor crees que puedes transmitir? O ¿desde qué lugar te comunicas?

El amor es un verbo, es una acción, y su fundamento es el DAR en contribución, “dar lo que el otro necesita”, si no puedes dártelo primero a ti ¿crees que puedes a los demás?

Yo sé que por “inocencia” crees que sí, pero damos lo que tenemos; y si el amor no vive en ti, difícilmente puedas darlo, puedes dar algo parecido, o lo que crees que se asemeja, pero no es AMOR.

El amor es tu fuente, para dar algo lo tienes que poseer.

Amarse implica aceptarse, algo doloroso e inquietante, vernos como un todo, con tus debilidades y tus virtudes, y básicamente aceptación significa “aceptar que hay cosas que no están dentro de tu poder de acción, que hay cosas que no puedes controlar, cosas que no puedes cambiar (hechos), y que vivir en resistencia, o evitando te convierte en un fantasma de ti mismo”.

                                                                                                    Chuchi Gonzalez

17 de febrero de 2010

¿Hombres más felices que las mujeres?



Hace días fui al salón de belleza y mientras manos de tijera hacía su trabajo, yo comencé a hojear una revista femenina. Un artículo me llamó la atención, hablaba de la liberación femenina y de la “infelicidad” que hoy sienten las mujeres a pesar de tenerlo “todo”. Los científicos han demostrado que en la actualidad los hombres son más felices que las mujeres, “el ser más felices” significa que los hombres lo están siendo, en tanto que las mujeres, la mayoría de ellas no lo son.

Detuve el dedo pasador de páginas y me quedé reflexionando, mientras hacía morisquetas frente al espejo, ¿será que fuimos privadas del gen de la felicidad? ¿ y sólo nos atribuyeron la celulitis? ¿Será que tenerlo todo hace mal? ¿Qué será tenerlo todo? ´¿ Qué significa más felices?

-¿Qué está haciendo?- Grité al estilista!

El joven sólo hacía su trabajo, y yo el mío (pensar, para luego escribir) , sexos opuestos, actividades distintas, y niveles de felicidad disparejos. ¿Qué es lo que nos pasa hoy? – pensé; acaso estaremos viviendo una especie de paradoja propia del amor cortés, habremos idealizado el deseo a tal punto que muere el interés cuando se consume; quiero decir, que nos aburre todo aquello que perseguimos una vez que lo conseguimos.

Ninguna de estas reflexiones tenía asidero en mi alma, me cerraban por un lado pero otro se colaban más y más dudas.

Primero sabia que los juicios totalizadores nunca son válidos, que definir que “las mujeres somos menos felices que los hombres” abarcaba demasiado y ahí descubrí el “QUI” de la cuestión.

El estudio del General Social Survey plantea que las mujeres de hace 40 años atrás eran más felices que las de hoy. Pensé en mi madre, mi abuela, mi bisabuela y sencillamente me solté a reír como una desquiciada.

No podía encontrar ni siquiera en mi imaginación un gesto de soberbia felicidad en ellas; recordé que mi abuela no pudo casarse con el hombre que amaba porque los padres no la dejaron, que a mi bisabuela el marido la consideraba de su propiedad y borracho la celaba con un joven del campo y para reafirmar su virilidad la golpeaba, y que mi madre sostuvo un matrimonio durante dos años con un misógino porque era mal visto divorciarse.

Volví a pensar en lo que había leído, mientras descubrí que mi cabello ya estaba a la altura de la nuca como un golpe del destino que venía a traerme algún despertar.

¿Serían más felices las de antes o más sumisas? O a ¿Qué le llamaría felicidad la ciencia?

Me miré otra vez al espejo y sonreí, me agradaba (como siempre) lo que veía, me lleve a la boca un sorbo de café, yo había decidido ser feliz desde hacía muchos pares de años, independientemente de los avatares de la vida; porque la felicidad para mí era eso: poder mirarse al espejo y sonreír, sentirse plena, satisfecha con una misma, en paz con la energía vital de nuestra conciencia.

Tal vez la infelicidad de hoy, es el silencio de ayer, hoy quizás expresamos lo que sucede, nos enojamos, gritamos, lloramos, y aún así seguimos haciendo las cosas. Y quizás nuestro grado de insatisfacción no esté relacionado con la carrera y la vida familiar, sino con la necesidad consumista de querer ser “perfectas” a todo momento; olvidar nuestras limitaciones y creernos diosas de un Olimpo en caos.

Me pasaron la pistola, el cepillo redondo, la planchita y uno poco de cera; sonreí, me sentía renovada, y un poco más feliz que antes de entrar.

Lo único que nos libera es el cambio.
                                                                                                         Chuchi Gonzalez