5 de mayo de 2011

10 meses de una muerte concurrente…

Uno convive con la muerte a diario, pero en la transparencia en la que nos manejamos no la notamos, o si la vemos la ignoramos creyendo que será la muerte de otro, nunca la nuestra ni la de ser un ser querido.
A diez meses, ayer, de la muerte de mi papá, imagino que el tiempo me concedió el tributo de acelerar las agujas del reloj, y hacer que todo pase más rápido de lo habitual. Como si un soplo de aire fresco y huracano me hubiera sorprendido durmiendo, y el dolor de la pérdida sin alas, se hubiera volado.
Diez meses que transcurrieron en un abrir, llenarse de lágrimas, y cerrar los ojos.
Diez meses de tragar saliva y apretar la mandíbula; y hasta a veces los labios inferiores.
Diez meses de repetirse la mente necia “no lo puedo creer.”
Diez meses de ver fotos de la familia y sentir una justicia imperfecta, un ahogado grito de desesperanza.
Diez meses de extrañar en silencio pleno y formal las mieles de unos que me guiñaban y sonreían con complicidad.
Diez meses de una constante búsqueda de una respuesta, que todo mi ser sabe que no existe.
Diez meses de evocar detalles cotidianos, que antes parecían superfluos.
Diez meses de acariciar un inmenso vacío.
Diez meses de contar meses.
Diez meses de días lluviosos, soleados, e intempestivos arranques de tristeza desoladora.
Diez meses de leer cartitas y repasar el diseño de su letra.
Diez meses de saber que no existe más el hombre que fue mi papá.
Diez meses de sonreír hueca.
Diez meses de sangrar en soledad un sentimiento íntimo y personal.
Diez meses de saber con certeza, que aún peor que la muerte, sería el hecho de no haberlo conocido.

                                                                             Chuchi González

1 comentario:

  1. Diez meses que te enfrentan con el misterio de no saber cual es el punto y no aprendemos la maravilla y la nostalgia de la impermanencia.

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