15 de diciembre de 2022

Cuando el amor… truena

Últimamente parece que el amor dura menos que antes. En el ayer los matrimonios duraban años, décadas, hasta que la muerte física finalmente los separaba. Pero hoy ¿qué sucede?

¿Por qué las relaciones tienen una fecha de caducidad casi inmediata? ¿Por qué dura más una lata de atún que mi reciente intento de noviazgo? ¿Qué anda mal? ¿Será cierto eso de que el tiempo va más de prisa? ¿Qué los días tienen menos de veinticuatro horas? Y ¿Los años menos de trescientos sesenta y cinco días? ¿Atribuyo finales a los repetidos cambios climáticos y de la estratósfera?

Si mi bisabuela, italiana,alegre, decía allá por el 76 “a los hombres no hay que contarles todo” me pregunto ahora ¿esa sería la clave del éxito? 

Por donde miro, siempre hay romances truncos, como las carreras. Y miro siempre por acá, por allá, pero las más veces por acá, bien cerca de mí, y reflexiono, ¿Qué sucede con la vitalidad del amor que vive lo que una mariposa? Yo siento que el amor está en crisis. Quiero decir, los seres humanos en relación al amor de pareja. O tal vez hilando más fino, las mujeres – nosotras – en relación al príncipe azul. Por supuesto que lo de príncipe si es cinismo; por fortuna cada vez son las menos la que creen en esa caricatura del hombre perfecto.

Si nuestras mujeres antepasadas llevaban a cabo la obra maestra del amor eterno – léase eterno como “mientras los miembros de la pareja vivían” ¿Qué nos falta a nosotras? ¡Paciencia! ¡Paciencia! – imagino que dirá algún que otro “abuelito” pero yo creo que más que faltar nos sobra; y no me refiero a la paciencia sino a la voluntad de decir BASTA.

Si bien es cierto que muchas mujeres aun no estan listas para poner el grito en el cielo, las maletas en la puerta, y los limites en sus vidas; otras tantas de nuevas generaciones, con posibilidades de estudio, herramientas de vida, y conocimiento personal ya no permiten las mismas situaciones que antes – las de ayer – “vivían con naturalidad”. Hace unos días una participante en un entrenamiento vivencial que estaba impartiéndome dijo: “Es infiel porque es trailero”. Cómo si entre la profesión y la infidelidad existiera una conexión lógica y natural.

Tal vez el amor truena más cruento en estos tiempos porque las mujeres hemos ganado batallas que han permitido romper creencias obsoletas y rediseñar nuevas interpretaciones respecto de lo que es “ser mujer-ser pareja-y el amor”.

Aunque sigamos en un contexto crucial en relación a la violencia de género, los movimientos de apoyo, los instrumentos legales, las voces unidas de todas, genere día con día un levantamiento de liberación contra la opresión del pensamiento masculino.

Hemos aprendido ha decir “No” cuando queremos decirlo, pues sabemos que de lo contrario nos decimos “No” a nosotras mimas; que el amor principal es el que podemos proporcionarnos a nosotras , que es válido disfrutar de la sexualidad, que tenemos derechos de tener nuestros espacios personales, que no somos la pertenencia de nadie, que valemos; que ese valor es adjudicado por nuestro ser; que podemos estar solas –simplemente elegimos compartir con una pareja-; que no requerimos de nadie que nos venga a rescatar de ningún hoyo; que en nuestras manos están todas las herramientas, que un clavo saca a otro clavo – que la única persona imprescindible soy yo – qué podemos volver a empezar todas las veces que queramos.

Hoy las relaciones son más susceptibles, porque uno de los miembros de la pareja, se ha despertado. Sé que no sucede en todos los casos; pero sucede en muchos.

La honestidad emocional es una bomba que en las parejas se sucede con franqueza. Las mentiras, las traiciones, las infidelidades, el maltrato, la humillación, no son monedas corrientes que pasan inadvertidas.

Las mujeres ya no quieren saber de eso; y cuando sucede, lo dicen. Comenten lo que les pasa; se explayan, buscan nuevos acuerdos, fortalecen pactos, pero ya no están ciegas-sordas-mudas.

Quizás suene muy utópico mi artículo; no somos todos; pero somos muchas las que hemos y estamos despiertas. Apoyémonos y juntemos fuerza para seguir despertando a las que están dormidas. Todas juntas son mejores. Todas juntas podemos cambiar la educación de los niños de hoy para que sean grandes hombres de mañana.




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