23 de septiembre de 2015

Qué es ser hijo por sustitución?

 
El psicoanalista francés Márc Fréchet alguna vez señaló: “todo hijo es resultado de un idea preconcebida aún antes de ser concebido, ningún niño nace sin un “para qué”, el sentido de procrear la vida está sustentado en el deseo inconsciente de los padres. Según sus palabras nacemos porque mamá y papá tienen algo que resolver, dicho de otro modo, responder a un ¿para qué? Entonces se puede parir para crear una familia, para prolongar nuestra existencia a través de los niños, para materializar el amor, para solucionar los conflictos de pareja, para no estar solos en la vejez, para cumplir con lo esperado, para darle gusto a los abuelos, para realizarnos como personas, para tener un amor único y eterno, etc.
En el caso de los hijos por sustitución ese “para qué” está cargado de una emocionalidad negativa, crítica, y dolorosa; pues contempla ocupar un lugar vacío, el espacio de otro que falleció y cuya muerte se vive como injusta, puesto que refiere a niños que mueren prematuramente o a abortos. Frente a la terrible e inmensa sensación de soledad e inexplicable racional acontecimiento, muchas veces los padres conciben a otro hijo; en el que se disparan los sueños proyectados del anterior, y los deseos truncos. A estos hijos se los denomina hijos por sustitución. Inconscientemente vienen a sustituir al niño muerto. A veces las fechas coinciden; los nacimientos son próximos, o es concebido en el mes del fallecimiento. Quizás se le pone como nombre el del hermano fallecido o se lo compara constantemente.
Estas personas en la adultez tendrán la sensación de “inexistencia” o de ocupar un lugar que no es el suyo, o una sensación de tener una doble vida. Cargan inconscientemente con toda la información del fallecido, como un legado a concretar – dado que el otro no pudo. Sentirán inseguridad, falta de amor – aún pese haber recibido cariño – porque no tiene una identidad clara.
Veamos un ejemplo, una niña llamada Camila muere a los 2 años de edad, con el tiempo sus papás conciben otra niña a la que llaman Camila en homenaje a la primera. Esta niña se desarrolla en un ambiente de amor y cariño. Pero lo que para los ojos del consciente es evidente, esta Camila es la segunda hija, para los ojos del inconsciente esta Camila es la primera hija, nunca murió. Y los padres en ese nivel estarán amando a la primogénita y negando existencia a la segunda beba. Por eso es fundamental conocer y comprender que la trasmisión de generación a generación es un factor que nos influye y afecta. Por eso es importante aprender a vivir el dolor de un duelo y soltar a los seres queridos que ya no están, para no perpetuar esa tristeza, esa dolencia a otras generaciones.







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