5 de septiembre de 2010

Yo soy Limitante

Es domingo, en el D.F., México; y también lo es en Argentina, Colombia, España, Italia, Guatemala. Hace frío. Parece que el otoño arribo a la ciudad con algunos día de anticipación. Tal vez vino de turista antes de comenzara trabajar.
Desde que me desperté estuve conectada a mi matrix, mi mundo interior, el de las reflexiones, palabras y pensamientos personales. Ese espacio que muy de vez en tanto me desconecto y miro desde arriba, sobrevolándolo y me digo: ¿Para qué piensas todas esas cosas?. Pero desde adentro las sigo pensando. Y las pienso de modo profesional, con pensamientos de traje y corbata; con suma responsabilidad y pasión por esos pensamientos.
Hoy mientras leía lo descubrí un concepto que ya había leído pero que seguramente no era importante para mí en ese entonces. Mi concepto debutante: El ser Limitante.
Hay que lindo fue encontrarlo! me regocije de emoción, y una sonrisa se dibujo en mis labios, sobre todo cuando me pude auto-declarar LIMITANTE.
Ojo, que dije LIMITANTE y no LIMITADA. Aunque a rigor de verdad también lo soy pero eso es harina para otra entrada. Hoy hablo de ser LIMITANTE. Que no es lo mismo que ser CORTADA, sino ser un ser capaz de poner límites. De establecer “un hasta aquí”, “un punto de partida y de inicio”, pues mi límite me identifican, me diferencian de ti, y operan como una puerta de entrada o de salida. Entro a mí o salgo a ti. ¿Entiendes?
Límites: ¡Qué hermosa palabra! (Ahora que yo los puedo establecer, no antes cuando mis padres me los marcaban). Límites: ¡Qué hermosa palabra! Es un como un tatuaje lineal de derechos que me pertenecen.
Limitante habla del ser que puede poner límites a los demás y así mismo.
Una especie de freno emocional, un basta, un suficiente. Un tomar conciencia de que tenemos un mundo privado y a ese mundo dejamos entrar a quienes queremos, cuando queremos y cómo queremos; sin que ello implique agresividad, violencia o mal agradecimiento.
Es escuchar la opinión de los demás y también reservarnos el derecho de no escucharla sino la solicitamos. Es hacernos cargo de quienes somos y no echarle la culpa a los traumas de la infancia por nuestros malos hábitos.
Es saber lo que queremos y lo que no queremos para nosotros; y dejar de andar como perro en cancha de bocha por la vida, sin rumbo, sin brújula, sin sentido.
Porque cuando aprende a poner – se-  un tope, un alto, u stop, aprende a “parar-mirar y elegir”; comprender que entre el hecho y el juicio automático existe un espacio de tiempo para reaccionar de forma creativa y puede hacer algo diferente.
Poder mirar a los demás y decir “este soy yo y mis límites” de algún modo habla desde el auto-respeto y el amor propio. Quién no puede o no sabe o cree no merecer “establecer límites”; se deja al arbitrio de los deseos ajenos y tarde o temprano se arrepentirá.
A veces por los “límites” en apariencia se pierden cosas. Hay personas ( yo conozco muchas) que cómo no saben hacerlo se diluyen en las personalidades ajenas y luego por temor “amenazan” para erguirse vertical; sin embargo con la violencia no se reivindican los límites por el contrario, se anuncia el terror que se tiene de ser un fantasma en medio de la nada.
Pero cuando uno sabe poner límites siempre gana. Gana espacios de libertad, de autenticidad. Espacios libres de ataduras, y rencores. Gana liviandad de espíritu y regocijo de saber que uno anda por la senda elegida.
                                                     Chuchi González

2 comentarios:

  1. dicen que los limites de uno mismo acaban donde empiezan los del otro, me ha encantado el texto un abrazo fuerte

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  2. asi es amiga, nosotros somos nuestros propios dueños, y tenemos las llaves. yo se hasta donde llegar, como llegar y cuando frenarme. como lo escribi en mi muro. yo no estoy para cumplir las expectaivas de nadie, ni nadie para cumplir las mias. hay un limite entre yo y los demas, y todo lo que me pase, lo bueno o lo malo, es porque yo lo permito., un beso
    grande! gabriela ruiz

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