23 de junio de 2010

La Tortuga y Aquiles

La pesadilla de Postergar

Cuenta la paradoja de Zenón que Aquiles, llamado pies ligeros, decide salir a competir en una carrera contra una tortuga. Dado que corre mucho más que ella, orgulloso de sus posibilidades, el soberbio guerrero todo poderoso le da una gran ventaja inicial. Al cabo de un tiempo, Aquiles recorre el tiempo que la tortuga con gran esfuerzo había realizado, la distancia que inicialmente los separaba, pero al llegar descubre que la tortuga ya no está, sino que sigue avanzando, lentamente, un poco más. Sin perder los ánimos, Aquiles sigue corriendo, pero al llegar donde estaba la tortuga, ésta ha avanzado un poco más. Aquiles no ganará la carrera ya que la tortura siempre estará por delante de él.
¿Por qué Aquiles, el gran hombre, no ganará la carrera? ¿Acaso su velocidad no es mayor a la de la tortuga? ¿Con sus pies no es factible de recorrer el trecho y acortar las distancias?
Zenón en su paradoja lo que ha querido demostrar es que las sensaciones que obtenemos del mundo son ilusorias, su línea de pensamiento se acerca a Descartes cuando asevera que los sentidos nos engañan. Porque desde esta óptica todo lo que observamos del mundo no es más que lo que proyectamos de desde nuestro mundo interior, el mundo exterior tal como es, no existe, sólo existe en relación a nuestro observador.
Volviendo a Aquiles, podemos rescatar de ésta paradoja la irreversibilidad del tiempo, la irrecuperabilidad que el tiempo siempre en constante devenir trae aparejado para los hombres. Aquiles puede llegar a este punto físico en dónde estaba la tortuga, pero en el tiempo, Aquiles siempre quedo preso de un pasado, o un tiempo detrás del animal. La ventaja concedida al inicio de la competencia es irrecuperable, ya no existe más.
Generalmente muchos de nosotros actuamos confiados de nuestras fuerzas e inteligencias y dejamos para dentro de un rato lo que tenemos que hacer, creyendo que no habrá consecuencias, que siempre hay un marco de acción, que tiempo es lo que sobra.
La postergación es el mal de todos nuestros sufrimientos, igual que el gran Troyano quedamos inmersos en una nebulosa de sensaciones y oportunidades que dejamos pasar frente a nuestras narices.
Si todo lo que tenemos está sucediendo ahora ¿para qué dejar lo que deseamos para un tiempo que no existe, mañana? ¿Cuántos besos y abrazos abortamos en nuestra indiferencia? ¿Cuántos portazos dimos al salir enojados con alguien sin ser conscientes de que esa podría ser la última vez? ¿Cuán dormidos estamos que “dejamos en manos de la nada los afectos y los anhelos que son importantes para nuestras vidas?
Si fuéramos como la tortuga lenta, pero con paso firme, y continuo, disfrutaríamos más lo que somos y tenemos.
Repasa los pendientes de tu arca personal, - pendiente es lo que cuelga, o va hacia abajo – lo que cargas, arrastras, o te jala con pesadez hacia el suelo y te obstruye, detiene, o entorpece la marcha; todas esas situaciones están ahí porque TÚ lo permitiste, TÚ dejaste entrar esa energía de aplazamiento a tu morada para dejarla fluir más tarde, pero el reloj ya dio vuelta varias veces las agujas y nada; ahora puedes empezar a soltar.
Aunque el tiempo no se recuperado, aun cuando lo que pasó no volverá, tienes la chance de encauzar de nuevo tu tiempo.
                                                                 Chuchi

1 comentario:

  1. Que lindo Chuchi! Y cuán cierto es...pero creo que nosotros somos los responsables de vivir corriendo y postergando,,,así si tuvieramos tiempo de sobra, estoy segura que reincidiríamos....
    Muy buen blog, de paso te invito al mío:
    http://histeriasdemi.blogspot.com
    Besos!

    ResponderEliminar

¡Un blog se nutre de comentarios, deja tu huella, muchas gracias por compartir!