5 de noviembre de 2011

Cuando amas a alguien…

Anoche dormimos juntos. Creo que me extrañaba. Y yo a él. Aunque ninguno lo manifestara, la distancia impuesta por la rutina, nos empezó a calar en el alma  y sin dar el brazo a torcer, coincidimos en la cama; de cucharita; respirando al mismo ritmo; y él llenándome de besos los brazos que lo contenían.
Estoy enamorada. Lo sé porque mirarlo me emociona. Lo sé porque mi locura callejera se me olvida cuando me devuelve en su mirada la proyección de quién soy. Lo sé porque me estremece verlo alegre, y cómplice. Lo sé porque sus silencios que esconden reproches y reclamos; me alivian para que siga en mis metas. Lo sé porque el poco tiempo compartido, es una epifanía que corona de gloriosos instantes nuestras vidas. Lo sé porque me enternece.
Somos diferentes. Sus necesidades y deseos, son tan adversos a los míos; y aún así lo comprendo; su presencia me permitió ser empática. Mis gustos y necesidades son muy diferentes a las suyas; y aún así, me da los espacios suficientes para que eche a volar; vaya y venga.
No recuerdo a ver tenido otra relación tan profunda, leal, e intensa. Es tan romántico, que a veces me asfixia con lo mismo que me seduce: su cascada de besos dulces; su espontaneidad absoluta, su exquisita honestidad emocional.
No le importa quién nos ve. No espera a estar solos para ser afectuoso. Aunque a veces reacciona con recelo si yo me sobrepaso en la calle. Siento celos – entonces – porque su EGO de DON JUAN; a veces nos juega una mala pasada. Quiere ser visto en su grandeza, libre, y seguro; alejado de cursilerías como el amor. Pero pese a eso se que me ama.
Se que no habrá otra mujer como yo para él en la vida. Que conocerá algunas más, tal vez – no lo sé –pero sé que yo seré la única, la mejor; la bien amada. Y él para mí, el único. Aunque vengan otros, tal vez sí, tal vez no.
Anoche dormimos juntos. De cerca, conectados. Y ahora mientras escribo, lo extraño. No veo la hora de volver a tenerlo entre mis brazos. Sentir su respiración, su calor, su afecto.
Deberé esperar unas horas más hasta regresar a casa. Y entonces cuando la puerta se abra, vendrá corriendo hacia mí, a recibirme con la euforia de siempre, a darme la bienvenida a nuestro hogar. Vendrá con una prisa atormentada; sacudiendo como caballo loco su cuerpo; y su cola agitada como un colibrí en primavera.
                                                                   Chuchi Gonzalez

6 comentarios:

  1. Que amor tan grande se tienen los dos, incondicionalmente recíproco y extremadamente entendible, mi gato y yo disfrutamos algo similar,aunque a veces me arañe mi corazón,,,,MUA!!! besos
    Juliana

    ResponderEliminar
  2. Uff... no puedo evitar sentir envidia estimada colega, pero no quiero que me mal interpretes, que jamás te mandaría energías negativas... es sólo que mi amor es tan diferente al tuyo... como desearía que la pasión que siente por mi, fuera en amor...
    Como sea, no debo hablar de mi, si no de ti... quiero que sepas que me alegra mucho saber que estás siendo profundamente amada, mucho éxito para ti.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. me muerooooo super muertaaaa!!!adoro el amor q se tienen...se ven lindos juntos!!! viva el amorrr!!!!

    ResponderEliminar
  4. No hay pareja, amigo, compañia, consuelo, alegria, desvelo, tristeza, juego, y apapacho como el que ellos incondicional siempre tienen; asi sea de dia o de noche! siempre he pensado q solo les falta hablar, me hizo recordar muchas cosas de Cindy, un aplauso para tu publicacion muy linda!!!

    ResponderEliminar
  5. Chuchi ese amor sólo te lo puede.dar alguien tan leal,como nuestras mascotas será lo único que no te fallará,claro primero Dios..

    ResponderEliminar

¡Un blog se nutre de comentarios, deja tu huella, muchas gracias por compartir!