2 de marzo de 2011

El duelo de no ser más quién quiera.

Días y días enteros pasé frente al espejo. Mirando el reflejo que la lámina acusadora me devolvía. Lo miré con euforia, con alegría, con pesimismo, con indiferencia, con tristeza inmunizada de ira; con trastornos alimenticios, con falta de amor propio, con desapego, con desdén, con tolerancia, con aceptación, con picardía.
Pude ver esos ojos verdes – marihuana diría Sabina, verdes –como el mar diría Bécquer; grandes y presurosos; coquetos e indiscretos; desenfocados y abatidos; pequeños e indefensos, hinchados y oprimidos; serenos y enfadados; cautos, vengativos; desolados, vacíos, tristes, llenos, secos, mojados.
Pude ver el cabello largo y negro, azabache mortal y ondulante, rojo como flama de fuego, cítrico naranja rebelde, delgado, grueso, lacio, calvo.
Un mundo sin fin, y con fines sucesivos; y sentí un profundo dolor al darme cuenta: ¡cuantas mujeres mueren cada día frente a mis ojos mientras yo nadaba en mi inconsciencia!
Aunque conserve el nombre que me han puesto mis padres, aún pese a que yo me re-nombre; aunque tenga la misma nacionalidad, el mismo número de identidad, algunas idénticas costumbres y gustos que hace un par de años, aunque todos me miren y crean ver a la misma; yo no soy la de ayer. Yo soy otra distinta.
Y es que cada día nazco y muero; me rediseño, absorbo, desecho, me impregno de vivencias, que me modifican constantemente; el primer impacto pasa por mi biología, el resto repercute en mi lenguaje, y en mis emociones.
Yo, claro que soy yo, la de siempre pero cambiada. Me reconozco en el espejo, pero a leguas no soy la misma. Y digo: ¡Ufff pucha, che! – ¿es que ni yo me salvo de cambiar?  Y no. Nadie.
Y aunque certeramente, esta la de hoy, me agrada mucho más que la de antes; no puedo evitar el “lagrimón” que se me escapa cuando me recuerdo. Por qué comprender que no está más eso que siempre estaba ahí, genera una espacio de incertidumbre que perdura hasta que nos adaptamos a lo nuevo.
Frente a cualquier cambio siempre necesitamos de un proceso de adaptación, de lo conocido a lo nuevo-diferente-a estrenar. Y esa aceptación de la pérdida; ese decir “ya no está más eso”, el proceso de elaboración de lo que no está,  es el duelo.
El duelo es el dolor que me produce la pérdida, la ausencia que aquello deja. Y los duelos, que devienen de la palabra dolor; duelen.
Repaso una definición que leí “El duelo es el doloroso proceso normal de elaboración de una pérdida, tendiente a la adaptación y armonización de nuestra situación interna y externa frente a una nueva realidad”
Claro que hay pérdidas, pequeñas pérdidas y grandes pérdidas, pero todas absolutamente todas prescriben una elaboración; una asimilación de que algo que teníamos no está más; y que ahora otra cosas ocupará su lugar, porque siempre el vacío se llena.
A veces un nuevo amor, un trabajo, un viaje, proyectos, un hijo, un hobbies, o con recuerdos, o con sufrimiento, o con resentimiento o con frustración.
Pero es espacio que quedó vacío siempre se llena.
Nosotros elegimos con qué llenarlo.
Y este proceso de aceptar “lo que no está” es un proceso que nos permite crecer internamente. Cuando tomo conciencia de que la adolescente que habita en mí  ya no está más, doy paso a esta mujer.
Llegué a ser quién soy, porque ya no soy quién era. Crecí. Me transformé. Y aquí estoy, merced a todo lo perdido.
Será, acaso ¿Qué por eso dicen que crecer duele?
Chuchi Gonzalez

9 comentarios:

  1. Hola Chuchi. Qué reflexión tan bella. Es cierto, es inevitable llorar al recordarnos... Al recordar lo que ya no somos, o lo que debimos ser...

    Adaptarnos a nuestra nueva condición después de perder algo. Con tristeza vuelta coraje, para que no duela tanto. Con desapego a las cosas... es al fin, un proceso de invención y reacomodo.

    Muchas mujeres mueren y sufren cotidianamente, sin plantearse algo tan sutil y definitivo como tu preocupación.

    Con cariño de tu amiga,

    María Dolores.

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  2. Chuchi, una bella reflexión. Que cierto es que en un momento de la vida nos damos cuenta de cómo sin verlo hemos ido cambiando, transformandonos, creciendo...y eso implica a dejar atrás muchas cosas, yo creo que la vida es una sucesión de duelos, pero sin connotación negativa de la palabra duelo, simplemente hemos de perder para ganar, de reir y de llorar, quizás es verdad que crecer duele, pero eso es porque sentimos y si sentimos es porque estamos vivas! y nada más bello que eso!
    Un abrazo...

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  3. Que lindo lo que escribiste, me senti muy identificada! Creo que el secreto esta en poder reiventarse cada día, quedarse con lo bueno de quien eramos y tratar de ser cada vez mejores para poder crecer y superarnos aunque a veces duela,porque los cambios son asi, implican dolor pero siempre despues de lo malo llega lo bueno, como despues de la tormenta llega la calma. Un beso grande :)

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  4. Mariana: muchas gracias por comentar, coincido plenamente contigo! Saludos

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  5. Desde luego me siento muy identificada con esas palabras.
    A veces cuando me miro al espejo y no me reconozco, me comprendo, pero no me gusto del todo. Reconozco que tengo que madurar, seguir hacia delante, siempre lo hacemos, y empezar por aceptarme a mí misma.
    Me pregunto en qué punto empecé a aborrecerme tanto.
    Intento construir mi vida poco a poco y es complicado, lo perdido tal vez es lo mejor que tenía.
    Tengo que volver a ser capaz de mirarme y encontrar algo bueno en todo este crecimiento porque se derrumba constantemente, y solo yo soy la responsable.
    Gracias por ayudarme a crecer.

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  6. Al leer tus palabras todo crea sentido, ya que en este momento me encuentro en duelo como tu dices, y como duele cambiar,que miedo e incertidumbre por lo que quiero llegar a ser.
    Gracias por tus palabras

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  7. Si cuando creces físicamente duelen los huesos, como no dolería crecer emocionalmente y/o espiritualmente? Bendito el dolor cuando es síntoma de crecimiento. Gracias por tu reflexión Chuchi!
    Atte.Viry DIaz

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  8. cierto recordar duele pero tambien me gusta y es algo que me dice que ya no debo regresar a lo que me estaba atorando muchas gracias por esas palabras

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