21 de agosto de 2010

La Ira

Todos somos humanos, aunque a veces pretendamos categorizar otra instancia y para ello solemos colocarnos la careta del "bienestar enarbolado por la constante sonrisa", más sin embargo, sabemos por experiencia, que estar "sonriente" todo el día o toda la vida; es una gran pretensión; las emociones se disparan frente a los hechos sin pedir permiso; y si bien hemos logrado por nuestro trabajo personal, "rediseñar nuestras formas de reacción" siempre estamos igualmente expuestos a sentir enojo, frustración, irritación, rabia, bronca, desilusión. Es decir, cuando los hechos no se ensamblan a nuestras creencias nos desanimamos, la energía se corta, se obstaculiza, se amontona y surge el enojo. El enojo es una emoción natural humana, que no debería ser temida.
Mientras que el enojo se relaciona con un evento que se trunca, la ira - hermana mayor- es resultado de un deseo insatisfecho acerca de cómo son las cosas; se pone en tela de juicio al mundo, sus reglas y a las demás personas; puesto que deberían ser distintos.
La ira es un estado constante, es la sensación de injusticia que pesa sobre el que la promueve. Inmoviliza, impide el crecimiento personal, y nos coloca en la postura del dedo acusador y la verdad absoluta. Quién manifiesta la ira como un estado de ánimo permanente, observa toda la vida desde el cristal de esa emoción, desde la insatisfacción, la carencia, la necesidad, la frustración, el resentimiento. Es la espera vana, la que nada de lo que espera llegará, porque desde la esperanza inculcada en el futuro, se deposita la semilla de la imposibilidad material de cambio. El tango me recuerda un poco a este pensamiento - "El mundo fue y será una porquería" (Cambalache)
Un individuo que convive con Ira, es aquél que ha aprendido de ella, una herramienta para descargar todos sus fracasos y hacer de los que lo rodean, los chivos expiatorios de sus asuntos irresueltos, usar la manipulación como fuente de logros, obtener "amor o reconocimiento" que por otro medio no se cree "posible lograr", conseguir la "atención" de los demás y excusa de los resultados no deseados por la pérdida del auto-control.
Se presenta a través de la agresión verbal-física, con la humillación o ridiculización de otros que son considerados "menos"; con gritos o explosiones incontrolables; insultos, sarcasmos, victimización.
¿Qué le sucede internamente a quién padece de ira? La ira es una emoción "tóxica" porque está mal dirigida, y por lo tanto intoxica a quién la manifiesta. Si tú estás enojada con tu pareja y sobre ella descargas tu enojo, esa emoción está bien dirigida. El problema se genera cuando reprimimos lo que sentimos, negamos su existencia; es como si en tu mente una voz te dice -está mal que estés enojada con tu pareja- y a partir de ahí, en lugar de canalizar el enojo, lo absorbes, lo "controlas", lo guardas en tu cuerpo. Aunque no lo expreses, existe. Si con el tiempo las situaciones se repiten, y cada día comienza un ciclo de reclamos, frustraciones, deseos insatisfechos en tu mundo interior, pones en marcha el proceso de la ira. Y ahora, esa energía mal dirigida se expande al mundo desde ti.
La ira nace de la auto-exigencia enfocada a uno y a los demás; muchas veces idealizar el mundo y a las personas, nos provoca desilusión, expectativas frustradas; "los otros no son como quieres que sean" y frente a eso "reaccionas"; cuando no puedes "entender" eso, cultivas resentimiento.
Para alejarte de este proceso deberás comenzar a AMARTE, a ACEPTARTE y ACEPTAR; a utilizar lo que consideras "decepcionante" como aprendizaje para transformarte y crecer.

                                                                                                     Chuchi





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