
Uno de los conceptos que más carga emocional tiene en nuestra sociedad – al margen de los hombres ( risas) – es el término LUNES y lo que implica. Parece necesario que cada lunes debemos despertar mal humorados, cansados, mirando con desdén, impotencia y desgano la jornada. Sin embargo, no existe ningún vínculo natural para asociar esas creencias limitantes con el día. Es sólo cuestión de contagio social y de la posibilidad de desterrar esa creencia limitante. Aunque ese un día para odiar, es un día que no podemos arrancar del calendario, podríamos probar con llamarlo sábado o jueves pero la sensación sería la misma. No es el nombre que en su raíz significa “Día de la luna” lo que tanto molesta, sino el hecho de que la rutina vuelve otra vez a ponerse en marcha, y si hay algo que a los seres humanos los estresa es la sensación de vivir inmersos en una mecánica sin escapatoria. El inicio de la semana es la representación de la libertad coartada, el regreso a las obligaciones, a la incapacidad de elegir.

Pero más allá de ella, podemos elegir, podemos reinventar cada día y evitar la rutina, podemos amar lo que hacemos y no sentir obligatoriedad, podemos cultivar nuestra vida interior y no carecer de libertad, podemos reír, amar, y volar con alas gigantescas.
Somos a determinada edad o determinadas circunstancias o ambas determinaciones un manojo de soledades ininterrumpidas, un cúmulo de miedos e incertidumbres que nos vuelven lejanos a esos que supimos ser cuando nacimos, cuando todo estaba por empezar – sin saberlo conscientemente- esos momentos en que cada lunes era igual que un miércoles o sábado; cuando todo era asombro.
… ¿Cómo te atreverías a disfrutar del lunes? ¿ Qué harías de nuevo?…
Chuchi González
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